En el día 28 del venturoso mes del Ramadán de 1444 h. (1) 

En el nombre de Dios, Clemente y Misericordioso.

Alabado sea Dios, Señor de los mundos, y vayan las bendiciones y la paz para nuestro maestro Muhammad y su familia pura, en especial para el Imam del Tiempo.

La expectativa que tenía de esta reunión no era sino que se pronunciaran palabras con fundamento y bien expresadas, y gracias a Dios así ha sido. Es posible que no comparta algunas de las cosas que ustedes han dicho, pero me alegra profundamente la calidad de la expresión y la estructuración del contenido y doy las gracias a Dios por ello. Bien, estamos además en el final del mes del Ramadán y ustedes han tenido oportunidad de pararse a reflexionar, estudiar y estructurar sus interveniones. De haber tiempo, yo no tendría nada que objetar a que hablasen aún diez personas más, pero nos vamos acercando a la ruptura del ayuno, habría cosas por decir y la reunión quedaría a medias.

Antes de comenzar lo que tengo que plantearles, permítanme decir un par de cosas sobre lo expuesto por ustedes. En primer lugar, algunos me han hecho llegar saludos de otros; les ruego que transmitan el mío a los hermanos y hermanas que a través de ustedes me han saludado a mí, en particular a los familiares de mártires. Sobre el cumpleaños de un servidor, no es nada digno de atención en absoluto, no es más que una circunstancia nimia e insignificante. Luego, las cosas que se han planteado a modo de protesta, de crítica o de sugerencia se pueden debatir. Ahora, ¿dónde deben debatirse? Al fin y al cabo, no son cosas que estén muy claras o sean incontestables. Se les podrían oponer objeciones, pueden discutirse. Lo que me ha parecido es que, si trasladamos esas sugerencias de ustedes para que se atiendan en la Oficina de Planificación, donde parece verse una dinámica nueva, será un paso positivo. Pueden ustedes trasladarlas o bien mediar nosotros: que nuestra oficina haga de intermediaria, las traslade y luego les pidan a ustedes que vayan a hablar, discutan y, Dios mediante, lleguen a una posición común aceptable.

Sobre el asunto de las privatizaciones que han señalado y repetido varios de los estimados aquí presentes y que se dice también fuera de aquí, la lógica que han puesto ustedes de manifiesto no es correcta. ¿Que se ha aplicado mal? Sí, a fin de cuentas, con toda ley es posible que se aplique mal. Pero eso de que pongamos las capacidades del país, las capacidades productivas, las fábricas, aquellas que han estado operando bien en manos del Estado y se las demos… el Estado no puede administrar grandes instalaciones y empresas de producción. El Estado no puede: se crean problemas, se genera corrupción. ¿O acaso han sucedido pocas de esas cosas a lo largo de los años? Con eso, no había otra opción que privatizar; realmente no había más remedio. Y no es algo que se hiciera de repente. Se hizo con reflexión, con estudios, con previsiones, con horas de discusiones… Sí, estoy de acuerdo: las expectativas que tenía un servidor respecto de la privatización por el momento no se han cumplido, pero se han hecho tareas positivas. Cuando ustedes dicen que se han dado empresas estatales al sector privado y no devuelven los dólares al Estado, eso no es cierto. La empresa que no devuelve dólares es la que ahora mismo es estatal. Esa es una deficiencia que yo mismo he señalado recientemente a los responsables del gobierno (2), lo he repetido y lo he planteado varias veces: son esas mismas empresas estatales las que comercian, trabajan, mantienen tratos con el exterior y no retornan los dólares al banco central. Es decir, que no es algo que sea propio del sector privado. Por supuesto que el sector privado tiene también defectos. Requiere vigilancia, atención y observancia; todo eso es necesario, no cabe duda.

Respecto a la reunión económica de los presidentes de los Tres Poderes: en primer lugar, no se trata de algo permanente, sino temporal. En segundo lugar, tiene unos propósitos particulares. Yo determiné cuatro cuestiones y se las trasladé. Una es la del presupuesto: ordenación del presupuesto y corrección de la estructura presupuestaria —esto último es uno de nuestros grandes problemas—. Una era esa, y luego dos o tres más. Ese era el objetivo de dicha reunión. Cierto es que de momento no ha progresado como debe, pero el remedio no es ponerle fin. El remedio es perseverar hasta que esas tareas se lleven a cabo. Hay algunas cuestiones en las que el problema está en la falta de acuerdo entre los responsables de alto nivel. Bien, ahora ¿cómo lo solucionamos? Pues la solución es decirles que se reúnan, que discutan, tomen una decisión única y la apliquen. A eso obedece la formación de ese consejo.

En todo caso, si Dios quiere, espero que el Altísimo ayude con eso que ustedes desean y dicen —y yo sé que ustedes hablan de corazón, que lo que dicen es verdaderamente su convicción y por eso lo dicen— y se lleve a cabo en la medida en que a mí me compete, así como también en la medida en que compete a otros responsables, si Dios quiere. La expresión formal de los discursos de hoy ha sido excelente: perfectamente correcta, muy pensada. Y yo insisto mucho en la cuestión de la expresión de las cuestiones con una formulación correcta. Eso influye.

