En el nombre de Dios, Clemente y Misericordioso (1).

Wa-l-hamdu li-l-Lah rabbi-l-alamín wa-s-salam ala sayyídina Abi-l-Qásimi-l-Mústafa Muhámmad wa ala álihi-t-tayibini-t-tahirini-l-maasumín (2).

En primer lugar, expreso mi agradecimiento y mi alegría por haberse hecho realidad este pensamiento en el grupo aquí presente y que estén ustedes llevando a cabo esta labor con diligencia. Sea la misericordia divina con el mártir Soleimaní. Como se ha señalado aquí, fue él el iniciador de este pensamiento y de esta labor.

El de la Defensa del Santuario es un fenómeno asombroso, un fenómeno trascendental que posee dimensiones diversas. Si bien algunas de ellas se han mencionado y señalado aquí y allá en las pláticas, discursos, etc., me parece necesario que esas dimensiones se expongan en su integralidad, de manera completa, así que he anotado varias ideas que quisiera transmitirles, queridos hermanos y hermanas, en relación con los distintos aspectos de ese trascendente, extraordinario y asombroso fenómeno.

Son cuatro los aspectos que he tomado en consideración: uno, el aspecto simbólico de esa tarea. Esa movilización desde distintos puntos hacia los santuarios para defenderlos, etc., tiene un sentido simbólico; tiene un aspecto simbólico que ahora comentaré. Otro es el aspecto de la visión global de la Revolución, con la atención que la Revolución presta a las cuestiones de la región, a las cuestiones del mundo y a los equilibrios globales. También desde ese punto de vista hay lugar para el estudio, como expondré. El tercer aspecto es que esa movilización alejó un gran peligro de la región y, en particular, de nuestro país; también esa es una cuestión importante que no se ha tratado adecuadamente, por más que a veces se hayan dicho algunas cosas. La cuarta cuestión es que estos acontecimientos mostraron que, pasadas cuatro décadas, la Revolución mantiene la capacidad de regeneración que le es consustancial y que era evidente en sus inicios. Les daré una breve explicación sobre cada uno de estos puntos.

En lo referente al significado simbólico y oculto, consiste en que, si bien es cierto que la movilización hacia los santuarios de la Ahlul Bayt y la defensa de esos santuarios es de hecho la defensa de un sepulcro y una muestra de respeto a ese lugar de peregrinaje, se trata en realidad de respeto al contenido y la escuela del cuerpo purificado que allá se encuentra. Lo importante es eso. Si alguien no respeta ese pensamiento, ese ideal, no tiene razón alguna para ir a defender y dar apoyo a esa sepultura, esa cúpula. Algunas de las personas que fueron y participaron en la defensa de los santuarios ¡no eran siquiera chiíes! Conozco a personas de nuestro país y de otros lugares que no eran chiíes. En otras palabras, quizá no actuaran conforme a la jurisprudencia de los Ahlul Bayt, pero sí conforme al ideal de la Familia del Profeta. Eso es lo importante.

Los Ahlul Bayt poseen elevados ideales que no envejecerán jamás y que ocupan los primeros lugares entre las aspiraciones de todas las conciencias puras, de todos los seres humanos con altura de miras, como la justicia, como la libertad, la lucha contra los poderes inicuos y opresores, la necesidad de la abnegación en la senda de la verdad, el sacrificio… Esas son ideas elevadas que existen en la vida de los imames. Esa es una movilización en defensa de esos ideales, por voluntad y deseo de esos ideales. Eso es muy importante. Si nosotros logramos hacer llegar a oídos del mundo ese aspecto, el de la defensa de los ideales, con ese modo de difusión que se ha señalado, habremos promovido tanto el movimiento de la Defensa del Santuario como esos ideales. Porque en el mundo, al fin y al cabo, existen conciencias no contaminadas. Vean ustedes ahora en Estados Unidos, centro de los problemas espirituales y morales, cómo está defendiendo un puñado de jóvenes, haciendo sacrificios, a los hombres y mujeres de Gaza, que muchos de ellos ni siquiera saben en qué parte del mundo está. Ahí se ve que en todos los lugares del mundo hay conciencias puras y sin contaminar. A esos hay que dirigirse. Son esas conciencias a las que hay que dirigirse. No debemos pasarlas por alto. Una de las cosas que hay que transmitirles es esa, esos ideales. Esos ideales poseen tal atractivo que arranca a los jóvenes de su hogar, de su vida, de sus amores, sus relaciones filiales y su matrimonio, etc., y los impulsa a la defensa. Ese es el primer aspecto que posee esta movilización.

