«A quienes no respetan al hiyab de manera perfecta no hay que acusarlos de irreligiosidad ni de contrarrevolucionarios; no (…). ¿Qué contrarrevolucionarias son esas que acuden con motivación, con entusiasmo y con ardor a participar en tal ceremonia religiosa o tal acto revolucionario? Esas son nuestras propias hijas, nuestras propias muchachas (…). Sí, no es correcto, el mal hiyab o el hiyab débil no son correctos, pero eso no es razón para excluir a esas personas y considerarlas ajenas al campo de la religión, de la Revolución, etcétera. ¿Por qué? Por supuesto, todos nosotros tenemos defectos. Esos defectos debemos corregirlos. Cuanto más podamos corregirlos, mejor» (04/01/2023).