Reforzar a las Fuerzas Armadas es reforzar al país. Uno de los firmes pilares del fortalecimiento del país son las Fuerzas Armadas. Claro está que el fortalecimiento del país no pasa solamente por las Fuerzas Armadas; hay más pilares firmes: también el avance científico es fuente de progreso para el país; es fuente de fortificación nacional también la fe general de la gente, la impregnación de los corazones por la fe; es fuente de orgullo el gobierno surgido del pueblo, que reposa sobre el pueblo. Todo eso existe, y otro medio importante para reforzar los cimientos del país es la presencia de las Fuerzas Armadas y la potencia militar. Estos diversos factores pueden salvaguardar y proteger el país frente a perjuicios y hostilidades. Esto, por otra parte, es aplicable a todos los países, no específico del nuestro. Todos los países necesitan esas herramientas para fortificarse, pero en un uno como el nuestro, que tiene enfrente a enemigos camorristas y pendencieros como los Estados Unidos y similares, son más importantes. Por eso la potencia defensiva debe reforzarse.

Yo esto siempre lo he dicho y lo vuelvo a repetir: debe reforzarse la potencia defensiva; en parte, desde fuera de las Fuerzas Armadas y, en parte, desde dentro de ellas. Yo ahora me abordaré esto último. Los responsables militares deben adoptar métodos innovadores y actualizados para reforzar las Fuerzas Armadas, incluido hacer más inteligentes la formación y las herramientas militares. Gracias a Dios, esto en nuestras Fuerzas Armadas se ha comenzado, pero aún queda mucho terreno para trabajar. A día de hoy, una de las cuestiones importantes es la smartización de todo lo que hacen las Fuerzas Armadas, incluidos su instrumental, las armas e incluso las municiones; también están los avances en la investigación y científicos en las Fuerzas Armadas, que redundan en su fortalecimiento; también, la elaboración de simuladores complejos de guerra híbrida. En la actualidad, las guerras que tienen lugar por el mundo son guerras híbridas, como ustedes saben. La guerra dura, la guerra blanda, la guerra intelectual, la guerra cultural, la guerra con armas diversas, la guerra cognitiva, etc., se combinan para atacar a una nación o un país. Los simuladores de guerra deberían poder cubrir todas esas capas con métodos innovadores y actualizados, Dios mediante.

Entonces, ¿cuál es la responsabilidad principal de las Fuerzas Armadas? Proteger la seguridad nacional. Es de eso que ustedes, jóvenes que acaban de emprender este camino, deben enorgullecerse y alardear con la cabeza bien alta. La responsabilidad que las Fuerzas Armadas tienen a su cargo es la seguridad general del país. ¿Y qué entendemos por «seguridad»? La seguridad es la infraestructura básica de todas las dimensiones de la vida de una sociedad, es una infraestructura básica para todo: desde los asuntos personales hasta los colectivos, los asuntos públicos y los asuntos exteriores. La seguridad es una infraestructura básica para todo ello. En los asuntos personales, la seguridad consiste en poder dormir de noche tranquilo en tu casa, en poder enviar por la mañana a tu hijo al colegio tranquilamente y sin preocupación, en poder ir a tu lugar de trabajo, en poder ir sin inquietud a la oración del viernes. Fíjense ustedes en los países que no gozan de esas despreocupación en ninguna de esas etapas: ni pueden dormir tranquilos por las noches, ni pueden ir de día al trabajo, ni pueden acudir tranquilamente como espectadores a los estadios deportivos, ni pueden ir a la oración del viernes ni ir de viaje; y no es algo que se reduzca a países pequeños. En países grandes ―el peor de todos, Estados Unidos―, ni hay seguridad en el restaurante, ni hay seguridad en la universidad, ni hay seguridad en la escuela infantil ni hay seguridad en la tienda. Ahí reside la seguridad en los asuntos personales: que puedan ustedes mismos, sus hijos y sus familias vivir sintiéndose seguros, y que en su trabajo, su negocio, sus viajes y su ocio haya seguridad.

