Desatención de Occidente a la importancia del papel de las mujeres en diversos campos
El Día de la Mujer expresa la perspectiva correcta basada en la lógica sobre las mujeres, que constituyen la mitad de la población humana. Además, si una mirada inquisitiva quiere comparar la función de esa mitad con otras, verá que la femenina es más sensible, más sutil, más duradera y más influyente en el movimiento de la historia del ser humano y en el camino de la humanidad hacia la perfección. Así ha creado Dios a la mujer. Si dividimos el fundamento de la creación del hombre y el mundo en dos partes ―por un lado las tareas delicadas y finas y por otro las duras, que en construcción llaman «estructura» o «esqueleto» del edificio― la primera parte, consistente en tareas finas y delicadas y en el cultivo primoroso de los sentimientos y emociones del ser humano, está en manos de la mujer. El gran pecado de la civilización materialista es debilitar ese papel y a veces relegarlo al olvido. Allá donde se habla de debilitamiento de la familia se ha hecho caso omiso de la importancia de esa función. Allá donde se habla de falta de atención al arte de la maternidad y al de criar a los hijos en el regazo de la madre, lleno de amor y cariño, se ha hecho caso omiso de esa función. El mundo occidental carga con el gran crimen de haber debilitado esa función, en ocasiones ignorándola. Parte de la magnitud de ese pecado se debe a que ese catastrófico desarrollo se hace en nombre de la defensa de la mujer, cuando eso no es defender a la mujer. Es traicionar a la mujer y al ser humano.
27/07/2005
El gran pecado de la civilización occidental es rebajar el valor de formar una familia a ojos de la gente
El vínculo que se crea con esa alianza matrimonial es un vínculo divino. Es cierto que se trata de las relaciones humanas más naturales, pero esa misma relación natural instintiva es objeto de una atención particular de Dios Altísimo, que la bendice, le da importancia y ha creado para ella numerosos efectos naturales, lo que reviste inmensa importancia. No subestimen la formación de la familia. Acaso pueda yo decir que uno de los grandes pecados de la civilización occidental para con la humanidad es haber banalizado y empequeñecido el matrimonio y la formación de la familia a ojos de la gente. Esa civilización ha tratado el matrimonio como una muda de ropa o como un local en el que se comercia y que después se transforma para darle otro uso, y eso lo ha hecho con las dos partes: con el hombre y con la mujer. Es decir, ha lanzado contra la familia sentimientos, emociones e instintos que se excitan con facilidad en el hombre y la mujer, de tal modo que en cuanto uno de ellos se molesta con el otro, aparece un obstáculo, se percibe un defecto o atrae la atención otra cosa, la familia se ve amenazada. El Islam no es así. El Islam refuerza mucho los cimientos de la familia, la asegura e invita hacia ella. Además, recomienda el principio del casamiento, que se escoja un cónyuge bueno y virtuoso y que se preserven esa base sólida, firme y feliz. Presérvenla.
13/04/1999
Fracaso del ser humano en encontrar el camino correcto respecto de la mujer
Respecto a la cuestión de la mujer, que sigue aún planteándose en el mundo en la actualidad, se han dicho muchas cosas y se dirán aún muchas más. Cuando miramos el mapa humano del mundo y de las sociedades humanas ―tanto las sociedades islámicas como la de nuestro propio país o las de los demás países islámicos, como las sociedades no islámicas, incluidas las llamas «civilizadas» y «avanzadas»―, vemos que en todas ellas sigue existiendo aún lamentablemente una cuestión que es la de la mujer. Esto refleja cierta mala comprensión, cierto descarrío y cierta miopía respecto de las cuestiones del ser humano. Se hace patente que el ser humano, pese a todas sus ínfulas, pese a todos los esfuerzos que han hecho las personas abnegadas y sensibles y a toda la vasta labor cultural que se ha llevado a cabo, en particular sobre la cuestión de la mujer, aún no ha podido, en lo referente a la cuestión de los dos sexos y de la mujer ―en función de la cual se plantea de otra manera la cuestión del hombre también―, llegar a una vía recta, un camino correcto.
25/12/1991
La de la mujer es una de las cuestiones irresueltas de la humanidad
El ser humano, pese a todas sus ínfulas, pese a todos los esfuerzos que han hecho las personas abnegadas y sensibles y a toda la vasta labor cultural que se ha llevado a cabo, en particular sobre la cuestión de la mujer, aún no ha podido, en lo referente a la cuestión de los dos sexos y de la mujer ―en función de la cual se plantea de otra manera la cuestión del hombre también―, llegar a una vía recta, un camino correcto. Entre ustedes, señoras, quizá haya quienes hayan visto o leído las obras literarias y artísticas de las mujeres artistas del mundo, algunas de las cuales se han traducido al persa y otras están disponibles en sus lenguas originales. De todas ellas resalta lo señalado: que la humanidad todavía no ha sido capaz de resolver la cuestión de la mujer ni, en consecuencia, la cuestión de los dos sexos, hombre y mujer, ni forzosamente la cuestión de la humanidad. En otras palabras, los excesos, los descarríos, los malentendidos y, por consiguiente, las enemistades, las injusticias, los trastornos mentales, los problemas relativos a la familia y los relacionados con el modo de alternar, mezclarse y relacionarse los dos sexos están aún entre las cuestiones irresueltas de la humanidad. Es decir, que el mismo ser humano que ha hecho tantos descubrimientos en el terreno material, sobre los cuerpos celestes y sobre las profundidades de los mares, y que tanto se jacta de su precisión en psicología, psicoanálisis, en las cuestione sociales, económicas y demás ―y en muchas de esas materias realmente ha avanzado―, en esta cuestión es impotente. Si quisiéramos describir esas insuficiencias, siquiera a modo de inventario, nos llevaría mucho tiempo, como ustedes mismas saben.
25/12/1991
Es especificidad de la cultura occidental entretener a hombres y mujeres con rasgos propios de las mujeres
Las mujeres de la sociedad islámica pueden, al amparo de la educación islámica, alcanzar las más altas cotas de la ciencia y la espiritualidad. Cuando digo «al amparo de la educación islámica», se debe a que en los sistemas no islámicos, en los de tiranía idólatra, en los sistemas que hoy se asimilan e imitan ciegamente la cultura occidental, algunas mujeres alcanzan sin duda, como en todas partes y en todos los estratos, ciertos estados desde el punto de vista espiritual. Sin duda es así. Sin embargo, la tendencia general de la evolución de las mujeres no es esa. ¿A qué se debe? La razón es que una de las peculiaridades de la cultura oriental es ocupar y entretener a hombres y mujeres con rasgos propios de las mujeres. Ese es un rasgo de la cultura occidental. ¿Pero de dónde viene esa cultura? ¿Tiene origen en enseñanzas cristianas desviadas? ¿Se origina en costumbres y maneras europeos observables en la historia, los relatos y las corrientes de Occidente? ¿Lo guía una mano malévola que ha empujado a la cultura occidental en ese sentido? Todo eso se puede analizar. Yo ni estoy en posición de hacerlo ni tengo tal intención. La realidad es esa. Observen ustedes la cultura occidental hoy. Viéndolo en conjunto, las mujeres y los hombres pasan gran parte de su tiempo atrayendo la atención de todos hacia cuestiones referentes a las mujeres, la cuestión de la belleza, la cuestión del maquillaje, la moda, las exhibiciones femeninas y las cuestiones libidinosas entre hombres y mujeres. En eso se emplea gran parte del tiempo de la gente. Esto es deliberado. Es calculado. Es evidente que una mujer, en un sistema con una orientación equivocada, ruin y peligrosa como esa, no puede desplegar todas sus capacidades.
