«En Estados Unidos hay más delincuencia que en ningún otro lugar del mundo. Eso es algo que dicen ellos mismos; son datos que ellos mismos proporcionan. En Estados Unidos la desigualdad social es terrorífica. Es un país rico, pero la mayor parte de esa riqueza está en manos de un número de personas que se puede contar con los dedos de la mano. Realmente se puede contar con los dedos de la mano. La mayor parte de esa riqueza está en esas pocas manos. El número de hambrientos, menesterosos y vagabundos de Estados Unidos es mayor en proporción que el de todos los países del mundo. Claro está que no tengo en cuenta algunos países paupérrimos que hay, por ejemplo, en África, sino los países del mundo que están en una situación normal, tanto aquellos que se consideran desarrollados como los que están en vías de desarrollo. En Estados Unidos, el número de menesterosos, vagabundos, pobres, etc., es mayor que en todas partes. Tal como se ha hecho saber al competir en campañas electorales estadounidenses ―es algo que se ha dicho recientemente y que ya se había dicho antes―, de cada cinco niños estadounidenses, uno pasa hambre, lo que verdaderamente tiene pocos equivalentes en el mundo.
»Tiene pocos equivalentes también la inseguridad que reina en las ciudades estadounidenses. Realmente, cuando un joven sale a la calle no está seguro de que alguien ―un loco, un borracho, un frustrado― no vaya a sacarle una pistola y matarlo, sin más, ya estén a solas o en medio de una multitud. Ustedes ya ven lo insólitas que son las estadísticas de crímenes estadounidenses. Le da a uno vértigo por la intensidad y por cómo crecen (…). Es esa la utopía que los afectados por el occidentalismo ―algunos en nuestro propio país y otros en otros países― contemplan como un lugar superior e ideal. Lo que caracteriza a Estados Unidos es eso. Los modelos meramente humanos son así» (23/08/2020).