Los dirigentes de los países islámicos se reúnen a veces y hablan, o dan una entrevista y dicen algo, pero aquello que deben hacer no se lleva a cabo. Proclaman que debe haber un alto al fuego; pero bueno, ¡si el alto al fuego no depende de ustedes! El alto al fuego depende del bellaco ese; depende del enemigo, y no lo hace. Ustedes se reúnen y aprueban algo que no está en sus manos. Luego, hay cosas que sí están en sus manos y esas no las aprueban. ¿Cuáles son? Cortar las arterias vitales al régimen sionista. Eso sí está en sus manos. Pueden ustedes no ayudar, no apoyar, cortar sus relaciones políticas y económicas. Esas cosas pueden hacerlas. Eso debilitará al enemigo, lo dejará fuera de combate. Hacer eso está en sus manos. Apruébenlo; aprueben eso. Pero eso no lo piden; disponen algo que no está en sus manos. Ahora, mientras tanto, pese a todo eso, como dice Dios Altísimo: “En verdad, Dios está con quienes son temerosos y con quienes hacen el bien” (Sagrado Corán, 16:128). Dios es fiel a la gente. Allá donde Dios esté, habrá victoria. Por supuesto, los padecimientos existen. Sobre el Profeta, dice también Dios Altísimo: “Tanto si te mantenemos en vida como si te llevamos de esta mundanal morada, el final de tus enemigos será ese”. La victoria no está condicionada a que ustedes o yo permanezcamos en vida: es segura.
Dios Altísimo hará esa victoria visible para toda la Umma en un futuro no muy lejano, si Dios quiere, y alegrará los corazones. Por encima de todos, contentará y hará felices al pueblo de Palestina, al oprimido pueblo de Gaza.