29/11/1993
Pequeña historia de la propaganda sobre la «liberación de la mujer» en Occidente
Desde el día en que los europeos crearon las industrias modernas ―a principios del siglo XIX, tras inventar los capitalistas occidentales las grandes factorías― y necesitaron mano de obra barata, poco exigente y poco problemática, hicieron que se oyera el murmullo de la «liberación de la mujer», a fin de sacar a la mujer del interior de los hogares familiares y arrastrarla al de las fábricas; de emplearla como trabajadora barata y de llenarse los bolsillos privándola de su dignidad. Lo que hoy en Occidente se considera «liberación de la mujer» es la continuación de aquella misma historia y aquellos acontecimientos. Por eso, la injusticia que se ha hecho a la mujer en la cultura occidental y la percepción errónea que de la mujer existe en las obras de la cultura y la literatura occidentales carecen de precedentes en toda la historia. En el pasado se cometieron también atropellos contra la mujer en todas partes, pero esa injusticia general y omnipresente es específica del período reciente y se origina en la civilización occidental. Señalaron a la mujer como un vehículo para el goce de los hombres ¡y lo llamaron «liberación de la mujer»! Cuando en realidad se trataba de liberar a los hombres degenerados para que gozasen de la mujer, no de liberar a esta. No solo cometieron un atropello contra la mujer en el campo del trabajo, de la actividad industrial, etc., sino también en la esfera del arte y de la literatura. Vean ustedes hoy en día en la literatura de ficción, en las novelas, en la pintura y en la producción artística de todo tipo, y vean de qué manera se mira a la mujer. ¿Se presta acaso atención a los aspectos positivos y valores elevados que hay en la mujer? ¿Son acaso objeto de atención los sentimientos delicados, esa ternura y ese temperamento cariñoso que Dios Altísimo ha depositado en la mujer, el instinto maternal, el ánimo de cuidar a los hijos y de criarlos…? ¿O lo son los aspectos libidinosos o, en palabras de ellos, amorosos? Y esa expresión es incorrecta, puesto que se trata de lujuria ¡y no de amor! Así han querido formar a las mujeres y a eso han querido acostumbrarlas, como un ente que consuma: un consumidor generoso, trabajador, con pocas expectativas, poco exigente y barato.
El Islam no ve en eso un valor para la mujer. El Islam, eso sí, está de acuerdo con que la mujer trabaje, y no solo está de acuerdo, sino que mientras el trabajo no interfiera con su empleo fundamental y de mayor importancia, que es la crianza de los hijos y el mantenimiento de la familia, acaso lo considere incluso necesario. Un país no puede al fin y al cabo prescindir de la fuerza de trabajo de las mujeres en distintos ámbitos; pero ese trabajo no debe estar en contradicción con la dignidad y el valor espiritual y humano de la mujer.
16/12/1992
Error del mundo occidental en el modo de entender la familia
¿Que a qué se debe que la cuestión de la familia sea hoy un problema fundamental en el mundo? Al modo en que se entiende la cuestión de la mujer y la relación entre el hombre y la mujer. ¿Por qué la familia, que es una institución natural y fundamental para la existencia humana, se halla ahora en semejante crisis a nivel mundial, hasta el punto de que, si en el mundo denominado «civilizado» occidental alguien presenta un mensaje a favor de reforzar los cimientos de la familia, aunque sea muy atenuado, se lo recibe bien, y lo reciben bien tanto las mujeres como los hombres y los niños? Si prestan ustedes atención y analizan correctamente a nivel mundial apenas ese elemento que es la cuestión de la familia y la crisis existente en esa cuestión, verán que el origen está en que los asuntos referentes a las relaciones entre los dos sexos, a la convivencia de ambos y a sus vínculos no se han resuelto o, dicho de otro modo, a que el modo de entenderlos es erróneo. Y nosotros, viéndonos ante un conjunto de ideas producidas por hombres, decimos que el modo de entender la cuestión de la mujer no es correcto. Puede decirse que no es correcto el modo de entender la cuestión del hombre ―no hay diferencia― o que es erróneo el modo de entender las características de los dos sexos o, en otras palabras, la geometría de su encaje.
Las insuficiencias son muchas y los problemas también; y el remedio, ¿cuál es? El remedio consiste en ir a buscar la solución divina y encontrarla, porque el mensaje de la Revelación contiene cuestiones importantes sobre la cuestión de la mujer y del hombre. Veamos pues qué dice la Revelación en esta materia; y la Revelación no se limita a predicar, sino que da patrones. Fíjense ustedes en que, cuando Dios Altísimo quiere dar ejemplos en el Corán de seres humanos devotos sacados del transcurso de la historia de las profecías, dice: «Y Dios pone un ejemplo para quienes son creyentes: la mujer del Faraón» (66:11). En tiempos de Moisés, eran muchos los devotos que había y muchas las personas que se esforzaban y sacrificaban en el camino de la fe, pero el ejemplo que pone es ese. ¿A qué se debe? ¿Quiere Dios Altísimo tomar partido por las mujeres? ¿O no, se trata de algo distinto? La cuestión es que aquella mujer, en la cúspide de la evolución espiritual, llegó a tal punto que solo puede ponérsela de ejemplo a ella y a nadie más. Claro está que aquello fue antes de Fátima al-Zahra (con ella la paz); antes de la gran María (con ella la paz). En aquel tiempo fue. La mujer del Faraón no fue ni profeta, ni hija de profetas, ni cónyuge de profeta ni pariente de ningún profeta. Fueron la educación espiritual, el crecimiento y el desarrollo de aquella mujer lo que la llevó a aquel punto. Por supuesto, el extremo opuesto existe igualmente: con la corrupción es también precisamente lo mismo. Y una vez más, como ejemplo de los peores seres humanos, Dios Altísimo dice: «Dios pone un ejemplo para los que no creen: La mujer de Noé y la mujer de Lot» (66:10). De nuevo pone a dos mujeres como ejemplo de los peores seres humanos que había. En tiempos de Noé y en en tiempos de Lot, eran muchos los infieles, los malos, pero el Corán no los pone a ellos de ejemplo. Pone de ejemplo a la mujer de Noé y a la mujer de Lot.
25/12/1991
Alejamiento entre los miembros de la familia en Occidente
Una transformación social o económica que genere indiferencia y ausencia de afecto y cordialidad entre los seres humanos no es loable; es censurable. Si oyen ustedes que en algunos países occidentales el hijo y el padre viven en una misma ciudad, pero pasan años sin que el hijo pregunte a su padre cómo está, las familias no se reúnen, los niños no gozan del cariño paterno y materno, los matrimonios no pasan tiempo juntos por un contrato temporal ―un contrato legal firmado―… La mujer trabaja en un sitio y el hombre en otro, uno acaba de trabajar a las ocho de la noche y el otro a las diez, y después uno tiene uno queda con un amigo y el otro con un compañero de trabajo. Si ustedes oyen que esto sucede en algún lugar y es real, se trata ya de señales de retroceso. Una transformación que conduzca a eso no cuenta con nuestra aprobación. Nosotros queremos una transformación que genere entre los padres, las madres, las familias, los hijos, los amigos y los vecinos más afinidad y afecto, de modo que se considere como vecinos a quienes viven hasta cuarenta casas más allá. Lo bueno es eso: que el entorno sea de compasión y empatía; que todos los individuos de la sociedad se sientan responsables los unos de los otros.
