En la República Islámica, las fuerzas policiales encarnan la seguridad

«La seguridad es una necesidad básica de los seres humanos: “El Cual les da de comer en tiempos de hambruna y les da seguridad ante el temor” (Sagrado Corán, 106:4). En esta noble aleya, Dios el Altísimo llama la atención de sus interlocutores hacia dos grandes gracias divinas: la salvación respecto del hambre y la salvación respecto de la inseguridad. Esto pone de relieve la importancia de la seguridad» (20/09/2011).

«Uno de los deberes de la República Islámica es crear seguridad en la sociedad. La seguridad moral y la seguridad en sociedad ―en los términos en que se ha explicado― son uno de nuestros deberes. Son uno de los deberes de la República Islámica. Son cosas que no podemos abandonar. Y la encarnación de esa seguridad, así como el agente implicado en directamente en ella, es la fuerza policial, de manera que deben ustedes disponer de poder y deben ser capaces de actuar con fuerza y rotundidad» (26/04/2015).

La probidad de las fuerzas del orden, más importante que la de otros cuerpos armados del país

«Ustedes son distintos de otros cuerpos armados. Ustedes están entre la gente, y esta está en contacto con ustedes. Cualquier infracción, yerro, desacierto, mala conducta o mala praxis que pueda darse, Dios no lo quiera, se difunde de inmediato entre la gente, más que en el caso de otros organismos. Quizá no haya casi organismo en todo el país que se mezcle tanto y esté tanto con la gente como ustedes. Por eso, si se da entre ustedes ―Dios no lo quiera― algún desacierto, algún error, alguna traición, algún problema, de inmediato se difunde entre la sociedad, y cuando eso sucede no es la Policía la que queda deshonrada ―como he dicho, las fuerzas del orden son representantes ante la gente de la soberanía islámica y del sistema de la República Islámica―, sino todos. Por ello, den ustedes mucha importancia a la probidad de la Policía. La probidad de la fuerza policial y de sus miembros debe ser objeto de gran atención y preservarse dentro de las comisarías, en la calle, en la carretera y en todos los demás sitios. Las fuerzas del orden pueden ser una verdadera fuente de prestigio para la República Islámica. Si otros cinco o diez organismos, pongamos por caso, incumplen su deber, mientras que las fuerzas del orden obran con rectitud, son probas, fuertes y tajantes y poseen las condiciones necesarias, el sistema de la República Islámica gozará de prestigio a ojos de la gente. Pueden ustedes ser una fuente de prestigio. Pero también puede suceder, Dios no quiera, lo contrario. Por lo tanto, hay que prestar atención a esta cuestión, fundamentalmente mediante la supervisión del cuerpo: debe llevarse a cabo esa supervisión necesaria dentro del cuerpo, y eso se reflejará en el exterior de manera natural» (26/04/2015).

¿Poder compasivo o represivo?

«Las fuerzas policiales personifican tanto el poder del sistema y del orden que se quiere preservar, garantizar y salvaguardar en el país como la amabilidad, la compasión y el espíritu de clemencia y misericordia del sistema hacia toda la gente. Debe atenderse a esas dos cosas a la vez y conjuntamente. Ustedes aspiran a ser sostenes de la tranquilidad y el sosiego mental de la gente. Esta debe percibir tanto su fuerza y su poder como su clemencia, su compasión, su fidelidad y su afecto respecto a ella» (20/09/2011).

