En nombre de Dios, Clemente y Misericordioso (1).

Alabado sea Dios, Señor de los mundos, y vayan bendiciones y paz para nuestro maestro Muhammad y su familia pura, en especial para el Imam del Tiempo.

Me alegro de que este año, gracias a Dios, esta reunión se haya hecho realidad. Por supuesto, antes nos reuníamos con los grandes talentos todos los años, pero el año pasado no tuvimos esta suerte, y la reunión de hoy a mí me ha sido útil. Me ha sido verdaderamente provechoso lo que han dicho aquí estos jóvenes y queridos amigos nuestros, tanto ellos como ellas. Luego tocará juzgar de la precisión, la profundidad y la veracidad de las declaraciones formuladas. Hay que reflexionar más sobre lo que han dicho ustedes, pero en principio lo que he escucha­do aquí me ha sido útil y provechoso. Muchas gracias a los amigos aquí presentes que se han tomado la molestia de hablar.

Déjenme hacerles unas consideraciones sobre el hecho de poseer un talento sobresaliente y sobre aquellos que lo poseen. Si la ocasión y el tiempo disponible lo permiten, les diré también para concluir unas palabras sobre las empresas basadas en el conocimiento.

La primera reflexión, queridos míos, es que un intelecto superior es una bendición y un don divino, y las bendiciones divinas deben agradecerse. Lo primero que deben ustedes tener en mente es dar las gracias por esa bendición: «Y agradeced la bendición de Dios si es sólo a Él a Quien adoráis» (Sagrado Corán, 16:114). Esto está en la sura An-Naĥl, y ese «agradeced la bendición de Dios» está también en varios lugares más del Corán. Se trata de un deber imperecedero. Del modo de agradecerla hablaré luego en uno de los otros puntos que les voy a exponer. El primero era este: que tengan presente agradecer la bendición, que es un talento especial, y den las gracias por ese don divino.

La segunda consideración es que lo que distingue a alguien dotado de un talento sobresa­lien­te no es una mera capacidad ni la destreza mental. Hay muchos que tienen talento y capaci­dad mental, pero los desperdician: o bien no salen a relucir en modo alguno, o bien no les dan un uso adecuado y digno, y no se convierten en personas especiales. Lo que hace especial a la persona que posee un talento particular, además de ese talento y esa capacidad mental, es que aprecia esa realidad, esa bendición. Se trata de algo que debe ser apreciado y servir de base para trabajar y esforzarse. Una persona apta y dotada de capacidades, si no pone a  trabajar esa mente, si no aprovecha esa capacidad, si por pereza e indolencia no les presta atención y las descuida, es seguro que no alcanzará la excelencia. Es una persona eminente aquella que reconoce el valor de ese talento, lo pone en funcionamiento y, mediante el afán, asumiendo molestias y esfuerzos, se convierte a sí mismo en alguien sobresaliente. Esa apreciación es una tarea que incumbe a la propia persona en primer lugar, y en segundo lugar al entorno; y por «entorno» entiéndase el conjunto del aparato de gobierno, el conjunto de las autoridades, en una etapa los padres, y en otra los maestros o los profesores universitarios. Todos ellos deben reconocer esa valía, pero en lo fundamental la apreciación tiene que hacerla la propia persona sobresaliente.

Esto, claro está, es lo referido a la propia persona sobresaliente, pero si hablamos del conjunto del país es igual. Desde el punto de vista de la capacidad mental, nuestro país se sitúa por encima de la media mundial. Esto no es una mera afirmación, sino algo probado e incontesta­ble. En otras palabras, nuestro pueblo es potencialmente sobresaliente. Una parte considera­ble de la guerra blanda librada por los colonialistas, hoy como siempre ―así es en la actuali­dad, y en el pasado lo fue aún más―, consiste en hacer que un pueblo olvide de qué es capaz, ya se trate de nuestro pueblo o de cualquier otro que posea talento; en hacer que ese pueblo no preste atención a su talento, o incluso en llevarlo a tal situación que él mismo niegue esa capacidad; en decir tanto «no puedes», «no puedes»… que crea no poder y él mismo diga: «No puedo». Esta es una de las labores que se han hecho de manera corriente. Desde que el colonialismo comenzó a penetrar en los países, una de las labores que han hecho ha sido esa. En África existieron grandes civilizaciones ―en parte de África: en el oeste y en otros puntos― que han sido totalmente aniquiladas y han desaparecido. Nehru (2), en sus memorias, en Glimpses of World History, dice que antes de que los ingleses penetraran en la India ese país era autosuficiente en lo tocante a sus industrias internas ―las industrias de aquel entonces, a principios del siglo XIX―. Cuando los ingleses entraron ―primero la Compañía Británica de las Indias Orientales y luego el gobierno británico―, crearon una situación tal que los indios tenían la sensación de que vivir sin las manufacturas inglesas y en general extranjeras era imposible. Era la negación de las capacidades de toda una nación.