En ámbitos más generales ―la universidad, las escuelas de teología islámica, los centros de investigación o los gabinetes estratégicos―, la seguridad consiste en que puedan ustedes detenerse a pensar, trabajar, investigar, estudiar. Sin seguridad no se puede. Si no hubiera seguridad, no se habrían logrado estos progresos. Allá donde se han hecho avances ha sido gracias a que había seguridad. Sin seguridad, trabajar se vuelve difícil, se vuelve penoso. Igualmente con la inversión económica. Si quieren invertir para que el país progrese económicamente, sin seguridad no se puede. Sin seguridad no puede haber circulación de mercancías. Sin seguridad no se puede producir. La seguridad es la infraestructura básica de todas esas cosas.

Pues bien, los cuerpos armados son los garantes de esa necesidad que tiene el país en todo momento y todo lugar, para el común de la gente y la sociedad. No es poco motivo de orgullo. El Ejército regular a su manera, el Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica a la suya, el aparato policial a la suya y el Basich a la suya propia, cada uno de ellos es a su manera garante de la seguridad. Quien ataca una comisaría de policía, ataca la seguridad del país. Quien ataca un cuartel del Basich, está atacando la seguridad del país. Quien en sus declaraciones, en un discurso o en las conversaciones lanza pullas contra el Ejército o los Guardianes de la Revolución está lanzando sus invectivas contra la seguridad del país. Debilitar los organismos de las Fuerzas Armadas es debilitar la seguridad del país. Debilitar a la Policía significa fortalecer a los criminales. La Policía tiene como tarea oponerse a los criminales y garantizar la seguridad del común de la gente. Quien ataca a la Policía deja de hecho a la gente indefensa frente a los criminales, frente a los maleantes, frente a los ladrones, frente a los atracadores. La gran ventaja de nuestro país es que la seguridad de la que gozamos la generamos nosotros mismos. Que un país o una nación creen seguridad para sí mismos desde el propio interior, con sus propias fuerzas, su propio poder y su propia inteligencia es distinto a que venga alguien de fuera y diga que le va a crear a uno la seguridad él y la va a mantener, como quien protege a su vaca lechera. Son cosas muy diferentes. Nuestra seguridad la generamos nosotros mismos. No dependemos de nadie para nuestra propia seguridad. Hemos sido capaces de crear y mantener esa seguridad con energías dadas por Dios, por la gracia de Dios, con la ayuda del Creador, con el apoyo del Duodécimo Imam (por él sean sacrificadas nuestras almas), con el apoyo del pueblo y mediante la firmeza de los mandos de las Fuerzas Armadas. A aquel que depende de una fuerza extranjera, esa misma fuerza extrajera lo dejará caer un día. Ni puede ni quiere protegerlo. Bien, han sido unas palabras sobre las cuestiones de las Fuerzas Armadas. Ténganlas presentes. Enorgullézcanse, prosigan este movimiento, sepan que su labor agrada a Dios y continúen realizándola por Dios.

En esta desgracia que ha sucedido falleció una muchacha. Fue un suceso desolador y también a mí me ha partido el corazón. Pero el modo de reaccionar a este suceso, sin que hubiera tenido lugar una investigación ni hubiera nada indudable de ningún tipo, no era que fueran algunos a hacer las calles inseguras, a crear inseguridad para la gente, a perturbar la seguridad, a quemar el Corán, a arrancarle de encima el hiyab a mujeres que usan hiyab, a incendiar mezquitas y husainiyas, a incendiar bancos y a prender fuego a vehículos particulares de la gente. Esa reacción a algo que claro que es lamentable, pero eso no significa que se cometan tales actos. Esos actos no han sido normales. Esos tumultos habían sido planificados.

¿Y quién ha planificado esto? Lo digo claramente: la planificación de esto es obra de Estados Unidos, del artificial régimen usurpador sionista y de los secuaces de ellos. Se juntaron y trazaron un plan; lo planificaron. Sus peones, sus esbirros, sus empleados y también algunos iraníes traidores que hay fuera del país los ayudaron.

