El Estado gobernado por jeques de Emiratos se dispone a firmar, con las manos empapadas en la sangre del oprimido pueblo de Yemen, un acuerdo con el artificial régimen de ocupación de Palestina.

Donald Trump, que en los últimos meses de su presidencia se halla frente a enrevesados problemas, trata de obtener un logro para su Administración mediando entre Tel Aviv y Abu Dabi. Respecto al acuerdo en cuestión, debe prestarse atención a varios puntos:

1. En el comunicado conjunto de Estados Unidos, Israel y Emiratos figura que, al amparo del acuerdo, el régimen sionista se abstendrá de anexionarse Cisjordania. Esto tiene lugar en momentos en que, gracias a la resistencia de la población de Palestina y el Eje de la Resistencia, hace tiempo que se ha paralizado la aplicación del plan de «acuerdo del siglo» y ha quedado a un lado el anuncio de la soberanía del régimen sionista sobre las regiones de que se trata en el plan. Con toda seguridad, el proyecto de gran acuerdo del siglo hubiera fracasado igualmente sin la ruin anuencia de Emiratos, y los jeques emiratíes han cometido un gran error estratégico al tomar este camino.

2. La política de normalización de relaciones con el criminal régimen israelí de Emiratos se ha concretado en un momento en que, con las celebraciones del décimo cuarto aniversario de la gloriosa victoria de la Resistencia en la guerra libanesa de 2006 contra los invasores sionistas, el mundo del Islam mostraba su reconocimiento a la abnegación y la valentía de Hezbolá. Además, la coincidencia en el tiempo de la acción de Emiratos con la inestabilidad de la posición de Netanyahu y su gabinete en los territorios ocupados pone de relieve el esfuerzo de los gobernantes emiratíes por salvar al malogrado primer ministro de Israel.

3. La maniobra de Emiratos se dirige contra la liberación de Palestina y la Noble Al-Quds (Jerusalén), y no solo no beneficia la paz y la seguridad en Asia Occidental, sino que hará a los sionistas más osados a la hora de perpetrar nuevos crímenes contra la población de Palestina. Este planteamiento ha aislado y deshonrado a Emiratos en el mundo del Islam y entre los musulmanes, y no ha acarreado logro alguno para los acaudalados cresos del golfo Pérsico, sino que ha fortalecido al Eje de la Resistencia y hará que los pequeños emiratos dependientes de Estados Unidos se arrepientan.

4. La traición de Emiratos a la causa de la liberación de Palestina y la Noble Al-Quds (Jerusalén) no será aceptada, no cabe duda, por el inocente pueblo de Palestina y los pueblos anchos de miras del mundo, y tendrá como consecuencia la dura condena del mundo del Islam. Esta traición requiere una respuesta contundente en defensa de la causa palestina y de los altos intereses de los países árabes, lo que sucederá antes o después.

5. En caso de firmarse el acuerdo entre Emiratos y el régimen sionista, los países musulmanes y el mundo árabe deben actuar frente a los Emiratos Árabes Unidos como frente a un enemigo, en la misma categoría que el régimen sionista. La reducción de lazos políticos, la llamada a consultas de los embajadores de los países musulmanes en Emiratos y el corte de relaciones diplomáticas con ese país fortalecerá al Eje de la Resistencia a fin de continuar la Intifada y reconquistar los territorios ocupados por el artificial régimen sionista.

Con su error de cálculo, Emiratos busca revitalizar el plan muerto y desacreditado del «acuerdo del siglo», exponiéndose él mismo a una muerte gradual. La experiencia fracasada y vergonzosa del acuerdo con Israel, que recuerda el infame acuerdo de Camp David, no cumplirá en modo alguno el objetivo de EE. UU. y el régimen sionista, y no será más que una mancha en la historia de ese pequeño Estado de jeques del golfo Pérsico. El pago de una retribución emiratí a los criminales ocupantes sionistas hará que se inflame el fuego de la ira de la población de Asia Occidental, y que Emiratos se arrepienta.