«En el ejercicio de su responsabilidad, que es crear seguridad, las fuerzas del orden personifican la soberanía de la República Islámica. En otras palabras, uno de los deberes de la República Islámica es crear seguridad en la sociedad. La seguridad moral y la seguridad en sociedad ―en los términos en que se ha explicado― son uno de nuestros deberes. Son uno de los deberes de la República Islámica. Son cosas que no podemos abandonar. Y la personificación y el agente implicado directamente en esa seguridad es la fuerza policial, de manera que deben ustedes tener poder y deben poder actuar con fuerza y rotundidad. Ahora bien, la cosa está en que el poder no debe confundirse con opresión, con desconocer los límites ni con actuar de manera descontrolada. Por ejemplo, en algunos países como Estados Unidos, la Policía es muy poderosa. Muestran por cámara a personas fornidas que aparecen como agentes de policía, entrando en acción y deteniendo gente. Sí, claro que son poderosos, pero van y matan a personas inocentes. Le pueden meter quince o dieciséis balazos a alguien, destrozarlo y acabar con él diciendo que es que quería sacar un arma. Ese no es un poder deseable. Es un poder acompañado de opresión, que en definitiva no crea seguridad, sino inseguridad. Él mismo es un factor de inseguridad. Luego, cuando van a juicio, los tribunales los absuelven, como habrán oído ustedes. Lamentablemente, estos sucesos son muy frecuentes en el mundo del descuido de los valores espirituales, como ya ven. Y lo gracioso es que en Estados Unidos, donde tal como dicen el presidente es un negro, al mismo tiempo a los negros los traten de esa manera. Celebran que un día un individuo, un presidente, abolió la esclavitud, cuando además eso mismo es objeto de discusión y se le oponen objeciones fundamentales; es decir, que cuando dicen que Abraham Lincoln abolió aquello, si se observa con precisión histórica como han hecho algunos, la realidad no fue así. No se trataba de abolir la esclavitud. De lo que se trataba era de la cuestión Norte-Sur y de las largas guerras con sus profundas causas entre el norte y el sur de Estados Unidos, con el conflicto entre los terratenientes y su agricultura, por un lado, y la industria, por otro. El conflicto era en torno a esas cosas. En realidad, no se trataba de una cuestión de sentimientos filantrópicos. En todo caso, los negros son oprimidos, descuidados y humillados, y sus vidas corren peligro. Un poder policial semejante no es algo deseable para el Islam ni para nosotros. No, a nosotros no nos gusta ir y darle a la labor de nuestra Policía una forma y un aire cinematográficos y hollywoodienses. Lo que queremos es que la labor se realice de verdad; es decir, con fuerza y firmeza, y al mismo tiempo con justicia, magnanimidad y misericordia. Hay sitios donde debe ir acompañada de misericordia. Esa es la manifestación del Islam. Por un lado, el sagrado ser del Creador es clemente y misericordioso; por otro, el suyo es un castigo doloroso. Las dos cosas deben tenerse en cuenta la una junto a la otra, y eso debe descender hacia la base de la pirámide y llegar hasta nuestras vidas, nuestro comportamiento y nuestras obras. También debe darse en el caso de la Policía» (26/04/2015).

Las películas de Hollywood, una fachada acicalada para la brutalidad policial de EE. UU.

«Hay algunos cuyo único afán es menospreciar a los suyos, a sí mismos y a la nación: “¡Pero si nosotros no somos nada!”. Lo dicen de muchas maneras distintas. Alaban con prolijidad a tal país, a la gente de ese otro o los modos de actuar del de más allá, faltando además a la verdad las más de las veces, y las más de las veces como en las películas de cine. En las películas, cuando llega la policía y quiere detener a alguien, desde el principio le dicen que tenga cuidado y que cualquier cosa que diga podrá ser usada en su contra en el tribunal. Es decir, que el policía es una persona tan noble que desde el principio asesora al acusado ―que puede ser un delincuente― para que tenga cuidado de no hablar más de la cuenta, a fin de que no se vea perjudicado en el juicio. ¿Es así la policía de los occidentales? ¿Es así la policía de los estadounidenses? Eso son películas de Hollywood. Cuando la policía de Estados Unidos esposa a alguien, después lo vapulean, le disparan, lo matan. Disparan y matan a una persona por llevar una pistola de juguete en el bolsillo. ¿Es eso la policía? Las películas de cine adornan la realidad falazmente; el tribunal, a la policía, los organismos gubernamentales, esto, lo otro y lo de más allá. Al fin y al cabo, son películas de cine. En el caso de algunos, sus artículos, lo que escriben y lo que dicen es igual que esas películas de Hollywood» (25/11/2015).

Dejar tuertos a manifestantes, práctica de la Policía francesa

«En las calles de París, están dejando tuerta a la gente. A la gente que se manifiesta y que marcha por las calles de París es agredida por agentes armados del Gobierno francés, y muchos quedan tuertos. Así es como tratan a su propia gente. ¡Y luego nos plantean exigencias sobre derechos humanos! ¿Pero quiénes son ustedes? ¿Qué parentesco tienen ustedes con los derechos humanos para exigirlos a otro país, a otra nación? ¿Acaso conocen ustedes siguiera los derechos humanos? Ni los conocen hoy, ni los conocían en el pasado ni los han conocido en toda su historia. Así es esa gente. Con total insolencia, se ponen a exigir algo como si se les adeudara, en un tono extremadamente egocéntrico y arrogante. En esos no se puede confiar ni se los puede respetar. Son así. Muchas veces lo hemos visto en distintas circunstancias, Francia de una manera, Inglaterra de otra, el otro de otra y el de más allá de otra distinta; cada uno a su manera. Se comportan así» (08/02/2019).