La lectura en la tercera edad tiene un efecto muy inferior a la en la juventud

«La cuestión de la lectura y los libros es de gran importancia. Debemos hacer que los jóvenes y los niños se acostumbren a leer, porque es algo que los acompañará hasta el fin de sus vidas. La lectura en edades como las de un servidor —aunque, por otra parte, yo leo muchos más libros que los jóvenes— tiene en general un efecto muy inferior a la lectura en la juventud o en la edad de los estimados que están aquí presentes.

»Lo que uno conserva siempre son las lecturas que se hacen a corta edad. Los jóvenes y niños de ustedes tienen que leer todo lo que puedan y aprender cosas sobre distintas materias y distintas vías. Por supuesto, debe evitarse vagabundear por los libros sin ton ni son, pero eso viene después.

»Lo primero es que aprendan y se acostumbren a recurrir a los libros y mirarlos. Por supuesto, los organismos deben estar atentos y las personas deben cuidar y guiar hacia libros buenos, para que no se malgaste la vida con malos libros» (09/06/2012).

Los libros son alimento para el espíritu

«El libro es un alimento: un alimento para el espíritu, una bebida que sacia la sed del espíritu y, si tiene propiedades tónicas, lo vigoriza. Yo no creo que debamos impedir la difusión de cualquier libro o escrito que no concuerde con preferencias particulares o que parezca dañino. Sin embargo, hay libros y escritos cuya nocividad para la gente es evidente. La publicación de libros que promocionen la indecencia, la corrupción y ese tipo de cosas perniciosas para la gente no debe permitirse. Pero en lo que más afán debe ponerse es en que se impriman y difundan buenos libros» (11/05/1993).

Si juntan ustedes esos ratos perdidos, suman más que toda la vida de un estudiante laborioso

«Dediquen ratos a la lectura. ¡Cuánto tiempo se desperdicia yendo y viniendo, en los autobuses, esperando reuniones y diciendo futilidades acá y allá! Si juntan ustedes esos ratos perdidos, suman más que toda la vida de un estudiante laborioso» (29/04/1992).