La enemistad de quienes provocaron esta movilización —aquellos que amenazaron los santuarios, etc.— iba en realidad dirigida contra esos ideales. Personas que abandonaron este mundo hace años, siglos, como el abasí Al-Mutawákkil. ¿Por qué hacía aquellas cosas el abasí Al-Mutawákkil con la tumba del imam Husain? Cuando había emprendido el vuelo y se había liberado de este mundo material hacía más de ciento cincuenta años. ¡Si él no existía ya! Lo que movía a Al-Mutawákkil a ir y hacer aquellas cosas, cortar manos, cortar pies, matar gente, cortar el agua y cosas de ese jaez era la verdad que había detrás de aquella tumba, detrás de aquella cúpula, de aquel lugar de peregrinación, de aquel sepulcro. Lo preocupaba aquella verdad, y ciertamente tenía razón en preocuparse; porque es verdad aplasta a quienes son como Al-Mutawákkil. Siempre ha sido así a lo largo de la historia, y hoy es igual. Esa es la primera consideración.

El segundo aspecto que hemos dicho es el de la visión global de la Revolución. Una de las necesidades ineludibles de un movimiento o una corriente es no confinarse a los límites del ámbito propio en el que existen y tienen presencia, sino aspirar a salir de esos límites; especialmente, en circunstancias como las actuales en el mundo, en las que hay países poderosos que pueden abusar. En la actualidad, el número de bases estadounidenses en los distintos países del mundo es descomunal. Tienen bases en todo el planeta. En tal situación, cualquier movimiento, cualquier alzamiento, cualquier revolución que no preste atención más que a su propio entorno interno y descuide las acciones y reacciones externas saldrá irremediablemente perjudicado. Por eso, una de las necesidades incontestables de todo movimiento, de toda movilización, todo movimiento social o político es contar con una perspectiva sobre el entorno internacional, el entorno regional, las interacciones, las relaciones, las conexiones, etc.

Esto lo hemos sufrido nosotros en nuestro pasado no demasiado lejano, al menos dos veces. Una, en la etapa del constitucionalismo, y la otra, durante el movimiento de la nacionalización del petróleo. Durante la Revolución Constitucionalista —dejando a un lado la intromisión de los ingleses al principio—, después de que se elaborara y estableciera la Constitución, los problemas a que se enfrentaban los simpatizantes del constitucionalismo, los dirigentes, las personas inquietas y los seguidores del constitucionalismo se centraron en las cuestiones internas del país —en disputas y conflictos de unos con otros y viceversa—, mientras se descuidaba y se perdía de vista el exterior. Perdieron de vista la posibilidad de que, en un momento dado, la política de Inglaterra les exigiera poner a un Reza Jan que barriese las constituciones y las no constituciones y las tirara a la basura, y esa fue la desgracia que se abatió sobre ellos. Descuidar la posibilidad de la injerencia de Inglaterra hizo que, de repente, un día se despertaran —como se suele decir— y vieran que había tomado el poder un matón avasallador como Reza Jan. Primero llegó a comandante de los Ejércitos y luego ya se hizo shah. En las memorias de uno de sus subordinados leí que este decía, citando a Reza Shah: “De haber sabido que hacerse shah era tan fácil, ¡me hubiera hecho shah antes!”. ¡Se descuidaron! La gente se descuidó y aquellos tomaron el poder; intervinieron los ingleses y lo alzaron al poder. Fíjense en que la subida al poder de Reza Jan fue quince años después de la Revolución Constitucionalista. No había pasado mucho tiempo. En quince años, con qué problemas se encontró el país, que hicieron que se descuidaran… Este es un caso.

