Con motivo de la Semana Nacional del Trabajo y el Trabajador (1)

En el nombre de Dios, Clemente y Misericordioso.

Toda alabanza sea para Dios, Señor de los Mundos, y las bendiciones y la paz para nuestro maestro y profeta Abulqásim al-Mustafa Muhammad y para su familia excelsa, pura y selecta, en especial para el Imam del Tiempo.

Sean ustedes muy bienvenidos, queridos hermanos, queridas hermanas, queridos trabajadores. A través de ustedes, honorables asistentes, transmito mi más sincero y sentido saludo a la comunidad trabajadoras del país. Quiera Dios darles Su aprobación y conducirlos al éxito. A un servidor lo complace mucho que exista esta Semana del Trabajador y que podamos en ella vernos con la comunidad de los trabajadores y mostrarle nuestro agradecimiento, al menos de manera verbal. Es una oportunidad de gran valor para nosotros. Por supuesto, el agradecimiento verbal no es suficiente, pero es necesario. Yo agradezco sinceramente el esfuerzo de nuestros trabajadores, la nobleza de nuestros trabajadores, el afán de nuestros trabajadores y, si Dios quiere, el progreso de la comunidad trabajadora.

Permítanme hacerles varias consideraciones. Puede que, de estas observaciones que se van a plantear, algunas las tengan ustedes claras y evidentes. La razón por la que insisto en exponerlas es que deben hacerse habituales; han de convertirse en opinión pública. En la perspectiva común de la sociedad deberían entrar en consideración. Si para la opinión pública un asunto se hace habitual, se entiende, se conoce y se acepta, será fácil que ese deseo se haga realidad; ayudarán a que se cumpla los gobiernos, los responsables y todos los directivos. Eso queremos nosotros que ocurra.

La primera consideración atañe al valor del trabajador. Bien, sobre esta cuestión se ha hablado mucho, y yo mismo he hecho también algunas observaciones (2), como las han hecho otros. Ustedes ya lo saben. Lo más elevado que puede decirse a este respecto es que, conforme a la tradición, el Nobilísimo Profeta del Islam (la paz sea con él) besó la mano callosa de un trabajador (3). ¿Cabe algo por encima de eso? Pues ese es el valor del trabajador. Ahora bien, aquí hay que hacer una observación. En el mundo, distintos países, distintos pueblos y culturas tienen todos un Día del Trabajador; el Día del Trabajador es algo de todo el mundo, pero la cuestión es que la perspectiva del mundo materialista sobre el trabajador es diferente de la perspectiva del Islam. Sí, también el mundo materialista da importancia al trabajador, ¿pero por qué? Porque es un instrumento, un instrumento para la producción de riqueza para el patrono. La perspectiva del mundo materialista sobre el trabajador es una perspectiva instrumental: como sobre una pieza de un engranaje, como una máquina. El Islam no es así. La perspectiva que el Islam tiene sobre el trabajador y el valor que da al trabajador provienen del valor que da al trabajo; a la acción. El Islam otorga valor intrínseco al trabajo, a la acción.

A lo que se refieren expresiones tales como amal salih [buena obra] que hay en el Corán, junto a todo tipo de expresiones elogiosas referentes a la acción, el acto, la obra, que hay en muchos hadices, no es solo a la oración y el ayuno. Amal se refiere a todo tipo de acción, tanto a la que realiza una persona a modo de devoción como a la que se realiza para llevar a casa un honrado sustento. Son amal salih tanto la primera como la segunda. En “excepto aquellos que son creyentes y hacen buenas obras” (Sagrado Corán, 26:227), se alude a ambas; la denominación amal es una denominación general. De ahí que vean como, en el martirio de Saad ibn Muad, el Nobilísimo Profeta se metió en la sepultura, lo tomó, lo tumbó dentro y, cuando hacía el lahd (4), no dejaba de decir que le dieran yeso, que le dieran agua, que le dieran tierra… para reforzarlo. Pero, ¿qué es eso de reforzar un lahd? Es evidente que poco después se va a derrumbar. El Profeta respondió esta pertinente cuestión —que no formuló nadie, pero que flotaba en el aire— diciendo que sí, que ya sabía él que aquello se desharía en poco tiempo, tanto el cuerpo como el nicho, pero que a Dios lo complace que, cuando alguien realiza un amal, una acción, que la haga a conciencia; que la haga correctamente. La formulación del hadiz es la siguiente: inna-l-Laha taala yuhibbu ida ámila ahádukumu ámalan yutqinah (5). Está claro, por tanto, que la acción a la que se refieren los hadices comprende también ese tipo de acción. Esa acción merece un respeto por sí misma.

