Cuando contemplamos ese conjunto de características, llegamos a la conclusión de que, entre los eslabones del poder blando del sistema islámico, el de la oración del viernes es importantísimo, dado que hoy en día es es el poder blando lo que marca el camino y lo que surte efecto. El poder duro ―disparos, fusiles y cosas de ese jaez― se sitúa hoy un paso por detrás. El poder blando, la influencia sobre corazones, mentes y espíritus… lo importante es eso. Claro está que la cadena de nuestro poder blando es una larga y nutrida. El rezo del viernes puede considerarse uno de los eslabones más importantes de esa cadena de poder blando. Tal es la conclusión a la que llegamos al observar sus características (...).
Uno de los aspectos dignos de reflexión en los sermones es que puedan hacer frente a la siembra constante de dudas por parte del enemigo. Miren, como he dicho el campo de batalla de hoy es el campo de batalla del poder blando, y el poder blando del enemigo consiste en sembrar dudas. ¿Y qué quiere decir «sembrar dudas»? Que nosotros tenemos una nación de gentes que fueron y, con convicción y fe totales, se mantuvieron fieles a la Revolución, dieron la vida, se esforzaron mucho, se metieron en líos, hicieron que la Revolución triunfara y luego resistieron ocho años en una guerra impuesta; y después resistieron frente a las discordias que ha habido hasta el día de hoy; acudieron allá donde hacía falta. En fin, la gente es así. Ahora bien, si el enemigo quiere destruir esa sólida fortaleza o abrir una brecha en sus murallas, ¿qué tiene que hacer? Tiene que hacer que vacile esa fe; tiene que crear vehementes polémicas en torno a ella. Eso se consigue sembrando dudas. Las dudas no deben subestimarse. Hubo personas que resistieron frente a las lanzas y espadas, pero que frente a la duda y la vacilación se derrumbaron; no pudieron mantenerse firmes. Nosotros hemos visto a personas así. Se alzaron con poderío y valentía en los campos de batalla, pero les surgió una duda, no pudieron resolverla y se derrumbaron. La duda es así.
Y el objetivo de esa siembra de la duda es hacer que la gente, que constituye las fuerzas principales del país, y la fe de la gente, que es el factor principal en la salvaguarda del país y del sistema islámico, se tambaleen. Bien, eso se hace por enemistad, por supuesto; y quiere decir que la República Islámica ha hecho una gran tarea frente a Occidente. Es verdad que esto son cosas que a veces se dicen, se repiten y se dejan de decir. En otras palabras, que no se presta bien atención al meollo y sustancia de lo que se dice. Otras veces no se expresa de manera elocuente, pero hay una realidad sorprendente: que la República Islámica, por su mera presencia y existencia, invalida la que ha sido la tesis de Occidente durante doscientos o trescientos años. La civilización occidental tiene el núcleo de su identidad en la separación entre religión y progreso. El núcleo es ese: si quieren progresar, deben dejar de lado la religión. En fin, si tienen una creencia personal no pasa nada, pero no deben hacer que la religión interfiera en los asuntos de la vida, si quieren progresar. Ese es el punto fundamental y central de la idiosincrasia y el ser de la civilización occidental. La República Islámica ha apuntado bien a ese núcleo, ha disparado y ha dado en el blanco.
La República Islámica entró en escena con la religión como divisa y, además de lograr mantenerse, ha sido capaz de desarrollarse, de difundir este modo de pensar y de hacer que arraigue. «¿No has visto cómo Dios compara una buena palabra con un árbol bueno?» (Sagrado Corán, 14:24). Esa misma aleya que se ha recitado. Con su misma existencia y su presencia, la República Islámica invalida o pone en tela de juicio la esencia nuclear de la civilización occidental. Bien, pues están enojados, claro. Están enojados. La realidad de las potencias occidentales es una mafia en cuya cúspide están los sionistas, los grandes mercaderes judíos y los políticos subordinados a ellos. Estados Unidos es su escaparate, mientras que ellos están repartidos por todas partes. La potencia occidental es eso. Claro, eso no puede soportar esto otro. Cada día está pensando en hacer algo, en asestar un golpe a la República Islámica.