Bien, el Ramadán es la primavera de la espiritualidad y de la adoración. Ahora está terminando, pero ustedes tienen otros meses de Ramadán por delante, si Dios quiere. Ustedes los jóvenes tienen ante sí decenas de meses de Ramadán y deben aprovecharlos. Primavera de la espiritualidad, primavera de la adoración… y también es primavera la juventud, primavera de la vida. Por tanto, el joven en el Ramadán goza de una primavera redoblada, de una primavera en la primavera. Aprovéchenlo. Hay una gran diferencia entre el provecho que ustedes pueden sacar de la Noche del Qadr y el que puede sacarle alguien en la edad de un servidor o similares. Ustedes pueden aprovecharla mucho más. Valórenlo.

Esa bella redobladura, la coincidencia de dos primaveras, se dio también en otro lugar: en el período de la Sagrada Defensa. También allá confluyeron juntas dos ocasiones de elevación y ascensión. No en vano, el frente de defensa es un frente en el que se da la vida. El que va suele estar dispuesto a hacer don de su vida o de su salud. Esa es una renuncia de enorme enjundia. A todos los que acometen esa renuncia, el frente los hace ascender y los lleva al apogeo espiritual. Pero para quienes nos dejaron, que en general eran además jóvenes, la cosa fue de otra manera.

La dinámica y la elevación de aquellos jóvenes que fueron al campo de batalla eran tales que una persona como el difunto imam, nuestro gran imam (Jomeiní), que pasó años de travesía espiritual y mística, ¡envidiaba su estado! Yo no sé si ustedes leen esas biografías de mártires o no. Yo las leo, se me saltan las lágrimas con ellas y les saco provecho. Para mí tienen un auténtico provecho. Me figuro que una de las cosas que hacen ustedes es sin duda leer las biografías de aquellos mártires amados, en especial las de algunos de gran espiritualidad. Ellos sí que obtuvieron provecho. En mi opinión deben ustedes aprovechar el mes del Ramadán, del que ya no quedan más que dos o tres días, pero si Dios quiere tienen ustedes por delante muchos años. Prepárense desde ahora mismo para el próximo Ramadán.

Luego, hay un consejo que he dado muchas veces y ahora felizmente he visto como dos o tres personas de los intervinientes lo han repetido también. Es algo que cuenta con la aprobación total de un servidor y es que los estudiantes y los colectivos estudiantiles necesitan tener unas bases sólidas para la comprensión y el conocimiento. Esa es una necesidad que sin duda tienen. Es un consejo que doy siempre y quiero insistir de nuevo en ello: si la comprensión de la persona joven –especialmente, del joven estudiante— se apoya sobre unas bases sólidas, el joven tendrá aplomo, pisará fuerte, su progreso tendrá continuidad y el cansancio desaparecerá. La seguridad del fuero interno hace que la fe aumente, y la propia fe da seguridad. Esa seguridad interior y esa tranquilidad de corazón incrementan la fe: “Él es Quien hizo descender la tranquilidad en el corazón de los creyentes para que añadiesen fe a su fe” (Sagrado Corán, 48:4). Antes eran ya devotos, pero cuando Dios Altísimo les dio esa serenidad de corazón por haberse apoyado en los hechos espirituales y divinos, su fe aumentó.

Y bien, ¿cuáles son esos fundamentos para la comprensión, esas bases gnoseológicas? En el Islam, hay bases para la comprensión de lo personal, de lo interior, lo social, lo político y el ámbito internacional. Todo eso está en el Islam. Una de las cuestiones básicas del modo de comprensión que se plantea en el Islam es la de la libertad. Otra de las cuestiones que sirven de base gnoseológica, una de las más importantes, es la de la justicia. Eso debe quedar resuelto. El joven estudiante debería reflexionar sobre esas cosas y trabajar en ellas hasta conocerlas en profundidad. Lean ustedes libros, lean La cumbre de la elocuencia, mediten sobre el Corán durante la recitación; puede ser, por ejemplo, sobre la justicia. Por supuesto, uno de los exponentes importantes de la justicia es la eliminación de las desigualdades económicas, sociales, etc., pero no se trata solo de eso. Ese es uno de los aspectos fundamentales. La justicia comienza por nuestros juicios personales; comienza por nuestros actos personales, lo que decimos, las opiniones que nos hacemos de las personas y de los actos: “Y no dejéis que los malos sentimientos contra un pueblo os lleven a no ser justos” (Sagrado Corán, 5:8). Incluso si estamos en oposición con una persona, en enemistad o en desacuerdo con sus ideas, no debemos ser injustos con ella. La mayor tragedia que puede haber es que en el Día del Juicio un infiel pueda recriminarle a uno que cometiese una injusticia con él en tal o cual lugar. Más penoso que eso no hay realmente nada. O el Día del Juicio estar en deuda con un enemigo de Dios, que te agarre y te diga que has cometido una injusticia con él. La justicia es eso. Luego, la justicia en el ámbito internacional: este combate contra la Arrogancia en el que insistimos siempre es uno de los ejemplos más importantes de justicia. Algunos buscan justicia sin pensar en que una parte de esa búsqueda de justicia es también la lucha contra la Arrogancia, Estados Unidos y el sionismo. Pues lo es. Es así.

Libertad: la libertad es muy importante, y la parte más importante de la teoría de la libertad en el Islam es la referente a la libertad respecto de este marco material. La perspectiva materialista dice: “Usted nace un día, vive una serie de años y luego deja de existir. Todos estamos condenados a la inexistencia”. Y en esa jaula material, le dan a usted ciertas libertades: libertad para la lujuria, libertad para la ira, libertad para la iniquidad… todo tipo de libertades. Pues eso no es libertad. Libertad es la del Islam. El Islam no nos confina en un marco material: “Fuisteis creados para permanecer, no para perecer” (3). No dejamos de existir; no desaparecemos. Dice Moulaví:

Llegó el momento de morir y saltar al otro lado del arroyo.
Todo lo creado muere salvo Su faz.

