Una parte de las declaraciones del Líder de la Revolución Islámica:
Ahora, lo que tengo que decirles a ustedes, queridos deportistas, tanto a los veteranos como a los jóvenes: quisiera comunicarles dos o tres cosas. La primera de ellas, que a mi juicio acaso sea la principal, es agradecimiento y reconocimiento. Un servidor se considera verdaderamente en el deber de dar las gracias, en primer lugar, a todos los deportistas y personas que dedican sus esfuerzos al ámbito deportivo; a todas aquellas personas que se afanan, pugnan y soportan penalidades en las competiciones deportivas. La actividad en el ámbito del deporte requiere voluntad y determinación y ustedes han mostrado ambas; gracias a Dios, nuestros deportistas las han mostrado. Doy las gracias a los medallistas en este campo; las propias medallas son signo de su esfuerzo y de su trabajo arduo. Una medalla es un signo, una señal. Es la señal de sus duros esfuerzos. Expreso mi sincero agradecimiento a los medallistas. Expreso mi agradecimiento a las señoras deportistas; a esa dama que portó el estandarte de estos Juegos Asiáticos llevando hiyab completo, mostrando así al mundo la identidad y la personalidad de la mujer iraní. Doy las gracias a esa dama deportista que, en la entrega de medallas, no accedió a dar la mano a un hombre que no era mahram suyo; él tendió la mano y esa dama no se la dio. Estas cosas son muy importantes. La importancia de estas anécdotas no es menor a la del deporte en sí; quizá sea mayor. Doy las gracias a esa dama que acudió al podio a recibir la medalla con su bebé en brazos. Ese es un gesto simbólico. Esto en el mundo significa respeto a la mujer en su función familiar y materna. Doy las gracias a los deportistas que sumaron a su actividad deportiva anécdotas llenas de valores; que se prosternaron en el suelo tras el triunfo, que alzaron las manos para suplicar en pleno terreno de juego, que besaron la bandera o que se prosternaron sobre ella. Esos son actos muy importantes; son actos que muestran y dejan constancia, ante los ojos de cientos de millones de espectadores, de la excelencia del deportista iraní e islámico, por no decir de la identidad de la nación iraní. No son actos baladíes. Esa prosternación es muy diferente de la que uno hace en casa o en la mezquita. Ese chador es muy distinto del que se lleva por la calle en Teherán. Doy las gracias a la selección nacional que salió al campo con kufiya en señal de defensa de los oprimidos; doy las gracias a los deportistas que, cada uno de una manera, tomaron posición apoyando a Palestina; proclamaron su postura ante los ojos del mundo —no a escondidas—; dieron su medalla a los niños de Gaza; obsequiaron su medalla a los mártires del hospital donde el régimen sionista había provocado un desastre.
Doy las gracias a los deportistas que se negaron a enfrentarse a un contrincante sionista. Hoy queda claro lo bien que actuaron; hoy es más visible que nunca que hacen bien. Estas han sido mis expresiones de agradecimiento.
Este agradecimiento no son meras palabras ni tampoco se debe a una buena acción —por más que cada buena acción que realice alguien hay que agradecérsela—. Se debe a que esas acciones de las que he mencionado una parte exhiben ante los ojos de cientos de millones de espectadores de deporte el rostro distinguido, notable y dotado de razonamiento y autoestima de la nación iraní; dan a conocer al pueblo de Irán. Esos actos, esos bellos gestos, son parte de la fuerza nacional de Irán. Deporte hacen todos; todas las naciones cuentan con deportistas, con actores, con luchadores, futbolistas, voleibolistas que dan a su país motivos de orgullo, pero estos actos que ustedes han llevado a cabo son un timbre de distinción en el mundo y están por encima del deporte y de los honores del deporte. Esos son honores de humanidad. De modo que aquí tienen nuestro agradecimiento a ustedes por esos grandes, bellos y significativos actos que han realizado.
Además de eso, el esfuerzo y el éxito de ustedes ha alegrado los corazones de la nación. Cuando ustedes consiguen medallas —medallas de distintos colores—, aquí el pueblo se alegra y se siente orgulloso. Para mí es muy importante que ustedes hagan feliz a la nación y que la hagan sentirse orgullosa; también por eso les doy yo las gracias. De manera que lo primero que quería transmitirles, queridos deportistas, era mi agradecimiento, con esos detalles que he expuesto.