09/11/2006
La destrucción de la familia en Occidente
Y no se objete ahora que yo digo que en Occidente no hay familia y aun así hay progreso. Lo que en la actualidad aparece cada vez más en las estadísticas de Occidente en materia de destrucción de los cimientos familiares tendrá sus efectos. No hay que tener prisa ninguna. Los resultados y consecuencias de los acontecimientos mundiales e históricos no son rápidos. Todo eso irá teniendo sus efectos, y de hecho ya los ha tenido. En la época en que Occidente alcanzó esos avances, la familia estaba allá aún en su lugar e incluso, en cuestión de sexualidad, se respetaban todavía los aspectos de moral sexual, si bien no en la manera islámica, sino en la suya particular. Si alguien está familiarizado con la cultura occidental, eso lo ve tanto en Europa como después en Estados Unidos. Esto de la mutua consideración de tipo moral por parte de ambos sexos ―el pudor, la abstención de calumniar― es algo que entonces existía. Estas indecencias y laxitudes han ido apareciendo allá gradualmente. En aquel entonces se prepararon ciertas condiciones, hasta llegar aquí, y la situación de hoy determina un mañana muy desagradable y duro para ellos (…). Occidente evita astutamente abordar la peliaguda cuestión de la familia. En todos los planteamientos que hacen se habla de la mujer, pero de la familia no se habla en absoluto. La familia es el punto débil de Occidente. Plantean la cuestión de la mujer, pero la familia ni siquiera la mencionan, pese a que la mujer no está separada de la familia.
04/01/2012
El modo de actuar de Occidente ante las mujeres es contrario a la naturaleza humana
El sistema islámico va por delante de todos los países del mundo en el tratamiento de la cuestión de la mujer, y Occidente debe responder a los pensadores y las personas dadas a la reflexión por qué, actuando en contra de la naturaleza y la esencia humanas, insiste todavía en la cultura de la desnudez y la promiscuidad entre hombres y mujeres.
07/12/1995
Pérdida del respeto a la mujer en el modo de pensar occidental
En cuanto a la cuestión de la mujer y la madre, la perspectiva y posición de la República Islámica respecto de la mujer es por completo diferente de la perspectiva corriente occidental, que intentan difundir por el mundo entero en mil idiomas, mediante plataformas de alcance extraordinario. No, la perspectiva de la República Islámica está en el extremo opuesto. La perspectiva de la República Islámica es de enaltecimiento y respeto a la mujer ―el extremo contrario a la perspectiva corriente en Occidente sobre la mujer, que es una perspectiva mercantil e instrumentalizadora, habiéndose perdido el respeto a la mujer en el modo de pensar y actuar y en el estilo de vida occidentales―. Ya vieron ustedes cómo una de las más altas funcionarias gubernamentales y militares (…) anunció haber sido objeto de agresión y violación. Quiere decir que ni siquiera las mujeres que alcanzan puestos altos de tipo administrativo, social y político están a salvo de los perjuicios del modo de pensar occidental respecto de la mujer ni quedan al margen. La perspectiva del Islam es que el hombre y la mujer son iguales desde el punto de vista de los valores humanos: «En verdad, para los musulmanes y las musulmanas, los creyentes y las creyentes, los obedientes y a las obedientes a las ordenes de Dios, los sinceros y las sinceras, los pacientes y las pacientes» (Sagrado Corán, 33:35)… hasta el final. El musulmán y la musulmana no se diferencian en modo alguno en lo que se refiere a los valores divinos y humanos, y comparten además deberes comunes. El deber de ordenar el bien es común; es común el deber de servir, y lo es para ambos a su manera el de la lucha por la causa de Dios. No es particular del hombre ni de la mujer. Ambos tienen deberes específicos. La mujer tiene unos deberes y el hombre tiene otros particulares; y para el cumplimiento de esos deberes específicos, Dios Altísimo creó la composición de sus respectivas estructuras corporales y anímicas en adecuación con ellos. De manera que esa es la perspectiva del Islam y de la República Islámica sobre la mujer, y nosotros mantenemos esa perspectiva con orgullo. Protestamos con todo nuestro ser contra el modo de pensar y actuar y el estilo de vida de Occidente respecto de la mujer. Tenemos la convicción de que están cometiendo una injusticia contra la mujer.
03/02/2021
Debilidad de los cimientos de la familia en Occidente
Hoy en el mundo occidental la familia tiene cimientos muy débiles. Las familias, y especialmente las mujeres, sufren por la separación y el esfuerzo. Si se deshace una familia, no lo quiera Dios, tanto el hombre como la mujer ―ambos― quedan sin rumbo, sin hogar e infelices, y sufren. Pero en esa situación es la mujer quien sufre más. Hoy en el mundo occidental las mujeres padecen ese sufrimiento, porque las familias se desmoronan, se desintegran y desaparecen fácilmente. A veces, son las propias mujeres quienes actúan para destruir el hogar familiar, pero son también ellas quienes más sufren las consecuencias.
18/09/1996
Inoperancia de las ideas occidentales sobre la cuestión de la mujer
Si queremos (…) pensar y actuar correctamente sobre la cuestión de la mujer, sin incurrir en errores, debemos vaciar por completo nuestra mente de ideas estereotipadas producidas por los occidentales. Los occidentales han entendido mal la cuestión de la mujer, han actuado mal y han presentado por el mundo esa mala comprensión equivocada y ese comportamiento desorientador y letal suyos como si fueran oro de ley. Su vasto aparato propagandístico arma un escándalo contra cualquiera que hable en oposición a su parecer, sin dejar a nadie ocasión de hablar. Si quieren ustedes dar con la estrategia adecuada respecto de la cuestión de la mujer, unir esa teoría a sus aplicaciones y requisitos fundamentales y, en el largo plazo, avanzar y obtener resultados, deben vaciar su mente de cavilaciones occidentales sobre la mujer. No digo que estemos desinformados; no. No estamos a favor de la ignorancia. Un servidor está a favor de estar informados y al corriente, pero rechacemos de plano el valor de referencia de esas ideas. Las ideas y opiniones de los occidentales sobre la cuestión de la mujer no pueden en absoluto ser fuente de felicidad y guía para la sociedad humana. En primer lugar, sus pensamientos tienen por base una gnoseología materialista y no divina, lo que en sí mismo es un error. Todo sistema científico e intelectual basado en un modo de conocimiento y creencias materialistas es consecuentemente erróneo. La perspectiva sobre las realidades de la creación debe conocerse, entenderse e indagarse con una perspectiva de epistemología divina y con convicción en la existencia de Dios, Su poder, Su presencia y Su señorío. De manera que, al ser materialistas la base, la raíz y el fundamento de las ideas de los occidentales, están equivocadas.