La muerte no es el final. La muerte es el comienzo de una nueva etapa, la etapa principal. Cuando lo contemplan ustedes de esta manera es cuando pueden alzar el vuelo, y entonces ya no existen límites para su acción, para su progreso, para su elevación. Esa es la libertad. Todas las libertades de la vida —la libertad personal, la libertad de conciencia, liberarse de la prisión del anquilosamiento, de la rigidez, de la laxitud, de los atrasos de distintos tipos, de las obstinaciones sin sentido, la liberación de las garras de las grandes potencias y los dictadores— procede de esa base de la libertad del Islam. Hay que reflexionar sobre eso y trabajar sobre ello. La forma de hacerlo no es que venga yo, pongamos por caso, y les hable media hora. Deben trabajar ustedes mismos. Hay que reflexionar, hay que leer libros.

Está también la cuestión de la espera del Salvador. Entre los principios básicos más importantes de nuestra reflexión y nuestra religión está la espera del Salvador, la espera del alivio. Lo que significa es que todas nuestras penalidades pueden solucionarse y dejarse a un lado. No que se sienten a esperar, sino que hay que estar alerta; igual que cuando en la historia del profeta Moisés se le dijo a su madre: “En verdad, Nosotros te lo devolveremos y lo haremos uno de los Mensajeros” (Sagrado Corán, 28:7). Te devolveremos a este niño, haremos de él uno de los Mensajeros y los salvará a ustedes. Aquello fortaleció a los Hijos de Israel, que resistieron durante muchos años en el Egipto faraónico. Cierto es que luego se estropearon, pero durante años resistieron. Fue aquella misma resistencia lo que les llevó a Moisés; él comenzó su acción y ellos lo siguieron, lo que condujo a la destrucción de Faraón y su gente. Eso es la espera del alivio, la espera del Salvador. La espera del alivio es la expectativa de que todos los defectos que ustedes han señalado ahora se resuelvan; y hay diez veces más defectos que ustedes no han dicho. La espera del alivio es eso; quiere decir estar preparado, pensar, no imaginar que se está en un callejón sin salida. Figurarse callejones sin salida es algo muy malo. Ese es el significado de la espera del alivio. Deben tenerlo presente.

Por otra parte, Dios Altísimo lo ha dicho repetidamente en el Corán: “Dios ha escrito: ‘Ciertamente, Yo y Mis Mensajeros somos los vencedores’”. “Dios ha escrito” quiere decir que es ley categórica de Dios que los profetas venzan, sin que haya ahí nada que discutir. “En verdad, Dios defiende a quienes tienen fe” (Sagrado Corán, 22:38). Dios defenderá a los fieles devotos. De eso no cabe duda ninguna. O bien: “Quisimos favorecer a quienes habían sido desfavorecidos en la Tierra e hicimos de ellos dirigentes” (Sagrado Corán, 28:5). De esto no cabe duda ninguna: es una promesa de Dios Altísimo. Y esas realidades las hemos visto por nosotros mismos. Hubo un tiempo en que decíamos esas cosas citando el Corán, La cumbre de la elocuencia o el Sahifa sayadiya, pero luego ¡las vimos en nuestra propia vida! Claro, ustedes son todavía muy jóvenes. Si Dios quiere, cuando hayan vivido aún diez o veinte años más de los que he vivido yo, habrán visto muchos ejemplos. Yo a mi edad los he visto. Vi el triunfo de la Revolución, que fue la victoria del bien frente al mal. Nadie lo hubiera pensado; en realidad, nadie se lo hubiera podido imaginar. El difunto Taleqaní me dijo a mí mismo: “El día en que el imam (Jomeiní) me dijo ‘el shah se tiene que ir’ (5), yo pensé: ‘Hay que ver ¡qué cosas dice el imam!’”. Y Taleqaní no era un cualquiera. Es decir, que alguien como era el difunto ayatolá Taleqaní, un ilustre y profundo combatiente con todo el historial que él tenía, no albergaba esperanzas y, sin embargo, ocurrió: la Revolución triunfó. “Ciertamente, Yo y Mis Mensajeros somos los vencedores”.

Está igualmente también la Guerra Impuesta. Claro, ustedes no estaban y no lo vieron. La Guerra Impuesta fue un suceso asombroso, con todos contra nosotros: Estados Unidos, contra nosotros; la Unión Soviética, contra nosotros; la OTAN, contra nosotros; los países musulmanes, contra nosotros; nuestro vecino Turquía, contra nosotros. ¡Todos! Pues ganamos nosotros. En una guerra semejante, en la que estaban todos contra nosotros, vencimos nosotros. Por lo tanto, también nuestra experiencia muestra lo mismo. La espera del alivio es eso. No consiste solo en sentarnos a esperar y rezar para que Dios haga que llegue el imam Mahdi, aunque por supuesto esa es una tarea obligatoria: debemos rogar, debemos pedirlo y perseverar. Pero no es solo eso. “Espera del alivio” quiere decir que, en todo aquello que hacemos y tenemos un problema, una de nuestras previsiones seguras debe ser que ocurra el alivio que esperamos, como de hecho será. El ser humano debe tener expectativa. Por supuesto, hay unas condiciones para ello: hay que esforzarse. La espera del alivio de comer un pan va con ir a la panadería, comprar el pan y llevarlo a casa. De lo contrario, si nos quedamos ahí sentados, el pan no va a venir a nosotros. Debe producirse una acción para que tenga lugar la espera del alivio. Son estos los principios básicos de los que hablaba, y como estos hay muchos. Está el principio de la unicidad divina —prohibido que rija otra soberanía que no sea la de Dios; es decir, la negación de la soberanía de lo que no es Dios—. Como estos hay muchos y sobre esos principios básicos deben ustedes trabajar. En especial, deben trabajar sobre esos principios ustedes los de las asociaciones. Y no se concentren en un aspecto limitado; mantengan una perspectiva amplia, vean ustedes todas las cuestiones.