El segundo tema va dirigido a los responsables. Tendría mucho que decir a los responsables de nuestro deporte internacional; mucho que criticarles. Algún día esas críticas deberán abordarse con ecuanimidad. Hoy, las potencias colonialistas, explotadoras y arrogantes están detrás de prácticamente todos los centros internacionales e impiden un análisis justo, pero algún día, si Dios quiere, el momento de analizar ecuánimemente estas cosas llegará. Dicen que el deporte no es político, pero, cuando necesitan politizar el deporte, lo politizan de la peor manera posible. Pretextan algo y privan a un país de participar en todas las competiciones deportivas internacionales. ¿Por qué? Les dicen que han hecho la guerra en tal sitio, pero luego esos mismos hacen como si no vieran los cinco mil niños mártires de Gaza. ¿Ahí no hay que politizar el deporte? En un sitio, no hay que politizar el deporte, pero en el otro se politiza de forma evidente y no hay ningún problema. A un país lo excluyen de las competiciones mundiales con el pretexto de la guerra; y ante otro país, ante un estado, hacen la vista gorda. No ya por una guerra: ni por crímenes de guerra ni tan siquiera por genocidio lo privan de acceso a las competiciones internacionales. No deja de ser algo así, vaya. Estos son lamentablemente los problemas internacionales del deporte mundial, y el destinatario de estas palabras son los responsables del deporte mundial. Dejando a un lado los sobornos, las corruptelas, los malos arbitrajes y las mafias del deporte, un día, Dios mediante, habrá que ocuparse de eso. Esto incumbe a los responsables mundiales.
Ahora, a nuestros propios responsables, tenemos mucho que decirles. Mucho de ello lo he dicho a los honorables responsables deportivos del país en presencia de los propios deportistas; en otros casos, lo he dicho y se lo he señalado a ellos y a responsables de más alto nivel en reuniones privadas. Hay que dar seguimiento. Las mismas cosas que ha señalado ahora el excelentísimo ministro, deben todas y cada una ser objeto de seguimiento. Deben ser objeto de seguimiento los asuntos a los que se ha referido aquí este estimado luchador. Yo digo que un Irán fuerte debe contar con un deporte fuerte. Yo he planteado el lema “Irán fuerte”. El deporte del Irán fuerte debe ser un deporte fuerte. ¿Y en qué consiste la fuerza del deporte? En actuar bien al elegir entrenadores, en la composición de las selecciones nacionales en todas las disciplinas, en ser diligentes al cuidar de que no aparezcan lacras en el deporte. Tengan cuidado de que no aparezcan lacras que afecten al deporte del país. ¿Y qué quiere decir “lacras”? Quiere decir corrupción económica, quiere decir que se formen mafias deportivas dentro del país, quiere decir vicios morales en nuestros puros y castos deportistas. Esas son las cosas con las que debe tenerse cuidado.
Uno de los deberes de los excelentísimos responsables del deporte del país es hacer planes para resolver los problemas que tiene el deporte desde antiguo. ¿Qué problemas antiguos? Las preguntas sin respuesta: ¿cuánto ha de intervenir el gobierno en el deporte? ¿En qué medida debe inmiscuirse el gobierno en el deporte o en las selecciones deportivas? La cuestión de la privatización, la cuestión de los contratos deportivos, la cuestión de los entrenadores extranjeros, etc. Esas son preguntas que se plantean, a las que cada cierto tiempo se da una respuesta y, después de un período, esa respuesta cambia. Eso debe planificarse con programas basados en los principios profesionales del deporte. Estas son parte de las necesidades reales del deporte del país. Se trata de un deber importante de los responsables deportivos.
Otra responsabilidad de los honorables responsables deportivos es atender a las condiciones de vida de los deportistas, como se ha señalado aquí. Las medidas de las que el excelentísimo ministro ha dicho que se van a tomar en el campo de la vivienda, el empleo, etc., son medidas muy positivas, a condición de que se diligencien; a condición de que haya seriedad en el seguimiento. No puede ser que esperemos de los deportistas que nos llenen de orgullo desde las canchas del mundo, pero no tratemos sus necesidades adecuadamente. Deben hacer que nuestros deportistas puedan gozar de un nivel aceptable de tranquilidad respecto de sus vidas. En mi opinión, la mejor manera de hacerlo es con esa misma cuestión del empleo, la vivienda y demás que se ha dicho.
Otro deber de los responsables es comportarse como padres con los deportistas. Yo ruego que los responsables del país mantengan reuniones cordiales y sinceras con los deportistas de todas las disciplinas. Claro está que algunas disciplinas dan más que hablar, mientras que de otras se habla muy poco, pero reúnanse con los deportistas de todas ellas, siéntense juntos, oigan lo que dicen, escuchen sus lamentos, escuchen sus peticiones y respondan. Estas son las solicitudes que dirijo a los responsables del ámbito deportivo.
