EN EL UNDÉCIMO DÍA DEL BENDITO MES DEL RAMADÁN DE 1446 (1)
En el nombre de Dios, Clemente y Misericordioso
Wa-l-hamdu li-l-Lah rabbi-l-alamín wa-s-salam ala sayyídina Abi-l-Qásimi-l-Mústafa Muhámmad wa ala álihi-t-tayibini-l-atharini-l-muntayabín sáyyama Baqíati-l-Lah fi-l-arazeyn (2).
Hay sido una muy buena reunión. Lo expresado por nuestros queridos jóvenes me lleva a concluir que el nivel de pensamiento, análisis y recolección del colectivo estudiantil sube. Yo este año he oído pláticas de un nivel más elevado que el de las que oía en años anteriores —el año pasado, por ejemplo—. Ya esto es de por sí ilusionante y prometedor; quiere decir que la juventud y los estudiantes del país se mueven y avanzan. Hay veces en que nos estamos moviendo y no nos damos cuenta de nuestro propio movimiento, pero el movimiento se hace. Ahora es así. Ahora, afortunadamente, la mentalidad que domina en el ambiente estudiantil está evolucionando hacia una mentalidad más madura y más abarcadora.
Por supuesto, esto no significa que yo esté de acuerdo con cuanto acá se ha dicho; es posible que algunas cosas no las comparta. Por ejemplo, uno de los hermanos ha dicho que quienes tienen en sus manos los elementos del poder, como los agentes de seguridad, militares, etc., en momentos críticos no cumplen con su deber, digamos, frente al régimen sionista, ¡y que «se convierten en redactores de comunicados»! Eso no es correcto. No, aquellos que deben hacer algo lo hicieron en su momento. Si aquello que ustedes esperan se hace o no se hace, sigan la cuestión, investiguen —por más que algunas cosas no son susceptibles de ser investigadas, porque muchas son asuntos secretos— y verán que no, que aquello está justificado; que esa acción que se ha llevado o no se ha llevado a cabo está plenamente justificada.
Sobre los jóvenes, han dicho también que yo he dejado de confiar en la juventud. Pues no, la única esperanza de un servidor son ustedes, los jóvenes. Creo en apoyarse en los jóvenes, pero son muchas las condiciones a las que debe prestarse atención —quizá haga alguna alusión al respecto en esta plática de hoy—, y la condición fundamental es que persistan ustedes en sus posiciones, que sean perseverantes; no que lleguen ustedes a un análisis, juzguen que algo es revolucionario, es correcto y se puede aceptar, y que luego, a resultas de un obstáculo pequeño, incluso, de una duda, abandonen ese fundamento y se conviertan en una persona indiferente. Cuiden de mantener este espíritu, este sentimiento, esta vitalidad, este análisis.
A los distinguidos responsables de los ministerios de Ciencias y de Sanidad, les ruego que presten mucha atención a estas palabras; que tomen incluso los escritos de estos hermanos y hermanas, en los que había ciertas quejas, los lean con cuidado y los tomen en consideración. Algunas de ellas son totalmente justas. Por supuesto, nosotros las tomaremos también en consideración en la medida en que nos atañe.
He organizado mi plática de hoy en tres partes: una breve referencia al mes del Ramadán y el ayuno; una segunda discusión sobre la cuestión de los estudiantes, la cuestión de ustedes, y otra en la que haré varias observaciones breves sobre estas cuestiones políticas de actualidad de las que todos hablan.
Tengo que decir que, entre el año pasado, cuando se celebró esta reunión, y este año, han sucedido acontecimientos diversos. El año pasado estábamos en una situación distinta. El año pasado, tal día como hoy en que tuve un encuentro con ustedes los estudiantes, estaba en vida el mártir Raisí, estaba con nosotros el mártir Seyed Hasan Nasralá (Dios Altísimo esté satisfecho de él) y estaban entre nosotros o con nosotros el mártir Haniyeh, el mártir Safi al-Din, el mártir Sinwar, el mártir Deyf y muchas grandes y prominentes figuras revolucionarias que este año no están. Los enemigos, oponentes y rivales de la República Islámica sacan de eso, a partir de un planteamiento defectuoso, infundado y superficial, conclusiones erróneas. En el extremo opuesto al suyo, yo quiero decirles a ustedes con total seguridad que sí, que esos hermanos eran muy valiosos y realmente su falta supone una pérdida para nosotros. De eso no cabe duda, pero nosotros, en este año en que no los tenemos y respecto del año pasado en un día como hoy, en algunos aspectos somos más fuertes que el año pasado; y en otros, si no somos más fuertes, tampoco somos más débiles. Este año, gracias a Dios, poseemos fortalezas y capacidades en distintos aspectos que el año pasado no poseíamos. Por tanto, sí, la falta de esos seres queridos es una pérdida y los acontecimientos sucedidos en Asia Occidental son amargos y dolorosos, pero la República Islámica continúa, gracias a Dios, creciendo, avanzando e incrementando su poder.
