«Habitualmente, en el inicio de los movimientos hay un fervor revolucionario y, después, por efecto de diversos factores, esa heroicidad, esa motivación al principio se debilita y luego desaparece por completo, y eso hace que se desmantele todo lo construido por ese movimiento. Eso lo hemos visto en nuestra propia historia próxima, contemporánea, como en la Revolución francesa, en la Revolución Soviética y similares: se produce un grandioso movimiento popular en un país como Francia, toma toda Francia, llega al poder una revolución y luego, en un período de más o menos unos doce, trece años, se dan unas acciones y reacciones y unos altibajos —todo ello, claro está, muestra de su debilidad espiritual y moral— y el resultado es que aquel movimiento desaparece por completo y accede al poder un emperador despótico como Napoleón. Normalmente, es así. En la República Islámica, algunos esperaban también que fuera igual, pero la presencia de los defensores del Santuario mostró que, cuatro décadas después de la Revolución Islámica, aquella motivación sigue existiendo» (29/06/2024).