En nuestro propio país es lo mismo. Nosotros sufrimos la misma desgracia durante acaso más de doscientos años, hasta el triunfo de la Revolución islámica. Habrán oído ustedes que cuando se planteó la nacionalización del petróleo, con el argumento de que los iraníes tenían petróleo y podían administrarlo ellos mismos, etc., el primer ministro de la tiranía de aquella época decía, criticando la idea, ¡que era mejor que los iraníes fueran a fabricar luleheng (3)! Ustedes no habrán visto un luleheng. Es un tipo de regadera que no se hace ni siquiera de hojalata, sino de barro. Antiguamente, siendo yo niño o adolescente, aún las había, como regaderas hechas de barro. ¡Pues decía que los iraníes fueran a fabricar luleheng! Hasta ese punto llevan a una nación.

Cuando el descuido y abandono de las propias capacidades se hace dominante en una nación, saquearla se vuelve fácil. Observen como descuido y saqueo se complementan: el descuido prepara el terreno para el saqueo, y el saqueo incrementa el descuido. Descuido y saqueo van juntos, y esto es cierto tanto de los países que estuvieron colonizados directamente como de lugares como nuestro país, que no fue objeto de esa colonización directa. De ahí que quieran que nos descuidemos. Es interesante cómo en el Corán se aborda la cuestión del descuido; se plantea de manera totalmente explícita. A propósito de la oración del miedo: «Los que no creen, si descuidaseis vuestras armas y vuestros escudos, os atacarían con una carga fulminante» (4:102). El enemigo quiere que ustedes descuiden sus armas y propiedades. Ya ven ustedes como estos días se habla en el mundo de los drones, los misiles y similares como una cuestión de importancia fundamental. Quieren que ustedes descuiden eso, que renuncien a esas capacidades, para poder atacarlos cómodamente. Esto era lo relativo a este tema. En fin, que la cuestión de los misiles no nos aleje de la de los talentos.

La siguiente reflexión sobre los talentos sobresalientes se refiere al sentido de la responsabili­dad de esas personas de gran valía ―sentido de la responsabilidad―. Por supuesto, el Estado tiene una gran responsabilidad respecto de la situación de la élite académica ―ahí no cabe duda, y espero que, Dios mediante, las autoridades del país, tanto un servidor como los demás, podamos cumplir con esa responsabilidad de la mejor manera―, pero el propio joven sobresaliente debe también sentirse responsable respecto de los asuntos del país, y a veces es necesario que ese joven sobresaliente arrostre penalidades. Este es un motivo de reflexión de extrema importancia al que debe prestarse atención. Esa idea de que debe estar todo preparado y en su sitio para que la persona talentosa pueda trabajar es una idea errónea. A veces hay que lidiar con obstáculos, como se ha señalado en las palabras de algunos de los amigos aquí presentes. Es cierto que se dan también casos de desconsidera­ción; en distintos organismos de administración y gobierno del país se ven a veces casos de desconsideración respecto de los talentos sobresalientes. Lo sé, estoy al corriente, pero eso no debe desanimar a una persona de talento y disuadirla de proseguir su camino y su actividad. Hay quienes cuentan que han ido a tal universidad y los han tratado de tal manera. Esas cosas no deben desalentar a una persona sobresaliente. Esta ha de tener sentido de la responsabilidad, esforzarse y perseverar. Se trata de ese agradecimiento del que hablaba. Agradecer la bendición de un talento superior es eso, entre otras cosas. Hay que ser agradecido, y el agradecimiento en la práctica consiste en esforzarse y mantener la actividad. Luego, otra parte del agradecimiento es tener en cuenta que Dios Altísimo le ha otorgado a uno ese don, y que todo fruto que resulte de ese talento ha de dirigirse en el sentido de la voluntad y la satisfac­ción divinas, que es algo que gran importancia, puesto que orienta las acciones de la persona sobresaliente.