Dejen que les diga también unas palabras a ustedes mismos, queridos deportistas. La figura del deportista se convierte para muchos jóvenes en modelo. Su conducta, sus actos, sus palabras y el tipo de vida que lleven ustedes, queridos jóvenes y adolescentes que son figuras del deporte, se convierten a menudo en modelo para muchos jóvenes. Bien, esto hace que la responsabilidad de ustedes sea mayor. Cuando ustedes se convierten en modelo, pueden orientar a una parte de los jóvenes del país hacia el camino correcto y hacerlos felices; y lo contrario, Dios no lo quiera, también es posible. Por lo tanto, su comportamiento es muy importante. Unas palabras o un gesto de un deportista —ya sea en el campo de juego o fuera de él— puede tener en los jóvenes un efecto sumamente edificante. Esto acrecienta mucho su responsabilidad. Dios Altísimo les asigna a ustedes deberes en la misma medida de su popularidad. Cuanto mayores sean su popularidad, su capacidad y su exposición al público, más serán los deberes que tengan a su cargo de parte del Creador. Ténganlo presente, tanto las señoras como los señores; los jóvenes y los adolescentes. La fama y el hecho de hacerse notar ponen al ser humano ante la posibilidad de ciertos deslices a los que se debe prestar total atención.
Otra consideración que les hago, queridos deportistas, es que ustedes deben estar muy agradecidos a Dios. Esta capacidad física suya se la ha dado Dios, al igual que esa determinación y esa voluntad que gastan ustedes en la competición deportiva —y sin las cuales la victoria es imposible; la mera potencia corporal no basta—. Tanto la potencia corporal como la voluntad y la determinación se las ha dado Dios, de modo que hay que dar gracias a Dios; agradézcanlas. Son bendiciones divinas. Cada bendición requiere un agradecimiento y, si ustedes la agradecen, esa bendición se acrecentará, Dios mediante.
Bien, esto es lo que tenía que decirles. Rezo además a menudo por todos los jóvenes, por todos los deportistas y rezaré en especial por ustedes, Dios mediante. Lo hago siempre.
Y les digo una frase más sobre la cuestión palestina. Si quisiera hacerles un resumen de los últimos acontecimientos a ustedes los deportistas, ese resumen y esa frase sería que, en los sucesos de la Tormenta de Al-Aqsa, el régimen sionista fue noqueado: Hamás —un grupo de combatientes, no un Estado ni un país con medios abundantes, sino un grupo, un grupo de combatientes— logró noquear al gobierno usurpador sionista, con todos sus medios. Ese es el resumen de lo ocurrido. Hasta hoy no han logrado librarse de la presión y el oprobio que esa derrota les ha acarreado. Sí, hacen una exhibición de fuerza, pero ¿dónde? Esa exhibición de fuerza en los hospitales de los enfermos de Gaza, en las escuelas de Gaza y sobre la gente desamparada de Gaza no tiene ningún valor. Es como si un deportista sale derrotado de un terreno de juego y, para desquitarse de esa derrota, se pone a agredir a los simpatizantes del equipo contrario, a insultarlos y a golpearlos. Nada hay nada más deshonroso que lo que ha hecho el régimen sionista. Esa grave derrota, esa grave derrota del régimen sionista no se reparará con estos bombardeos; este tipo de bombardeos acortará aún más la vida de ese régimen usurpador. Esa injusticia y esa crueldad no quedarán sin respuesta; eso, que lo sepan.
Hoy, el mundo entero ha comprendido ya por qué el deportista iraní no acepta colocarse en el tapiz frente a un contrincante sionista. El mundo ha comprendido ya que es porque se trata de un criminal; porque sale al campo a hacer deporte para un gobierno criminal. Ayudarlo es ayudar al régimen terrorista y criminal.
En todo caso, les doy las gracias a todos ustedes; doy las gracias a cada uno de los deportistas; doy las gracias a estos queridos jóvenes y adolescentes que han hecho deporte aquí, siendo capaces de hacer deporte con tanta belleza en este foso artificial, y doy las gracias a estos jóvenes que han marcado el ritmo aquí. Les doy las gracias a todos. Les deseo el éxito y la aprobación, Dios mediante.
Con ustedes la paz, la misericordia de Dios y Sus bendiciones.