...

Unas palabras ahora sobre esta última situación con Estados Unidos y esa invitación a negociar, etc. Cuando el presidente de Estados Unidos dice “estamos dispuestos a negociar con Irán”, invita a negociar y dice haber enviado una carta, que por otra parte a nosotros no nos ha llegado —a mí no me ha llegado, vaya—, eso a mi juicio es un engaño a la opinión pública mundial. Lo que eso quiere decir es: “Nosotros somos gente dada a negociar, queremos negociar, hacer la paz, que no haya peleas, pero Irán no está dispuesto a negociar”. Ahora, ¿por qué no está Irán dispuesto a negociar? Son ellos… Nosotros estuvimos varios años negociando. Ese mismo individuo tiró de la mesa una negociación concluida, completada y firmada y la hizo pedazos. ¿Cómo se puede negociar con esa persona?

En respuesta a esta pregunta mía, una persona dentro del país, articulista en tal periódico, dice: “Bien, señor, cuando dos personas están en guerra, se sientan a negociar la paz. No confían el uno en el otro, pero que no haya confianza no impide la negociación”. Eso es un error. Esas dos personas que negocian para llegar a la paz, si no tienen seguridad en que se respetará lo acordado, no negociarán, porque saben que es esfuerzo inútil, que es un esfuerzo sin sentido. En una negociación, uno debe estar seguro de que la parte contraria cumplirá aquello a lo que se comprometa. Cuando sabemos que no cumple, ¿negociar qué? Por tanto, invitar a negociar y plantear negociaciones es un engaño a la opinión pública.

Respecto de los embargos de Estados Unidos, en fin, nuestras negociaciones en el asunto del PAIC (Plan de Acción Integral Conjunto, JCPOA por sus siglas en inglés) tuvieron por objetivo desde el principio, en la década de 2010, levantar los embargos. Afortunadamente, las sanciones están perdiendo efectividad a nivel mundial. Cuando las sanciones se prolongan, gradualmente van perdiendo su efectividad. Esto lo admiten ellos mismos. Ellos mismos reconocen que un país sometido a sanciones puede ir encontrando las vías para neutralizar las sanciones gradualmente y neutralizar la sanción. Nosotros hemos encontrado muchas de esas vías y hemos neutralizado las sanciones. Sí, no es que la sanción no tenga efectos, pero tampoco que, si nuestra situación económica es mala, eso se deba únicamente a las sanciones. No es así. A veces, lo que nos afecta son nuestros propios descuidos… No, a veces no: los problemas proceden de nuestros descuidos. Por supuesto, una parte tiene que ver con la sanción, que va a ir haciéndose inefectivo. Esto es una certeza.

En cuanto a las armas nucleares —con eso que dicen constantemente de «no dejaremos que Irán se haga con armas atómicas»—, si nosotros quisiéramos fabricar armas nucleares, Estados Unidos no podría impedírnoslo. El que no tengamos armas nucleares ni busquemos tampoco tenerlas se debe a que nosotros mismos no las queremos, por ciertos motivos que ya se han dicho y discutido antes. Nosotros mismos no hemos querido, porque de lo contrario, de quererlo, ellos no podrían detenernos.

Siguiente punto: Estados Unidos amenaza con militarismo. A mi juicio, esa amenaza no es prudente. Quiero decir, desatar una guerra, infligir un golpe no es algo que vaya en un solo sentido. Irán es capaz de asestar un contragolpe y con toda certeza lo asestaría. Es más, yo estoy convencido de que, si se comete un error por parte de los estadounidenses y sus agentes, serán ellos los más perjudicados. Por supuesto, la guerra no es algo bueno, nosotros no buscamos guerra, pero si alguien emprende una acción, nuestra reacción será tajante e inapelable.

El asunto siguiente es que Estados Unidos está hoy en vías de hacerse más débil, no más fuerte. Esta es una realidad. Está en camino de hacerse más débil tanto en términos económicos como de su posición política en el mundo, de su política interior y de sus problemas sociales internos. Todos los factores llevan al debilitamiento de Estados Unidos. Estados Unidos no tiene ya ni tendrá la fuerza del Estados Unidos de hace treinta o veinte años. No podrá tenerla.

El punto siguiente es que algunos, dentro del país, alimentan sin parar ese asunto de las negociaciones: «¡Señor! ¿Por qué no responden? ¿Por qué no negocian? ¿Por qué no se reúnen con Estados Unidos? ¡Reúnanse…!». Yo quiero decirles que, si el objetivo de las negociaciones es levantar el embargo, negociar con este gobierno de Estados Unidos no lo levantaría. Y no solo no los levantaría, [sino que] apretaría más el nudo de los embargos; aumentaría la presión. Negociar con este gobierno incrementaría la presión. Lo dije hace varios días al hablar a los responsables gubernamentales. Sacarían nuevas cuestiones, sacarían nuevas reclamaciones, sacarían nuevas exigencias excesivas. El problema sería mayor de lo que es hoy. Por tanto, negociar no resolvería ningún problema, no solucionaría ningún escollo. Este era otro punto.

Y el último: en contra de las expectativas del enemigo, ni la Resistencia palestina ni la Resistencia libanesa han caído al suelo, sino que se han hecho más fuertes y más motivadas. En lo humano, esos martirios les han causado un daño, pero en lo que se refiere a motivación los han fortalecido. Ya vieron ustedes: alguien de la talla de Seyed Hasan Nasralá (Dios esté satisfecho de él) alza el vuelo y nos deja, su lugar queda vacío, y mientras tanto, en aquellos mismos días posteriores a su martirio, la acción emprendida por Hezbolá contra el régimen sionista es más potente que las anteriores. En la Resistencia palestina, los dejan personas de la talla de Haniyeh, de Sinwar, de Deif, y al mismo tiempo son capaces, en negociaciones realizadas por insistencia del régimen sionista, de sus partidarios y de Estados Unidos, de imponer sus condiciones a la parte contraria. Lo que eso muestra es que las motivaciones se han reforzado.

Permítanme decirles, y estas serán mis últimas palabras, que a la Resistencia palestina y a la Resistencia libanesa las apoyaremos con todas nuestras fuerzas. Esto es objeto de consenso entre los responsables del país. El gabinete, la Presidencia y los demás son unánimes en esto, no hay ningún problema. Y Dios mediante, el pueblo de Irán logrará en el futuro, igual que en el pasado, presentarse al mundo como adalid de la Resistencia frente a la tiranía.