Hago una pregunta: en el mundo, los disturbios que se producen son muchos. Fíjense ustedes en Europa, en Francia en particular. Cada cierto tiempo, en las calles de París hay disturbios enormes. ¿Acaso hay precedentes de que el presidente y el Congreso de Estados Unidos apoyen a los alborotadores emitiendo comunicados? ¿Hay acaso precedentes de que les envíen mensajes para decirles que están con ellos? ¿Hay acaso precedentes de que los medios de comunicación que dependen del capitalismo estadounidense, del gobierno estadounidense y de sus esbirros, como son por desgracia algunos países de la región, incluido el gobierno saudí, se pongan en marcha para apoyar a los alborotadores? ¿Hay precedentes de tal cosa?

¿Tiene precedentes que en Estados Unidos proclamen la puesta a disposición de los alborotadores de tal o cual infraestructura o programa para Internet, a fin de que puedan comunicarse cómodamente y seguir haciendo lo que hacen? Algo semejante, ¿tiene precedentes en lugar alguno del mundo, en el país que sea de todos ellos? Pues aquí ha sucedido y ni una ni dos veces, ¡muchas! ¿Cómo pueden entonces algunos no ver ahí la mano extranjera? ¿Cómo puede una persona lúcida no percatarse de que, entre bastidores, están las manos de otros operando en estos sucesos y de que hay otras políticas en acción? Por supuesto, ellos mienten diciendo que los aflige que haya fallecido una persona. ¡Mienten! No los aflige en absoluto. Están contentos, alegres de haber conseguido un pretexto para provocar incidentes. Mienten.

Y bien, ¿cuál es la motivación de esos gobiernos extranjeros? La sensación que tiene un servidor es que los motiva percibir que el país está progresando hacia el poderío en todos los aspectos. Eso no lo pueden soportar. Lo perciben, lo ven. Ven que, a Dios gracias, algunos viejos escollos están siendo sobrepasados. Por supuesto que el país tiene muchos problemas, y algunos de esos problemas están ahí desde hace años. Pero hay un impulso; un impulso serio para resolver esos problemas, para superar esos escollos. Ellos ven que el movimiento del país hacia el progreso se ha acelerado. Eso es una realidad. En todos los ámbitos observa y percibe uno un movimiento acelerado. Eso, ellos también lo perciben. No quieren que eso ocurra. Ven que fábricas medio cerradas se ponen en funcionamiento. Ven que las empresas basadas en conocimiento se han activado. Ven que día tras día van saliendo a la luz productos avanzados en algunos sectores. Ven que se están haciendo cosas que pueden neutralizar el ataque mediante sanciones; sanciones que son ahora mismo la única arma del enemigo. Eso ellos lo ven, y para detener ese movimiento se reunieron a hacer planes.

Ellos no solo están en contra de la República Islámica: están en contra de Irán. Estados Unidos está en contra de un Irán fuerte; está en contra de un Irán soberano e independiente. El único motivo por el que discuten y pelean no es la República Islámica. Por supuesto, a la República Islámica le son profundamente hostiles, de eso no cabe duda, pero, aun sin la República Islámica, están también en contra de un Irán que sea fuerte. Están en contra de un Irán que sea soberano e independiente.

Por tanto, el motivo de discusión y de discordia no es la cuestión de si se lleva el hiyab o si se lleva mal. El motivo de discordia no es el fallecimiento de una muchacha. No es por esas cosas que hay disputa. Muchas de esas personas que tampoco es que lleven un hiyab completo se cuentan entre las firmes partidarias del sistema de la República Islámica. Ustedes ya ven como participan en ceremonias religiosas y en actos revolucionarios. No es eso de lo que se trata. De lo que se trata es del principio de independencia y soberanía, de la resistencia, del fortalecimiento y de la autoridad del Irán islámico. Es eso de lo que se trata.