Por eso se dice en un hadiz —y esto concierne a la sociedad, a las colectividades humanas— man yaamal yazdadu qúwwatan (6): una sociedad en la que haya trabajo y se actúe verá aumentar su fuerza y su poder. Wa man yuqássir fi-l-ámali yazdadun fátratan (6): la sociedad o el individuo que abandone la acción se debilitará cada día más. La acción crea fuerza, tanto en el individuo como en la sociedad. La acción es así. Por ello tiene la acción un valor intrínseco en el Islam. ¿Y quién realiza esa acción? Ustedes; el trabajador. El trabajador posee, por tanto, un valor intrínseco. Fíjense ustedes; esa es la manera de contemplarlo. La manera de contemplarlo no consiste en: “Si no hay esto, me quedo con los bolsillos vacíos”; en ver al trabajador como un instrumento. El Islam no lo concibe así. Lo que dice es que él está realizando una acción, y esa acción posee un valor intrínseco, por lo que el trabajador tiene también valor intrínseco. Lo que quiere decir un servidor, para que tengan presente el valor y la importancia del lugar del trabajador y hagan hincapié en ellos tanto ustedes, que son trabajadores, como la sociedad y la gente del país, es lo importante que es el trabajador.

La segunda consideración concierne a una cuestión actual del país, que es la de la economía. Una de las cuestiones importantes del país es hoy la cuestión económica. Por eso insistimos desde hace varios años, en el lema del año, en el punto sensible que es la economía. Este año (7) dijimos “salto en la producción”, no “aumento de la producción”. ¡Salto! ¿Y cómo se consigue ese salto? Con la participación de la gente. Un servidor tiene la férrea convicción —y es también la valoración de todos nuestros expertos económicos autorizados— de que, si la gente se pone en acción en el campo de la economía y, en particular, si se pone en acción en el campo de la producción, esta experimentará un salto hacia delante. Al producirse un salto en la producción, el país se enriquecerá, se enriquecerá el común de la gente, se llenarán los bolsillos de los trabajadores, a los trabajadores les irá bien, aumentará el empleo, se reducirá el desempleo y desaparecerán los numerosos problemas de los trabajadores y de la economía del país. Esa es la cuestión de la economía.

Veamos ahora esa divisa: Salto en la producción. ¿Cuál es el pilar del salto productivo? El trabajador. Además de ese valor intrínseco que he señalado en primer lugar, la segunda idea es que, en la divisa de este año y en la política general que debe seguirse este año y que, gracias a Dios, los responsables del país están siguiendo, reuniéndose, discutiendo y, Dios mediante, encontrando soluciones, el papel del trabajador es un papel sustancial.  El papel de un trabajador cualificado, animoso y motivado en el salto de la producción es un papel innegable, un papel importante. Y, si queremos decirlo bien, hablaremos del papel del trabajador y del empresario. También el empresario es importante. También él debe estar ahí para que el trabajador pueda trabajar. Trabajador y empresario son dos compañeros en la línea de frente de la batalla económica.

Hoy en día, a lo que nos enfrentamos es a una batalla económica, una guerra económica. Esta guerra, como la de los ocho años de comienzos de la Revolución, es una guerra impuesta. Aquella fue una guerra impuesta militar y esta es una guerra impuesta económica. Lo que hacen en realidad Estados Unidos, de una manera, y los países que colaboran con Estados Unidos, de otra, es librar una guerra contra el Irán islámico, contra la República Islámica; una guerra económica. En esta guerra económica en la que estamos, la línea de frente, la línea avanzada del frente está en manos del trabajador y del empresario. Ese es el papel que tienen ambos [gritos de “¡muerte a Estados Unidos!” entre los asistentes]. Bueno, a lo que yo me refiero ahora no es esa parte del asunto. A lo que me refiero es que ustedes, que están combatiendo a Estados Unidos, tengan conciencia del valor de su trabajo; de que el trabajador y el empresario están en primera línea de esa lucha. Todo lo que ustedes trabajen bien y todo lo que se ayude a que ustedes trabajen bien —que ahora hablaré de esto— influirá en esta batalla económica.