Me parece que es bueno que se haya mencionado aquí al mártir Motahharí, al mártir Beheshtí, al difunto señor Mesbah Yazdí y a otros similares. Sus libros son buenos, como es buena también la experiencia de nuestros jóvenes. Piensen por ejemplo en un basiyí que está haciendo esfuerzos y mantiene una actividad cerca de Teherán, como era el caso del mártir Mostafá Sadrzadé. Sobre él se han escrito un par de libros que yo he leído. Uno ve ahí su afán por trabajar, por hacer. Uno debe observar esas cosas y avanzar. Ese es el primer motivo de reflexión que quería plantearles.

Quisiera hacer también varias consideraciones sobre los estudiantes universitarios; tendré que hablar rápido, a ver si llega para todo. El primer punto, sépanlo ustedes, es que mi opinión concluyente y rotunda es la siguiente: las actividades estudiantiles, como los propios estudiantes, son una oportunidad para el país. Es un error que algunos puedan sentir una amenaza ante las actividades estudiantiles o ante cualquier tipo de actividad —de actividad sana, claro, porque ahora mencionaré algunos vicios—. La actividad estudiantil es una oportunidad para el país. Son una oportunidad las reivindicaciones estudiantiles. Es una oportunidad el lenguaje del estudiante. Es una oportunidad ese sentido de la responsabilidad que tienen los estudiantes respecto de los acontecimientos del país. Que ustedes vengan aquí y señalen tal y cual problema con ardor, con afán, es una oportunidad para el país; es valioso para el país. La pasión que tiene el colectivo estudiantil y juvenil por resolver los desajustes es una oportunidad. La presencia entusiasta de los estudiantes en los diversos acontecimientos, ya se trate de sucesos naturales, de sucesos políticos como las marchas del Día de Al-Quds, del Veintidós de Bahmán, etc., todo eso son oportunidades considerables. La expresión de opiniones sobre los asuntos políticos o económicos, sobre algunas decisiones… eso son oportunidades. Esas opiniones son una oportunidad. No digo que sean acertadas, ¡atención! Puede que algunas sean correctas y otras no lo sean. Pero el hecho en sí de expresar una opinión, de reflexionar, de pensar sobre una cuestión, etc., es una oportunidad para el país. Claro está que hay también ciertos vicios. La actividad estudiantil no debe caer en ciertos vicios. Estén atentos. Claro está, los jóvenes no creen que los viejos también fueron jóvenes una vez, pero en definitiva también nosotros lo experimentamos y sabemos cómo es ser joven.

Los errores y equivocaciones no son algo infrecuente en la juventud; es muy frecuente que ocurran, y se producen de distintos tipos. Estén atentos. Los vicios de las actividades estudiantiles deben superarse. Hay que crear un entorno saludable.

No debe fomentarse la polarización. Las actividades estudiantiles no deben polarizar al colectivo estudiantil; tampoco deben polarizar al país. Esta es una de las cuestiones que tienen mucha importancia. Ese tipo de polarización es lo que quiere el enemigo.

Hay que ser realistas. Ustedes pueden venir ahora aquí y recomiendan algo, pero puede que esa recomendación requiera tiempo o que implique unos costes. Es posible que esos costes no sean asumibles, que sea algo que no está al alcance de la mano. Eso debe tenerse en cuenta. En otras palabras, la actividad estudiantil y las reivindicaciones estudiantiles deben ser realistas.

En la medida de lo posible, deben presentar soluciones científicas que sean prácticas. En primer lugar, que sean soluciones científicas, con conocimiento, con pensamiento; y luego, que sean prácticas, que no sean solo cosas que queden bien sobre el papel, sino cosas que se puedan hacer. Cualquiera de ustedes que entre a trabajar en la práctica —y lo que reclamaban algunos de ustedes era justamente por qué no ponen a jóvenes en puestos intermedios, que es algo que deben hacer— cambiará de opinión respecto a la que tiene ahora, porque verán las realidades, los problemas y la dificultad de la tarea.

Una vez, fueron a ver al imam (Jomeiní) —hablamos de la época en que estaba en vida— para quejarse del gobierno. Según me contó él a mí, el imam escuchó lo que decía aquel buen hombre y al final se limitó a decir: “Mire usted, administrar un país es difícil”. Y realmente lo es (6). Tienen que escuchar lo que dice la gente. Pero, ¿qué es lo que dice la gente? La gente no tiene cosas que decir sobre todos los asuntos ni dicen todos lo mismo. Además, hay que reflexionar, hay que estudiar. “Lo que dice la gente” tiene su mecanismo. “Lo que dice la gente” es lo que existe en la actualidad: la gente elige a una persona como presidente de la República. Ahí tienen lo que dice la gente. Eligen a ciertas personas como representantes en la Asamblea. Ahí está lo que dice la gente. Esa es en definitiva la manera en que se puede ver qué dice la gente.

