CON OCASIÓN DE LA SEMANA DEL BASICH DE LOS DESHEREDADOS (1)

En nombre de Dios, Clemente y Misericordioso.

Wa-l-hamdu li-l-Lah rabbi-l-alamín wa-s-salat wa-s-salam ala sayyídina wa nabíyina Abi-l-Qásimi-l-Mústafa Muhámmad wa ala álihi-t-tayibini-l-atharini-l-muntayabín sáyyama Baqíati-l-Lah fi-l-arazeyn (2).

Sean muy bienvenidos, queridos hermanos, queridas hermanas. Los saludo a todos ustedes, así como a todas las personas que oyen estas palabras por todo el país. Digamos algunas palabras a propósito del país. El Basich de los Desheredados fue un fenómeno único surgido en el país. Este fenómeno no tenía precedentes con esta forma en ningún otro lugar, en ningún otro país del mundo, y fue considerado un fenómeno excepcional. Explicaré esto desde distintos puntos de vista. Este no era un fenómeno imitativo; no era un calco. Este fenómeno surgió de nuestra propia cultura nacional, de nuestra historia. Esto es lo primero que queríamos decir. Y lo que implica esta consideración es que este fenómeno, al ser auténtico, es perdurable. Este fenómeno no es perecedero; es estable y duradero porque tiene raíces. Es de este mismo pueblo, de esta historia y de este ser nacional iraní.

Esto es un trabajo en red cultural. El Basich es básicamente un trabajo en red cultural, social y, claro está, militar. Lo primero que nos viene a la mente hoy del Basich es el aspecto militar, cuando ese aspecto, tan importante como es, no lo es más que los aspectos cultural y social del Basich. Fue el imam [Jomeiní] quien creó esta red; fue iniciativa del imam. ¿Y cuándo? En medio de una gran amenaza. Esa era una de las peculiaridades de nuestro ilustre imam. La mayoría de ustedes no llegaron a la época del imam. Una de las características de nuestro ilustre imam era esa, que creaba oportunidades a partir de las amenazas. Lo mismo pasó aquí. El 4 de noviembre de 1979, sucedió el incidente de la toma del Nido de los Espías (3). La máxima potencia mundial de aquel entonces, Estados Unidos, empezó a enseñar garras y colmillos, a amenazar, a sancionar. En medio de aquellas amenazas, el día 26 de noviembre —es decir, en un intervalo de unos veintidós o veintitrés días después de aquello—, el imam dio la orden de movilización [del Basich]. En otras palabras, en un momento en que el país —un país, además, que acababa de hacer una revolución— no tenía bajo su control casi ninguno de sus medios de autodefensa y estaba siendo objeto de tan gran amenaza, en esas circunstancias, de repente el imam plantó un árbol bueno, un nuevo arbolito en la tierra social, cultural y militar del país, que fue el árbol bueno del Basich. Creó una oportunidad a partir de una amenaza.

Bien, hemos dicho que el militar es uno de los aspectos del Basich. Lo que quiero decirles es que, en primera instancia, el Basich es una escuela; es una idea; es un pensamiento. En realidad, es un trabajo en red intelectual y cultural. Si bien el Basich hace también labores militares, como las hace sociales y las hace científicas, que las hace, su origen es ese planteamiento y ese pensamiento que conforman la base del Basich. Si yo quisiera explicarles en dos palabras ese planteamiento, esa base sobre la que reposa el Basich, les tendré que decir que esas dos palabras son fe y confianza en uno mismo. O pueden decir ustedes también: creencia en Dios y creencia en nosotros mismos. Esos son los dos pilares del Basich. El Basich está edificado sobre la creencia en Dios y en uno mismo. Y todo fruto que dé este árbol, hoy, mañana y en el futuro, sale de esas dos cosas: la creencia en Dios y la creencia en uno mismo. El Basich tiene muchas características, que tienen su origen todas ellas en esos dos pilares fundamentales. En el Basich hay coraje, hay inventiva, hay velocidad de acción, hay amplitud de miras, hay conocimiento del enemigo, hay sensibilidad a movimientos diversos; todo eso hay en el Basich, pero todo eso, así como el resto de características distintivas del Basich, proviene de esos dos rasgos, como queda del todo claro si lo pensamos, si lo analizamos, si lo discutimos. Eso sí, quisiera plantearles ahora una breve consideración.

