En nombre de Dios, Clemente y Misericordioso (1).
Toda alabanza sea para Dios, Señor de los Mundos, y las bendiciones y la paz para nuestro maestro y profeta Abulqásim al-Mustafa Muhammad, así como con su familia excelsa, pura y selecta, en especial para el Imam del Tiempo.
La de hoy ha sido una sesión excelente, de gran amenidad y muy gratificante, gracias a Dios. Han realizado sus intervenciones respetables recitadores y declamadores de nuestro país y de países hermanos y nosotros hemos sacado provecho de ello. Esperamos que el deseo de dejarse iluminar por el Corán y la inclinación hacia la comprensión de las enseñanzas coránicas se extiendan cada día más entre nuestra gente, así como entre la gente de todo el mundo islámico, de toda la Umma. Lo necesitamos.
Permítanme decirles unas palabras sobre esto de dejarse iluminar por el Corán. Ese Corán que ustedes recitan es un libro de guía: “En verdad, este Corán guía a lo que es más auténtico” (Sagrado Corán, 17:9). Todos necesitamos guía. Es un libro de zikr, y zikr quiere decir eliminar el olvido. Las más de las veces, incurrimos en olvido. Todos los seres humanos suelen olvidar lo que saben; son presa del olvido. El Corán es un libro de rememoración, contra el olvido, que elimina el olvido. “Ciertamente, hemos hecho el Corán fácil de recordar. ¿Habrá quien se deje amonestar?” (54:17). El Corán es un libro de amonestación y advertencia: “Él me ha revelado este Corán para que, con él, os advierta a vosotros” (6:19). Necesitamos que nos adviertan; que hagan que prestemos atención a los peligros que amenazan a toda la humanidad, ya sea en esta vida o en la que viene a continuación, que es la vida verdadera. Es un libro de sanación de los dolores de la humanidad, ya se trate de los dolores de los individuos —dolores espirituales, anímicos, intelectuales…— o de las sociedades humanas, como las guerras, la opresión o las injusticias. El Corán es la cura para esas cosas: “E hicimos descender en el Corán lo que es una cura y una misericordia para los creyentes” (17:82). El Corán es un libro de sabiduría: “Ya, sin. Juro por el sabio Corán” (36:1-2). Sabiduría es la expresión de las verdades de la vida que necesita el ser humano. El Corán es un libro de esclarecimiento y disipación de ambigüedades e ignorancias; una y otra vez se repite en el Corán: “Estos son los versículos de la Escritura clara” (p. ej., 26:2). Es el Libro Glorioso; es el Libro Noble; es el Libro de la Luz; es el Libro de la Prueba. Eso es el Corán. Esas son caracterizaciones del Corán que figuran en el interior del propio Corán. El propio Corán nos da a conocer al Corán y lo caracteriza.
También hay expresiones excelsas sobre el Corán en las palabras del Príncipe de los Creyentes (con él las bendiciones y la paz), discípulo prominente del Corán y del Gran Profeta (con él y su familia la paz y las bendiciones de Dios), en La cumbre de la elocuencia: rabi’u-l-qulub, primavera de los corazones. Al igual que en primavera el mundo revive y la tierra cobra vida, el Corán da vida a los corazones y los salva del abatimiento, el desánimo y el retroceso: “Primavera de los corazones, sanación de los pechos” (2). “Está en él la ciencia de lo que vendrá (…), la sanación de vuestros males y el ordenamiento de los asuntos entre vosotros” (3). Esas son expresiones sobre el Corán que aparecen en La cumbre de la elocuencia. En otras palabras, los conocimientos inacabables que necesita el ser humano están en el Corán, ya se trate de los conocimientos que necesita el ser humano en cuanto individuo como de los que necesita la humanidad como sociedad humana. Esa expresión “la ciencia de lo que vendrá”, que hemos citado de La cumbre de la elocuencia, significa que (en el Corán está) aquello que satisfará las necesidades de toda la humanidad en todo el futuro: ‘ilma ma ya-ti. En todas las épocas en que la humanidad viva en esta esfera terrestre, el Corán dará satisfacción y respuesta a sus necesidades. Eso significa ‘ilma ma ya-ti: la cura para todos los grandes males de las sociedades humanas. Wa nadma ma baynakum: el orden social, las relaciones humanas, las relaciones de las sociedades… todo eso está en el Corán; conozcámoslo.
Lamentablemente, en el propio mundo islámico hubo y hay todavía algunos que se imaginan y que se han creído que el Corán es solo para los corazones, para los rincones de los oratorios, y que los seres humanos necesitan el Corán para sus necesidades y relaciones personales con Dios. No creen en ese Islam que da respuesta a las necesidades de las sociedades; no creen en el Islam político; no creen en el Islam que construye el sistema social. Eso es lo opuesto a lo que el propio Corán explica sobre sí mismo y a lo que el Príncipe de los Creyentes (P) describe sobre el Corán.