Voy a poner un ejemplo del que se habla estos días: la cuestión de la mujer en la sociedad islámica. Por supuesto, desde el inicio de la Revolución, esgrimían la cuestión de la mujer. Hacían afirmaciones extravagantes como que querían defender a la mujer iraní y cosas por el estilo; y aún recientemente, con el pretexto del hiyab y asuntos como ese, han vuelto a sacar el tema de la mujer y están en realidad repitiendo otra vez aquellos mismos intentos infructuosos. Pues bien, una vez hace años en una reunión una persona me preguntó qué defensa tenía yo frente a Occidente respecto al tema de la mujer; y yo le dije que yo no tenía defensa, ¡que lo que yo tenía era un ataque que hacer! Que eran ellos quienes deben defenderse y rendir cuentas. Han convertido a la mujer en mercancía. ¿Defensa? Yo no me defiendo, nosotros respecto de la mujer somos demandantes. Entonces, ¿cuál es el asunto? Ustedes ven como de repente los instrumentos propagandísticos y medios oficiales estatales de Estados Unidos, de Inglaterra y de algunos otros sitios, de sus esbirros y de sus secuaces, súbitamente, arremeten en un momento dado a propósito del asunto de la mujer y se hacen con una excusa como la cuestión del hiyab, etc. ¿Cuál es la razón? ¿Por qué hacen eso? ¿Acaso quieren de verdad defender los derechos de la mujer y a la mujer iraní? ¿No son los mismos que le cerrarían el agua a este pueblo si pudieran hacerlo? ¿A esos les inspira compasión la mujer iraní? Esos han prohibido y embargado el medicamento a los niños mariposa, que son niños; un embargo total a la nación iraní. ¿Y se compadecen de la mujer iraní? ¿Alguien puede creerse eso?
¿Qué es lo que pasa entonces? La verdad del asunto es que uno de los mayores golpes que ha recibido la civilización occidental se lo ha asestado la honorable y talentosa mujer iraní. Están rencorosos. Eso lo han hecho las mujeres. Aparte del movimiento de la República Islámica en su conjunto, la mujer iraní de manera especial ha infligido uno de los mayores golpes a las tesis y mentiras occidentales. ¿De qué manera? Ellos hace muchos años ―doscientos años― que dicen que la mujer, si no se libera de las ataduras morales, de los preceptos de la ley religiosa, etc., no podrá progresar; no podrá elevarse hasta los niveles superiores en la ciencia, la política, la sociedad, etc. Eso es lo que están contando, que la condición para que la mujer alcance los niveles altos en la sociedad, la política y demás es que abandone esas ataduras morales.
La mujer iraní ha refutado eso por la vía de los hechos. La mujer iraní se ha presentado en todos los campos con éxito, con honor y con hiyab islámico; y esto no son fantochadas, son realidades tangibles de nuestra sociedad. En los exámenes de ingreso a nuestras universidades, el cincuenta por ciento o más del cincuenta por ciento lo componen nuestras muchachas; nuestras mujeres. En los centros científicos sensibles e importantes, algunos de los cuales ha visitado personalmente un servidor, nuestras científicas tienen su papel. En el campo de las letras, la literatura, la poesía, la novela, los relatos biográficos… las mujeres están entre quienes más destacan. En el de las competencias deportivas ―donde realmente uno no tiene capacidad para elogiar a las figuras del deporte como merecen―, la joven iraní que se yergue en el primer puesto del podio, donde ha ascendido llevando la bandera y el himno nacionales de Irán ante los ojos de cientos de millones de espectadores de las televisiones del mundo, va con hiyab; y al hombre que va a entregarle la medalla no le da la mano ―es decir, que observa las leyes religiosas―. ¿Acaso es eso poco? Sobre la arena política, les contaré una anécdota. En tiempos de la Unión Soviética, en uno de los intercambios de mensajes políticos más importantes que se han dado entre dos países, el imam Jomeiní envió una delegación de tres personas, una de las cuales era mujer ―una mujer poderosa, ¡que Dios la tenga en Su misericordia!―. En los cargos directivos del Estado, nuestras mujeres han hecho su labor de gestión en su sector con hiyab, con chador, de la mejor manera posible. En los asuntos científicos, en los literarios, presentando programas de radiotelevisión… los mejores presentadores son mujeres. La mujer iraní se ha hecho presente en diversos campos, alcanzando los niveles más altos con el hiyab islámico, observando el hiyab. Eso es algo muy importante: descalifica doscientos o trescientos años de afán y esfuerzos de Occidente. No pueden aguantarlo, se enojan y recurren a todos los medios posibles para tratar de hacer algo. Y entonces es cuando se aferran a la cuestión del hiyab o a algún suceso y se ponen a hacer propaganda. Fíjense ustedes en que la causa de que siembren dudas es esa, y en que las simulaciones del enemigo que ven ustedes son eso mismo. En definitiva, que estas cosas son importantes.