Luego, uno de los hermanos aquí presentes ha hablado de referéndums. Lo que ha dicho es que, si desde el principio hubiéramos sometido a consulta todas las cuestiones que se planteaban, ahora no existiría esa susceptibilidad respecto a los referéndums. Pero ¿en qué parte del mundo se hace eso? ¿Acaso pueden someterse a referéndum las cuestiones variopintas del país? ¿Acaso toda la gente que ha de participar y participa en los referéndums tiene la posibilidad de analizar cualquier cuestión de que se trate? ¿Qué idea es esa? ¿Cómo puede celebrarse un referéndum sobre cuestiones sobre las que puede hacerse propaganda y sobre las que se puede hablar desde todas partes? Mantienen a todo un país seis meses ocupado con discusiones, controversias, diálogos y polarización para que se someta a referéndum una cuestión. ¿Qué hacemos? ¿Referéndums sobre todos los asuntos? Las cosas no son tan sencillas.

Uno de los vicios mencionados son las prisas. No debe haber apresuramiento. La voz del estudiante no debe limitarse a amplificar los problemas. No digo que no los señalen, pero no señalen solamente los problemas. En el país hay también aspectos luminosos y positivos. El estudiante debería señalarlos también: que diga esas cosas, pero también las otras. Que no se convierta en un mero propalador de las primeras. Que no haya mal humor. Que no haya superficialidad. No conviertan problemas locales en nacionales. A veces, ocurre algo en un rincón del país y tal asociación estudiantil va y convierte eso en una cuestión nacional. Eso es un error. Eso va en detrimento del país. Así no se está evacuando el peso del problema ni se le está dando respuesta. Que se convierta un problema local en problema nacional perjudica al país.

La intención del estudiante no ha de ser exhibirse y ser visto. Miren ustedes, insisto en ello: ni el estudiante a título personal ni la asociación estudiantil deben decir cosas para ser vistos. Eso priva a la acción de bendiciones; priva de bendiciones a la palabra, la vuelve estéril; y, por supuesto, resulta además perjudicial.

No se hundan en el ciberespacio. En fin, pese a todo lo que se dice de una parte y de otra, en el país internet existe. Existen las redes sociales y existe internet. Algunos se quedan sentados para que les llegue de internet un torrente de análisis, de noticias, de contenido y de documentos. Eso está mal. Tomen ustedes las riendas del espacio virtual, sean ustedes quienes orienten el ambiente de internet, que sean las ideas, las noticias y los análisis de ustedes los que vayan a internet, no al revés. Esos son los vicios de la actividad estudiantil. A veces, hay estudiantes devotos inquietos que nos preguntan qué deben hacer. A veces nos escriben, otras van a nuestra oficina, hablan con nuestros estimados colaboradores y uno advierte su inquietud y que quieren hacer algo. Una de las cosas que se deben hacer es purgar de vicios las importantes actividades estudiantiles, que para el país suponen una valiosa oportunidad, un valor.

Otra consideración sobre los estudiantes: con las cosas que he dicho no busco dar respuesta a sus preguntas. No es eso lo que busco ahora ni es posible hacerlo además en estos límites de tiempo. Lo que quiero es que ustedes actúen con fundamento; que ajusten su acción a una perspectiva de horizontes amplios. Ustedes son propensos a la acción. La mejor juventud del país la conforman por lo general nuestros estudiantes; y ustedes, estudiantes devotos, quieren actuar. Yo quiero que ese propósito se realice con la mirada puesta en horizontes lejanos. Me preguntan: “¿Qué debe hacer en su opinión un buen estudiante con ambición y visión de futuro?”. Mi respuesta es la siguiente: lo primero, crear transformación en la mente y en la realidad de su sociedad; y a continuación, crear transformación en la mente y la realidad del mundo. ¿Los sorprende que un estudiante pueda cambiar la realidad del mundo? No hay de qué sorprenderse.  Ustedes hoy son estudiantes, pero ese estudiante de hoy es quien mañana será dirigente político o administrará algún sector importante del país. Los que hoy son responsables del país fueron antes estudiantes como ustedes y ahora son los responsables del país. Están ocupados en la administración política, económica, diplomática… El estudiante de hoy es el filósofo de mañana, el investigador de mañana. El estudiante de hoy es quien mañana actuará y será influyente en el campo de la cultura, de la prensa y de los medios de comunicación. El estudiante de hoy es el presidente de mañana, el cerebro pensante de mañana, la persona influyente de mañana. Uno no va a ser siempre joven ni estudiante. Ustedes pueden preparar el terreno de tal modo que mañana se conviertan en esas cosas que he dicho y sean verdaderamente influyentes; que cambien tanto la mentalidad de la sociedad como su realidad. Hoy lo están diciendo ya todos; nosotros lo dijimos antes y ahora lo dicen todos: el mundo está cambiando. ¿Quién es la causa de esta transformación? Los cerebros que reflexionan, las personas que actúan, quienes se ocupan de grandes tareas. Son esos quienes crean esta transformación. Y eso son ustedes. Hoy, ustedes son estudiantes, pero mañana serán aquellos que puedan crear esa transformación. En definitiva, lo que yo espero de ustedes es que contemplen el futuro de esa manera.

