Arbaín de 1446 h.l.

En el nombre de Dios, Clemente y Misericordioso.

Como en todos los Arbaín, ustedes, queridos jóvenes, han iluminado hoy esta husainiya con su presencia y con sus sentimientos puros. Les doy las gracias a todos ustedes por esa presencia, así como por la programación, que gracias a Dios se ha realizado de manera óptima. Han sido muy buenos los programas, ha sido bueno el himno, ha sido buena la recitación del Corán, ha sido muy bueno el rezo de peregrinación, ha sido muy buena la intervención en el púlpito y ha sido muy bueno el programa del señor Motií (1). A Dios gracias, todas las actividades que han realizado ustedes aquí han sido actividades llenas de sustancia, instructivas y llenas de significado.

En Ziyarat Ashura, dicen ustedes al imam Husain (la paz sea con él): “¡Aba Abdi-l-Lah! Ciertamente estoy en paz con quien es pacífico contigo, y en guerra contra quien te combate, hasta el Día de la Resurrección” (2). Hasta el Día de la Resurrección… ¿Qué significa eso? Significa que esta contienda entre el frente de Husain y el frente de Yazid no tiene fin. Esta contienda continúa. El frente de Husain se dio a conocer. En aquel mismo viaje a Karbala, el imam Husain (la paz sea con él) definió en varios lugares qué es lo que decía y cuál era su objetivo. Él dijo: “Ciertamente, el Profeta (la paz y las bendiciones de Dios sean con él y su familia) dijo: ‘Todo musulmán que se vea frente a un gobernante tiránico’ —la cuestión es la injusticia y la tiranía— ‘que tome por lícito lo que Dios ha proscrito, que rompa el pacto divino (…) y que entre los siervos de Dios actúe con tiranía y hostilidad…’” (3). De eso se trata. Es el frente de Husain el que, ante la injusticia, actúa y hace el yihad. Y en el lado opuesto opuesto está el frente de la tiranía, el frente de la injusticia, el frente de la quiebra del pacto divino.

Hoy es eso lo que ven ustedes en el mundo. Antes de la época del imam Husain (la paz sea con él), existía ya también esa oposición de dos frentes; en los tiempos posteriores a él, existió también; hoy existe también, y seguirá existiendo hasta el final. En todos esos tiempos, “estoy en paz con quien es pacífico contigo”. Con quienquiera que esté en tu frente, yo estoy bien. Y “en guerra contra quien te combate”: a quienquiera que te combata, yo lo combato. Este combate adopta distintas formas: en los tiempos de la espada y la lanza, es de una manera, y en los tiempos del átomo y la inteligencia artificial, etc., de otra, pero sigue ahí. En los tiempos de la propaganda a través de la poesía, las casidas, los hadices y la enunciación de palabras, es de una manera, y en los tiempos de internet, de la cuántica, etc., de otra, pero sigue ahí. En los tiempos de ser uno estudiante, es de una manera; en los tiempos de llegar a ser directivo y ocupar un puesto, es de otra. Está ahí en todas las situaciones. Ese “en guerra contra quien te combate” no debe olvidarse. “En guerra contra quien te combate” no significa siempre empuñar un fusil. Significa también pensar correctamente, hablar correctamente, identificar correctamente, apuntar al objetivo con precisión. Es así, esto de “en guerra contra quien te combate”. Sepan cuál es el deber; identifiquen el camino que deben seguir. Si pensamos así, si identificamos así, si nos esforzamos así, la vida cobra significado; la vida tiene propósito. El dinero no merece ser el propósito de la vida. Los cargos, el poder y la posición social son demasiado ruines como para convertirse en el propósito de la vida del ser humano. El propósito de la vida es servir, llegar a Dios. Y el camino no es más que ese: “Estoy en paz con quien es pacífico contigo, y en guerra contra quien te combate”.

Valoren su juventud. Tienen ante sí un vasto campo de acción. Si Dios quiere, en sesenta o setenta años, estarán ustedes en este mundo, trabajando. Aprovechen esta oportunidad. Hagan planes para esta prolongada oportunidad. Para que sus planes salgan bien, piensen. Para poder pensar bien, familiarícense con el Corán. Lean el Corán, mediten, aprendan de aquellos que meditaron antes que ustedes, más que ustedes. Aprender no es una vergüenza, es un honor. Hemos de aprender siempre; hasta el final de la vida debemos aprender. Piensen, lean, identifiquen y, allá donde sea necesario, actúen. Esa acción se realiza a veces en un laboratorio; a veces, en un aula; a veces, en el ámbito universitario; a veces, en el ámbito social; a veces, en el ámbito político; a veces, en el camino a Karbala; a veces, en el camino a Palestina; a veces, con consignas por las elevadas metas islámicas. La Revolución Islámica nos abrió a nosotros ese camino. Queridos míos, ¡jóvenes míos! Ustedes no conocieron aquella época. Alégrense de no haberla conocido. Nosotros la conocimos. Fue una época mala, una época dura, una época oscura, una época de desesperación. La Revolución cambió las tornas; la Revolución abrió el camino; la Revolución nos dio una oportunidad. Podemos aprovechar esa oportunidad. Ustedes pueden aprovechar esa oportunidad. También se puede no aprovecharla. Si no la aprovechamos, será una pérdida; si la aprovechamos, un triunfo. “Ciertamente, los creyentes han triunfado y se han salvado” (Sagrado Corán, 23:1). Quiera Dios que tengan ustedes el éxito y la aprobación.

Con ustedes la paz, la misericordia de Dios y Sus bendiciones.

Notas

(1) Meysam Motií, recitador de la Ahlul Bayt, la Familia del Profeta.

(2) Kamil al-ziarat, vol. 1, pág. 176.

(3) Bihar al-anwar, vol. 44, pág. 381 (con alguna ligera variación).