«En primer lugar, en Irak, en Siria y, hasta cierto punto, en Líbano. El enemigo había urdido un plan, y este plan era algo importante: en nombre del Islam y con el respaldo de las motivaciones religiosas —que son motivaciones de gran importancia, con una operatividad muy relevante—, [crearon] un grupo que estaba en manos de Estados Unidos, bajo las garras de Estados Unidos. Los de Daesh decían “¡Al-Lahu Akbar!” en el campo de batalla, pero sus heridos eran hospitalizados por Israel, en los hospitales de allá, y los jefes del régimen sionista ¡iban a visitarlos! Eso se difundió y todos lo vieron. Aquel era un plan muy peligroso, y el objetivo del plan era apoderarse de la región para apoderarse de Irán. El Irán islámico, junto con el conjunto de la región, debía estar en poder de Estados Unidos y del sistema de la Arrogancia y el colonialismo. Para eso habían urdido aquel plan, y habían gastado dinero: siete billones de dólares gastaron. Ese es un dato, una cifra, que hizo pública muchas veces la máxima autoridad oficial de Estados Unidos (1). Siete billones de dólares gastaron en la región; echados a perder. Todo ese gasto resultó inútil. Lo que querían, por medio de Daesh, era instaurar gobiernos en nombre del Islam en dos flancos del Irán islámico —en un país a nuestro este y en otro a nuestro oeste—, aupar al Islam takfirí y, en definitiva, debilitar y engullir a la República Islámica mediante presiones diversas —además de las económicas y demás, religiosas, intelectuales e incluso de creencia— y hacerla desaparecer. La movilización de los defensores del Santuario lo frustró» (29/06/2024).

Notas

(1) Donald Trump.