«Un servidor está de acuerdo con todo tipo de contribución a la sociedad, ya se trate de un empleo de tipo económico o de ocupaciones políticas, sociales, caritativas y similares. También esas son positivas. Las mujeres son la mitad de la sociedad, y es muy positivo si podemos aprovechar a esa mitad de la sociedad en ese tipo de cuestiones. Solamente hay dos o tres principios que no deben pasarse por alto. Uno es que no afecte a esa tarea fundamental que son las labores de la casa, la familia, el esposo, el gobierno del hogar y la maternidad. Y se puede hacer. Me parece que ha habido casos de señoras que actuaban así. Claro está que les resulta algo difícil. Estudiaron, enseñaron, llevaron la casa, tuvieron hijos, los criaron, los educaron. Por lo tanto, estamos totalmente de acuerdo con esa ocupación y esa contribución que no perjudique a ese asunto fundamental, porque este es insustituible. Si no educan ustedes en casa a su hijo, si no tienen hijos y no desenredan con cuidado las finísimas fibras de sus sentimientos ―que son más finas que la seda― para que no queden enmarañadas en forma de complejo, nadie más lo podrá hacer en su lugar» (04/01/2012).