19/04/2014
Necesidad de que las musulmanas recobren su identidad y de que esta se represente argumentadamente frente a la visión occidental de la mujer como patrimonio
En la conmemoración del nacimiento de Fátima al-Zahra (con ella la paz), las mujeres musulmanas tienen una gran ocasión para que sean objeto de atención y consideración la identidad de la mujer musulmana y el alto valor de la mujer en la perspectiva islámica y a la luz del sistema islámico. Como todos los demás asuntos, también el de la mujer se ha convertido en una herramienta en manos de quienes buscan sacar beneficio a costa de todos los valores humanos. En el mundo y en los medios de comunicación de masas del mundo, a lo largo de muchos años, personas que no valoran ni a la mujer, ni a la especie humana ni las dignidades del ser humano si no es en términos de cálculos y dinero ―que lamentablemente tienen un papel muy importante en todos los terrenos en la civilización actual occidental― han hecho también de la cuestión de la mujer un capital para sí mismos y un instrumento de su comercio en distintos terrenos. Hablan de ella, dan forma a la cultura, hacen propaganda y ponen las mentes de hombres y mujeres del mundo entero ante el dilema de una gran tentación y descarrío. En tales circunstancias, es apropiado que la mujer musulmana recupere su identidad mediante la reflexión sobre los conceptos y valores islámicos y atendiendo a las líneas previstas en el sistema islámico para el progreso de hombres y mujeres y se alce para exponer con elocuencia su argumentación frente a los sofismas y las tentaciones de los agentes del sionismo, el capitalismo y la codicia.
20/09/2000
La cultura de Occidente está en deuda con las mujeres
A propósito de la mujer y de la promiscuidad y la degradación de las mujeres en aquellas regiones, la cultura occidental ha hecho que se debiliten y tiemblen los cimientos de la familia y que la infidelidad en la familia entre el hombre y la mujer no se considere tan importante. ¿No es eso pecado? ¿No es eso una traición al sexo femenino? Pues, a pesar de tener esa cultura, hacen como si el mundo entero les debiera algo, ¡cuando son ellos quienes están en deuda! La cultura occidental debería estar en posición defensiva en lo referente a las mujeres; debería estar defendiéndose a sí misma; debe dar explicaciones. Pero el predominio y dominación del capitalismo y los arrogantes y tiránicos medios de comunicación occidentales le dan la vuelta a la situación: resulta que es a ellos a quien se debe algo; se convierten en los defensores de los derechos de la mujer, según ellos mismos, en sus propios términos. Cuando eso no es así. Por supuesto, entre los occidentales hay también sin duda pensadores, filósofos y personas sinceras y honradas que piensan y hablan con honestidad. A lo que yo me refiero es a la tendencia general de la cultura y la civilización occidentales en perjuicio de la mujer y contra la mujer.
20/09/2000
Destrucción de las bases de la familia con el casamiento de personas del mismo sexo
Cuando en un país se hace legal el casamiento entre personas del mismo sexo ―que se casen entre sí dos hombres o dos mujeres―, ¿perdurarán en esa sociedad los cimientos de la familia? Miren ustedes lo que aflige hoy en día al pueblo de Estados Unidos y al de Europa ―no a sus poderosos ni a sus propagandistas, sino a la masa de la gente común―: la debilidad de los cimientos de la familia. La desintegración de la familia aflige y hace sufrir por igual a hombres y mujeres, y eso se hace cada día más intenso. Se trata además del golpe definitivo, porque la familia es donde se halla consuelo, y ningún ser humano experimentará de verdad lo que es vivir si no tiene una familia en paz, tranquila y placentera, y estos están desintegrando, aniquilando y haciendo desaparecer ese fundamento primordial. La cultura occidental es eso. Va detrás de esas libertades, esos libertinajes y cosas de ese tipo. Va detrás de la cultura de la desnudez, de que no haya barreras entre hombres y mujeres en sociedad y demás.
06/12/1989
Adhesión fanática de los occidentales a la promiscuidad de hombres y mujeres
Quien quiera pensar, hablar y tomar decisiones sobre los asuntos mundiales debe estar informado (…). No teman que los llamen «fanáticos». Ellos son más fanáticos que ustedes. Si no adhieren ustedes a la promiscuidad entre hombres y mujeres con tanto fanatismo como ellos, no los aceptarán.
29/05/1993
La actitud de Occidente hacia la mujer, marcada por la desigualdad y el desequilibrio
En el conocimiento de la naturaleza de la mujer y de cómo tratar con el sexo femenino, los occidentales han venido cayendo en los extremos. Básicamente, la actitud occidental hacia la mujer es una actitud marcada por la desigualdad y el desequilibrio. No presten ustedes atención a los eslóganes que se usan en Occidente. Son eslóganes vacíos que no reflejan la realidad. La cultura occidental no puede conocerse a través de esos eslóganes; hay que buscarla en su literatura. Quienes estén familiarizados con la literatura europea, la poesía, las novelas, los relatos y el teatro europeos sabrán que, a ojos de la cultura europea, desde la Edad Media y más adelante, hasta mediados de este siglo, la mujer era una criatura de segunda clase, y quien afirme lo contrario está hablando en contra de la verdad. Fíjense en las famosas obras de teatro de Shakespeare y vean cuál es el ánimo, el lenguaje y la visión que hay respecto de la mujer en esas obras y en el resto de la literatura occidental. En la literatura occidental, el hombre es el amo y señor de la mujer, que está a la disposición de él; y algunos ejemplos y rastros de esa cultura perduran hasta hoy. Aún hoy, cuando una mujer se casa con un hombre y se traslada a su casa, cambia incluso su apellido y toma el del marido. La mujer solo tiene su apellido propio mientras no se haya casado. Cuando se casa, el apellido de la mujer cambia al del hombre. Esa es la costumbre de los occidentales. En nuestro país no era así ni lo es todavía. La mujer conserva para sí su propia identidad familiar, aún después de casarse. Lo otro es una huella de la antigua cultura occidental, en la que el hombre es el amo de la mujer. En la cultura europea, cuando la mujer se casaba e iba a casa del marido con todo su ser y sus pertenencias, no pasaba a disposición del esposo solo su cuerpo, sino también todos sus bienes, propiedades y pertenencias, que le habían llegado por su padre y su familia. ¡Pasaban a pertenecer a su marido! Esta es una realidad que los occidentales no pueden negar. En la cultura occidental había eso. En la cultura occidental, cuando la mujer se iba a la casa del marido, ¡este podía disponer incluso de su vida! De manera que en los relatos y poemas occidentales se ve mucho que el marido, a causa de una diferencia en una cuestión de orden moral mata a su esposa ¡y nadie lo reprende! En cuanto a las muchachas cuando estaban en casa del padre, no tenían derechos de ningún tipo. Cierto es que, en esa misma época, entre los occidentales el trato entre hombres y mujeres era hasta cierto punto libre, pero la decisión sobre el matrimonio y sobre la elección del marido estaba enteramente en manos del padre. Eso es lo que se ve en esas mismas obras de teatro a las que he hecho alusión: una muchacha que se ha visto obligada a casarse; una mujer que ha sido asesinada por su propio marido; una familia en la que la mujer está sometida a la mayor de las presiones. Lo que hay es de ese tipo. Esa es la literatura occidental. Esa misma cultura continuó hasta mediados de este siglo, si bien desde finales del siglo XIX del calendario cristiano comenzaron algunos movimientos en nombre de la libertad de las mujeres.