Otra reflexión que hay respecto a las personas de talento es que un científico de élite ―hablamos ahora de científicos de élite― debe tener siempre la vista puesta en el futuro y el horizonte que se esbozado para la ciencia en el país, y mantenerlo presente. He dicho antes que deberíamos obrar de modo que en un período de tiempo razonable ―hace tiempo yo hablé de cincuenta años (4)― Irán sea considerado en el mundo una fuente de conocimiento. En otras palabras, que aquellos que quieran acceder a los más recientes hallazgos científicos se vean obligados a aprender persa. Ese es un futuro posible, no se sorprendan. Hubo un tiempo en el mundo en que fue así. Hubo un día en que nuestros sabios, en una etapa de la historia, se hallaban en el pináculo del conocimiento a nivel mundial. Sus libros eran objeto de atención y autoridades de referencia en las instituciones de enseñanza superior del mundo entero, ya fuera en los centros de saber y ciencia de Occidente como de Oriente ―es decir, en India, China y sitios similares, que en aquellos tiempos disponían de un saber considerable―. Ese es el horizonte hacia el que debemos mirar.

Claro está que eso tiene sus etapas. La primera, hoy, es colmar la distancia que nos separa de los confines del conocimiento a nivel mundial. Tenemos distancia que colmar. Por supuesto, yo alabo nuestro progreso científico conforme a nuestras estadísticas, que están basadas en estadísticas mundiales, porque es digno de alabanza; realmente hemos avanzado. Ahora bien, nuestra distancia con las líneas avanzadas de la ciencia mundial es mucha. Doscientos años nos mantuvieron en el atraso. Desde el triunfo de la Revolución ha habido cierto movimiento; hace unas dos décadas comenzó un movimiento más rápido y hemos realizado buenos avan­ces, pero aún estamos a mucha distancia. El primer paso es recuperar esa distancia; el segun­do, sobrepasar las líneas del conocimiento y la ciencia mundiales ―es decir, que poda­mos prestar servicios nuevos y ofrecer nuevos descubrimientos a la ciencia mundial, y luego les haré una observación sobre esto―; y el paso posterior es ir en pos de la nueva civilización islámica. Con toda certeza, una de las bases fundamentales de toda civilización es la ciencia ―la ciencia beneficiosa―, y cuando yo repito «nueva civilización islámica» (5) definitivamente uno de sus pilares es el progreso científico. Preparémonos para ello. Si ustedes, como parte de la élite académica, tienen la vista puesta en ese horizonte, su actividad científica estará forzosamente bien orientada y dejarán ya de existir esos problemas de los que a veces se habla ―el asunto de los artículos y esas cosas que han mencionado los amigos aquí presentes―. En otras palabras, quedará claro cuál es el sentido correcto y tendrá lugar un progreso cabal.

En cuanto a la observación que había anticipado, trata de la creación científica. Esto es importante. Hoy en día se hacen muchos trabajos científicos en el país, pero estos son en su mayoría derivaciones de la creación científica de otros. Por poner un caso: alguien descubrió la energía atómica y hoy nosotros trabajamos sobre ella. Lo que hace falta y tiene que hacerse es crear ciencia. Tienen ustedes que ser creativos; tienen que producir ciencia, lo que sucede la mayoría de las veces como resultado del descubrimiento de una fuerza en la naturaleza. La innovación en la ciencia surge de que en la naturaleza existe una regla, una ley, que hasta el presente no se había descubierto, y ustedes la descubren. Sobre esa base se produce ciencia; sobre esa base se crean numerosas tecnologías. Es tras eso que debemos ir. Nuestro joven de alto nivel debe ir tras eso: la creatividad en el conocimiento. Piensen ustedes que existía la fuerza de la gravedad ―en fin, los ejemplos antiguos son estos, que ya se ponían hace mucho tiempo―, uno la descubrió y, sobre esa base, aparecieron ciertos conocimientos. Existía en la naturaleza la fuerza de la electricidad, que no conocía nadie; uno la descubrió, y sobre esa base surgió ese inmenso ámbito de ciencia y tecnología. O bien, en campos posteriores y recientes, pertenecen al mismo grupo la tecnología nano, las células madres y la energía nuclear. El descubrimiento de una verdad en la naturaleza, el descubrimiento de una tradición, una regla, un elemento de la naturaleza divina y la obra de Dios los lleva a ustedes a percibir un objeto de consideración científica. Ese objeto será ciencia: se recopila y ordena la información, se amplía y termina siendo tecnología, etc.