La tercera consideración es que en esto hay ciertos deberes. Hay ciertos deberes que incumben al gobierno y a los responsables frente al trabajador —cosas que deben hacer para el trabajador— e igualmente hay ciertos deberes que atañen al propio trabajador. Es decir, que ambas partes tienen ciertos deberes que han de cumplir. Ahora me referiré a esos deberes. En primer lugar, tengan todos en cuenta que la mejora de las condiciones del colectivo de los trabajadores influye sobremanera en la mejoría de las condiciones del conjunto de la sociedad. Según me han informado, tenemos en torno a catorce millones de trabajadores que, si contamos a sus familias, suponen más de cuarenta y tantos millones de personas. Y bien, quien dice cuarenta y tantos millones de personas dice la mitad de la población del país. Si se hace un esfuerzo, si se hace algo para que el colectivo de los trabajadores esté en buenas condiciones, eso significará que esté en buenas condiciones la mitad de la población del país. Eso es algo muy importante. Ahora, permítanme decirles algunos de esos deberes que hay, de los que traigo algunos anotados.

El primer asunto, que es una de las necesidades más importantes del colectivo de los trabajadores —está aquí el Excelentísimo ministro (8) y lo oyen también los directivos del país—, es la seguridad del empleo. Seguridad del empleo o estabilidad laboral es que el trabajador tenga seguridad respecto de su futuro laboral. Nosotros, durante un período, nos vimos confrontados al cierre de grandes fábricas, algunas de ellas históricas. Claro, cuando una gran fábrica cierra, quedan desempleados a veces hasta varios miles de trabajadores; algo de gran importancia. Ahora, gracias a Dios, en este año o dos años, gracias al esfuerzo de los responsables gubernamentales, muchas de las fábricas cerradas se han puesto en funcionamiento. Según se me ha informado, se han reabierto, han revivido cerca de diez mil fábricas que estaban cerradas o medio cerradas. Esa labor debe continuar. Sería necesario crear distintos y diversos métodos para la seguridad del empleo de los trabajadores. Así que la seguridad del empleo es uno de los deberes que corresponden a los responsables: que el trabajador que está dedicado a su trabajo con nobleza y humildad sepa al menos que tiene el futuro laboral asegurado y que no va a tener un problema.

Otro asunto a considerar es la cuestión de los seguros, a la que ha hecho referencia el Excelentísimo ministro. La cuestión de los seguros es muy importante. Las directrices generales sobre el seguro social, que incluye a los trabajadores y a los demás, se anunciaron hace mucho tiempo (9). El Excelentísimo Sr. presidente (10) ha ordenado que se preparen los reglamentos, si bien, según me han informado, las cosas que deben hacerse aún no se han llevado a cabo de manera correcta y completa.

Una cuestión más que es importante es la seguridad laboral. La mano de obra no debería sufrir lesiones en el entorno laboral. La seguridad de la mano de obra es muy importante. Y otra de las necesidades importantes del trabajador —que crea un deber a los responsables gubernamentales, a los dueños de los lugares de trabajo y, más allá, al gobierno, etc.— es la necesidad de cualificación. Un trabajador dispuesto a trabajar necesita, en ciertas ocasiones, una mayor cualificación. Ese aumento de la cualificación y del conocimiento relativo al empleo ayuda mucho a que el trabajo avance. Beneficia tanto al trabajador como al país. Ese incremento de las habilidades, que constituye una capacitación de la mano de obra —una capacitación de la mano de obra en términos de habilidades laborales—, es uno de sus deberes.

Sobre este mismo tema, está la cuestión de la búsqueda de talentos brillantes. En el colectivo trabajador, a veces hay talentos que sobresalen y que proponen ciertas iniciativas. Si los organismos competentes los identifican; si encuentran los talentos y les dan espacio y oportunidad para que puedan innovar y crear, a mi juicio progresarán mucho tanto la situación de la comunidad trabajadora como la situación del trabajo en el país.