Cuando hablamos de creencia en Dios, lo que eso implica es la sumisión a Dios, la encomienda a Dios, la certidumbre respecto de la promesa de Dios. Eso quiere decir creencia en Dios. Primero, nos sometemos a Dios; segundo, nos apoyamos en la ayuda de Dios y tenemos esperanza en esa ayuda; tercero, confiamos en la promesa que Dios nos ha dado. Por ejemplo, in tánsuru-l-Lah yansúrukum (4). Eso, en cuanto a la creencia en Dios.

Con respecto a la creencia en nosotros mismos, el resultado de esa creencia en uno mismo, de confiar en nosotros mismos y de aceptarnos es que se descubren las propias capacidades. A menudo desconocemos nuestras propias capacidades intrínsecas. Desconocemos incluso nuestras propias capacidades corporales; más aún, las capacidades intelectuales, y aún más, las capacidades del espíritu, interiores. La creencia en nosotros mismos nos hace conscientes de esas capacidades, luego hace que las valoremos, y luego que empleemos esas capacidades. Hay muchos ejemplos, pero no entraremos ahora a discutir detalles.

Por otra parte, hablando de creencia en Dios —ya sea a la escala del basiyí individual o a la de la Organización del Basich—, cuando esa creencia aparece y existe, se aparece ante los ojos de uno esa verdad que es la promesa divina. En un lugar, dice: Wa li-l-Lahi yunudu-s-samawati wa-l-ard, wa kana-l-Lahu aliman hakiman (5). Y en otro, Wa li-l-Lahi yunudu-s-samawati wa-l-ard, wa kana-l-Lahu azizan hakiman (6). Aziz se dice de un ser que vence, sin ser nunca vencido. Ese es el significado de aziz: Wa li-l-Lahi yunudu-s-samawati wa-l-ard. Todas las partes infinitas del mundo de lo existente son ejército de Dios. Si nosotros servimos a Dios, ese ejército puede venir en nuestra ayuda. Esa es una costumbre y tradición de Dios y una costumbre y tradición natural. Ahora, el mando de ese ejército no lo tenemos nosotros de tal modo que podamos emplear ese ejército divino cada vez que queramos; el comandante es Dios. Sin embargo, en ciertas circunstancias, en condiciones específicas, estando nosotros preparados, ese comandante lo pone a nuestra disposición. Esto lo dice el Corán; son palabras literales del Noble Corán: Bala an tásbiru wa tattaqú wa ya’túkum min fáurihim hada yumdídkum rábbukum bi-jámsati álafin mina-l-malá’ikati musawwimín (7). Si ustedes están dispuestos, los ayudarán hasta los ángeles de Dios. Esa ayuda, nosotros la hemos visto. La vimos en la Sagrada Defensa, igual que la vimos antes, la vimos después, la vimos en la acción política, la vimos en el campo de batalla militar, la vimos en el ámbito científico… la ayuda divina. ¿Y en qué se ve la ayuda divina? Se ve cuando ustedes hacen algo que creen imposible, que les parece que es imposible y, sin embargo, se vuelve posible, se hace realidad. Pues bien, esas son peculiaridades relacionadas con la creencia en Dios de la Fuerza del Basich —como ya hemos dicho, tanto de la Organización del Basich como de cada basiyí, personalmente—: confiar en nosotros mismos, conocer nuestras propias capacidades intelectuales, anímicas y físicas, reconocer el valor la fuerza de voluntad y de decisión, no someterse a la voluntad del enemigo.