22/10/1997
El movimiento de defensa de la mujer en Occidente es un movimiento irracional basado en la ignorancia
El movimiento de defensa de las mujeres de Occidente fue un movimiento convulso, irracional, basado en la ignorancia, sin fundamento en las tradiciones divinas ni en la esencia y naturaleza de hombres y mujeres que terminó siendo perjudicial para todos, tanto para las mujeres como para los hombres ―y más para las mujeres―. Eso no se puede imitar. Eso no es una cultura que alguien en un país islámico mire y quiera aprender algo de ella. Eso hay que rechazarlo. Sí, claro que en las sociedades islámicas y en la nuestra debe definitivamente avanzarse en aras del cumplimiento de los derechos de las mujeres, pero sobre una base y un objetivo islámicos. Ahora bien, que no digan algunos que qué movimiento es ese y que acaso en nuestra sociedad le falta algo a la mujer. Lamentablemente, es posible que algunos piensen así. Esa es una visión superficial. La mujer sufre injusticias y carencias que se le han impuesto en todas las sociedades, incluida la nuestra. Pero esa carencia no es una carencia de libertad entendida como libertinaje. Esa carencia es una carencia de campos de acción y oportunidades para la ciencia, el conocimiento, la educación, la moral, el progreso y el florecimiento de los talentos. Eso se debe garantizar y buscar. Se trata de lo mismo en lo que se fundamenta el Islam.
22/10/1997
Idea incorrecta de los occidentales sobre la libertad de la mujer
Cuando nosotros hablamos en nombre de la mujer y la defendemos, ¿cuáles son las divisas que proponemos, qué reivindicamos y por qué luchamos? Esto también es muy importante. Aquí (…), el método islámico ―es decir, aquello que puede colegirse de los textos islámicos sobre la mujer, las definiciones y las enseñanzas islámicas― es distinto de lo que existe hoy en Occidente. Lo que hay en Occidente en materia de eslóganes es en primera instancia el de la libertad de la mujer, y la libertad es una idea con una gran extensión semántica; incluye tanto estar libre de cautiverio como estar libre de ataduras morales ―porque también la moral es una atadura―, estar libre de la influencia del abuso de un patrón que arrastra a la mujer al lugar de trabajo con menor salario y estar libre de las leyes que comprometen a la mujer respecto del marido. «Libertad» puede tener todos esos significados y, de hecho, en esos eslóganes que existen en referencia a la mujer hay un amplio espectro de esas reivindicaciones y reclamaciones, algunas de las cuales se contradicen totalmente entre sí. ¿Qué se ha de entender por eso de «libertad»? Lamentablemente, en el mundo occidental lo que suele entenderse por «libertad» es su sentido incorrecto y nocivo, es decir, libertad respecto de las ataduras familiares, de la influencia absoluta del hombre e incluso de la atadura del matrimonio y de formar familia y criar niños allá donde frente a eso haya un objetivo libidinoso, y no la libertad en el buen sentido. Por eso ven ustedes como entre las ideas que se plantean en el mundo occidental está la libertad de abortar al feto, que es una cuestión importantísima y, aunque en apariencia algo simple y desdeñable, es una idea que oculta un fondo peligrosísimo y terrorífico. Se trata de un medio, un lema y una reclamación que se plantean a menudo en Occidente; y a partir de ahí hablan de «movimiento de liberación de la mujer». En un sistema saludable, en una reivindicación y combate saludables, el objetivo no puede tener un significado tan amplio que una de sus partes sea definitivamente nociva, por más que pueda haber en él también partes útiles. Hay que perseguir lemas mejores, más adecuados, más sanos y que solucionen más los problemas.
22/10/1997
Carácter erróneo de la perspectiva de los occidentales en la cuestión de los derechos de las mujeres
Si la receta occidental para la mujer fuera correcta, los occidentales no se verían obligados, setenta, ochenta o cien años después, a volver a iniciar de nuevo otro movimiento por los derechos de las mujeres. A lo que me refiero es al movimiento que han lanzado en estos últimos años. Hace ahora diez o veinte años que han puesto en marcha de nuevo otros movimientos a título de movimientos de defensa de los derechos y la libertad de la mujer. ¿Por qué? Si la libertad occidental fuera un programa exitoso y constituyese una defensa auténtica de los derechos de la mujer, no haría falta que viniesen unos cien años después a empezar otra vez un movimiento y a polemizar. Por tanto, era errónea aquella receta y es errónea también su receta actual, que no conducirá a otra cosa que a la desgracia y a crear problemas para hombres y mujeres, y en especial para la mujer.
22/10/1997
Existencia del dominio del hombre en Occidente
La idea del crecimiento espiritual y moral de las mujeres ha de ser una idea corriente entre las propias mujeres. Estas mismas deben pensar más en esa cuestión. Ellas mismas han de volverse hacia la formación, el conocimiento, el estudio y las cuestiones fundamentales de la vida (…). La errónea educación occidental hizo en tiempos del gobierno de la tiranía idólatra que, en este país, las mujeres se inclinaran hacia el maquillaje, los lujos, los adornos inútiles, la ostentación y la exhibición, lo que son señales del predominio del hombre. Una de las señales del dominio masculino entre los occidentales es que quieren a la mujer para el hombre. Por eso dicen que la mujer ha de maquillarse, ¡para que disfrute el hombre! Eso es dominio del hombre, no liberación de la mujer. Eso es en realidad libertad para el hombre. Quieren que el hombre sea libre, hasta para el disfrute visual. De ahí que alienten a las mujeres a quitarse el hiyab, maquillarse y exhibirse ante el hombre. Y debe decirse que ese egoísmo lo han tenido muchos hombres en las sociedades de épocas antiguas que no se beneficiaron de la religión de Dios, y lo tienen aún hoy. Los occidentales han sido el mejor exponente de ello. Así que esa cuestión del movimiento de la mujer hacia el conocimiento, la ciencia, el estudio, la concienciación y la adquisición de información y enseñanzas debe ser tomada muy en serio entre las mujeres, que le deben dar importancia.
22/10/1997
La afirmación de los enemigos según la cual el Islam está en contra de la mujer
Para nuestros enemigos, la cuestión de la mujer está en la parte alta de la tabla de las quejas que se nos hacen. Desde el principio de la Revolución incidieron en la cuestión de la mujer, protestaron contra nosotros y lo categorizaron junto al terrorismo y las infracciones de los derechos humanos. Eso, cuando aún no había pasado nada ni se sabía qué haría la sociedad islámica con las mujeres. Pues ellos empezaron con que si «el Islam está contra la mujer» y que si el Islam tal otra cosa. Y por supuesto, eso continúa hasta el día de hoy. Bien, nosotros en este terreno debemos plantar cara y hacerles frente. No se puede subestimar la opinión pública mundial. No todos tienen un interés oculto ni son todos maliciosos. La maldad es propia de algunos en concreto; de los que trabajan la política, los que la hacen, los que planean, etc. Nosotros no debemos permitir que el común de la gente caiga en ese engaño. De manera que debemos intervenir.