Otro motivo de reflexión relativo a la élite académica al que he aludido a veces antes (6) es que reflexionar sobre los problemas del país y trabajar en asuntos concretos ha de ser uno de los objetivos de la comunidad científica del país ―no solo la élite académica, sino todos los colecti­vos científicos, aunque en el primer caso es más necesario―. Es importante ocuparse de asuntos concretos. En el país hay cuestiones fundamentales que se deben atender. Deben resolverse por medio de la ciencia y de métodos científicos. Tienen solución. Aquí mismo han planteado los amigos presentes varios casos de esos problemas, apuntando soluciones. Como me he permitido señalar, emitir un juicio sobre esas soluciones requiere una reflexión meticulosa, pero para todos los problemas del país se pueden encontrar soluciones científicas, de tal manera que puede tratar de resolver esas cuestiones y problemas con confianza.

Por ejemplo, entre los asuntos que nos aquejan hoy en día está, pongamos por caso, la cuestión del agua del país. No deja de ser una cuestión, al fin y al cabo. La cuestión del país es el agua, y en un futuro muy cercano esa cuestión se hará aún más importante a escala mundial. Bien, pues para eso debe pensarse algo desde la ciencia. Igualmente está la cuestión del medioambiente, e incluso la del tráfico. El tráfico es un problema en la vida. Para desplazarse de un rincón de Teherán hasta otro hay que estar subido en un coche toda una hora u hora y cuarto, con todo el apuro que eso implica. Para eso hay solución, y la solución a ese asunto debe encontrarse mediante la ciencia. Las lacras sociales, la cuestión de las adicciones, el divorcio, la marginación, el éxodo rural, la ruina de los pueblos… todo ello tiene solución. En ocasiones habrá un directivo al que le falte empeño y que no quiera ni siquiera ver esas cuestiones ―eso no admite discusión―; pero, dando por supuesto que los directivos sí quieren solucionar los problemas, deben encontrarse soluciones científicas, que sin duda existen. Lo mismo con los asuntos de la administración del país, los problemas del sistema monetario, el sistema financiero, el problema del sistema fiscal, el problema de los bancos o los obstáculos al crecimiento de la producción, por los cuales declaramos este año «Año de la Eliminación de los Obstáculos» (6): hay soluciones científicas. Todo eso, así como decenas de cuestiones más, debe aclararse a través de la ciencia ―como señalaré otra vez  luego―. De manera que piensen en las cuestiones.

Se me ha entregado un informe en el que se dice que en algunos países desarrollados las universidades son en su mayoría no estatales, son privadas, pero que esas mismas universidades privadas reciben grandes presupuestos de los Gobiernos. ¿De qué manera? No es que vayan y den dinero a las universidades a lo bruto, no. Asignan a la universidad ciertas cuestiones, y le piden que les dé respuesta. En la medida en que esa universidad logre resolverles esa cuestión recibirá un ingreso financiero por parte del Gobierno y del Estado. Pues eso está muy bien. En otras palabras, que trabajar por asuntos concretos en las labores científicas y de la élite académica es algo importante y necesario.

Bien, a propósito de esta cuestión del trabajo en asuntos concretos que he abordado coincide que he anotado el tema de la inteligencia artificial, del que ha hablado hoy uno de los amigos aquí presentes. Mi propuesta es que una de las cuestiones en las que se insista, a la que se preste atención y en la cual se profundice sea la de la inteligencia artificial, que tendrá un papel en la administración futura del mundo. Ya sea en la Vicepresidencia Científica de la República o en la universidad, debemos trabajar para estar al menos entre los diez primeros países en inteligencia artificial, que hoy no estamos. Actualmente, los países que están los primeros en materia de inteligencia artificial, aparte de Estados Unidos, China, etc., que ocupan los primeros puestos, hay también algunos países asiáticos y otros europeos, pero nosotros no estamos. Ciertamente, los países asiáticos parecen ser más. En esos primeros diez puestos, el número de países asiáticos es superior. Debemos trabajar para llegar al menos a estar entre los diez primeros países del mundo en ese tema.