Ahora bien, aquel que mañana sea crear una transformación no será necesariamente una persona pía, distinguida, creyente y fiel. Y a veces algunos se descarrían. Deben intentar no descarriarse. Deben intentar moverse dentro de la línea correcta, el camino recto de Dios. Ese es el mañana hacia el que se dirigen ustedes. Refuercen desde hoy sus cimientos —sus cimientos intelectuales, sus cimientos de fe, sus cimientos de racionalidad—, a fin de estar preparados para un mañana semejante. En esto, me ha parecido que hay cuatro aspectos dignos de reflexión: religión, inteligencia, saber y determinación. Esas cuatro cosas son necesarias: unas bases religiosas, unas bases de ciencia y conocimiento, unas bases de razonamiento y unas bases de voluntad y determinación —determinación férrea, voluntad férrea—. Eso es lo que deben fortalecer en sí mismos. Quien se mejore más a sí mismo trabajando en esos campos tendrá mañana más posibilidad de influir. Algunos llegarán a la cima; otros quizá no lleguen ahí, pero serán influyentes en cierta medida. Depende de cuánto se preparen ustedes. Y ese era otro asunto.

Otra reflexión concierne a los grupos estudiantiles. Bien, cuando hablamos de estudiantes, el mismo término “estudiante” evoca a la mente una serie de ideas, poniéndolas ante nuestros ojos. Por ejemplo, cuando decimos “estudiante”, acuden a la mente de uno la búsqueda del conocimiento, la juventud, el dinamismo, el deseo de novedad, la innovación, sentimientos de altruismo como la hostilidad a la corrupción, la hostilidad a la injusticia, etc.  Sin embargo, más importante que todo eso es a mi parecer disponer de unas bases intelectuales, como señalé al principio. Refuercen y consoliden sus bases intelectuales. Fíjense en que no estoy diciendo que dejen ustedes a un lado por el momento las demás ocupaciones y se dediquen solamente a pensar y leer. No, debe hacerse a la vez. La lectura, el pensamiento y el trabajo para mejorarse a uno mismo a la vez que se actúa tienen más posibilidades de dar buenos resultados que si uno va y se queda en un sitio, cancela todas sus actividades, cancela las actividades estudiantiles y se limita, por ejemplo, a leer buenos libros. Familiarícense con las fuentes religiosas, entren en relación con pensadores profundos y dignos de confianza. Actualmente, entre los pensadores y los ulemas que reflexionan hay buenas personas.

Un asunto más que traigo anotado para decirles es que, en lo que respecta al conocimiento de los planes y estrategias del enemigo, tenemos que estar al día. Todos nosotros debemos estar al día, aunque haya algunos que en cuanto mencionamos al enemigo se irritan y dicen: “¡Ya están culpando a enemigos extranjeros!”. Como si, cuando decimos que tenemos enemigos, quisiéramos negar nuestras propias debilidades, nuestros defectos y nuestras negligencias. No, todo eso está ahí, pero lo otro no hay que olvidarlo. El enemigo existe, tanto si nos gusta como si no. Tanto si nos damos cuenta como si no, el enemigo existe y trabaja. Trabaja sin cesar. Gasta dinero, reúne medios y trabaja contra el frente de la verdad y la justicia. Si nosotros nos descuidamos, él no se descuida. Man nama lam yunam anh (7). El Príncipe de los Creyentes dice en La cumbre de la elocuencia: “Que alguien se duerma no implica que su enemigo se haya dormido”. Si ustedes se duermen en la trinchera, eso no quiere decir que el sueño se haya abatido sobre la trinchera del enemigo y él se haya dormido también. No es así. Es posible que ustedes estén dormidos y él esté despierto. En definitiva, que el enemigo existe y eso no se puede negar.

La estrategia del enemigo consiste en que desconfiemos de nosotros mismos. Uno de los hermanos que han intervenido aquí habló de la cuestión de la esperanza. Habló bien, además; yo no niego lo que ha dicho. Pero que la pérdida de la esperanza tenga un origen fundamentalmente interno, yo eso no lo acepto. Sí, sin duda existen problemas internos y estamos al tanto de ellos, pero no son tales que descorazonen a un joven estudiante motivado. Un joven estudiante motivado se desilusiona de otra manera. Por ejemplo, un profesor o tal y cual persona, alguien carente de compromiso, se sienta a hablar íntimamente con un estudiante —de manera individual, aunque lo mismo se hace por otras vías de manera colectiva y a gran escala— y le dice: “¿Qué ilusiones te haces para estar estudiando aquí? ¡Anda y vete!”. Al joven luchador le dice: “Con el dólar a estos precios, con la inflación de estos años, ¿qué esperanza tienes? ¿Qué ilusiones te haces para estar aquí estudiando o trabajando?”. Es así como se instala la falta de esperanza. Eso tiene efecto. Claro está que el joven devoto, combatiente, consciente e inteligente responde, sin vacilar y con claridad: “Sí, hay problemas, pero yo estudio porque tengo intención de vivir en este país aún por décadas y que mis hijos, mis nietos, mis descendientes y los de mis compatriotas vivan aquí durante siglos. Yo quiero arreglar los problemas y estudio para hacerlo. Lucho para solucionar los problemas”. Eso es lo que responde un joven musulmán. Sin embargo, los otros siguen con lo suyo y eso influye en algunos. Este es un ejemplo.

