«Otra faceta destacada suya era que no lo desalentaban las maledicencias. Ese es un punto débil de muchos de nosotros: en cuanto alguien se pone a criticarnos, enseguida quedamos abatidos o nos ponemos de mal humor, o nos molesta que sean ingratos con nosotros y no llegamos a realizar el trabajo. Muchas veces, es así; nos gusta que nos alaben. Con él, no. Lo zaherían mucho, pero no se desalentaba. Claro está que no puede decirse que no sufriera. Sí, sufría. A veces se lamentaba ante un servidor, pero no desesperaba ni se desanimaba en el trabajo y las diligencias» (07/07/2024).