Bien, esas son las enseñanzas coránicas. Ahora, ¿cómo obtener esas enseñanzas? Familiarizándose con el Corán, reflexionando sobre él, acudiendo a aquellos en cuya casa se reveló: la Ahlul Bayt, la Familia del Mensajero de Dios (con ellos las bendiciones y la paz). Valiéndose de todo eso, pueden obtenerse esas enseñanzas, aprovecharlas y construir la vida sobre esa base. La recitación de ustedes —esa actividad corriente entre los amantes del Corán en los países islámicos, que gracias a Dios también en nuestro país ha encontrado una buena difusión— es uno de los pasos que pueden darse de manera efectiva para familiarizarse con el Corán y comprender sus enseñanzas. El valor excelso de la recitación del Corán se debe a que, mediante ella, el auditorio se ve movido a reflexionar sobre las aleyas y conceptos coránicos; les aclara las enseñanzas del Corán. Por supuesto, esto es a condición de que el objetivo de esa recitación sea enseñar el Corán, no exhibirse uno mismo. Ya lo he dicho antes a nuestros queridos recitadores (3): esas artes que se dan en la recitación —la buena voz, la buena entonación, las técnicas de recitación, las interrupciones, los altibajos…— deben estar todas al servicio de la explicación de las enseñanzas del Corán. Hagan tales arreglos y reciten de tal modo, con las interrupciones y repeticiones adecuadas, que las enseñanzas coránicas se asienten en los corazones. Eso es lo que necesitamos hoy. Lamentablemente, muchos en el mundo islámico no están familiarizados con el Corán. Aquella queja del Santo Profeta a Dios Altísimo —“y el Mensajero dirá: ‘¡Oh, Señor mío! ¡En verdad, mi pueblo ha abandonado este Corán!’” (Sagrado Corán, 25:30)— se verifica hoy en día, siendo una amarga realidad en muchas partes del mundo islámico.
Hoy, la gran cuestión del mundo islámico es la cuestión de Gaza. ¿Acaso estamos viendo que, a propósito de Gaza, los dirigentes y responsables de los países islámicos cumplan con las enseñanzas y conocimientos coránicos? El Corán nos ordena: “¡Que los creyentes no tomen por amigos a los que no creen en lugar de a los que creen!” (3:28). ¿Se está actuando conforme a esa aleya respecto a Gaza? ¿Por qué los dirigentes de los países islámicos no proclaman públicamente su oposición, que cortan lazos y que cortan su ayuda y apoyo al descreído, asesino y pérfido sionista? El Corán ordena: “¡No toméis a Mis enemigos y a vuestros enemigos como protectores!” (60:1). ¿Se está cumpliendo con eso hoy en día en el mundo? El Corán ordena: “Son duros con los que intentan ocultar la Verdad” (48:29). ¿Acaso se está mostrando esa dureza frente al malvado régimen sionista? Hoy son estos los grandes males del mundo islámico. Dios Altísimo reprocha a todos los pueblos musulmanes el no haber ejercido presión sobre sus gobiernos, y a los gobiernos musulmanes su falta de acción. “Lo que, en verdad, Dios os prohíbe es que seáis amigos de quienes combaten vuestra fe y os expulsan de vuestros hogares” (60:9). Eso son enseñanzas coránicas. Es eso lo que nosotros deberíamos resaltar en estas recitaciones, recordárnoslo unos a otros, hablar juntos de esos deberes y aconsejarnos unos a otros la verdad y la justicia. Ese debería ser el fruto y el resultado de estas sesiones nuestras de recitación.
Por supuesto, esta situación tiene otra cara: hoy, dentro de Gaza, dentro de Palestina, las fuerzas de la Resistencia están actuando conforme al Corán. Dentro de Gaza, la Resistencia se mantiene firme frente al enemigo. “Se ha dado permiso a quienes son atacados, por haber sido oprimidos. Y, en verdad, Dios tiene poder para auxiliarlos” (Sagrado Corán, 22:39). Dios Altísimo los auxiliará en la victoria, si Dios quiere. Incontestablemente, el mundo islámico está hoy de duelo por Gaza. La gente de Gaza es objeto de opresión por parte de personas que carecen de la más mínima humanidad. Sin ningún género de dudas, el mayor deber es apoyar a esa gente oprimida; apoyar la valerosa y sacrificada lucha de los combatientes de la Resistencia en Gaza y del resto de Palestina, así como a todas las personas que los ayudan desde todos los rincones del mundo islámico. El pueblo de Palestina está oprimido. Hoy no está de duelo por el oprimido pueblo de Gaza solamente el mundo islámico; también lo están los no musulmanes nobles de espíritu, y esa misma gente admira y alaba la resistencia de Palestina.
Nosotros estamos esperanzados; por la gracia y el auxilio divinos, nuestra esperanza no se agota. “Y, en verdad, Dios tiene poder para auxiliarlos”, dice esa distinguida aleya, y en otra dice: “Ciertamente, Dios auxilia a quienes Lo auxilian” (22:40). Dios lo recalca. Quiera Dios extender su auxilio victorioso al pueblo de Palestina, y que el mundo islámico sea testigo de la destrucción del tumor canceroso sionista. Nosotros estamos a la espera de ese día. Ese día, si Dios quiere, llegará; ese día sin duda llegará, y eso hace aún más grave el deber de todos nosotros y, en especial, el deber de los dirigentes de los países islámicos. Todos deberían esforzarse por ello. Hoy, la labor más importante es que se corten los apoyos al régimen usurpador y sionista, y que la gente de Gaza, la gente de Palestina, la Resistencia palestina reciban apoyo y ayuda de la manera que sea posible. Esperamos que el Altísimo nos depare el éxito a todos en ese camino, si Dios quiere.
Con ustedes la paz, la misericordia de Dios y Sus bendiciones.
Notas
(1) Al inicio del encuentro, celebrado después del 40.º Concurso Internacional del Sagrado Corán de la República Islámica de Irán, varios recitadores procedieron a declamar algunas aleyas del Corán, tras lo cual presentó un informe el hoyatoleslam Seyed Mehdí Jamushí, presidente de la Organización de Waqf y Obras de Beneficencia de Irán.
(2) Sermón 110 de La cumbre de la elocuencia.
(3) Sermón 158 de La cumbre de la elocuencia.
(4) Discurso del encuentro de familiarización con el Sagrado Corán del 3 de abril de 2022.