Otro ejemplo de cómo hacen que desconfiemos de nosotros mismos: la insistencia de medios de comunicación variopintos y malévolos en establecer que el pueblo de Irán se ha apartado de sus creencias religiosas y de sus sentimientos revolucionarios. No cejan. Eso lo dicen y lo repiten una y otra vez, y además aquí tienen un cierto séquito que también dice esas cosas. Las dicen en el espacio virtual, las dicen en periódicos, con la idea dicha de distintas maneras de que “la gente se ha apartado de la religión”. Pues bien, lo repiten; y una persona que esté descuidada y no reflexione lo acepta, lo cree. Ahora bien, llega la Noche del Qadr y de repente se ve como las congregaciones de este año son más fervorosas que las del año pasado. Hay más súplicas a Dios, más llanto, más imploración, mayor presencia de la juventud y más lágrimas en estas congregaciones que en las del año anterior. Llega el Día de Al-Quds y las multitudes son más compactas que un año antes. Llega el Veintidós de Bahmán (8) y la muchedumbre es el doble que el año previo. Es decir, que lo que existe es lo contrario de lo que dicen aquellos, pero ellos siguen tentando con sus insinuaciones. Ya lo he citado: “Del mal del susurrante tentador, el que susurra en el pecho de los seres humanos y procede de los genios y de los seres humanos” (Sagrado Corán, 114:4-6). Este último “seres humanos” se refiere a esos mismos que están siempre tentando.

Un ejemplo más: piensen en cuatro personas acaudaladas o empresarios que abandonan el país; agarran su dinero y se van a otro lugar, y esos dicen: “¡Mírelo! ¿Qué esperanzas se pueden tener para desarrollar una actividad económica aquí? ¡Si se están yendo!”. Bien, sí, se han ido cuatro, pero cuarenta veces más personas se quedan y están haciendo sus negocios. Se están creando miles de empresas basadas en el conocimiento y los jóvenes están siendo empleados. La realidad de la sociedad es esa, pero el enemigo hace lo que puede para que todos pierdan la esperanza. Ese es el plan del enemigo, de modo que préstese atención: lo que tiene planeado el enemigo es hacer que desconfiemos de nosotros mismos. Quieren hacer que perdamos la esperanza en nosotros mismos, que desconfiemos de nuestro gobierno, que desconfiemos de nuestro entorno estudiantil, que desconfiemos de nuestra gente. Pues no, el país está haciendo progresos; y buenos progresos, además.

Claro está que tenemos fallos. Si es por expectativas, es posible que un servidor tenga más expectativas que algunos de ustedes y protesto también más. A veces, eso sí, no hace falta que uno hable públicamente, pero en definitiva digo las cosas y protesto. Sin embargo, constato que estamos avanzando. El país está avanzando, gracias a Dios. Antes no teníamos en el país tantos jóvenes devotos, activos, motivados y con buenas ideas. Hoy, gracias a Dios, los tenemos. Y este era un asunto más.

Otro asunto es que, a la juventud iraní, nuestros enemigos le tienen rencor. Sépanlo y que lo sepan nuestros jóvenes; tanto ustedes, que deben tenerlo presente más que los demás, como el común de los jóvenes del país. El enemigo, la Arrogancia, los cárteles (9) sionistas que dominan en Europa y Estados Unidos… son sin duda muy hostiles a los responsables de la República Islámica; si pueden, los harán pedazos. Pero es que a los jóvenes les son más hostiles aún. Y eso, ¿por qué? Porque, de no ser por ustedes, por la motivación de los jóvenes y por la juventud del país, los responsables del país no podrían hacer nada. Quien está haciendo las cosas en realidad son los jóvenes. Nuestro avance y nuestro progreso se deben a los jóvenes y, por eso, ellos les guardan rencor. Desde el principio de la Revolución hasta hoy, han sido los jóvenes quienes se han encargado de las grandes tareas y las han sacado adelante en los distintos frentes, los distintos campos. Digo esto sobre todo para que los responsables del país lo tengan presente, que afortunadamente lo tienen; emplean a muchos jóvenes, pero deberían emplear a más todavía. Los jóvenes iraníes se han afanado en distintos ámbitos.

Otra nota que traigo: en el ámbito de la administración del gobierno, hemos tenido como directivos gubernamentales a jóvenes tales como el mártir Musa Kalantarí o el mártir Tondguyán. Eran ministros y jóvenes, igual que el mártir Qandí o el mártir Abbaspur. Estos alcanzaron el martirio y eran jóvenes. Estaban todos ellos —los que he nombrado y algunos otros que voy a nombrar— en la veintena o la treintena, ocupados en el campo de la administración del gobierno. El difunto Musa Kalantarí contaba una vez: “Estaba yo sentado en la segunda o tercera fila en el rezo colectivo y había una persona a mi lado. En la fila de delante estaba colocado el mártir Abbaspur”, que era también ministro y que también alcanzó el martirio. Siguió: “El que estaba a mi lado señaló a Abbaspur y dijo: ‘Mire, ha venido un ministro ¡y se ha puesto en fila con los demás para rezar! ¡Mire a dónde hemos llegado!’”. Era a principios de la Revolución, claro. El mártir Kalantarí, con aquel bello acento turco que tenía, siguió: “Le contesté: ‘Pues te voy a decir algo todavía más sorprendente, ¡yo también soy ministro!’” (9). Fueron buenos ministros, buenos gestores. En el ámbito militar, tuvimos a gente como el mártir Hemmat, el mártir Jarrazí, el mártir Babaí, el mártir Hasán Baqerí, el mártir Shirudí, el mártir Ardestaní, el mártir Sayyad Shirazí…, aunque Sayyad alcanzó el martirio ya más mayor, pero cuando combatía estaba en esa edad que he dicho. Aquellos hombres cambiaron el curso de la guerra, haciendo que fuera la República Islámica la que estuviese en posición de fuerza frente a todos los aliados de los reaccionarios y de la Arrogancia.

