«La contradicción entre lo que hacen y lo que dicen los occidentales y el conjunto de la Arrogancia, especialmente los Estados Unidos ―que es quien nos ocupa a nosotros hoy en día; los demás ahora no nos interesan― es mucho mayor que todo eso. ¿A cuántos Gobiernos no democráticos han aceptado y se han comportado con ellos como si fueran democracias? ¡Gobiernos que ni una sola vez han colocado urnas en sus países ni han realizado votaciones! ¿Y cuántas democracias han abatido con golpes de Estado militares? Dios mediante, les alcanzará a ustedes la vida para que dentro de diez o veinte años, cuando vayan sacando de los archivos de la Secretaría de Estado de EE. UU. los documentos sobre los golpes de Estado de los últimos veinte o treinta años en América Latina ―si bien algunos de esos documentos ya han salido, y algunos los conocemos nosotros aun sin que los hayan sacado del archivo―,   y vean que acaso no quede en toda América Latina un país en el que, si se realizan unas elecciones, hay cierta libertad y un presidente deseado por el pueblo, la CIA de Estados Unidos no se haya puesto manos a la obra y haya organizado un golpe de Estado, donde no haya creado estorbos y haya destrozado las democracias populares. Es célebre el caso de Chile, cuya historia todos conocen» (17/12/2003).