El Líder Supremo de la Revolución Islámica calificó las relaciones entre ambos países de «fraternales, en el verdadero sentido de la palabra», gracias al respaldo de «los numerosos puntos comunes de tipo histórico, religioso y cultural, así como en las costumbres y tradiciones», y recalcó: «Lo que para la República Islámica de Irán reviste una inmensa importancia en las relaciones bilaterales son los intereses, la conveniencia, la seguridad, la dignidad, el poder regional y la mejora de la situación de Irak».

«Irán desea un Irak respetado y soberano que preserve su integridad territorial, su unidad y su cohesión interna», indicó su eminencia el ayatolá Jameneí, tras insistir en que Irán ni ha tenido jamás ni tendrá intención de interferir en los asuntos de Irak.

El país persa, enfatizó el Líder de la Revolución Islámica, está en todo caso en contra de «cualquier cosa que cause un debilitamiento del Estado iraquí».

Frente a esa actitud fraterna por parte de Teherán, apuntó Su Eminencia, la de Washington respecto al vecino occidental de Irán es «justo la contraria», ya que Estados Unidos es verdaderamente «un enemigo» que «no está conforme con un Irak independiente y fuerte cuyo Gobierno cuente con el voto de la mayoría» de su población.

«Para los estadounidenses, no es importante qué individuo sea el primer ministro de Irak. Lo que buscan es un Gobierno como el de Paul Bremer, gobernante estadounidense de Irak en los inicios de la etapa posterior a la caída de Saddam», hizo notar el Líder persa.

Con todo, señaló, Irán no interfiere en los vínculos entre Bagdad y Washington, pero «espera que los amigos iraquíes conozcan a Estados Unidos y sepan que la presencia estadounidense en cualquier país es una fuente de corrupción, destrozos y ruina».

Su eminencia el ayatolá Jameneí hizo asimismo hincapié en que la República Islámica de Irán «espera que la decisión del Gobierno, el pueblo y el Parlamento de Irak de expulsar a los estadounidenses siga su curso, dado que su presencia es causa de inseguridad».

A modo de ejemplo de las consecuencias que entraña la presencia norteamericana en territorio iraquí, el Líder iraní apuntó al asesinato del general Soleimaní y Abu Mahdi al-Muhandis y, dirigiéndose al primer ministro iraquí, añadió: «Ellos mataron a su huésped en casa de ustedes y admitieron abiertamente ese crimen, lo que no es poca cosa».

«La República Islámica de Irán jamás olvidará ese asunto, y desde luego que asestará un golpe en reciprocidad a los estadounidenses», subrayó el Líder de la Revolución Islámica.

En relación con el gabinete del Sr. Al-Kadhimi, Su Eminencia alabó el «consenso de los grupos y corrientes políticas de Irak» formado para su elección, y dijo: «Los estadounidenses y sus agentes buscan siempre que haya un vacío de poder en los países de la región, para así crear caos y preparar el terreno para sus interferencias». «Eso mismo hicieron en Yemen», recordó, antes de hacer alusión a cómo «ahora somos testigos de la lamentable situación» en ese país árabe.

Incidiendo en la actitud persa respecto al Gobierno del Sr. Al-Kadhimi, el Líder persa recalcó el apoyo de Teherán y añadió: «La razón, la religión y la experiencia exigen que las relaciones entre Irán e Irak se desarrollen más que nunca en todos los campos».

El Líder de la Revolución Islámica agregó: «Claro está que la ampliación de las relaciones Irán-Irak tiene ciertos oponentes, con Estados Unidos a la cabeza, pero de ninguna manera debe temerse a Washington, que no puede hacer nada de nada».

Los norteamericanos, estimó Su Eminencia, «crean molestias y contrariedades, pero el Gobierno de Irak debe seguir su camino con fuerza, haciendo caso omiso de esos estorbos y manteniendo a la gente consigo como respaldo».

El ayatolá Jameneí elogió a las autoridades religiosas islámicas (los marayi’ taqlid) ―en particular, al ayatolá Sistaní― como «gran bendición para Irak», y del mismo modo consideró que las Fuerzas de Movilización Popular (Al-Hashd Al-Shaabi) son igualmente «otra gran bendición» para el país árabe «que debe ser preservada».

El primer ministro iraquí señaló por su parte en el encuentro, al que asistió también el vicepresidente primero persa, el Sr. Yahanguirí, que reunirse con el Líder de la Revolución Islámica era una felicísima ocasión, expresó su reconocimiento por el respaldo ofrecido por Irán en diversos momentos ―en especial, durante la guerra contra Daesh y los takfiríes― y añadió: «El pueblo de Irak jamás olvidará el apoyo de Irán. La realidad es que en la guerra contra los takfiríes la sangre de los iraquíes y los iraníes ha quedado mezclada».

«Las relaciones entre Irak e Irán son un profundo y largo vínculo histórico, cultural y religioso, respaldado por el amor y la veneración a la Ahl-ul Bait (con ellos la paz)», recalcó el mandatario árabe.

El Sr. Al-Kadhimi se dirigió por último al Líder de la Revolución Islámica para decirle: «La guía y los consejos de Su Eminencia son como la llave que abre la puerta a la solución de los problemas, y yo le muestro mi agradecimiento y reconocimiento por esas orientaciones».