Ahora, aquí hay un punto importante que requiere atención y al que ya he aludido. Ciertamente, cuando el imam Jomeiní pronunció esas palabras aún no había comenzado la guerra. Después, cuando esta empezó en el año 80, la presencia del Basich en el campo de batalla fue muy efectiva, resolvía problemas; suponía un verdadero apoyo de enorme importancia para los organismos militares oficiales como el Ejército y el CGRI. Ahora, si bien el Basich realmente brilló en el campo de batalla y esa demostración de valía en la batalla fue gloriosa, lo cierto es que el Basich no es solo  un cuerpo militar. Este punto es crucial. El Basich está por encima de esas cosas. Su dignidad y su categoría son más elevadas y excelsas que las de un organismo militar. ¿Qué es el Basich? El Basich es una cultura; es un discurso; es un pensamiento.

¿Y cuál es ese pensamiento? ¿De qué cultura se trata? De una cultura que consiste en servir sin afectación y sin esperar nada a cambio al colectivo y al país. Esto es muy importante. Sin expectativas, sin quedarse esperando que lo alaben e incluso, en muchas ocasiones, sin que se dé un presupuesto para intervenir en un asunto, ni dinero ni medios, cuando al fin y al cabo todo movimiento requiere unos medios. Pues se interviene en los distintos asuntos sin ellos, se sirve con espíritu de Yihad asumiendo los peligros del servicio con ese espíritu. Esa es la cultura basiyí. ¿Qué entendemos por «cultura basiyí»? Meterse en el fango hasta las rodillas para limpiar de lodo los cuartos de las familias afectadas por las riadas, o arriesgarse a contraer el coronavirus y a morir para salvar a los enfermos de covid, alejando de ellos un peligro de muerte.

En ese momento, entrar sin miedo en la confrontación con el enemigo, en la contienda militar, no temer al enemigo, no darle tregua. Es eso la cultura basiyí. Acometer toda campaña política, militar o científica empleándose a fondo. Es esa la cultura basiyí. Ser basiyí es practicar la cultura de los luchadores anónimos, tal como se señala en las palabras del imam Jomeiní; es la cultura de los luchadores que no esperan nada a cambio. Es asumir el peligro, es no temer. Es servir a todos, al país. Emplearse por el bien de los demás. Soportar incluso injusticias para librar de la injusticia a quienes la sufren. Ya han visto ustedes como en estos últimos acontecimientos los pobres basiyíes han soportado injusticias para no dejar que fuera el pueblo quien sufriese la iniquidad de un puñado de alborotadores ―inconscientes, ignorantes o a sueldo―. Soportar ellos la injusticia para impedir la injusticia sobre los demás. No se dejan llevar por el desaliento. Ese es uno de los elementos notables de la cultura basiyí. Para el basiyí, el desaliento no tiene sentido.

En tercer lugar, en toda actividad que emprende, el basiyí pone de relieve la espiritualidad. Esto es muy importante. El elemento de la espiritualidad. Un destacado científico del centro Royan, cuando logra algún avance científico, se prosterna en agradecimiento. Esto me lo contó el difunto Kazemí ante aquel mismo científico, llorosos los dos; los dos derramaron lágrimas. De un sobresaliente científico nuclear, cuenta su discípulo: «Con un problema habíamos quedado estancados y estuvimos trabajando hasta tarde en la noche» ―en la Universidad Shahid Beheshti―. «“Anda, vamos”, me dijo. Nos levantamos, salimos de la habitación y entramos en la sala de oración. Me llevó a la sala y allá comenzó a rezar y elevar plegarias. Luego, de repente, dijo: “Ya lo tengo, ¡solucionado!”. Se levantó y fue para allá», contaba. Fíjense ustedes:  en un ámbito científico, un ambiente de trabajo de física nuclear… y ¡prosternaciones! ¡Rezos! La presencia de un basiyí lleva consigo a los distintos campos la espiritualidad. Eso es muy importante. Importantísimo.