Por supuesto, algunos de los deberes que hemos señalado incumben a los organismos gubernamentales, como el Ministerio de Trabajo, o también a las instituciones y centros educativos. Este servidor ha hecho repetidas indicaciones al Ministerio de Educación sobre la instrucción técnica y profesional (11). Eso será de gran ayuda para la mano de obra y su cualificación. Algunos consideran que quizá sea necesario y posible que, en las universidades, en las escuelas, en el sistema educativo, se imparta, junto a las lecciones teóricas, instrucción práctica e incluso se den títulos, se den certificados académicos para que se reconozcan el mérito y la competencia laboral de un trabajador, de un joven que ha cursado estudios en tal sitio y así pueda trabajar. Esta es otra de estas cuestiones, de las que, como he mencionado, algunas son responsabilidad del gobierno y otras de los propios directores de las empresas productivas. Si se cumple con esos deberes, a mi juicio el colectivo de los trabajadores mejorará su situación. Esos son deberes frente al colectivo de los trabajadores.

El propio colectivo de los trabajadores tiene ciertos deberes también. ¡En el Islam es así! Quienquiera que tenga un derecho sobre usted, usted tiene un derecho sobre él. Los derechos son recíprocos. Un derecho sobre usted implica que usted tenga un derecho también. Si tiene un derecho sobre alguien, esa persona tiene también un derecho sobre usted. Esos derechos son recíprocos. Un deber del trabajador es considerar el trabajo un valor. Yo recomiendo encarecidamente lo siguiente al colectivo trabajador: ustedes, que son trabajadores y están ocupados trabajando, sepan que están creando valor. No se trata solo de “bueno, trabajo y con ello llevo a casa un sustento honrado”. Por supuesto, eso también es, pero no es eso solamente. Ustedes que trabajan están haciendo que el país prospere. El trabajo de ustedes contribuye a la prosperidad del país. Al prosperar el país, se crea respeto y estima y el país se vuelve poderoso. He leído ese hadiz según el cual, cuando se trabaja, el trabajo incrementa la fuerza del país. Por tanto, el trabajo de ustedes tiene dos aspectos: un aspecto personal y otro público. Eso es muy valioso. Presten ustedes atención al valor del trabajo.

El segundo deber es que consideren ustedes el trabajo un depósito. Ese deber que se les ha encomendado es un depósito que tienen en sus manos. El tercero, que realicen el trabajo a conciencia, con solidez, sin convertirlo en una chambonada. Ya he insistido muchas veces en este asunto en el pasado, con abundancia de ejemplos, y no quiero repetirlo (12). La disciplina en el lugar de trabajo, el sentido de la responsabilidad respecto del trabajo… Todo eso son deberes del trabajador.

Cuando decimos que se considere el trabajo un valor, esto no es exclusivo del colectivo de los trabajadores. Todo el mundo debe considerar el trabajo un valor. [El trabajo] tiene dos utilidades: una es que se vea al trabajador como un ser valioso. Al ver la sociedad un valor en el trabajo, considerará ser valioso al trabajador; a cualquier trabajador, ya se trate del que trabaja con un vehículo, al que trabaja la tierra o al que trabaja en un edificio: cualquier persona a la que sea aplicable la voz ‘trabajador’. La segunda, que esa misma persona sentirá deseo de trabajar. Lamentablemente, hay en el país cierto número de jóvenes que, siendo jóvenes, no tienen deseo alguno de trabajar ni buscan trabajo. Ni reciben instrucción laboral ni buscan trabajo. Y hay también algunos que buscan trabajo, pero no conciben otro trabajo que no sea de sentarse tras un escritorio, y solo buscan eso, cuando sentarse detrás de un escritorio, primero, no siempre es trabajo —algunas veces es ocio— y, además, allá donde sí puede considerarse trabajo, no se reduce a sentarse tras un escritorio. Por tanto, los jóvenes deben cumplir un papel en el proceso productivo del país, y eso se producirá cuando se tenga la sensación de que el trabajo es valioso.

Otra consideración concierne a la cuestión de la participación de la gente en la producción; como hemos dicho, “salto de la producción con la participación de la gente”. ¿Cómo tiene lugar esa “participación de la gente”? La pregunta es esa. Pongamos que alguien desea participar en el salto productivo. ¿Cómo participa? ¿Quién le tiene que enseñar? De eso estoy hablando. Uno de los deberes principales de los responsables gubernamentales es ponerse a preparar y explicar las formas de acción y participación de la gente en la producción, en el trabajo productivo. Una, por ejemplo, son las cooperativas: crear sociedades cooperativas productivas; otra, ayudar a las tareas domésticas; otra, ayudar a la artesanía; otra, ayudar a crear empresas basadas en el conocimiento. Por supuesto, el gobierno puede valerse de los expertos económicos, que gracias a Dios en el gobierno los hay, como también los hay fuera del gobierno. Ellos pueden proponer muchas otras formas para la participación de la gente. Participación en ámbitos como los asuntos industriales, las labores domésticas, la artesanía, la agricultura, la ganadería… en todo eso puede participar la gente. Hay que enseñar la manera a la gente, preparar el terreno para la participación popular, facilitar la cuestión de la participación de la gente.