El otro caso es la nacionalización del petróleo. Bien, pues todo aquel fervor, aquella agitación —y un servidor hasta cierto punto recuerda aquel entusiasmo y aquella excitación de la gente, aquellas manifestaciones, aquellos mítines que se organizaban, de los que yo en Mashad vi una pequeña parte—, aquel deseo de la gente y esas cosas se apagaron con un golpe de Estado del que hay que decir que en realidad fue una birria. Verdaderamente, ahí no hubo para nada lo que se entiende de verdad por un golpe militar imponente. Un hatajo de maleantes y de gente de esa ralea, guiados desde la embajada de Inglaterra en Teherán y con un maletín de dinero estadounidense, derrocaron un gobierno nacional elegido por el pueblo que había llegado al poder con entusiasmo; y se acabó. Aquello desapareció, no quedó ni rastro. Por descuido y distracción. Distraerse con los asuntos internos y descuidar la posibilidad de injerencia de intervencionistas extranjeros acarreó aquella calamidad al país.

La Revolución Islámica de Irán, el Movimiento Islámico de Irán fue consciente de eso desde el primer día. Ya en los primeros discursos que pronunció el imam Jomeiní, a la vez que mencionaba los horrores del régimen del shah, etc., nombraba también a Estados Unidos, nombraba el sionismo, nombraba a Israel. Fue consciente de esos asuntos desde el principio. Desde el comienzo de la lucha —quizá hubiera transcurrido un año y dos o tres meses—, el imam dio aquel discurso contra la Capitulación (3). En otras palabras, el imam era consciente de la Capitulación, era consciente de lo que aprobaba el Congreso, era consciente de las injerencias de otros en los asuntos internos del país. Y también desde el principio del triunfo de la Revolución, el imam tenía la vista puesta en el exterior. Por supuesto, los dichos del imam rebosan de soluciones a los problemas internos y de consideraciones sobre los asuntos internos, pero en la mayoría de sus dichos hay, si se fijan ustedes, alusiones a los peligros exteriores y a las capacidades que amenazan el país. Visión global, visión regional, visión general, no distraerse y no ocuparse y entretenerse solo con los asuntos internos. Eso estaba en la Revolución.

Una de sus manifestaciones principales, que reviste gran importancia, es la presencia de nuestros combatientes en países en los que el enemigo había trazado planes, había diseñado planes, y eran de gran trascendencia los planes que se habían hecho; en primer lugar, en Irak, en Siria y, hasta cierto punto, en Líbano. El enemigo había urdido un plan, y este plan era algo importante: en nombre del Islam y con el respaldo de las motivaciones religiosas —que son motivaciones de gran importancia, con una operatividad muy relevante—, [crearon] un grupo que estaba en manos de Estados Unidos, bajo las garras de Estados Unidos. Los de Daesh decían “¡Al-Lahu Akbar!” en el campo de batalla, pero sus heridos eran hospitalizados por Israel, en los hospitales de allá, y los jefes del régimen sionista ¡iban a visitarlos! Eso se difundió y todos lo vieron. Aquel era un plan muy peligroso, y el objetivo del plan era apoderarse de la región para apoderarse de Irán. El Irán islámico, junto con el conjunto de la región, debía estar en poder de Estados Unidos y del sistema de la Arrogancia y el colonialismo. Para eso habían urdido aquel plan, y habían gastado dinero: siete billones de dólares gastaron. Ese es un dato, una cifra, que hizo pública muchas veces la máxima autoridad oficial de Estados Unidos (4). Siete billones de dólares gastaron en la región; echados a perder. Todo ese gasto resultó inútil. Lo que querían, por medio de Daesh, era instaurar gobiernos en nombre del Islam en dos flancos del Irán islámico —en un país a nuestro este y en otro a nuestro oeste—, aupar al Islam takfirí y, en definitiva, debilitar y engullir a la República Islámica mediante presiones diversas —además de las económicas y demás, religiosas, intelectuales e incluso de creencia— y hacerla desaparecer. La movilización de los defensores del Santuario lo frustró. Un grupo de jóvenes —y viejos también— de distintos países, con su centro en la República Islámica, logró neutralizar por completo un trascendente, costoso y calculado plan del sistema de la Arrogancia y el colonialismo. Esa visión global de la Revolución es algo muy importante.

El “Nuevo Oriente Medio” del que hablaban era ese mismo Oriente Medio, con esas características: bajo el dominio total de Estados Unidos, gobiernos con respaldo religioso tanto en Irak como en Siria; en nombre de la religión, pero en beneficio de Israel, Estados Unidos, etc., y presión sobre la República Islámica por dos flancos. La movilización de los defensores del Santuario, con esa perspectiva, salvó la región. Esto es importante: salvó la región de un gran peligro, del mal de un plan peligroso. Y ese era el segundo punto.