El frente del colonialismo occidental tiene un modo de abordar esta región particular nuestra, Asia Occidental; esta región a la que ellos llaman «Oriente Medio». Después de las dos Guerras Mundiales, el colonialismo occidental ―primero, Europa y, después, Estados Unidos― dio pie a una atención particular, creó una perspectiva particular sobre esta región. ¿Por qué? Porque esta es una región importante. El petróleo es el factor principal en el funcionamiento del engranaje industrial del mundo occidental, que depende de ese factor, y el petróleo tiene aquí su centro primordial a nivel mundial. Asia Occidental es la región que vincula Oriente y Occidente, es la región que conecta Asia, Europa y África. En términos de posición estratégica, es una región capital. De ahí que los colonialistas occidentales, que se habían enriquecido ya bastante y mediante el saqueo de los países colonizados se habían hecho con ciertas capacidades, además de haber tomado la delantera desde el punto de vista científico y de contar con armamento avanzado, fijaron su atención de manera especial en Asia Occidental. Y fue por esa atención que crearon en esta región el usurpador régimen sionista. Colocaron en esta región ese régimen usurpador como base occidental ―primero, base de Europa; y después, de Estados Unidos― para poder dominar la región, hacer cuanto quisieran, instigar a unos países contra otros, provocar guerras, imponer, desarrollar y saquear. El régimen sionista lo crearon esencialmente para eso. Así que a esta región le dedicaron una atención particular.

Aquí es donde le resulta a uno realmente lamentable. Hay algunos que incluso dicen entender de política y cuyos análisis en ciertos diarios o en algunos lugares de internet lo dejan a uno realmente pesaroso. Dicen que, para acallar estos tumultos que se han desatado en el país en estas semanas y ponerles fin ―¡y esto lo dicen personas que pretenden pasar por políticos y por conocedores de la política y de la situación mundial!―, tenemos que resolver nuestros problemas con Estados Unidos. ¡Lo escriben explícitamente! Escriben negro sobre blanco que «tenemos que resolver nuestro problema con Estados Unidos». O bien dicen que tenemos que «escuchar la voz del pueblo». Las dos expresiones las he visto por escrito. «Arreglen su problema con Estados Unidos», «escuchen la voz del pueblo».

Pues bien, ¿cómo se arregla el problema con Estados Unidos? Lo pregunto de verdad, en serio. No se trata de pelearnos; pregunto: ¿cómo se soluciona el problema con Estados Unidos? Sentándonos a negociar y obteniendo un compromiso de los estadounidenses, ¿se soluciona el problema? Si nos sentamos a negociar con Estados Unidos y obtenemos el compromiso de que hagan tales cosas y no hagan tales otras, ¿se resuelve con eso el problema? En la Declaración de Argel, para la liberación de los rehenes en el año 81, esa misma gente (1) se reunió con los estadounidenses y habló con ellos. Un servidor era en aquel entonces representante en la Segunda Asamblea, si bien no estaba en la cámara; estaba en el frente, en Ahvaz. Al mismo tiempo, aquí en Teherán, con la aprobación de la Asamblea ―no fue algo ilegal―, esos mismos señores, a través de un intermediario ―a través de Argelia―, sin encontrarse cara a cara, hablaron con los norteamericanos, establecieron un acuerdo, obtuvieron de ellos toda una serie de compromisos ―que liberaran nuestros bienes, que quitaran las sanciones, que no se inmiscuyeran en los asuntos internos de nuestro país…― y nosotros por nuestra parte liberaríamos a los rehenes. Los liberamos… ¿acaso Estados Unidos cumplió sus compromisos? ¿Acaso Estados Unidos quitó el bloqueo? ¿Acaso Estados Unidos nos devolvió nuestros bienes, congelados? ¡No! Estados Unidos no cumple compromisos. Ahí tienen las negociaciones y las reuniones con Estados Unidos. Lo mismo, con el acuerdo JCPOA de 2015. Dijeron que si reducíamos la actividad de la industria nuclear ―que la detuviésemos por completo no se atrevieron a decirlo―, que si la limitábamos y la disminuíamos en tal cantidad, ellos harían tales cosas: que si iban a quitar las sanciones, que si iban a hacer esto, que si iban a hacer lo otro… ¿Hicieron esas cosas? Pues no, no las hicieron. Negociar no resuelve nuestro problema con Estados Unidos.

