Respecto al mártir Soleimaní, a veces es bueno hablar de los aspectos de su persona y de las cualidades de ese hombre notable, que constituyen en sí todo un extenso capítulo. Era alguien valiente, devoto, responsable, dispuesto a asumir riesgos, listo, inteligente… siempre que sentía que algo debía hacerse o que él era capaz de hacerlo, daba un paso adelante. No había en él pausas, demoras, vacilaciones… Estas son cualidades de tipo personal, y de esta clase de cualidades él tenía muchas en grado excelente. Por encima de todo lo demás, era de intención pura y no buscaba nombre, ni reputación ni que la gente se enterara y demás. La pureza de intención es muy importante y yo creo que es por esa misma pureza de intención que Dios Altísimo lo ha recompensado de esta manera. Todo esto son retribuciones en este mundo: este respeto, estas alabanzas, estos homenajes, etc., son retribuciones en este mundo al mártir Soleimaní. Luego, la retribución en el otro mundo, donde no alcanzan nuestra mente y nuestra razón, está muy por encima de esas cosas. Nosotros no somos capaces de concebirla, pero ya eso que vemos en este mundo es retribución de la pureza de intención, que era uno de los rasgos de su personalidad: era afable, sincero y directo. Si bien se implicaba en cuestiones políticas complejas, en las que trabajaba y obtenía progresos, logrando además buenos resultados, al mismo tiempo era una persona franca, llana, sin engaños ni afectación. Eso es muy importante. Y era así en todos los ámbitos en los que trabajaba. En fin, todo esto son rasgos de personalidad. Con estas cosas, la manera en que nosotros podemos beneficiarnos de ellas es observarlas y crear en nosotros mismos esas cualidades, en el caso de que no las haya. Si no gozamos de ellas, creémoslas en nosotros mismos. Seamos realmente responsables, seamos realmente leales, obremos de verdad por Dios, seamos afables y francos. Esto, en cuanto a las cualidades de ese tipo.
Luego están las características de la labor del mártir Soleimaní: la lógica y el ámbito de su trabajo. Cuando yo observo, en lo que más veo incidir es en los esfuerzos del mártir Soleimaní frente a Daesh, ya fuera en Irak o en Siria. Y sí, claro, esa fue una labor muy importante. Daesh fue un auténtico flagelo, lo es todavía, y el mártir Soleimaní intervino bien en ese campo, actuó bien, demostró su valía, puso en práctica en ese asunto todas esas cualidades individuales de las cuales he mencionado algunas y detuvo esa algarada, que no hacía más que crecer, cortando muchas de sus raíces. Fue esta una parte importante del mártir Soleimaní, pero no la más importante, sino una de las labores que realizó. Una tarea más importante a la que se dedicó desde que asumió el puesto fue reforzar el frente de la Resistencia en la región; justo eso que mira con más recelo la Arrogancia. De eso recela Estados Unidos. A propósito de diversos asuntos no dejan de polemizar y porfiar con nosotros sobre por qué mantenemos presencia en la región y por qué apoyamos a tal gobierno, a tal grupo o a tal persona. Es decir, la cuestión de la Resistencia.
Existe hoy en nuestra región un fenómeno al que hemos llamado Resistencia. Esta Resistencia no se ejerce solo frente al régimen sionista, sino también frente a la penetración de la Arrogancia. Por supuesto, la cabeza de la Arrogancia y el Gran Satán es Estados Unidos, pero no se limita a Estados Unidos. El resto de los sistemas de la Arrogancia son también arrogantes. Esta Resistencia es resistencia frente a ellos. El mártir Soleimaní, tal como yo lo veo, conforme a mi experiencia y lo que sentí, insufló un nuevo espíritu al conjunto de la Resistencia, abrió un camino nuevo ante él y lo equipó tanto en lo espiritual como en lo material.
En este terreno, el testimonio sobre el Sr. Soleimaní de nuestro querido y gran Seyed, el Sr. Seyed Hasan Nasralá, que es una persona realmente insustituible, es todo un capítulo aparte. Él da testimonio de que el mártir Soleimaní revitalizó la Resistencia. Yo también veía de cerca que su actividad en ese campo es una actividad notabilísima y de gran importancia. La labor fundamental del mártir Soleimaní fue en realidad esa, preservar la Resistencia y hacer que creciera, pertrecharla y darle nueva vida en lo material y en lo espiritual. Les daba ánimos, les daba espiritualidad, les daba orientación, les enseñaba el camino, a veces los tomaba de la mano y los llevaba en el sentido hacia el que debían ir, desde el punto de vista espiritual y desde el punto de vista anímico; y desde el punto de vista material los fortaleció.
En fin, no lo hemos olvidado. Yo mismo en los discursos de aquellos años señalaba que los palestinos estaban combatiendo a pedradas, y realmente los palestinos en aquel entonces luchaban con piedras. No tenían nada más. Pues bien, comparen eso con la situación que tiene Palestina hoy día, tanto con lo que sucede en Gaza como con lo que tiene lugar en Cisjordania. ¿Acaso es comparable? A la Resistencia le dio vida él, la revitalizó apoyándose en los medios propios y en sus propias experiencias de los años de la Sagrada Defensa, apoyándose en el buen asesoramiento que se le daba. En definitiva, hizo una gran labor en ese terreno.