«Occidente ha destruido la familia. Verdaderamente la ha destruido. Por supuesto, cuando digo “destruido” no significa que la familia no exista en absoluto en Occidente. Sí, hay algunas familias y son buenas familias además, son familias de verdad. Y hay otras que son una apariencia familiar, sin familia dentro. Leía yo en un escrito occidental, de EEUU, que hombre y mujer, para poder ver a los hijos en condiciones adecuadas y “ser una familia”, como se dice, conciertan una cita, “ven a tal hora de la oficina”, para que la señora llegue del trabajo y tomen juntos un té o una merienda. Es decir, que a una hora determinada —de cuatro a seis, pongamos— llegue ella, vaya también él y cuando lleguen los niños del colegio se sienten juntos a tomar un té. ¡Y eso es una familia! Luego uno se va a hacer sus cosas, el otro se va a su soirée, con sus amigos. Eso no es una familia, es la apariencia de una familia» (04/01/2023).