Es cierto, hay una cosa que resolvería nuestro problema con Estados Unidos. ¿Qué cosa? Someternos a sus exigencias. ¡No una sola vez! Con extorsionar una vez, los norteamericanos no se conforman. Si nos sometemos hoy, mañana vendrán a exigir un nuevo vasallaje; pasado mañana vendrán a exigir otro al que someternos… Hoy dicen que paremos la industria nuclear ―primero, que paremos el veinte por ciento, después que paremos el cinco por ciento y luego dirán que desmantelemos las infraestructuras nucleares―. Después dirán que cambiemos la Constitución, y luego que quitemos el Consejo de Guardianes. Los estadounidenses exigen tributos de vasallaje. Si ustedes quieren que su problema con Estados Unidos se resuelva, eso es lo que tienen que hacer: someterse a sus exigencias constantemente. Eso es lo que Estados Unidos quiere, que dentro de sus propias fronteras ustedes se encarcelen a sí mismos, se desarmen, desmantelen su industria de defensa… Eso quiere Estados Unidos. ¿Qué iraní con sentido del honor está dispuesto a someterse a tales exigencias? Y no hablo siquiera de la República Islámica. Hay quienes quizá ni crean en la República Islámica, pero si son iraníes y tienen el sentido del honor iraní, no estarán dispuestos a someterse a tales vasallajes. Y Estados Unidos no se conforma con menos de eso. ¿Cómo no lo entienden? Negociar con Estados Unidos no resuelve ningún problema. Si están dispuestos a someterse a vasallajes, no una ni dos, sino una tras otra, en todos los asuntos fundamentales, y a traspasar todas sus líneas rojas, claro, entonces Estados Unidos ya no querrá nada de ustedes, como en tiempos de los Pahlaví. ¿Para eso hizo la gente la Revolución? ¿Para eso dieron tantos mártires? Este país, que está progresando de esta manera, con esos jóvenes que están trabajando así en todos los ámbitos, ¿hay que hablarles de este modo? ¿Eso es lo que hay que decirles?

«¡Oigan la voz del pueblo!», dice. Pero la voz del pueblo se oyó atronadora el Trece de Abán (2) de este año. ¿No la oyeron? Oigan la voz del pueblo ustedes. ¿Cuánto tiempo ha transcurrido acaso desde las honras fúnebres al mártir Soleimaní? La voz del pueblo de Irán fue aquella multitud grandiosa; aquellos cortejos fúnebres de diez millones de personas o quizá aun más de diez millones eran la voz del pueblo de Irán. En cuanto recibe el martirio una persona en Isfahán, en Shiraz, en Mashhad, en Karach o en cualquier otro lugar, se pone en marcha una enorme muchedumbre de gente gritando consignas contra el terrorista, contra el alborotador. Esa es la voz del pueblo. ¿Por qué no oyen la voz del pueblo ustedes?

El tercero: conozcan a sus enemigos. Sepan en primer lugar quién es el enemigo. No se confundan de enemigo. En segundo lugar, una vez identificado el enemigo, identifiquen sus puntos flacos, sus incapacidades. El enemigo siempre trata de darles a ustedes la impresión de que es grande y fuerte. Intenten de identificar en qué situación se encuentra el enemigo, qué debilidades tiene, qué puntos flacos, qué incapacidades. Conozcan al enemigo, identifiquen sus planes. Muchos se ven sorprendidos ante los planes del enemigo. Tengan cuidado de no dejarse sorprender.

Bien, les he dicho que identifiquen los modos de actuar del enemigo. Hoy por hoy, el método más importante del enemigo es la falsificación, la mentira. Lo más importante que está haciendo ahora el enemigo es mentir. Esas televisiones que ustedes conocen y ven son del enemigo, así como el ciberespacio; dan noticias falsas, dan análisis falaces, dan a conocer muertos falsos, hacen a unos malos y a otros buenos de manera falaz. Mentiras. y algunos las creen. Sepan ustedes que el enemigo está operando hoy sobre la base de la mentira y el falseamiento. Sabido esto, cae naturalmente sobre sus hombros una responsabilidad: explicar. Este es uno de los lugares donde procede el «Yihad de la explicación» del que he hablado (13). Yihad de la explicación, lucha por explicar.

Decía que identifiquen dónde está la vulnerabilidad del adversario. Uno de sus puntos vulnerables es la lucidez de ustedes. Cuando ustedes son lúcidos, ellos resultan perjudicados. Traten de incrementar su lucidez. Lo que busca el enemigo es hacerse con el dominio de los cerebros. Dominar estos es para él mucho más valioso que dominar los territorios. Si logran apoderarse del cerebro de una nación, esta entregará su territorio al enemigo sin ningún reparo. Los cerebros deben salvaguardarse.

Notas

 

(1) Quienes hoy dicen que debe resolverse el problema con Estados Unidos.

(2) Fecha del calendario solar persa usual en Irán en la que se celebra el aniversario de la toma del Nido de Espías, sede de la antigua embajada de Estados Unidos en Teherán, el 4 de noviembre de 1979 d.C. por los Estudiantes Musulmanes Seguidores de la Línea del Imam (Jomeiní). Alusión a la asistencia a dicha conmemoración este mismo año, aún más masiva que en otros años anteriores.

(13) Entre otras ocasiones, en el discurso pronunciado el 23 de enero de 2022 en un encuentro con panegiristas en el natalicio de Fátima al-Zahra.