Nosotros poseemos en nuestro interior un elemento que la mayor parte de las veces desconocemos. ¿Cuál? El poder de decisión, la fuerza de voluntad. Tenemos voluntad; tenemos fuerza de voluntad. La voluntad de un ser humano se vuelve a veces tan fuerte que es capaz de crear algo de la nada. Esa fuerza está en nosotros. No la reconocemos; no somos conscientes de su valor; no la fortalecemos. En la vida del basiyí, en la escuela del basiyí, conocer esas capacidades innatas e interiores del ser humano es una distinción; es una virtud. Pues bien, esas características —que no se sometan ustedes a la voluntad del enemigo, que hagan ustedes triunfar su propia voluntad, que confíen en sí mismos, que conozcan ustedes sus propias cualidades…— son todas ellas el extremo opuesto a los planes de la Arrogancia global para las naciones. El extremo opuesto son esas cosas.

Una de las primeras cosas que hace la Arrogancia global —es decir, las potencias mundiales, las potencias de la dominación mundial— para dominar a los pueblos es negar las capacidades de esos pueblos, humillar a esos pueblos. Esto está además en el Corán, cuando dice sobre Faraón: Fa-stajaffa qáumahu fa-ata’úhu (8). Y eso que él era más magnánimo que los sultanes o «poderosos» del mundo actual —los sultanes de Estados Unidos, los sultanes de Europa… en definitiva, se trata de sultanes—. Pues aquel era más magnánimo que estos. Él solo hacía eso con su propia gente, mientras que estos lo hacen con los demás pueblos: Fa-stajaffa qáumahu fa-ata’úhu. Despreció a su propio pueblo, lo humilló, lo menospreció, negó sus ventajas. A-laisa li mulku Misra wa hádihi-l-anharu tachrí min tahti (9). El resultado fue que aquel pueblo vio que bueno, él era superior, así que lo obedecieron. Ese es el plan del colonialismo: niegan tu historia, niegan tu identidad, niegan tus capacidades. Cuando uno quiere nacionalizar el petróleo de su propio país, que está en manos de Inglaterra, llegan sus agentes dentro del país a hacer discursos y a escribir: «¿¡Qué idea es esa!? ¿Acaso puede un iraní gestionar la refinería de Abadán? ¡Si un iraní no es capaz ni de fabricar un aguamanos de barro para el retrete!». Así humillan a los pueblos. El Basich es justo lo contrario de eso. El Basich es justo lo contrario de esa humillación nacional. Los imperialistas, para hacerse con el dominio, manipulan las creencias nacionales. Una nación, un pueblo tiene una historia, tiene una convicción, tiene unas grandes personalidades, tiene una creencia. Eso lo manipulan, lo destrozan, lo degradan.

Pues, queridos míos, hermanos míos, hermanas mías, ¡hijos míos! Durante muchos años y, en especial, en las épocas de los Qayar y los Pahlaví, Irán estuvo humillado. Llegó la Revolución y cambió las tornas. Después de la Primera Guerra Mundial, se celebró en París una conferencia en la que participaron muchos países para decidir sobre el estado del mundo. Los participantes eran aquellos que habían participado en la guerra o habían sido damnificados, e Irán estaba también entre los damnificados de la Primera Guerra Mundial. Envió una delegación, y a la delegación iraní no le permitieron asistir a la Conferencia de París. No los dejaron entrar. Así es como humillaban. Así fue humillada en una época la nación iraní. El pensamiento basiyí rompe ese cerco. Esa peligrosísima arma de guerra blanda es neutralizada por el pensamiento basiyí. El pensamiento basiyí da confianza en uno mismo. [Con él], un adolescente o un joven siente que está presente, que es capaz. Esa es su creencia en sí mismo, y de la creencia en Dios ya hemos hablado antes. Él sabe que todo lo existente en el mundo es ejército de Dios. Wa li-l-Lahi yunudu-s-samawati wa-l-ard (10). Y si avanza por la senda de Dios, ese ejército viene en su ayuda. Hoy es así también, y mañana también lo será. Sin duda, ese espíritu del basiyí, esa capacidad del basiyí, ese estado del basiyí que existe en nuestro país y que, afortunadamente, existe también en algunos otros países —ese espíritu existe en los miembros del Frente de la Resistencia—, con toda seguridad triunfará sobre todas las políticas de Estados Unidos, de Occidente, de la Arrogancia y del régimen sionista.

