«[Entre los candidatos en unas elecciones] abundan las diferencias de opinión, y no hay nada de malo en ello. Dos personas pueden tener responsabilidades y ser amigos, pero estar en desacuerdo. Siempre ha sido así. Pero las diferencias de opinión no deben llevar a divergencias en la práctica, a enfrentamientos de todo tipo, a colisiones en público, a peleas ni a reproches ante los ojos de la gente (…). Las divergencias no deben trasladarse a la gente. No hay que excitar los sentimientos de la gente para crear diferencias. Desde hoy hasta el día de las elecciones, quien se valga de los sentimientos de la gente para generar disensión estará sin duda traicionando al país» (31/10/2012).