Otro tema que existe en relación con la élite académica es el de la emigración, al que hoy se ha aludido en una de las intervenciones. Bien, hay ocasiones en que un estudiante desea ir a instruirse en algún país por sus necesidades, ya sea por necesidad intelectual o por asuntos familiares. Eso no es un problema. Un servidor ha dicho muchas veces que no hay nada que lo prohíba. Lo fundamental es que no olvide que está en deuda con su país, que estudie y que vuelva. Ahora, lo que sí es problemático es mandar a la gente a que emigre. Me han llegado informes ―cierto es que no es cosa de hoy, sino que hace tiempo que existe tal cosa― según los cuales en algunas universidades existen individuos que alientan a jóvenes sobresalientes a abandonar el país. Lo digo con todas las letras: eso es traición; es hostilidad contra el país, y no es amistad con esos jóvenes. Actualmente, en nuestro país, los jóvenes de capacidad sobresaliente pueden desarrollarse, ir a algún otro país a sacar un provecho durante un período y volver. Sin embargo, desesperanzar a un joven respecto del futuro del país, desani­marlo y hacerle un retrato del futuro desagradable y siniestro, para que emigre y se vaya, eso yo realmente lo considero una traición de la que hay que ocuparse.

En cuanto a la cuestión de la remoción de obstáculos a la producción ―que como he dicho voy a abordar y que es la divisa del año―, lo que traigo aquí anotado es que los obstáculos más importantes a la producción son, más que obstáculos operativos, materiales, etc., obstáculos culturales, es decir, la desesperanza, el sentimiento de impotencia, el sentimiento de ausencia de futuro, la falta de ánimo, la falta de esfuerzo, los entretenimientos nocivos… Son cosas que realmente impiden que el trabajo productivo avance: que uno de nuestros jóvenes que podría crear una empresa de las basadas en conocimiento y realizar tareas importantes, ganándose con ello unos ingresos y siendo útil al país, ande con entretenimientos superfluos en lugar de ocuparse de trabajar, esforzarse, afanarse, etc. Son muchos los que se distraen con los ordenadores y cosas por el estilo. Muchos se pasan toda la noche o el día entero navegando sin sentido, sin rumbo y sin provecho por internet, sin beneficiarse en modo alguno. La holgazanería, la falta de esfuerzo y la incapacidad de asumir riesgos constituyen obstáculos fundamentales para la producción.

Ahora, en cuanto a las empresas basadas en conocimiento, afortunadamente han experimen­tado un crecimiento adecuado. Las estadísticas que tenía yo en mente apuntaban a unas seis mil empresas, pero hoy el Dr. Sattarí (8) ha dicho que son siete mil. Está muy bien. A Dios gracias, es una labor importante la que se ha llevado a cabo, y debe incrementarse. Eso sí, a propósito de ese incremento, creo haber dicho antes en estas mismas reuniones que hay que ser estrictos en el respeto de la normativa para ser empresa basada en conocimiento (9). No vaya a suceder que incrementemos la cantidad con mucha facilidad, pero la calidad del trabajo no sea la buscada. Ser empresa basada en el conocimiento tiene unas normas, y esas normas deben respetarse.

Por otra parte, las grandes industrias de nuestro país no son de las basadas en el conocimiento. Eso es un gran defecto. Personas aparentemente competentes me han dicho que las pequeñas empresas basadas en el conocimiento pueden ser influyentes a la hora de transformar las grandes industrias del país, como la industria del automóvil y otras parecidas, para hacer que estén en basadas en el conocimiento. Si eso es posible, se tiene que hacer sin falta.

Una condición ineluctable del desarrollo y fortalecimiento de las empresas basadas en conocimiento es que seamos capaces de difundir sus productos en el interior ―del exterior del país y las exportaciones hablaré luego―, de modo que se consuman dentro del país. La manera de hacerlo consiste en que aquello que se produzca se deje de importar. Y no vayan a salir otra vez algunos polemizando como con el asunto de los electrodomésticos, diciendo que por qué he dicho que no se traigan electrodomésticos de tal país. No. Para que las empresas interiores se desarrollen y fortalezcan, pudiendo sostenerse sobre su propio pie, crearles un mercado interno es una necesidad. El mercado interior no es un mercado pequeño. Ese mercado debe ponerse a disposición del productor interno, en especial en el caso de los organismos gubernamentales y las grandes instituciones, que son los mayores clientes. Que la administración, que es el mayor consumidor de esos productos e industrias, etc., se provea a través de esas empresas basadas en conocimiento y de la producción interna, de modo que las importaciones no las hagan quebrar. Por supuesto, cuando digo que se ponga coto a las importaciones, de lo que estoy hablando es de ayudar a las factorías y compañías internas. La empresa interna tiene también sus deberes: no deben incrementar los precios ni empeorar la calidad, para que la recomendación que se ha hecho no sea del todo inútil.