Dos o tres consideraciones sobre el Basich. Una es que fue el imam [Jomeiní] quien preparó el terreno para el pensamiento basiyí, lo instiló en el país y lo produjo a lo largo de quince años de movimiento y de lucha antes del triunfo. De esas peculiaridades que digo del Basich, muchas se dan fuera de la Organización del Basich. Muchas se daban incluso antes de que se formara la organización oficial del Basich. El imam inculcó al pueblo de Irán entre 1963 y 1979, durante quince o dieciséis años, ese espíritu basiyí, esa misma creencia en Dios, esa confianza en uno mismo y en Dios, esa esperanza en la victoria y ese modo de mostrar un horizonte luminoso. Habló y habló, y nuestro talentoso pueblo, nuestros jóvenes capaces captaron el mensaje. Frente a todas aquellas causas de debilidad, ese mensaje se dio por aceptado, con lo que lentamente aquel movimiento fue creciendo, progresó, se expandió, llegó a la Revolución y derrocó un régimen que contaba con el apoyo de casi todas las potencias del mundo. Al régimen de los Pahlaví lo apoyaban los estadounidenses, lo apoyaban los europeos y, al final, lo apoyaban los soviéticos; lo apoyaban todos. Y disponía de muchos medios. El imam depuso aquel régimen, lo aniquiló y destruyó sus raíces sin que se hubiera disparado una sola bala por parte del pueblo. Sí, en el mundo se dan golpes de Estado, la mayoría frustrados y efímeros, pero aquí no se produjo una guerra armada. La gente salió a la arena con sus vidas, con sus cuerpos, con su fe, tomó el control de la situación y expulsó al rival.

Y después del triunfo de la Revolución, el imam hizo del Basich una barrera frente a daños de diversos tipos; tanto antes de la Sagrada Defensa, como durante y después de ella; tanto en el ámbito militar como en el social, en el científico y académico, en la producción de armas y en los escenarios internacionales y políticos. Tendrán ustedes presente que la fuerza social y la fuerza científica producen fuerza política. Si una nación es capaz de mostrar su unidad, su determinación, su firmeza, un número significativo de elementos activos en el centro del campo de acción, su capacidad científica y su capacidad social, adquirirá también fuerza política. Podrá hablar con firmeza en el ámbito internacional, podrá hacer que su discurso progrese. Esas cosas las hizo el imam, Dios le conceda Su favor.