Y el tercer punto que habíamos dicho, ¿cuál era? La neutralización de un gran peligro interno: la inseguridad. Daesh y el resto de grupos que los seguían, que iban juntos o que rivalizaban con ellos en Siria y en Irak, de seguir todavía ahí con aquella misma formación y organización, habrían dejado sin seguridad a toda la región, incluido Irán y, sin duda, en nuestro país seríamos testigos cada pocos días de sucesos como los de Shah Cheragh, en Shiraz (5), o los de Kermán (6). En Irak fue así también, como también en Siria, hasta que recuperaron su propia soberanía. Ese peligro fue eliminado por los muyahidines combatientes de la Defensa del Santuario.

Así es: están por aquí y por allá, los protege además Estados Unidos, los de Daesh no han sido del todo exterminados, pero aquella organización ha desaparecido ya. Resulta verdaderamente inquietante imaginar lo que habría sucedido si aquel grupo no hubiera sido desintegrado. Aquellas personas despiadadas, aquel grupo en extremo despiadado hacía cosas que no tenían precedentes: ¡quemar a gente viva delante de una cámara! ¡Ahogarla! ¡Beneficiase a la vez del apoyo técnico y propagandístico occidental! Las cosas que hacían esos, esas filmaciones, esas fotografías y esos elaboraciones finas y precisas que había en su trabajo no eran cosa hecha por un hatajo de analfabetos así. A esos los ayudaban, habían recibido ayuda. Estaba previsto que vinieran y estuvieran en la región, con lo que ya no habría habido seguridad para nadie. Esta era otra idea.

La última idea es esa que habíamos apuntado: la presencia de los defensores del Santuario mostró que la Revolución Islámica tiene el poder de regenerar y mantener aquel mismo fervor y épica del comienzo de la Revolución. Lo demostró. Habitualmente, en el inicio de los movimientos hay un fervor revolucionario y, después, por efecto de diversos factores, esa heroicidad, esa motivación al principio se debilita y luego desaparece por completo, y eso hace que se desmantele todo lo construido por ese movimiento. Eso lo hemos visto en nuestra propia historia próxima, contemporánea, como en la Revolución francesa, en la Revolución Soviética y similares: se produce un grandioso movimiento popular en un país como Francia, toma toda Francia, llega al poder una revolución y luego, en un período de más o menos unos doce, trece años, se dan unas acciones y reacciones y unos altibajos —todo ello, claro está, muestra de su debilidad espiritual y moral— y el resultado es que aquel movimiento desaparece por completo y accede al poder un emperador despótico como Napoleón. Normalmente, es así. En la República Islámica, algunos esperaban también que fuera igual, pero la presencia de los defensores del Santuario mostró que, cuatro décadas después de la Revolución Islámica, aquella motivación sigue existiendo.

Las historias de esos jóvenes que abandonaron sus vidas y sus hogares y partieron —como he visto en algunos de esos libros— son realmente impactantes. ¡Impactantes de verdad! Un joven con las posibilidades de la juventud a su alcance, con la oportunidad de hacer las cosas de los jóvenes, abandona el confort, el amor, las posesiones materiales, el desarrollo académico, etc., ¡y se va a defender una idea, un movimiento, una revolución, un movimiento! Eso es algo muy importante. Esos ni vieron al imam Jomeiní ni estuvieron durante la guerra y la Sagrada Defensa, pero uno ve van de la misma manera, con aquella misma motivación —a veces mejor, a veces con más lucidez—, luchan, ponen sus vidas en riesgo, algunos alcanzan el martirio y otros no. Eso muestra que la Revolución tiene esa capacidad asombrosa. Esto es muy importante. Por supuesto, eso lo habíamos visto en otras formas distintas, como esos desfiles del Veintidós de Bahmán y esos cortejos fúnebres increíbles, que no se han visto en ningún otro lugar del mundo —estos últimos cortejos fúnebres o los del mártir Soleimaní y otros como ellos no se han visto realmente nunca en ningún lugar del mundo—, pero la presencia de los defensores del Santuario en los campos de batalla lo supera.