En el tercer año de la Hégira, el Nobilísimo Profeta perdió a alguien como era Hamza. En la batalla de Uhud, Hamza dejó de estar junto al Profeta. Y no fue solo Hamza; Hamza fue el más destacado, pero cayeron también otros valientes, otros compañeros. Eso fue en el tercer año de la Hégira. Y en los años 4 y 5 de la Hégira, el Profeta era muchísimo más fuerte que en el año 3. En otras palabras, la pérdida de figuras destacadas no significa en modo alguno regresión, retroceso y debilitamiento, siempre que existan dos factores, uno de los cuales es el ideal; y el segundo, el esfuerzo. Ideal y esfuerzo. Si en una nación existen esos dos factores, la existencia o inexistencia de las personalidades supone una pérdida, pero no afecta al movimiento general.
En cuanto a la discusión sobre el mes del Ramadán, Dios Altísimo dice: Ya áyuha-l-ladina ámanu kútiba aláykumu-s-siamu kama kútiba ala-l-ladina min qáblikum la-‘ál·lakum tattaqún (3). Es decir, que conforme a esa aleya el objetivo del ayuno es el temor de Dios o taqwa. ¿Y qué es la taqwa? Taqwa procede de la raíz de wiqaya, y wiqaya significa «preservación». Quien dice taqwa dice medio de preservación, medio de inmunización, elemento inmunizante. Eso es taqwa. La taqwa lo inmuniza a uno. ¿Frente a qué? Frente a los males, las insinuaciones, los malos pensamientos, los malos deseos, las traiciones, el libertinaje, la lujuria, el descuido del deber, el incumplimiento de actos obligatorios. Eso es la taqwa. Es muy importante. El ayuno les ofrece a ustedes una muestra, un pequeño ejemplo de ello. Tienen ustedes hambre y hay comida, tienen sed y hay agua, pero ni comen ni beben. Se abstienen de ello. Eso es taqwa o temor de Dios, pero durante unas horas al día y respecto de un conjunto limitado de cosas. Eso debe generalizarse en mi vida y la de ustedes, y hacernos temerosos de Dios.
Las señales de la taqwa, del temor de Dios, abundan por todo el Corán, pero me limitaré ahora a señalar dos ejemplos. El sprimero: Wa man yáttaqi-l-Laha yách’al lahu májrayan / wa yarzúquhu min hayzu la yáhtasib (4). Si se alcanza el temor de Dios, ese temor de Dios creará una salida. Una salida en este mundo. El temor de Dios crea salidas en este mundo. Tiene efectos en el ámbito económico, tiene efectos en el ámbito de la seguridad. El temor de Dios es así. Una sociedad que sea temerosa de Dios yách’al lahu májrayan —ese temor de Dios le dará una salida—. El segundo: Hudan li-l-muttaqín (5). El Corán es guía para los temerosos de Dios. Guía divina. La guía divina no es cosa baladí; es eso lo más importante. ¿O acaso no queremos alcanzar la salvación, el bienestar y la felicidad? Bien, hay un objetivo, queremos alcanzar ese objetivo, y alguien debe guiarnos, socorrernos. Ese alguien es Dios. Quien socorre es Dios. ¿Cuándo? Cuando observemos el temor de Dios. Por tanto, hagan del ayuno un medio para fortalecer en sí mismos el temor de Dios. Eso es lo fundamental. Hoy, esos dos resultados —tanto la salida como la guía— tienen para nosotros un valor estratégico. Necesitamos tanto salida como guía divina.
