No es más difícil que triunfe el pueblo palestino en la restauración de sus derechos que el triunfo de Irán en la Revolución islámica.
Otra cuestión es que el progreso de la causa palestina que estamos viendo ―y que es innegable― supone un fortalecimiento creciente del Frente de la Resistencia ante el Frente de la Arrogancia y el Descreimiento; algo palpable y evidente. Lo que se ve en ese sentido surge de la fe y la confianza en Dios y de introducir el elemento espiritual en el combate. Si una lucha no va acompañada de la fe, resulta vulnerable.
La lucha tiene éxito cuando hay en ella y confianza en Dios. Tienen ustedes que fortalecer en la gente el espíritu religioso y la fe auténtica en las promesas divinas y la confianza en Dios el Altísimo. Tienen que robustecer en la gente el optimismo respecto a Dios el Altísimo y a las promesas divinas.
Nosotros mismos debemos también mantenernos optimistas respecto al Altísimo. Dios, el Más Fidedigno Dicente, nos dice: «Ciertamente, Dios auxilia a quien Lo auxilia» (Sagrado Corán, 22:40); nos dice: «Quien esté con Dios, Dios está con él»; nos dice que no temamos al enemigo: «Ciertamente, la intriga de Satanás es débil (Sagrado Corán, 4:76). Eso es lo que nos insinúa, lo que nos manifiesta, y Dios el Altísimo dice la verdad. Si cumplimos nuestro deber en este camino, actuamos por Dios, combatimos por Dios y nos fijamos como objetivo la satisfacción de Dios, sin duda nos corresponderá la victoria.
Yo les digo a ustedes que el triunfo del pueblo palestino en la restauración de sus derechos no es más difícil que el que obtuvo el pueblo iraní al crear la República Islámica en Irán. En aquellos días ―cuando gobernaba este país el shah, el déspota idólatra del Tagut―, si uno observaba el escenario mundial y regional, era categóricamente imposible que cambiase aquí el régimen del shah, y menos aun que se transformase en un sistema islámico. Eso parecía inverosímil.
Conforme a las leyes de la naturaleza y las normas habituales, tal cosa no era factible, a causa del poder ilimitado de EE. UU. en esta región, de su apoyo incondicional al régimen del shah y de la carencia total de medios de los combatientes de aquí ―porque nuestros medios en aquellos días de lucha eran muy inferiores a los que tiene hoy su gente en Gaza o en Cisjordania―. Aun así, eso sucedió.
Lo imposible se hizo posible y ocurrió, por la gracia de la continuidad en la lucha, por la gracia de la confianza en Dios y por la gracia de un líder firme, decidido y categórico: nuestro gran imam Jomeiní. Yo les digo que, en el caso de Palestina, eso puede suceder. Algunos observan el escenario, la fuerza de EE. UU., el apoyo de Occidente a los sionistas, el poder de las redes financieras de los sionistas en EE. UU. y en el resto del mundo, su potencia propagandística… y les parece que devolver Palestina a los palestinos es imposible. Yo digo que no, que ese suceso imposible será posible, a condición de ser firmes y perseverar.
Dios el Altísimo dice: «Por ello, predica a las gentes y mantente firme, como se te ha ordenado» (Sagrado Corán, 42:15). Es necesario resistir, es necesario mantenerse firme, es necesario continuar el camino. (27/02/2010, en un encuentro del Líder Supremo de la Revolución Islámica con los líderes de los grupos palestinos de Yihad y combate).
El imam Jameneí promete: Palestina será un día con toda seguridad un país independiente
La solución de la cuestión palestina no se alcanzará con falsos remedios impuestos. La única solución para la cuestión de Palestina es que el auténtico pueblo palestino ―no inmigrantes usurpadores y ocupantes―, tanto aquellos que permanecieron dentro de Palestina como aquellos que están fuera de allí, determinen ellos mismos el sistema que deba regir su país.
Si quienes se presentan como demócratas por el mundo son sinceros en su defensa del sufragio popular, el pueblo palestino es un pueblo y debe decidir. El régimen usurpador que está en el poder hoy día en Palestina no tiene derecho alguno a ese territorio. Es un régimen artificial, falso, montado por potencias opresoras. Por lo tanto, no debe pedirse al pueblo de Palestina que lo reconozca. Si alguien del mundo islámico comete ese error y reconoce ese régimen inicuo, además de deshonrarse, habrá actuado en vano, porque ese régimen no perdurará. Los sionistas se imaginan que han conseguido dominar a los palestinos y que Palestina ¡les pertenece ya para siempre! No, señor. No es así.
El destino de Palestina es con toda certeza convertirse un día en el Estado de Palestina. La nación palestina se ha alzado para ello. El deber de las naciones y los Estados musulmanes es reducir al máximo la distancia que queda por recorrer y hacer que el pueblo palestino llegue a ese día. (04/06/2002, en los actos del XIII aniversario del fallecimiento del imam Jomeiní, que en paz descanse).
¿Por qué no halla el eco mundial que debiera la inmensa injusticia sufrida por el pueblo palestino?
Si en la actualidad existe en el mundo injusticia y dominación, y la violenta civilización occidental ha llenado el mundo de violencia, opresión, prepotencia y tropelías ―la dominación de los pueblos por las potencias, el saqueo de las riquezas de las naciones por centros mundiales―, se debe al arrinconamiento de la espiritualidad y la moral humanas. Cuando se arrincona la espiritualidad, la moral y la virtud, y nadie osa abanderar las virtudes morales como valores de referencia máxima, el mal y la degeneración prevalecerán, el dinero y la fuerza se convertirán en valores, los amos del dinero y la fuerza no pararán ante obstáculo alguno al abrirse camino hacia sus objetivos, y el mundo se convertirá en lo que existe hoy.
Hace décadas que una nación como la palestina es pisoteada por la injusticia y la opresión de violentos y opresores, pero esa injusticia, pese a su inmensidad, ¡no halla eco en el mundo! Las corporaciones propagandísticas del mundo trabajan al servicio del opresor, de la opresión y del mantenimiento de esa opresión. Y sucesos similares a los de Palestina los ha habido y los hay, grandes y pequeños, a lo largo de cien o ciento cincuenta años, mientras las potencias coloniales se apoderaban del planeta. De muchos de ellos hemos sido testigos en su momento con nuestros propios ojos. Eso se debe a que la espiritualidad ha sido arrinconada. El sistema de la República Islámica alza la bandera de la espiritualidad y la moral. Y no se puede mantener enarbolada la bandera de la moral desde una mera posición de predicadores. Esa bandera se ha alzado en el mundo con un movimiento inmenso y con el poderío resultante de la presencia popular.
Hoy por hoy, nosotros hablamos de justicia y de las injusticias cometidas contra las naciones en las grandes tribunas internacionales y mundiales, y eso es gracias a la bendición del sistema de la República Islámica. Antes de que triunfara la Revolución islámica, no existía tal cosa. (12/11/2001, en un encuentro con basiyíes participantes en el campamento Alaviún de lucha y cultura).