En el campo del arte y la literatura, están el mártir Aviní, el difunto Salahshur, el difunto Talebzadé… Es verdad que estos eran ya mayores al final de sus vidas, pero en su juventud hicieron muchas cosas y no es poca la gente como ellos. En el campo de la ciencia y la investigación, el mártir Tehraní Moqaddam, el difunto Kazemí Ashtianí, el mártir Mayid Shahriarí, el mártir Rezaineyad, el mártir Ahmadí Roshán… En fin, esos son nuestros jóvenes y esa cadena continúa hasta el período actual de ustedes, el período contemporáneo suyo, en el que hemos tenido al mártir Hoyayí, Mostafá Sadrzadé, Armán Aliverdí, Ruholá Ayamián… Gente sobresaliente, personalidades verdaderamente distinguidas. Y hoy existen miles, decenas de miles, cientos de miles de jóvenes iraníes con sentido de la responsabilidad. Ellos son la fuerza motriz, ellos son el motor que impulsa el movimiento del país y el del sistema político, cada uno en un lugar. Todos ustedes, todos y cada uno de ustedes deben ser así. No digo que reciban el martirio, no lo quiera Dios, aunque si es en la vejez no pasa nada. Una vez que halan alcanzado los setenta u ochenta años, entonces sí, pero de momento, mientras sean jóvenes, tenemos tarea para ustedes; no sean mártires. Pero vivan como los mártires, vivan de verdad como ellos, actúen como ellos. Las potencias maléficas están muy en contra de ese grupo.

Queridos jóvenes, sigan resueltamente el camino luminoso. Sigan el camino luminoso de la Revolución, del Islam, del país, de la República Islámica, etc., con resolución. El país los necesita. Para eso, les hace falta idealismo —el idealismo es una de unas cuantas cosas que son verdaderamente necesarias—. Les hace falta esperanza, les hace falta racionalidad… así es. El idealismo son esos horizontes lejanos a los que antes aludía. Sin eso, no se puede. El idealismo es el motor de la acción. El combustible es la esperanza. Si no hay esperanza, el motor no arranca: se le queda a uno el idealismo en el corazón y sufre por él. Y la racionalidad es el volante de ese motor. Deben reflexionar con racionalidad, ejercitar su razón y avanzar.

Sobre la universidad tengo mucho que decir. También ustedes han hecho algunas alusiones y lo que han dicho es correcto. Las objeciones son acertadas. Yo quiero decir que la gran carencia de nuestra universidad hoy en día es la falta de un plan científico realmente global. No sabemos sobre qué base se distribuye a los estudiantes por disciplinas de estudio. Esas disciplinas científicas deben ser necesarias para el país, tienen que servir al país. ¿Cuántos estudiantes tenemos en tal disciplina? Esas cosas deben pensarse, deben trabajarse. Yo pido al Excmo. Sr. ministro de Ciencias (10), quien sin duda está aquí, que se ocupe de esto, que es una de las tareas más importantes que debe llevar a cabo. En Irán hay algunas carreras universitarias que no se necesitan y para las cuales no hay empleo. ¿De qué sirven entonces? Hay trabajos y disciplinas universitarios cuya existencia… (no es indispensable). Tenemos ahora quizá varios cientos de miles de graduados de enseñanza secundaria, listos para trabajar, que pueden pasar a ser empleados en distintos sectores. A esos los llevamos a la universidad y, pasado un tiempo, entregamos al país varios cientos de miles de licenciados o graduados en maestría desempleados, con expectativas ¡y enojados! Pensemos, a ver qué necesitamos. Actuemos conforme a nuestras necesidades. Si tenemos un graduado sin empleo, sepan que en nuestro sistema de enseñanza y educación hay un problema. Si alguien está estudiando para el beneficio del país, su empleo debe estar preparado. Si tenemos graduados que no tienen empleo, es evidente que matricular a ese estudiante no se ha hecho conforme a un sistema y un cálculo correctos.

En fin, se nos ha acabado el tiempo teniendo aún mucho por decir. Sepan que los aprecio y rezo por ustedes.

Con ustedes la paz, la misericordia de Dios y Sus bendiciones.

Notas

(1) Al comienzo del encuentro, invervinieron algunos estudiantes para expresar sus puntos de vista.

(2) Discurso del encuentro del 4 de abril de 2023 con responsables y altos funcionarios de la República Islámica.

(3) I’tiqadat al-Saduq, pág. 47, en el capítulo sobre la creencia en las almas y los espíritus (con ligera variación).

(4) Moulaví, Masnaví-e maanaví, tercer cuaderno (con ligera variación).

(5) Véase el discurso del imam Jomeiní ante un grupo de iraníes residentes en París, el 22 de octubre de 1978: Sahife-ye emam (compendio en veintitrés volúmenes de las obras del imam Jomeiní), vol. 4, pág. 107.

(6) Un estudiante asistente a la reunión: “Es difícil, pero tienen que escuchar lo que dice la gente”. Respuesta del ayatolá Jameneí: “Si ahora nos ponemos a respondernos unos a otros, no llegamos a ninguna parte”.

(7) La cumbre de la elocuencia, carta 62.

(8) El 22 de bahmán de 1357 H.s. (11 de febrero de 1979 d.C.) se produjo el triunfo de la Revolución Islámica de Irán frente al régimen de los Pahlaví. En recuerdo del acontecimiento, el pueblo iraní participa de todos los años en el día 22 de bahmán del calendario persa en marchas conmemorativas por todo el país.  

(9) Risas de Su Eminencia y del público.

(10) El doctor Mohammad Alí Zolfigol.