«Las campañas electorales, si bien son una de las actividades más serias de una nación y en absoluto son cosa de broma ni juego ninguno, sino algo de la máxima seriedad, tienen parecido con una competición deportiva. En las competiciones deportivas se esfuerzan todos, pero quienes poseen moral y capacidad de comprensión no acompañan ese esfuerzo de acciones reprobables e inadecuadas. Claro está que aquí me refiero a nuestra gente, porque hay algunos otros pueblos ―como los ingleses― que convierten en matanzas incluso los partidos de fútbol. A nosotros eso no nos atañe. Nuestro pueblo goza de moral, espiritualidad y sentimiento. No dejen que la atmósfera electoral quede empañada por rencores. Que cada uno de los candidatos y sus partidarios hagan propaganda sobre sí mismo, sin zaherir a sus amigos, compatriotas y hermanos que acaso apoyen a otro candidato, hiriéndolos y ofendiéndolos» (21/05/1997).