Entrevistado en exclusiva por KHAMENEI.IR, el Dr. Mohammad Yavad Zarif, ministro de Asuntos Exteriores de la República Islámica de Irán, critica la pasividad del mundo árabe ante el régimen sionista y EE. UU. como causa de que estos hayan presentado el plan conocido como «acuerdo del siglo», y sentencia que la única solución a la cuestión de Palestina reside en la organización de un referéndum entre los palestinos, junto a la resistencia, de manera simultánea.
En el nombre de Dios, Clemente y Misericordioso
Señor ministro, ¿cuál es en su opinión el papel de EE. UU. y de los sionistas en el proyecto del «acuerdo del siglo» y qué objetivos persiguen ambos con ese plan?
Desafortunadamente, en el pasado y, en especial, en los últimos años, el mundo árabe no solo se ha mantenido pasivo frente al régimen sionista y EE. UU., sino que se ha aliado con los sionistas contra el país islámico que es Palestina, lo que los ha llevado a una posición de extrema debilidad. Es por eso que los estadounidenses llegaron a la conclusión de que podían hacer público su plan, ya que hace unos años Washington no estaba en posición de hacer tal cosa ―y menos aun en posición de pensar siquiera en convertir la cuestión de Palestina en un negocio inmobiliario, sacrificando todas las esperanzas, deseos y derechos básicos de los palestinos a su proyecto de construcción―. Por su mentalidad y por sus palabras, Trump y Kushner son indiferentes a los derechos de cualquier otra persona; ven en el proyecto un plan de obras y han llegado a la conclusión de que, realmente, el mundo árabe ha llegado a tal punto de degradación que pueden plantear de manera tan inconsistente algo como los derechos del pueblo de Palestina.
En realidad, este plan transforma Palestina en algo parecido a los bantustanes de la época del apartheid en Sudáfrica: zonas designadas en medio de Palestina ocupada para el control y vigilancia de sus habitantes, quedando todo a disposición del régimen sionista. Los puntos que se plantean en el «acuerdo del siglo» van más allá de lo planteado en los Acuerdos de Oslo y la Conferencia de Madrid, convirtiendo Palestina en una serie de trozos de territorio, cercados por el régimen sionista y entregando a los sionistas todas las tierras, incluso las posteriores a 1967. Que el Sr. Trump regale al régimen sionista la zona siria del Golán y Bait al-Muqaddas (Jerusalén), capital de los musulmanes ―zonas que desde un principio no les pertenecían―, no se debe sino a la pasividad de los árabes, que se humillan frente a ellos. El mundo árabe sigue aún pretendiendo comprar su seguridad a EE. UU. y el régimen sionista. En lugar de confiar y apoyarse en sí mismos, en su pueblo y en sus vecinos musulmanes, intentan comprar seguridad a EE. UU. Por supuesto, a EE. UU. le parece muy bien, porque así, por poner un ejemplo, venden anualmente a Arabia Saudí armas por valor de 67 000 millones de dólares, comprando la dignidad de Arabia Saudí al venderle ese armamento.
Estamos viendo, por parte de jefes de Estado del mundo árabe, reacciones al contenido del plan de «acuerdo del siglo» nocivas. ¿Por qué reaccionan así algunos de ellos, entendiendo sus resultados al revés de como son?
La posición de algunos jefes de Estado sometidos de países árabes que se han convertido hoy día en líderes del mundo árabe debido a los problemas de los grandes países árabes no es la posición de las poblaciones árabes, pero algo importante que ha ocurrido aquí es que, en años anteriores, los regímenes árabes sumidos en la dependencia trataban falazmente de presentar la República Islámica a su gente como un peligro.
Sin embargo, lo sucedido ha puesto de manifiesto que el peligro al que se enfrenta el mundo árabe son esos mismos jefes de Estado de los países árabes. Son los amos de esos gobernantes de los países árabes quienes atentan a la vez contra todas las esperanzas y derechos del pueblo de Palestina, sin que ellos tengan siquiera la valentía de plantarles cara. En lugar de adoptar una posición de defensa de Palestina, ¡hasta dan las gracias por los esfuerzos del Sr. Trump! Se trata en realidad de una señal al mundo árabe de que con estas políticas no se puede buscar una solución para Palestina, que deben volver atrás y que el peligro son el sionismo ―que amenaza al mundo islámico― y quienes frente al sionismo optan por una política humillante de acompañamiento y alineamiento con el régimen sionista.
En mi opinión, es una oportunidad para que el mundo islámico perciba el hecho de que la solución a la cuestión de Palestina reside en los dos ejes de la democracia y la resistencia. El objetivo de la resistencia está claro y el pueblo palestino resiste. En la actualidad, todos los grupos palestinos se oponen al unísono al plan del «acuerdo del siglo», y esa unidad dentro de Palestina sobre la base de la resistencia puede ser algo muy venturoso para neutralizar la política de los sionistas.
