En la cultura occidental, si una mujer quiere obtener reconocimiento en la sociedad, tiene que exhibir sus encantos físicos. Incluso en actos oficiales, la vestimenta de la mujer debe ser tal que alegre la vista al beneficiado: el hombre. Ahí está, a mi juicio, el mayor daño, el mayor ultraje y el mayor atropello sufrido en la cuestión de la mujer.
Que se cree en el ámbito social una cultura en que la mujer es algo de lo que beneficiarse y el hombre el beneficiado es por desgracia algo que existe hoy día en la cultura occidental. Otros los han imitado y se han esforzado en ese sentido, con lo que eso se ha afianzado a nivel mundial.
Si alguien se opone, organizan una controversia contra él. Pongamos por caso que en una sociedad se condene que las mujeres se maquillen y se adornen en el espacio público: pues se organiza una controversia. Si se hace lo contrario, es decir, que en una sociedad se plantee la desnudez de las mujeres, en el mundo no pasa nada. Pero cuando se plantea que las mujeres vayan cubiertas y sin adornos ni maquillaje, los organismos de propaganda dominantes a nivel mundial se activan y generan controversia.
Esto muestra que existe una cultura, una política, una estrategia que se aplica desde hace muchos años basada en afianzar esa posición errónea e insultante para la mujer, y por desgracia es algo que se ha hecho.
Esto ha tenido penosísimas consecuencias para las sociedades humanas: la debilitación del pilar familiar, informes impactantes, uno de cuyos ejemplos son las trágicas y terribles estadísticas de comercio de mujeres. Según un informe, creo que de la ONU, es decir, un informe de una institución oficial el comercio que crece más rápido en el mundo es hoy día la trata de mujeres.
Los peores países en este campo son un puñado, entre los que está el régimen sionista. Diciéndoles que les van a dar trabajo, marido, etc., recogen a mujeres y muchachas de países pobres de América Latina de algunos países de Asia o de algunos países pobres de Europa, las llevan y las entregan en condiciones durísimas a sitios que lo dejan a uno temblando solo de imaginarlos y nombrarlos. Todo eso está basado en esa concepción errónea y esa injusta ecuación respecto al lugar de la mujer en la sociedad.
El fenómeno de los hijos ilegítimos -de los que Estados Unidos tiene las mayores estadísticas- el fenómeno de la cohabitación sin matrimonio, que equivale a la destrucción del núcleo familiar del entorno familiar cálido y de las bendiciones de la familia y la privación del ser humano de esas bendiciones… viene todo ello de ese problema original.
Hay que pensar una solución. Hay que definir la posición de la mujer y resistir con firmeza frente a la alborotadora lógica occidental. (22/05/2011)