«Uno de los fundamentos de la guerra psicológica de los enemigos de todo pueblo y, más que todo otro en nuestros tiempos, de nuestro querido pueblo y de nuestro Irán islámico, es magnificar a los enemigos de ese pueblo. Eso se dio desde el principio de la Revolución Islámica. Por distintas vías, a nuestro pueblo se le ha dado a entender, se le ha insuflado y se le ha inoculado constantemente que debía tener miedo: que tuviera miedo de Estados Unidos, que tuviera miedo de los sionistas, que tuviera miedo de Inglaterra, que tuviera miedo de todos esos (...). Esa acción de guerra psicológica del enemigo, cuando llega al terreno militar, tiene como resultado el miedo, la retirada, de la que el Noble Corán deja en claro que la retirada es realmente causa de la ira divina: “Quien les dé la espalda ese día, excepto para cambiar su puesto de combate o para incorporarse a otra tropa, sufrirá la ira de Dios” (Sagrado Corán, 8:16). Ante un enemigo que los esté atacando a ustedes —y hay muchos tipos de ataques; unas veces se trata de un ataque con espada en el campo de batalla, de frente y cuerpo a cuerpo, otras de un ataque propagandístico, otras de un ataque económico, otras de un ataque militar con armas modernas—, si hacen una retirada que no sea táctica… a veces la retirada es una táctica, igual que el avance, en cuyo caso no es censurable: “Excepto para cambiar su puesto de combate o para incorporarse a otra tropa”. Ahí se trata de tácticas, pero fuera de esos casos, si se retiran, “sufrirá la ira de Dios”. Es así en la acción militar, y en la acción política es también exactamente así [provoca la ira de Dios]» (