Otro factor importantísimo es la democracia. Aquellos cuyos gritos de defensa de la democracia retruenan en todo el mundo y que señalan falazmente al régimen sionista como única democracia de la región tienen que estar dispuestos a aceptar la democracia real. ¿Y qué quiere decir democracia real? Que todos aquellos que están en Palestina y a los que pertenece Palestina ―o que vivían en Palestina, pero vagan por el mundo― puedan determinar y decidir ellos mismos su futuro. ¿Por qué tienen miedo de este plan los partidarios de la democracia?
El plan que propuso hace años el Líder Supremo de la Revolución como plan de la República Islámica para Palestina es una idea natural: ¿acaso en Sudáfrica, donde se aplicó el mismo plan y se dejó a un lado el apartheid, masacraron a los blancos? ¿Por qué quieren crear la falsa idea de que ese plan equivale al genocidio de los judíos? Su Eminencia (el imam Jameneí) ha declarado en numerosas ocasiones que no tenemos nada contra la población judía y que la población judía que ha vivido en Palestina tiene derecho a estar en Palestina, pero no puede determinar el destino de los demás, sino que todos los palestinos deben tener su papel en la determinación de su destino.
Igual que en Sudáfrica, donde se dividió durante un tiempo a todos los africanos ―negros, blancos y de color― en grupos distintos con el sistema del apartheid, retirándoseles el derecho humano a vivir todos juntos, pero decidieron abandonar ese sistema y ahora han pasado cerca de treinta años desde aquel acontecimiento, sin que hayamos sido testigos de ninguna guerra ni matanza en África del Sur.
Pero, volviendo a Palestina, en lugar de aceptar la humillación y la presión creciente e interminable de EE. UU. y el régimen sionista, hay dos soluciones para Palestina que son simultáneas, no separadas: una, la resistencia; y la otra, la democracia y el sufragio popular. Si se llevan las dos a la práctica, se resolverá la cuestión de Palestina. Nosotros registramos el plan del Líder Supremo de la Revolución Islámica el año pasado en la Organización de las Naciones Unidas como propuesta oficial para que, igual que el mundo estaba ya al corriente de él antes, vuelva a tener noticia ahora. En vísperas de que se anunciara el plan de «acuerdo del siglo», volvimos a comunicar el plan del Líder Supremo de la Revolución Islámica, para que el mundo tuviera presente que la única solución para Palestina no es vulnerar los derechos de la gente con un negocio de construcción, sino que la única solución es preservar los derechos del pueblo de Palestina.
¿Es posible avanzar más hacia la fructificación del plan de la República Islámica?
Mire usted, la decisión definitiva corresponde al pueblo de Palestina y son ellos quienes deben adoptarla. A nuestro juicio, en los últimos treinta años algunos han ido por un camino equivocado, imaginando que, colaborando con los ocupantes, podrían restaurar los derechos del pueblo palestino. Hoy en día, sin embargo, todas las partes palestinas han comprendido la realidad. Por lo tanto, hay que pensar en una alternativa al plan de los Acuerdos de Oslo y, luego, al «acuerdo del siglo», plan que es la continuación de las orientaciones consistentes en aceptar la mediación de EE. UU. en la cuestión de la ocupación de Palestina. De manera que todos los palestinos deben aceptar que ahora no se trata de una nueva mediación, sino que EE. UU. es una de las partes en litigio, y deben trabajar en un plan que pueda ofrecerles una solución.
Nosotros siempre hemos dicho que el derecho a elegir corresponde al pueblo de Palestina y que el camino que elija el pueblo de Palestina será también aceptable para la República Islámica ―es decir, que nosotros creemos en que es el pueblo de Palestina el que debe tomar la decisión definitiva, y en que la decisión definitiva del pueblo de Palestina debe ser aceptada por todos―.
Hace unos años, el Líder de la Revolución Islámica declaró en su previsión estratégica que el régimen sionista no vería los próximos 25 años. ¿Qué efecto va a tener el plan del «acuerdo del siglo» en la aceleración del declive del régimen sionista?
Cuando todos los palestinos lleguen a la convicción de que aceptar la mediación de EE. UU. no es una vía que les vaya a dar resultado, sino que la única vía es usar su capacidad para resistir y reclamar democracia. El mayor punto débil del régimen sionista es que los palestinos insistan en reclamar sus derechos. Dejando a un lado las soluciones artificiales y apoyándose en la democracia, esa vía dará con seguridad resultado.
A la luz del registro ante las Naciones Unidas de la propuesta de la República Islámica de Irán para resolver la cuestión de Palestina, díganos qué propaganda difunde el régimen sionista contra este tipo de propuestas.