Por lo tanto, una cuestión es la de los mercados internos, y otra la de las exportaciones. Si no hay exportaciones, no se avanzará tanto como debe hacerse. Y en lo relativo a las exportacio­nes, pueden desarrollar esa actividad tanto las propias empresas como más aún los Estados. El Ministerio de Exteriores, el de Industria, Minas y Comercio y los demás pueden ayudar en este campo encontrando mercados exteriores. También puede ayudar la radio y televisión. Hay algunos países en los que se tienen buenos recuerdos de Irán, pero si les piden que nombren dos productos iraníes no pueden hacerlo. Que el servicio exterior de la radio y televisión anuncie esos productos y se diga. Y hasta aquí este tema.

Otra cuestión más es que, según me han dicho citando al Dr. Sattarí, la parte de las empresas basadas en conocimiento en el producto nacional bruto es de menos del uno por ciento. Eso es muy poco. Esa parte en el producto interior tiene que aumentar sin falta; que en tres o cuatro años, pongamos por caso, llegue por lo menos al cinco por ciento. Para llevar eso a cabo debe hacerse un esfuerzo, que si Dios quiere se hará. Espero que Dios los ayude a todos. Se acerca ya la hora del llamado a la oración, por lo que voy a concluir ahora mis palabras.

Quiera Dios depararles Su ayuda. El futuro es de ustedes; sépanlo. Este país les pertenece a ustedes. Son ustedes quienes construyen el mañana de este país; ustedes quienes dirigirán ese mañana. Prepárense y preparen el país. Pueden hacerlo. Por supuesto, yo instaré a las autoridades y ministros a que empleen a los jóvenes de valía. Lo dije mucho al Gobierno anterior ―y en algunos casos no fue inútil― y lo digo igualmente a este, que se emplee a los jóvenes en cargos directivos diversos: esos mismos cargos medios y pequeños cargos directivos que cumplir un papel importante, como han dicho aquí algunos de los amigos, e incluso también en cargos directivos de alto nivel. Yo lo pido y, si Dios quiere, se hará; pero ustedes deben también prepararse y encontrar su lugar. Encuentren ustedes mismos el papel que pueden desempeñar en el progreso del país. El talento especial de ustedes debe mostrarse también ahí, a la hora de determinar ustedes su propio lugar. Sitúense en ese lugar, esfuércen­se y trabajen.

Dios Altísimo los guarde. Son ustedes la esperanza del país y del pueblo, y los hijos queridos de la nación. Quiera Dios preservarlos para este país. Quieran, Dios mediante, estar satisfechos de nosotros los buenos espíritus de nuestros insignes mártires y el espíritu purificado de nuestro ilustre imam, y que las oraciones puras del Imam del Tiempo (por él sean sacrificadas nuestras almas) los beneficien a todos ustedes y a nosotros.

Con ustedes la paz, la misericordia de Dios y Sus bendiciones.

Notas

(1) Al comienzo de la reunión, presentó un informe el Sr. Sorena Sattarí, vicepresidente para Asuntos de Ciencia y Tecnología de la República Islámica de Irán, y seis NOJBEGÁN realizaron sendas intervenciones.

(2) Jawaharlal Nehru, uno de los dirigentes del movimiento de independencia indio y primer primer ministro de la India.

(3) El general Hach Alí Razmará, primer ministro en época del régimen Pahlaví que había llegado al cargo en junio de 1950, en una muestra de trato despótico a algunos representantes en el Parlamento, al responder su solicitud de que se nacionalizara la industria del petróleo gritó, con el fin de afirmar la impotencia del pueblo iraní a la hora de administrar sus recursos petroleros: «Un pueblo que no sirve para fabricar luleheng, ¿cómo va a poder administrar la industria del petróleo?».

(4) Por ejemplo, en declaraciones en un encuentro con estudiantes y talentos destacados de todo el país el 25 de septiembre de 2005.

(5) Entre otras ocasiones, en el mensaje a la nación iraní con ocasión del cuadragésimo aniversario del triunfo de la Revolución islámica, el 11 de febrero de 2019.

(6) Por ejemplo, en declaraciones en un encuentro con un grupo de catedráticos, personas seleccionadas por su capacidad intelectual e investigadores universitarios, el 10 de junio de 2018.

(7) Alusión a la divisa del año 1400 del calendario persa vigente en Irán, iniciado el 21 de marzo de 2021: «Producción: apoyos y eliminación de obstáculos».

(8) Vicepresidente de la República para Ciencia y Tecnología.

(9) Por ejemplo, en declaraciones en un encuentro con un grupo de personas sobresalientes y grandes talentos científicos del país, el 18 de octubre de 2017.