«El mártir Soleimaní era valiente, devoto, responsable, dispuesto a asumir riesgos, listo, inteligente. Siempre que sentía que algo debía hacerse o que él era capaz de hacerlo, daba un paso adelante. No había en él pausas, demoras, vacilaciones… Estas son cualidades de tipo personal (...). Era afable, sincero y directo. Si bien se implicaba en cuestiones políticas complejas, en las que trabajaba y obtenía progresos, logrando además buenos resultados, al mismo tiempo era una persona franca, llana, sin engaños ni afectación. Observemos y creemos en nosotros mismos esas cualidades, en el caso de que no las haya. Si no gozamos de ellas, creémoslas en nosotros mismos» (01/01/2023).