Ciertamente, hay otra consideración que tiene que ver con el gobierno y es que el crédito bancario se dirija hacia la producción, cosa que hoy en día no es así. Los créditos y préstamos bancarios deben orientarse más hacia la producción. Los responsables bancarios deben prestar atención a esto.

La última consideración atañe a las sanciones. En definitiva, cuando hablamos de los asuntos económicos, no podemos pasar por alto las sanciones. Démonos cuenta de que hace años que nos vemos confrontados a sanciones severas; sanciones de las que los propios sancionadores —es decir, fundamentalmente los estadounidenses y algunos de los europeos, siguiéndolos a ellos— han dicho que estas sanciones que se han aplicado a Irán carecen de precedentes en la historia. Ellos mismos lo dijeron. Ahora, en primer lugar, ¿cuál es el objetivo de estas sanciones? Ellos mencionan ciertos objetivos, pero mienten. Los objetivos no son esos. Hablan de energía nuclear; hablan, qué sé yo, de armas nucleares, hablan de derechos humanos… Pero la cuestión no son esas cosas. “¡Sancionamos a Irán porque apoya al terrorismo!”. ¿Y quién es el terrorismo? La gente de Gaza. Los habitantes de Gaza, a ojo de esos señores, son terroristas. Alguien, un falso Estado pérfido, usurpador y despiadado mata, masacra en seis meses a cerca de cuarenta mil personas, de las que bastantes millares son niños, y ese no es terrorista, pero la gente a la que está bombardeando ¡sí lo es! Por tanto, esos pretextos son falsos. El objetivo de las sanciones no son esas cosas.

El propósito de las sanciones es poner al Irán islámico en un brete. Lo que quieren es poner a la República Islámica de Irán en apuros mediante sanciones, y eso ¿para qué? Para que acate las directrices de su colonialismo y su arrogancia; para que se someta a sus demandas tiránicas y sus reclamaciones marcadas por la codicia de poder; para que subordine su política a la de ellos. Ese es el objetivo. Luego, algunos, de buena fe —porque esa opinión que dan será de buena fe, si Dios quiere— erre que erre aconsejando que si “señor, con Estados Unidos, tal… Ellos dicen tal cosa, ¡hágales caso!”. ¡Pero es que eso no tiene fin! Las reclamaciones de Estados Unidos son infinitas. Hace unos años, en esta misma husainiya se hablaba de los asuntos nucleares y un servidor lo dijo (13) públicamente: que los estadounidenses aclaren cuánto hay que ceder en materia nuclear para que ellos queden satisfechos. No están dispuestos a aclararlo, ¡por supuesto! Ellos van avanzando paso a paso, hasta llegar a lo que ocurrió en un país africano, del norte de África (14): que tenían que recoger todos sus dispositivos nucleares. Un país necesita la energía nuclear; la medicina nuclear, terapias nucleares, avances nucleares de ese tipo… hay cientos de tareas necesarias que se llevan a cabo en un país. ¿Y todo eso hay que pararlo? Pues eso es lo que ellos esperan [de nosotros]. Ya sea en los asuntos políticos, en los asuntos económicos, en los planes generales del país, ellos quieren obediencia absoluta. Lo que dicen es que nos sometamos a ellos por completo; esa misma situación en la que están algunos gobiernos, como ustedes ven y saben: su riqueza en manos de ellos, su prestigio en manos de ellos y su política al servicio de ellos. Eso es lo que ellos quieren. Claro, evidentemente el sistema islámico, el sentido islámico del honor y esta gran y antigua nación islámica es imposible que se sometan a semejante abuso. Esa es la cuestión de las sanciones.