04/01/2012
El mayor ultraje a la dignidad de la mujer es obra de la política occidental
Mi convicción es que el principal crimen de Occidente en la cuestión de la mujer y la familia está en su visión de la mujer, y eso es algo que no puede describirse en una o dos frases. El mayor golpe y ultraje a la dignidad de la mujer lo perpetra la política occidental. Las mismas feministas extremistas ―entre las cuales, claro, hay muchas capas― están asestando un golpe a la mujer por ignorancia. Y cuando digo «por ignorancia» estoy siendo optimista. Quienes participan en eso, al parecer, no entienden lo que están haciendo. Existe la posibilidad de que haya entre bambalinas decisores políticos y planificadores que sí saben lo que hacen, posibilidad prevista por completo en los Protocolos del sionismo. En el articulado de esos protocolos, quiero decir, está arruinar a la mujer y convertirla en una fachada para goce carnal del hombre. Claro que alguien podrá poner en duda la credibilidad de los Protocolos, pero cuando uno observa el aparato del sionismo y su red propagandística ve que en la práctica hacen eso mismo. Si no es de obligado cumplimiento para ellos, digamos, lo están haciendo como algo recomendable. Consideran su deber hacerlo y lo hacen. Arruinan a la mujer. Y hasta tal punto se ha vuelto eso uso y costumbre inviolable que hay quienes ni se atreven a actuar de manera contraria. En una ceremonia oficial, un hombre debe ir vestido de manera formal: ponerse pajarita, llevar cerrado el cuello de la camisa, que las mangas le lleguen hasta la muñeca… No tiene derecho a llevar ni pantalones cortos ni camiseta. Pero una mujer, en esa misma ceremonia, tiene sin falta que llevar al desnudo partes importantes de su cuerpo. Si va completamente cubierta, resulta problemático. Si va sin mostrar sus encantos, resulta problemático. Si va sin maquillar, es problemático. Eso se ha convertido en uso social, ¡y se enorgullecen de ello! En Occidente y, en especial, en Estados Unidos y el norte de Europa ―los países escandinavos―, existen centros importantes dedicados esencialmente a la oferta sexual de la mujer al hombre. Y se anuncian en los periódicos y las revistas ¡sin que nadie proteste! Se ha convertido en uso y costumbre social. ¿Puede causarse mayor daño a la mujer? Diseñar un modelo semejante para las mujeres ―y hablo de sus propias mujeres y las de los países que los siguen, no de las nuestras― es uno de los mayores daños que están causando. Por tanto, no debemos ser pasivos frente a esa cultura errónea. En el asunto de la mujer y la familia, Occidente se halla en un engaño y un error profundos. No se trata solo de la familia, sino que Occidente se engaña de manera extraordinaria a propósito de la personalidad y la esencia de la mujer.
04/01/2012
Predominio de la frialdad en las relaciones conyugales en Occidente
En Occidente, los cimientos de la familia se tambalean y prevalece la frialdad en las relaciones entre marido y mujer; y por otro lado, en la sociedad occidental no se ve a la mujer como poseedora de personalidad independiente, sino como vehículo para el placer de los hombres, y la tendencia general es que la mujer no goce en esas sociedades de ningún respeto especial, conforme a lo que requiere el uso social en la cultura occidental.
08/12/1993
Occidente infringe los derechos de la mujer
El modo de actuar del Islam y del sistema de la República Islámica respecto de la mujer es respetuoso, cortés, atento a la conveniencia, sensato y beneficioso para la humanidad, y lo que ponen en práctica los occidentales en relación con la mujer infringe sus derechos como ser humano. Los occidentales intentan, armando alborotos y polémicas, impedir que sigamos nuestro camino justo, pero las mujeres de Irán, musulmanas, dotadas de fe y revolucionarias, harán callar a los propagandistas de la Arrogancia mediante su observancia de los preceptos del Islam y mediante el cumplimiento de sus deberes islámicos.
08/12/1993
La cuestión de la mujer, oscurecida por asuntos propagandísticos, políticos y económicos
¿Por qué ha pensado siempre mal la humanidad sobre la cuestión del hombre y la mujer? Frente a eso quiere alzarse el Islam. Dejando a un lado las enseñanzas de los profetas, en todas las interpretaciones humanas y todos los análisis hechos por el ser humano y su reflexión, la posición del hombre y la mujer es una posición errónea, como es también errónea la relación entre ambos. Cuando observan ustedes incluso las civilizaciones superiores del mundo antiguo ―como las de Roma o Irán―, ven que la comprensión de la mujer es errónea, si bien no quiero entrar en detalle y ustedes sin duda lo saben o pueden consultarlo. Y hoy en día, la situación del mundo es la misma. También hoy, a pesar de todas las controversias y griteríos que hay en el campo de la cuestión de la mujer y de la pretensión de Europa de defender a la mujer y la posición humana de la mujer, lamentablemente sigue existiendo esa comprensión errónea. Los europeos llegaron tarde a la liza, es decir, tomaron conciencia en relación con la cuestión de la mujer más tarde que los países islámicos y los países no europeos, y entendieron muy tarde dicha cuestión, pues saben ustedes que, hasta después de la segunda década de este siglo, en ningún lugar de Europa ninguna mujer tenía derecho al voto ni derecho a disponer de sus propios bienes, incluso allá donde había democracia. A partir de la segunda década, es decir de los años 1916 o 1918 en adelante, poco a poco comenzaron en los países europeos a otorgar a la mujer el derecho a dar su opinión, a disponer de su propio capital, a disfrutar de derechos sociales iguales a los del hombre… Y como se levantaron tan tarde, parece que quieran compensar su atraso en el tiempo con falsas polémicas. Sí, claro que existieron en la historia de Europa mujeres que llegaban a reinas o que eran aristócratas, pero lo que se aplicaba a una mujer, a un número de mujeres, una familia, un linaje o un estrato social no es lo mismo que la cuestión de la mujer. Esas discriminaciones siempre han existido. Sí, hubo también mujeres que ocupaban posiciones de alto nivel y que, por ejemplo, se convertían en reina de algún país, privilegio que se les daba a través de la familia, la herencia y esas cosas. Pero contrariamente a los puntos de vista de las religiones ―de las cuales la íntegra e intacta es el Islam, y con las demás religiones es igual con toda certeza―, la mujer no disfrutaba en modo alguno de derechos en la sociedad en su calidad de mujer (…). Y hoy, cuando el mundo de la civilización occidental busca compensar ese tan reprobable atraso suyo en relación con la mujer, lo hace de otra manera: otra vez va detrás de lo mismo de una manera distinta, consistente, a mi juicio y tal como yo me la figuro, en hacer que los conceptos humanos relativos a la mujer se vean eclipsados por otras cuestiones; eclipsados por propaganda y por asuntos políticos y económicos, igual que ha sucedido desde el comienzo. En Europa, desde que se comenzó a dar ciertos derechos a la mujer, se ha hecho mayormente sobre esas mismas bases erróneas.
