«La planificación de los disturbios del otoño pasado se hizo en gabinetes estratégicos de los países occidentales. Los planes se hicieron allá y fueron además planes completos: planificación en los centros de reflexiones occidentales y apoyo financiero, mediático y armamentístico a través de las agencias de seguridad occidentales (…). Las tareas subalternas las hicieron individuos que traicionaron a su país y se fueron de acá al extranjero. Pasaron a ser esbirros y agentes de las políticas de los enemigos de Irán (…). Todo aquello lo conformaban así desde los gabinetes estratégicos de los países occidentales hasta los maleantes de las calles de Teherán y de algunas otras ciudades. Lo tenían todo pensado. Radios y televisiones de países extranjeros enseñaban sin escrúpulos y sin pudor a la gente a fabricar granadas. Pusieron en boca de aquellos la partición de Irán como consigna. Promovieron el uso de armas en las calles, con armamento de contrabando (…). En el exterior, algunos políticos de altos niveles gubernamentales se hicieron fotos de recuerdo con esos mismos enemigos. Se pensaban que la cosa estaba ya hecha. Según los planes que habían tramado, la República Islámica ya estaba acabada. Creían que podían poner a su servicio a la nación iraní. Los idiotas se volvieron a equivocar. Una vez más, desconocieron al pueblo de Irán» (04/06/2023).