Están incluso algunas de estas personas atrapadas en análisis materialistas que no abandonan y que, sin importar lo que uno haga o el razonamiento que les presente, se niegan a tomar esos razonamientos en consideración y dejarse convencer. Como dice el poema, todo contemplativo que en fantasías crea / al darle razonamientos, aún más fantasea (7). Tienen la vista puesta en Occidente y en las motivaciones y los erróneos fundamentos intelectuales occidentales. Esperaban que la Revolución, que es un alzamiento frente a ese pensamiento materialista, se fuera debilitando gradualmente. Algunos, al principio, eran revolucionarios, pero luego se convirtieron en oponentes, o bien acabaron situados enfrente del pensamiento revolucionario o, cuando menos, entraron en contradicción con él. Esos decían que quienes estuvieron en la Sagrada Defensa, si hubieran permanecido hasta hoy, serían como ellos. Se proyectaban en ellos. Estos jóvenes mostraron que no, que eso es incorrecto, que no es así. En esos jóvenes que partieron, son asombrosas la valentía, la entrega, la lealtad y la creencia profunda en los fundamentos del Islam y la Revolución. Realmente es un fenómeno sin parangón. Se queda uno pasmado. No puede ser otra cosa que la gracia de Dios, la guía divina, la guía de los Inmaculados Imames (la paz sea con ellos). Luego, los grandes de entre ellos, como el mártir Soleimaní, el mártir Hamedaní y otros grandes hombres alcanzaron el martirio en esa senda, que ese es otro tema aparte.

Por lo tanto, un servidor concluye que los defensores del Santuario y sus familias son un motivo de orgullo y dignidad para el Irán islámico. Son fuente de salvación y éxito para la Revolución Islámica, y la República Islámica está incontestablemente en deuda con esos seres queridos, esos mártires, esas familias, esos defensores. Quiera Dios darles un elevado rango, reunir sus espíritus con el Profeta, hacer que estén satisfechos de nosotros y reunirnos con ellos.

Con ustedes la paz, la misericordia de Dios y Sus bendiciones.

Notas

(1) Al comienzo del encuentro, presentaron sendos informes el general Esmaíl Qaaní, comandante de la Fuerza Quds del Cuerpo de Guardianes de la República Islámica (CGRI), y el hoyatoleslam Alí Shirazí, responsable de la organización del congreso. 

(2) “Alabado sea Dios, Señor de los Mundos, y vayan las bendiciones y la paz a nuestro maestro Abulqásim al-Mustafa Muhammad, así como a su familia excelsa, pura e inmaculada”.

(3) Después de que, el 13 de octubre de 1964, los representantes del Senado y la Asamblea de Consulta Nacional iraníes aprobaran un proyecto de ley por el que los asesores estadounidenses presentes en Irán se beneficiarían de las inmunidades y actividades de la Convención de Viena (“Capitulación”), el 26 de octubre de ese mismo año, el imam Jomeiní (Dios lo tenga en Su gloria) publicó un manifiesto y pronunció un emocionante y contundente discurso en los que proclamaba que la Capitulación era una admisión del estatus de colonia de Irán y que el voto del Senado y la Asamblea de Consulta Nacional era contrario al Islam y al Corán y carecía de validez jurídica. En reacción a esas declaraciones, el 4 de noviembre de 1964, el régimen títere de los Pahlaví exilió al imam Jomeiní a Turquía. Véase el discurso entre la gente del 26 de octubre de 1964 en Sahife-ye emam (vol. 1, pág. 415).

(4) Donald Trump.

(5) Durante el atardecer del 26 de octubre de 2022, un individuo armado penetró en el recinto del santuario purificado de Ahmad ibn Musa (la paz sea con él) y abrió fuego contra los peregrinos allá presentes. En el incidente alcanzaron el martirio trece personas y otras más resultaron heridas. Tras el incidente, el grupo terrorista Daesh asumió la responsabilidad del atentado.

(6) El 3 de enero de 2024, día del cuarto aniversario del martirio de Qasem Soleimaní, comandante de la Fuerza Quds del Cuerpo de Guardianes de la República Islámica (CGRI), la explosión de dos bombas entre la multitud causó el martirio de cerca de cien personas y heridas a más de otras doscientas de entre los peregrinos del cementerio de los mártires de la ciudad de Kermán.

(7) Del segundo cuaderno del Masnaví-e maanaví de Yalaluddín Mohammad Baljí (Maulana, Moulaví o Rumi), de un poema que comienza con el hemistiquio: Dijo que todo hombre que razona mal / no escucha bien, así se le den mil y una señal.