16/01/1990
La cultura de Occidente es la desnudez
Occidente busca hacer que su cultura reine en todas partes. La cultura de Occidente es la desnudez. Eso sí, déjenme decirles que esa desnudez, esa corrupción, ese libertinaje y esa apariencia escandalosa que tienen algunas mujeres en muchos países occidentales no son ubicuos en el propio Occidente, a Dios gracias. Es algo que va en aumento día a día por efecto de una propaganda falaz. De hecho, hasta hace cuarenta o cincuenta años ni en los mismos países occidentales era tan pronunciado. Lo que ellos desean es exportar a los países islámicos esa degeneración y libertinaje en los que han quedado atrapados, pero nosotros no queremos tal cosa. Es nocivo para la vida social, y lo es también para ellos. Dondequiera que se produzca, es perjudicial. Las formas islámicas son para nosotros las mejores. Nuestras mujeres han mostrado tanto durante los acontecimientos de la Revolución como después, hasta el día de hoy, que están en los niveles más altos en las cosas que sirven como criterio real de sus vidas, su valor y su prominencia. Una madre que ofrece sin inmutarse a su hijo por Dios en aras del objetivo ―objetivo que para ella es sagrado y que es también sagrado ante Dios― habrá llevado a cabo un acto importante, lo que no es poca cosa. Cualquiera que sea el criterio con que ustedes lo valoren, es grandioso. Cuando una mujer joven mantiene el respeto a la dignidad de su esposo y a la suya propia durante diez u once años que él está preso en las cárceles del enemigo, con castidad, orgullo y recato totales, ¿acaso ese acto no es un valor? Eso son valores.
12/10/1994
El discurso de Occidente sobre la mujer es un discurso político totalmente calculado
El discurso de Occidente sobre la mujer es un discurso político totalmente calculado. Es decir, que el día en que comenzó a operar en Occidente ese pensamiento y ese discurso sobre la mujer, tenía tras de sí un cálculo preciso. Claro que esto no lo digo a modo de noticia, basada en una información y documentos sobre sucesos, pero hay indicios confirmatorios reales que refuerzan ese análisis. Miren, desde el principio del Renacimiento en Occidente y, a resultas del mismo, de la presencia de industria y la aparición de nuevas industrias en Occidente, ese discurso occidental fue creciendo progresivamente. En nuestros días está en su apogeo, apogeo que por supuesto irá seguido de decadencia, de declive y, si Dios quiere, del hundimiento y el derrumbe de ese discurso. El discurso occidental sobre la mujer tiene componentes variopintos, pero dos de ellos sobresalen: uno, la masculinización de la mujer, es decir, hacer que la mujer se asimile al hombre. Esa es una parte importante de ese discurso; y la otra es hacer de la mujer un instrumento cómodo para el goce sexual, ya sea de tipo visual o de otras fases de goce peores y posteriores a la visual. Y esa es la otra parte del discurso occidental sobre la mujer. Esa cuestión del feminismo y esas cosas que se han vuelto corrientes hoy en día en el mundo son todas en realidad productos de ese discurso occidental que, en última instancia, conduce a estos extremos.
11/05/2013
Masculinización de la mujer en la cultura de Occidente
Masculinizar a la mujer. Es decir, [los occidentales] iban detrás de trasladar hacia las mujeres diversos oficios que son más compatibles con la constitución física, nerviosa y mental del hombre, y convertirlos en un orgullo y una distinción para la mujer. Nosotros, frente a eso, hemos pecado de pasividad o, dicho de otro modo, nos hemos dejado llevar. También nosotros, sin saberlo, sin quererlo, abrazamos ese discurso. Vean ustedes como nosotros ahora alardeamos de tener tal número mujeres en tales puestos ejecutivos del país. No me malentiendan, a mí no me causa ningún problema que esas señoras estén en esos cargos ejecutivos; es decir, que no lo impido, no lo rechazo ni pongo ninguna objeción. Por ejemplo, como ministro de Sanidad teníamos a una señora, del mismo modo que hay señoras en Vicepresidencias o en distintos puestos. Eso a mi juicio no es problemático; pero sí lo es ufanarnos y alardear de ello ante el mundo diciendo: «¡Mirad! ¡Tenemos tantas mujeres en puestos ejecutivos!». Eso es lo de dejarse llevar que decía, o caer en la pasividad. Ahí no hay de qué enorgullecerse. Entonces, ¿que hay una señora que tenía ciertos valores, ha adquirido ciertas capacidades y ha resultado idónea para un cargo? Pues muy bien, que se permita, que tampoco ha infringido la ley. Pero jactarnos de eso y decir «¡miren! ¡tenemos tal número de mujeres de responsables en puestos ejecutivos!»… es un error.
11/05/2013
Inefectividad de las medidas tomadas para fortalecer la familia en Estados Unidos
Yo, hace unos años (…), vi en la prensa de países extranjeros, leí y oí que en Estados Unidos andaban detrás de hacer películas a partir de los libros de tal autor, quizá un novelista de temática familiar, cuyas novelas giran en torno a la familia, para llevar en esa dirección la producción de películas, el cine, etc. Bien, pues han hecho algunas cosas y siguen haciendo, pero viene a ser como un angosto riachuelo frente a una inmensa riada que ellos mismos pusieron en marcha, que están sufriendo y que sufrirán aún más en adelante. Claro que nosotros por ahora gozamos de cierta inmunidad ―por esto del hiyab y estas cosas que existen―, pero lo otro no debe subestimarse; hay que tomarlo en serio. En ese mismo tema en el que las señoras han dicho que estaban trabajando, la cuestión de la atracción sexual y el peligro de dicha atracción para la mujer, para el hombre, para la sociedad y para la familia debe a mi juicio tomarse muy en serio.
11/05/2013
Reinado de la cultura de la desnudez en Occidente
En el sistema de la República Islámica, las mujeres deben ser conscientes de la grandeza que les ha dado el Islam. Deshagan del todo la trampa del consumismo, tejida en torno a la mujer del mundo actual por los capitalistas depredadores globales; miren con desprecio y repulsión antivalores de la cultura occidental como son la desnudez, las amistades disolutas con hombres y el verse contaminados por corrupciones de todo tipo, que dominan la vida de las mujeres en los países avanzados y en la mayoría de países atrasados; y sepan que hoy en día la mujer iraní, pía y castamente presente en los ámbitos de la política, el trabajo y las esferas revolucionarias, es la mejor de las mujeres del mundo, y eso es algo que corroboran hombres y mujeres ecuánimes y honestos del mundo entero.
13/07/89
La tendencia a seguir la moda en las mujeres, causa de descarrío de la sociedad
A juicio de un servidor, la tendencia a seguir la moda en las mujeres, al gusto por el lujo, al deseo de novedades y al exceso en el maquillaje y la exhibición ante los hombres son una de las mayores causas de descarrío de la sociedad y de nuestras mujeres. Frente a eso, las señoras deben mantenerse firmes (…). Para crear el tipo de mujer que quieren, [los occidentales] necesitan crear modas sin cesar y mantener ojos, los corazones y las mentes ocupados en esas cosas superficiales e insignificantes. Quien se ocupe en esas cosas, ¿cuándo atenderá los valores verdaderos? No encontrará ocasión de hacerlo. La mujer que esté pensando en hacer de sí misma un medio para atraer la mirada de los hombres, ¿cuándo hallará la ocasión de reflexionar sobre su purificación moral? ¿Acaso es posible cosa semejante? Pues eso es lo que quieren ellos. Tratándose de las mujeres de las sociedades del Tercer Mundo, no desean que la mujer tenga un pensamiento claro, que sea idealista, que se mueva ella misma en pos de grandes metas y que haga que se muevan también su esposo y su hijo. Eso no lo desean. Las mujeres jóvenes de nuestra sociedad deben estar muy atentas para identificar ese peligrosísimo lazo invisible de la cultura y el pensamiento occidentales, para evitarlo y para advertir al colectivo de las mujeres de alejarse de él.