Mire usted, la cuestión de Palestina es la más antiguas de las que tiene en la actualidad frente a sí la Organización de las Naciones Unidas, donde, desde el principio, no se planteó ninguna vía adecuada para resolverla. Puede interesarle saber que el régimen pahlaví también propuso la vía de la democracia para solucionar la cuestión de Palestina, y no apoyó que se quitaran sus derechos al pueblo palestino para dárselos a los sionistas. Irán fue uno de los países que, en aquel entonces, no aceptó la partición de Palestina. Tampoco, por supuesto, estuvieron de acuerdo con la partición los demás países árabes, y aquel error debe resolverse por la vía democrática.
El régimen sionista siempre habla en su propaganda de unos cuantos antisemitas o antijudíos, pero nadie está contra los judíos. Y los que tienen antecedentes antijudíos están en otra parte. En esta región nuestra no hay antecedentes de antijudaísmo. La gente de nuestra región ha recibido siempre a los judíos como buenos anfitriones, y aún lo hace. Nosotros tenemos el deber de profesar respeto a Moisés (con él la paz) como profeta de Dios. Somos seguidores de Moisés (con él la paz) y llamamos a la unidad a la Gente del Libro, de manera que nadie puede señalar como antijudíos a los musulmanes ni a los iraníes, que tienen antecedentes como salvadores de los judíos. Nosotros decimos que no se pueden infringir los derechos de los palestinos con esos pretextos, y que la única vía que puede resolver el problema de Palestina es la vía democrática. Hoy por hoy, muchos de los problemas que aquejan al mundo, incluidos el extremismo cristiano y judaico y la islamofobia, tienen su raíz en la violación de los derechos del pueblo palestino, y esos problemas no desaparecerán, a menos que se reinstauren los derechos del pueblo palestino por vía democrática.
El Líder de la Revolución Islámica dijo tras el martirio del general Soleimaní: «Este hombre sacó a los palestinos de su indefensión». ¿Qué había hecho el mártir Soleimaní para que el Líder de la Revolución dijera tal cosa? En la actualidad, ¿de qué tipo es el apoyo que da Irán al Frente de la Resistencia?
La República Islámica siempre ha estado al lado de la resistencia del pueblo de Palestina y de los países musulmanes cuyo territorio ha sido ocupado por Israel, como en los casos del Líbano, Siria y los demás países árabes. El mártir Soleimaní es el símbolo de la colaboración y la ayuda de la gente de Irán a la gente de la región. El mártir Soleimaní fue alguien que no solo resistía frente al régimen sionista, sino también frente a todo extremismo y terrorismo. Estuvo junto al resistente pueblo de Irak, de Siria, de Líbano y de Palestina. Se puede decir que el mártir Soleimaní no fue solo campeón de la Resistencia, sino también campeón de la lucha contra el terrorismo y campeón de la paz.
Su martirio tendrá con seguridad numerosas consecuencias naturales y circunstanciales. Ya vimos los efectos en Irak. Tras mucho tiempo de disputas en las calles de Irak, después del martirio del general toda la población se unió para despedir sus puros restos mortales y, después, para reclamar la expulsión de EE. UU. del país. La acción de Trump fue tanto estúpida como cobarde, porque Trump no fue capaz de enfrentarse al mártir Soleimaní en el campo de batalla, y se vio obligado a hacer que nuestro querido general y sus acompañantes ―en particular, el mártir Abu Mahdi al-Muhandis― recibieran el martirio de madrugada, mediante un dron. Como dicen los propios estadounidenses, los atentados terroristas son muestras de cobardía, no de valor.
Con tal acto cobarde y estúpido, Trump determinó el fin de la presencia de EE. UU. en la región. La gente se manifestó contra EE. UU. en cientos de ciudades de los demás países ―también en la India―. Eso pone de relieve que, con esa acción, EE. UU. se ha asestado un gravísimo golpe a sí mismo y ha fortalecido al Frente de la Resistencia y al bando opuesto a la dominación y la arrogancia, tanto en la región como en el mundo.
A modo de última pregunta, si tiene usted algún recuerdo de su relación con el general mártir Hach Qasem Soleimaní, nos gustaría que nos lo contara.
Tuve la dicha de estar en contacto con el insigne mártir en casi todas las etapas. Siempre que estábamos en Irán, teníamos una reunión juntos una vez a la semana. El mártir Soleimaní era un individuo racional, inteligente y con visión de futuro. Nunca fue dado a las proclamas. Hablar con él era muy fácil. Al inicio de las reuniones, nuestras opiniones siempre diferían, pero al final de la sesión llegábamos a un acuerdo y quedábamos, por ejemplo, en hacer yo tal cosa y él tal otra. Y siempre cumplíamos lo acordado.
Todos nosotros ―en especial, Su Eminencia― estábamos siempre preocupados por el mártir Soleimaní. Cada vez que yo lo veía, al despedirnos, le decía al oído: «Pero Dios es el mejor protector» (Sagrado Corán, 12: 64). La última vez que yo vi al mártir Soleimaní fue en la tarde del domingo anterior al viernes en que él alcanzó el martirio.