El Basich cumplió un papel tanto en la Sagrada Defensa, como generando y manteniendo la seguridad en el país, en labores de construcción y desarrollo y en labores científicas y académicas. Quienes lograron derrotar aquel perverso complot de Estados Unidos con el asunto del uranio enriquecido al 20 %, que el país necesitaba, eran basiyíes. Era basiyí el mártir Shahriarí, como eran profesores de universidad basiyíes del país nuestros mártires nucleares. Es una larga historia. Necesitábamos uranio enriquecido al 20 % para radiofármacos; para el país era una necesidad imperiosa. Teníamos cierta cantidad que se había conseguido de antes y se estaba acabando. Teníamos que comprar. ¿A quién? A Estados Unidos. Los norteamericanos nos dijeron que, si les entregábamos toda la producción al 3,5 % que tuviésemos, ellos a cambio nos darían al 20 %. Pusieron como mediadores a dos conocidos presidentes de ese momento en el mundo —no quiero dar nombres, tenían buenas relaciones con nosotros— para que aquello sucediera y se realizase el intercambio, y los responsables de nuestro país aceptaron. Esto fue a mediados de la década de 2000 a 2010. En medio de las negociaciones, se vio que los estadounidenses estaban tramando algún engaño. Nos dimos cuenta de que estaban tramando alguna mala pasada y se impidió. Al mismo tiempo que ellos se imaginaban que Irán se rendiría por la necesidad que tenía el país de uranio al 20 %, nuestros profesores universitarios basiyíes produjeron por sí mismos ese 20 % dentro del país. Los norteamericanos no podían creer que eso sucediera. Yo dije una vez aquí, hace unos años (11), que, en ese proceso de enriquecimiento del uranio, la parte que es dificilísima es alcanzar el 20 %. A partir de ahí, es muy fácil. Esa parte difícil la realizaron dentro del país, cuando el enemigo nos estaba jugando una mala pasada, nuestros muchachos basiyíes, nuestros jóvenes basiyíes, nuestros científicos basiyíes por sí mismos, y así dejamos de necesitarlos. En esos campos ha trabajado el Basich. El Basich ha sido activo en las interacciones globales. De manera que, tanto en lo militar, como en lo social, en lo científico y en la política internacional, la Fuerza del Basich ha sido activa y ha sido eficiente, desplegando muchas capacidades.

Ya hemos dicho, claro está, que muchas de esas cosas no sucedieron dentro de la Organización del Basich, sino fuera de ella. Pero lo que importa para nosotros es eso: el espíritu del Basich, la escuela del Basich, la cultura del Basich. Eso, traten de no perderlo. Ustedes, basiyíes de hoy del país, estén donde estén —ya estén en la fábrica, en la universidad, en el seminario islámico, en el laboratorio científico o en el campo de batalla—, no pierdan esa ventaja, ese espíritu, esa disposición, esa sensibilidad ante los acontecimientos. Estén preparados. Esta es la primera reflexión.

Segunda reflexión: en el mundo actual, muchos jóvenes en distintos países llegan mentalmente a un callejón sin salida y se sienten inútiles. Son jóvenes, carecen de ideales, carecen de metas y se sienten inútiles. Por supuesto, muchos son resistentes, pero otros tienen la piel más fina, son sensibles, se sienten inútiles y los suicidios aumentan. Ustedes ya oyen y leen en las estadísticas que los suicidios están aumentando en el mundo. Es por eso. Los jóvenes se sienten mentalmente en una situación sin salida. Se sienten inútiles, se sienten impotentes frente a los diversos obstáculos que tienen ante sí y ese sentimiento de impotencia los mete en un callejón sin salida. El pensamiento basiyí rompe ese bloqueo. Una de las peculiaridades del pensamiento y la cultura basiyíes es esa: deshace los bloqueos, no deja que el joven llegue a un callejón sin salida. ¿Por qué? Porque, conforme a esa definición que hemos dado, en primer lugar, confía en sí mismo; confía en sus propias capacidades y sabe que, si se esfuerza, puede. Eso, lo primero. En segundo lugar, no se deja intimidar por los alborotos de los dominadores. El basiyí es así. Vean ustedes los escándalos que arma con diversos asuntos la propaganda de Estados Unidos, del régimen sionista y de los demás. Verdades, mentiras… El joven basiyí sonríe, se burla de esos alborotos y no les presta atención. Así, no se deja intimidar. En tercer lugar, el joven basiyí posee ideales, posee metas. No carece de objetivos, y tiene fe en su meta. El objetivo del joven basiyí es la sociedad islámica y, después de eso, la civilización islámica. En ese sentido avanza. El objetivo del joven basiyí es establecer la justicia. Cree que puede hacerlo y por ese camino avanza.