13/11/1991
Incorrección del modo occidental de considerar a la mujer
El Islam, a diferencia de lo que se ha dado siempre en los sistemas de la tiranía idólatra, que miraban a la mujer con otros ojos completamente diferentes, da a la mujer distinción. En el Islam, cuando (Dios) quiere dar al devoto un ejemplo, pone ejemplos de mujeres: «Y Dios pone un ejemplo para quienes son creyentes: la mujer del Faraón» (Sagrado Corán, 66:11). Esa es la primera persona, y la segunda, «Y María hija de Imrán» (66:12). El ejemplo de quienes son creyentes, dos mujeres; y el ejemplo de los que no creen, también dos mujeres: «La mujer de Noé y la mujer de Lot. Ambas estuvieron bajo la tutela de dos de Nuestros siervos (…) y ambas los traicionaron» (66:10). Es decir, que se pone a la mujer en el centro para dar una lección y para que sirva de espejo no a las mujeres, sino a toda la sociedad. Hubiera podido escoger a un hombre. Pues no, y esto se opone a esa mirada pervertida e incorrecta que existía respecto a las mujeres. Esa mirada no siempre ha sido degradante, pero siempre ha sido incorrecta. En los sistemas de tiranía idólatra siempre se ha considerado a la mujer de modo incorrecto, y lo mismo sucede en Occidente hoy en día. Claro que en esos sistemas occidentales algunas mujeres, al igual que muchos hombres, pueden llegar a ser figuras distinguidas, respetables y decentes, pero la actitud general hacia la mujer que ha arraigado en la cultura occidental es una actitud incorrecta; es una actitud instrumentalizadora e insultante. A ojos de Occidente, la razón de que ustedes no deban ir en chador ni llevar hiyab no es para ser libres. Ustedes están diciendo ya que con hiyab también lo son. Lo que quieren es otra cosa. A la mujer la quieren para darle un gusto a los ojos del hombre ―para un disfrute ilegítimo del hombre― apareciendo en sociedad de cierta forma particular. Eso es el mayor insulto posible a la mujer, por más que lo cubran de no sé cuántas capas de cortesía y le pongan otros nombres.
20/10/2009
Situación crítica de la cuestión de la mujer a escala mundial
Actualmente, se plantean como principales problemas de la humanidad la crisis climática, la crisis del agua, la crisis de la energía, la crisis del calentamiento de la Tierra… pero ninguna de esas es la cuestión primordial de la humanidad. La mayoría de lo que constituye problemas fundamentales para la humanidad proviene de asuntos relacionados con la espiritualidad del ser humano, con su moral y con la conducta social que mantienen los seres humanos entre sí, siendo una de ellas la cuestión del hombre y la mujer, de la posición de la mujer, de la mujer y de su dignidad en la sociedad. Y ahí sí hay una crisis de verdad, pero hacen como si no la vieran, no la plantean, no consideran que las políticas dominantes a nivel mundial les compensen, y quizá consideren contrario a sus estrategias fundamentales plantear esta cuestión.
22/05/2011
Existencia en Occidente de una ecuación incorrecta entre el hombre y la mujer
[En Occidente] han creado progresivamente una inecuación en la que un miembro es beneficiario y el otro explotado. Así han dividido a la humanidad. La parte beneficiaria es el hombre y la explotada es la mujer. Lentamente, poco a poco y de distintas formas, con propaganda diversa, esto ha ido arraigando a lo largo de décadas ―quizá lleguen a cien o ciento cincuenta años, yo no puedo decirlo con precisión, pero es un tema que se puede investigar―, en primer lugar en las sociedades occidentales y luego en las demás. Hicieron que el estatus social de la mujer se entendiera así; así lo definieron: la mujer, como un ser que debe ser explotado por el hombre. De ahí que en la cultura occidental, si una mujer quiere dar buena impresión en sociedad y ser distinguida, deba necesariamente exponer algo de sus propios encantos sexuales. Incluso en las reuniones formales, el modo de vestir de la mujer ha de ser de tal forma que para la parte beneficiaria y beneficiada ―es decir, el hombre― sea agradable a la vista. A mi juicio, el mayor daño, el mayor insulto y la mayor injusticia que se ha cometido en el terreno de la cuestión de la mujer es eso: que en el ámbito social se forme una cultura en la que la mujer se presente como parte explotada para uso de una parte beneficiaria. Lamentablemente, eso se da hoy en día en la cultura occidental. Y los demás los imitaron, se esforzaron por seguir su camino y es ya algo que se ha asentado a escala mundial. Si alguien habla en contra, arman alboroto en su contra. Si en una sociedad, pongamos por caso, se condena el maquillaje y acicalamiento entre las mujeres en los espacios públicos, se armará un escándalo. Si se hace lo contrario ―es decir, que en una sociedad se abogue por la desnudez de las mujeres―, no se escuchará ruido alguno en el mundo. Sin embargo, cuando se aboga por que la mujer se cubra, que no se acicale y que no se maquille en sociedad, se ve aparecer a los aparatos dominantes de propaganda del mundo armando alboroto. Esto lo que muestra es que hay una cultura, una política y una estrategia que se siguen desde hace muchos años, basada en asentar esa posición, ese estatus y esa posición incorrecta y ultrajante para la mujer. Y por desgracia lo han hecho. Por eso ven ustedes que en Occidente está habiendo gradualmente una oposición abierta al hiyab. Lo que esgrimen para esa oposición es decir que el hiyab simboliza un movimiento religioso y que ellos no quieren que en sus sociedades, que son sociedades laicas, se expongan símbolos religiosos. En mi opinión, eso es mentira. No se trata de si religión sí o religión no. De lo que se trata es de que la política estratégica fundamental esencial de Occidente consiste en que la mujer se ofrezca y se vuelva impúdica, y el hiyab se alza frente a eso. Incluso aunque el hiyab no tenga una motivación y una fe religiosas detrás, se oponen a él. El problema fundamental es ese.
22/05/2011
La República Islámica, en posición de acreedor frente a Occidente en la cuestión de la mujer
Me preguntaron: «¿Ustedes cómo se defienden frente a lo que dicen los occidentales de la cuestión de la mujer en el país?». Y yo respondí: «Nosotros no nos defendemos, ¡nosotros atacamos!». En la cuestión de la mujer, nosotros tenemos un reclamo de Occidente. Nosotros ante Occidente somos demandantes. Son ellos quienes están oprimiendo a la mujer, humillándola y rebajando su posición. En nombre de la libertad, del empleo, de la transferencia de responsabilidad, las someten a presiones mentales, psicológicas y emocionales y ofenden su dignidad y su distinción. Son ellos quienes deben responder. La República Islámica en este terreno tiene una responsabilidad. La República Islámica, en la cuestión de la mujer, debe decir lo que piensa ella misma con franqueza y sin lisonja ninguna, que es mayormente disentir de la visión de Occidente y de esa inicua inecuación occidental. Es con esta perspectiva como hallan todo su sentido la cuestión del hiyab y la cuestión de la relación entre hombre y mujer.
22/05/2011