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Otra cosa que me vino a la mente —como digo, son cosas que se le ocurren a uno y había pensado que esta fuera ya la última, antes, como dicen los caballeros, de ir a rezar por ustedes— es que el Nobilísimo Profeta [del Islam] escribió una carta a Nayashí. Una carta, el Profeta la había escrito antes de llegar a Medina, como refieren todos. Otros relatan que, al mismo tiempo que partían los Muhayirún, el Nobilísimo Profeta escribió una carta a Nayashí y se la envió con ellos, a través de ellos —aquí, el caballero lo ha investigado y sin duda sabe más al respecto—. Yo he visto la carta y, en ella, el Profeta menciona el bendito nombre de Cristo. En esa carta, el Nobilísimo Profeta no dice que Cristo es profeta y no otra cosa. ¡Es extraño! En esa carta, dice que él cree en que el Cristo es espíritu de Dios, procedente del soplo del espíritu divino, igual que era Adán. Y nombra también a su bendita madre. Es decir, que en un primer momento no dice aquello que podría despertar suspicacias en su interlocutor. No es que lo oculte, ¡lo dirá luego! Y no lo niega, pero en un primer momento lo que dice es lo que aparece y se recalca en el Corán: que procede del espíritu de Dios y del soplo divino dentro de María (la paz de Dios sea con ella). En definitiva, ahí hay una lección para nosotros.
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