El joven basiyí tampoco teme la muerte, ya lo ven ustedes. En la Sagrada Defensa, llegaban llorando y suplicando para que los dejaran ir. Su edad no era la adecuada, no se lo permitían, y llantos, súplicas… Esto es de hace cuarenta, treinta y cinco años, pongamos, y lo mismo ocurría hace unos años en la Defensa del Santuario. ¡Cuántos jóvenes le escribían cartas a un servidor en la Defensa del Santuario! Algunos venían a verme, diciendo: «Señor, ¡dé permiso para que vayamos!». No se daba permiso y ellos se iban a tal grupo que sí tenía permiso y conseguían llegar hasta allá. En fin, ya lo habrán oído, habrán leído sobre esas peripecias y lo sabrán. [El basiyí] no teme la muerte. Al final de la tarea, está el martirio. Él cree en el martirio; cree que, si abandona el mundo estando en ese camino, se situará en los más altos rangos espirituales de Dios. Por tanto, tiene el camino abierto, no existe callejón sin salida. Una persona así no siente que esté en una situación sin salida. Es por eso, por no haber situación sin salida, por esos motivos, que el basiyí iraní tiene la certeza de que al final, un día, sin duda hará que el régimen sionista desaparezca.

El siguiente motivo de reflexión: el Basich debe hacerse día a día más fuerte en el país. Hay que fortalecer el Basich. El Basich tiene por bandera la defensa de los derechos del pueblo y la nación; tiene por bandera la defensa de la verdad. Esa bandera debe ondear siempre, y eso necesita ayuda, necesita fortalecimiento. ¿Cómo fortalecerlo? Dándole profundidad, dándole calidad. Démosle profundidad; que las enseñanzas del Basich ganen en profundidad y en calidad en la mente del joven basiyí. Que no se miren las cosas superficialmente. Hacen falta libros, hacen falta lecturas, hacen falta discusiones, hacen falta círculos de estudio, hacen falta círculos de investigación. Eso debe hacerse.

Una dimensión del fortalecimiento del Basich es que habría de estar presente en todas partes, dispuesto a la acción como brazo ejecutor, como brazo operativo de los organismos ejecutivos del país: en el sector militar, en el sector científico, en el sector de servicios, en la educación, en la explicación, en la propaganda, en el emprendimiento… En esa exposición que me han mostrado, hay muchas de esas cosas tras las que va en definitiva el Basich, que Dios mediante debe continuar con vigor y con fuerza. En el pasado ha sido así también. A lo largo de todos estos años, el Basich ha ayudado siempre a los gobiernos, ha sido brazo operativo de los gobiernos. Por supuesto, muchos gobiernos lo han apreciado; otros, no. Aceptaron la ayuda del Basich y no se la agradecieron.

En el terreno político es igual; es una de las cosas en las que se ha de fortalecer al Basich. El Basich ha de saber que la situación deseada por Estados Unidos en los países de esta región es una dicotomía: o despotismo, o caos. Como dicen los europeos, o dictadura o anarquía. Esa es la dicotomía que tiene en mente Estados Unidos para esta región. El país que ellos quieren, o bien debe tener a la cabeza un poder despótico con el que puedan conchabarse, hacer lo que quieran y que él se les someta, o bien, si eso no puede ser, el país debe verse en el caos y que la vida se vuelva difícil para la gente. El Basich debe hacer frente a ambas cosas; tanto a la formación de una dictadura y de despotismo como con la creación de caos y tumultos. Si cualquiera de esas dos cosas se produce en el país, está detrás el enemigo y [el Basich] debe hacerle frente. Bien, pues esas son las cuestiones relativas al Basich que queríamos plantearles. Sobre el Basich hay más cosas que decir, pero una parte sería esta, por ahora.

Déjenme decir dos cosas sobre las cuestiones en curso en el Líbano, Palestina, Gaza, de las que todos ustedes están al corriente, ven las noticias, las oyen y se informan. La primera es que bombardear las casas de la gente no es vencer. No vayan a pensar esos idiotas que, porque bombardean las casas de la gente, porque bombardean hospitales o porque bombardean agrupamientos de gente, han vencido. No. Nadie en el mundo considera eso una victoria. Eso no es vencer; esas cosas no son victorias. El enemigo no ha vencido en Gaza; el enemigo no ha vencido en Líbano; el enemigo no vencerá en Gaza y Líbano. Lo que han hecho esos no es vencer, son crímenes de guerra. Bueno, han dictado su orden de detención (12), [pero] no es suficiente. Debería dictarse pena de muerte para Netanyahu, pena de muerte para esos dirigentes criminales. Eso, lo primero.