Por supuesto, ¡claro que las sanciones causan daños a la economía del país! De eso no hay duda. No cabe duda de ello: una parte de los problemas económicos están provocados por las sanciones. De eso no cabe duda, pero al mismo tiempo hay algo que considerar, y es que esas mismas sanciones hacen que afloren los talentos dentro del país. Esas mismas sanciones hacen que dentro del país surjan capacidades. Actualmente, muchas de las cosas que estábamos a obligados a importar adquiriéndolas a precio de oro de Estados extranjeros, algunos de ellos enemigos, las fabricamos dentro del país. ¿Por qué? Porque nos vimos obligados a ello. Ellos no nos las vendían, nos pusieron trabas, recurrimos a nosotros mismos y crecimos dentro de nosotros mismos. Esos dispositivos que ellos nos vendían haciéndose de rogar y a precio de oro, nuestros jóvenes, nuestros científicos lograron producirlos dentro del país a bajo coste. Eso es un pueblo vivo. Un pueblo vivo crea oportunidades para sí mismo incluso a partir de las hostilidades del enemigo.

Ese es el consejo que damos siempre a nuestros queridos jóvenes, a nuestros dignos responsables y a nuestros píos y celosos hombres y mujeres: conviertan ustedes las hostilidades del enemigo en oportunidades para sí mismos. Un ejemplo es esta misma cuestión del armamento: los avances armamentísticos dejaron al enemigo asombrado. ¿Irán era capaz, en medio de las sanciones, de crear armamento avanzado, y además en esa cantidad? Sí, sí que puede y puede todavía más, puede todavía mejor y puede, si Dios quiere, hacerlas aún más avanzadas. Y no son solo las armas. Bien, las armas se han visto ya en un lugar (15), pero en muchos otros campos es igual. Hoy en día, pese a todos los escollos que hay y todas las sanciones, estamos entre los más adelantados en el campo de la medicina, en el campo de la salud. En nuestra propia región, nuestra medicina quizá no tenga parangón; y a nivel mundial, es también una de las que sobresalen. En el terreno industrial, igual; en las diversas ingenierías, lo mismo. En algunos aspectos, claro está, estamos atrasados. Si nos esforzamos, progresaremos en todo.

El enemigo nos impone sanciones so pretexto de terrorismo, etc., pero el efecto de esas sanciones se va desvaneciendo gradualmente. Nos aplicaron sanciones durante unos cuantos años y vieron que era inútil. Fuentes mundiales fidedignas dicen que el crecimiento, pongamos, del producto nacional bruto de Irán es mayor este año que el año anterior. Pues bien, ¿por qué es mayor? Porque trabajan más, porque trabajan mejor, porque las sanciones no los derriban, porque no ponen sus esperanzas en ayuda de fuera del país, de fuera de las fronteras. Es eso, pues. Y eso se debe afianzar; se debe consolidar. Hay que fortalecer ese espíritu en el país.

A esas cosas que dicen, que si “oiga, está usted a favor del terrorismo”… [no hagan caso]. Que por qué apoyan ustedes a Palestina, le dicen al Frente de la Resistencia, y ahora es el mundo entero quien está apoyando a Palestina. En las calles de los países europeos, en las calles de Washington y de Nueva York, la gente sale a marchar en apoyo de Palestina y a corear consignas a favor de Palestina. ¡No es algo particular nuestro! ¿Que por qué se apoya a Hezbolá? Me han mostrado como, en las calles de una de las ciudades de Estados Unidos, en una ocasión se enarboló la bandera de Hezbolá. En el extranjero, la gente los está apoyando. Son la Resistencia, tienen sentido del honor, ¡están en contra de la opresión! El palestino está defendiendo su propia casa; una casa que ha sido usurpada, una casa que le han quitado por la fuerza. El colono llega, con el apoyo de la policía del pérfido régimen sionista, y con un buldócer arrasa su huerto, su campo y su vivienda para construir allá un asentamiento. Lo que hace el palestino es defender su casa, ¿y es él el terrorista? ¿El Frente de la Resistencia es terrorista? El terrorista es el que bombardea a esa gente, con ese desastre que han provocado, aunque con ello no han llegado a ninguna parte ni llegarán.

