«Para controlar a una persona y mantenerla cautiva, la mejor manera es persuadirla de que está desamparada; decirle que está indefensa, que es inútil y que no se puede hacer nada, para que se vea forzada a colocarse bajo el paraguas protector de una potencia. A nosotros nos hicieron eso durante los pasados ciento cincuenta años, menospreciando el Islam y nuestro pasado, nuestra herencia cultural, nuestros valores religiosos y nacionales y nuestra nacionalidad. Los occidentales, en su voluntad de dominar el mundo, degradaron a todas las civilizaciones y destruyeron muchas de ellas. Siendo yo presidente de la República, me dijo el presidente del Perú que acaban de encontrar en su país indicios de una profundísima civilización, ¡cuando durante siglos habían creído que no tenían pasado en absoluto! Los estadounidenses, cuando se hicieron con el gobierno de las tierras norteamericanas ―de diversas formas―, decidieron ya desde el inicio que Sudamérica fuera su patio trasero, y que nadie tuviera derecho a intervenir ni apoderarse de la América del Sur. Lo dijeron de modo explícito, y todavía lo dicen. Un país grande como Brasil, igual que otros países de Sudamérica, no tienen más margen de maniobra que para moverse dentro del paraguas estadounidense. Si quieren traspasarlo un poco en lo político, en sus orientaciones, les ocurre lo que pasa hoy en Venezuela. Ya ven ustedes lo que le están haciendo los estadounidenses a Chávez por oponerse algo a su política. Desde el principio, los estadounidenses consideraron Sudamérica su patio trasero y se opusieron a todo movimiento que se diera allí. Una de las maneras de hacerlo fue inculcar y dar a entender a los países sudamericanos que no tenían historia ni pasado; ¡que desde el principio habían sido un hatajo de salvajes! ¿No es realmente una injusticia lo que han hecho los estadounidenses? Son muy crueles. El régimen de Estados Unidos es una manifestación de crueldad y opresión» (09/07/2004).