La segunda consideración: los crímenes del régimen sionista, tanto en Líbano como en Gaza, en Palestina, provocan lo contrario de lo que ellos pretenden. Es decir, fortalecen a la Resistencia y la intensifican. Esta es una regla general sin escapatoria ninguna. El bravo joven palestino o el bravo joven libanés ve que, si acude al campo de batalla, hay peligro; y si no acude al campo de batalla, hay peligro también. Ya sea médico, enfermera, enfermo, obrero o tendero, el peligro de muerte, el peligro de los bombardeos, el peligro de la amenaza del enemigo está ahí. Claro, para esa persona no queda otra salida y se dice «pues voy y lucho». ¡Lo están obligando! Esos idiotas están dando ellos mismos mayor dimensión e intensidad al Frente de la Resistencia. Es un constreñimiento definitivo e insoslayable. Y un servidor dice hoy, sea cual sea ahora la magnitud del Frente de la Resistencia, que esa magnitud será mañana varias veces mayor.

¡Oh, Señor! ¡Da cuanto antes ese fin deseable a todos Tus siervos justos, por la verdad de Muhammad y la familia de Muhammad (P)!

Con ustedes la paz, la misericordia de Dios y Sus bendiciones.

Notas

(1) Al comienzo del encuentro, presentó un informe el general de brigada Golam Reza Soleimaní, presidente de la Organización del Basich de los Desheredados.

(2) Toda alabanza sea para Dios, Señor de los Mundos, y las bendiciones y la paz para nuestro maestro y profeta Abulqásim al-Mustafa Muhammad, así como para su familia excelsa, purísima y selecta, en especial para el Imam de la Época.

(3) Fecha, en el calendario persa, del aniversario de la muerte de un grupo de estudiantes teheraníes que, en la mañana del 13 de abán de 1357 H.s. (4 de noviembre de 1978 d.C.), se habían concentrado en el campus de la Universidad de Teherán para protestar contra el régimen de los Pahlaví. Para conmemorar aquel día, el 13 de abán ha sido señalado en el calendario de la República Islámica de Irán como Día del Estudiante.

(4) «Si auxiliáis a Dios, Él os auxiliará» (Sagrado Corán, 47:7).

(5) «A Dios pertenecen los ejércitos de los cielos y de la Tierra, y Dios es conocedor, sabio» (Sagrado Corán, 48:4).

(6) «Y a Dios pertenecen los ejércitos de los cielos y de la Tierra, y Dios es todopoderoso, sabio» (Sagrado Corán, 48:7).

(7) «Sí, si sois pacientes y temerosos y os atacan de improviso, [hoy también] Dios os reforzará con cinco mil ángeles portadores de distintivos» (Sagrado Corán, 3:125).

(8) «Así despreció a su pueblo y estos lo obedecieron» (Sagrado Corán, 43:54).

(9) «¿Acaso no soy yo el rey de Egipto y de estos ríos que corren a mis pies?» (Sagrado Corán, 43:51).

(10) «A Dios pertenecen los ejércitos de los cielos y de la Tierra» (Sagrado Corán, 48:4 y 48:7).

(11) Discurso del encuentro del 11 de noviembre de 2015 con rectores de universidad y directores de institutos de investigación, centros de desarrollo y parques científico tecnológicos.

(12) Tras meses de retraso, el pasado 21 de noviembre, la Corte Penal Internacional de La Haya, dictó orden de detención para Benjamín Netanyahu, primer ministro del régimen sionista, y Yoav Gallant, exministro de la guerra del mismo régimen, acusados de cometer crímenes de guerra en Gaza.