De todas maneras, que nuestro pueblo tenga claro —como claro lo tiene— que la enemistad con la nación iraní no se debe a esos asuntos que dicen ni a esas mentiras que se inventan. La enemistad se debe a que Irán es un país independiente, a que no agacha la cerviz, a que no acepta sus coacciones, a que no está dispuesto a plegarse a las políticas de uno u otro, y menos aún políticas fracasadas. Hoy, esas mismas potencias mundiales supuestamente extraordinarias admiten ellas mismas que están fracasando. He visto una noticia, en una revista estadounidense —es algo de hace dos o tres días—, que decía que Estados Unidos está perdiendo, que ha perdido en veinte años el prestigio conseguido durante dos siglos. Esto lo dicen ellos mismos, no nosotros. Eso se escribe en una revista norteamericana de prestigio. Y ahora esperan que esa política atrasada, fracasada, frustrada, contraria a la naturaleza humana y a todos los valores divinos y humanos sea seguida por una nación, por una nación soberana como Irán, una nación con historia, con raíces, civilizada. Está claro que eso no puede ser.

La nación iraní resiste sólidamente, y esa solidez debemos mostrarla en la práctica, debemos mostrarla en la acción, debemos mostrarla en la adquisición de ciencia y conocimiento, debemos mostrarla en la investigación, debemos mostrarla en nuestra unidad nacional. Si eso se hace, desde las propias entrañas de las penurias y las dificultades se nos ofrecerá una salida. Las penurias y dificultades impuestas —esas dificultades que impone el enemigo— contienen en sí, dentro de sí mismas, salidas y oportunidades, a condición de que nosotros no holgazaneemos, de que nosotros no hagamos el haragán. Gracias a Dios, la nación está viva y, en nuestro país, tiene la capacidad de estar más viva aún. Si, Dios mediante, vamos en ese sentido, podrá alcanzarse el horizonte claro del futuro, con la ayuda de Dios, y la nación iraní, si Dios quiere, lo alcanzará.

Esperamos que Dios los guarde a ustedes, pueblo de Irán, y a todo el piadoso colectivo de los trabajadores, que les dé a ustedes la victoria frente a sus enemigos y que haga que los espíritus de los mártires estén satisfechos de nosotros.

Con ustedes la paz, la misericordia de Dios y Sus bendiciones.

Notas

1) Al comienzo del encuentro, presentó un informe el Sr. Seyed Solat Mortazaví, ministro de Cooperación, Trabajo y Bienestar Social.

2) Por ejemplo, en el discurso del encuentro del 9 de mayo de 2022 con un grupo de trabajadores de todo Irán con motivo de la Semana del Trabajador.

3) Ibn al-Azir, Usd al-gaba fi maarifat al-sahaba, vol. 2, pág. 185.

4) Nicho sepulcral ortoédrico excavado en el fondo de la tumba, en la pared interior del lado que da a la alquibla, en el que los musulmanes entierran a sus muertos.

5) Abulqásim Payandé, Nahch al-fasaha, pág. 305: «Dijo el Profeta (la paz sea con él): “A Dios lo complace, cada vez que uno de ustedes hace algo, que lo haga a conciencia”».

6) Gurar al-hikam, pág. 590 (con alguna diferencia de detalle): «Dijo el Príncipe de los Creyentes (la paz sea con él): “Aquel que actúa se vuelve más fuerte (…) y aquel que flaquea en la acción ve aumentar su debilidad”».

7) Referencia a la divisa del año 1403 h. s. (del 20 de marzo de 2024 al 20 de marzo de 2025 d. C.): Salto en la producción con la participación de la gente. Véase el discurso del 20 de marzo de 2024 con ocasión del comienzo del año nuevo.

8) El ministro de Cooperativas, Trabajo y Bienestar Social.

9) Anuncio de las directrices generales del seguro social (10/04/2022).

10) El hoyatoleslam Seyed Ebrahim Raisí.

11) Entre otras ocasiones, en el encuentro con los maestros del 2 de mayo de 2023.

12) Por ejemplo, en la videoconferencia del 6 de mayo de 2020 con grupos productivos, con motivo de la Semana del Trabajador.

13) Discurso del encuentro del 3 de noviembre de 2013 con un grupo de estudiantes y alumnos de secundaria con motivo del Día Nacional de Lucha contra la Arrogancia. 

14) En pos de lo que llamaba normalización de relaciones con Occidente y Estados Unidos, el gobierno de Libia liderado por Muamar Gadafi anunció que se desharía de todas sus capacidades nucleares, cosa que efectivamente hizo. 

15) Referencia a la operación Promesa Verdadera.