«Valoren su juventud. Tienen ante sí un vasto campo de acción. Si Dios quiere, en sesenta o setenta años, estarán ustedes en este mundo, trabajando. Aprovechen esta oportunidad. Hagan planes para esta prolongada oportunidad. Para que sus planes salgan bien, piensen. Para poder pensar bien, familiarícense con el Corán. Lean el Corán, mediten, aprendan de aquellos que meditaron antes que ustedes, más que ustedes. Aprender no es una vergüenza, es un honor. Hemos de aprender siempre; hasta el final de la vida debemos aprender. Piensen, lean, identifiquen y, allá donde sea necesario, actúen. Esa acción se realiza a veces en un laboratorio; a veces, en un aula; a veces, en el ámbito universitario; a veces, en el ámbito social; a veces, en el ámbito político; a veces, en el camino a Karbala; a veces, en el camino a Palestina (...). Ustedes pueden aprovechar esa oportunidad. También se puede no aprovecharla. Si no la aprovechamos, será una pérdida; si la aprovechamos, un triunfo. “Ciertamente, los creyentes han triunfado y se han salvado” (Sagrado Corán, 23:1)» (