Bien, ¿cómo conseguimos la taqwa, el temor de Dios? De este tema se ha hablado y se han dado soluciones. Lo que un servidor quiere decir en unas pocas palabras es que el temor de Dios depende de nosotros mismos, de ustedes y de mí. Requiere determinación y voluntad por nuestra parte. Debemos proponérnoslo. En uno de sus libros —quizá el Cuarenta hadices o Secretos de la oración— el imam [Jomeiní), Dios esté satisfecho de él, dice y repite varias veces al lector que quiere avanzar en el camino del tawhid, recorrer el camino de la unicidad divina: «Tomen una decisión viril, tomen una decisión tajante» (6). El temor de Dios se consigue mediante una resolución propia de ustedes, con su propia atención, con su propia vigilancia. La fuerza del temor de Dios, ese estado de inmunidad, protección y autocontrol, aumenta en el joven que se contiene ante un acontecimiento atractivo para él pero haram. Esto, en cuanto al tema del mes del Ramadán.
Pasemos al tema de los estudiantes. Las cosas que ustedes han dicho sobre los asuntos de los estudiantes y sobre la esperanza en el movimiento estudiantil que hay en el corazón de aquellos que creen en la universidad son totalmente ciertas, y un servidor las corrobora todas ellas. He preparado aquí unas notas para una breve discusión —si, Dios mediante, soy hoy capaz de transmitir esto con brevedad— sobre la cuestión de la identidad estudiantil. Miren, en estos dos siglos en que la civilización occidental ha entrado en nuestro país, ha entrado en contacto con nosotros, y nosotros hemos estado en relación con los occidentales y con la civilización occidental, los jóvenes iraníes han tenido dos experiencias diferentes en su encuentro con esa civilización: una fue su primera experiencia, que tuvo como resultados fascinación y alienación cultural; y otra, su experiencia posterior, cuyo resultados fueron conocimiento, interacción selectiva y sentimiento de independencia, e incluso en algunos casos un sentimiento total de separación y lejanía. Permítanme explicar sucintamente esas dos actitudes.
En el primer encuentro, la primera actitud cuando entramos en contacto con los occidentales, con elementos occidentales, con algunos de los símbolos occidentales, cuando el joven iraní se vio frente a Occidente —hablamos de los jóvenes, estoy yo hablando de los jóvenes, aunque el sentimiento del resto de sectores de la población era parecido al de la juventud, pero de quien quiero hablarles es de los jóvenes—, se le creó un prejuicio, una idea fuera de cuestión, que era la dicotomía entre el Occidente avanzado y el Irán atrasado y débil, entre el Occidente exitoso y el Irán decadente. Eso quedó grabado en él. Al verse el joven iraní frente a los progresos occidentales, la ciencia occidental, la tecnología occidental, etc., sentía que había quedado atrás, que era decadente, que era impotente, que los otros eran avanzados y que había que avanzar detrás de ellos, que había que seguirlos.
Y bien, la cuestión era justo esa. El Irán de hace cien años estaba realmente muy atrasado respecto del Occidente de la época. Los motivos, causas y factores son muchos y no es hoy el momento para discutirlo, pero esa era la realidad. Ahora bien, aquí hay algo importante que tener en cuenta. Si al mirar ustedes a la parte contraria —a Occidente, por ejemplo— y ver sus fortalezas, eso los hace tomar conciencia de sus propias flaquezas y los mueve a pensar, está bien; mirar uno y ver qué han hecho ellos y qué debemos hacer nosotros. Por ejemplo, que ellos han conseguido progreso científico y que nosotros deberíamos también progresar científicamente. Si se trata de eso, es bueno, pero no es eso lo que sucedió. Se vio a Occidente como un ente exitoso, y sus fortalezas hicieron que a nosotros se nos olvidaran las nuestras. También nosotros teníamos puntos fuertes; el pueblo iraní gozaba de ciertos puntos fuertes: tenía fe, tenía pureza, tenía fraternidad, tenía familia, lealtad, pudor… Esos son nuestros puntos fuertes. Los descuidamos. Nuestros jóvenes de entonces los descuidaron. Los descuidaron ellos y además, en el país, aparecieron o hubo algunos que fomentaron ese descuido. En lugar de llegar a encontrarse a sí mismos, se perdieron y difundieron entre el común de la gente la idea de que, si querían llegar a alguna parte —que su vida, su conocimiento, sus capacidades alcanzaran el nivel que veían en Occidente—, tenían que volverse como ellos en todo. Tenían que hacerse occidentales. Ellos mismos, confiando en sus propios principios genuinos, no podían llegar a ningún lado. Esa misma frase célebre de Taqizadé (7), que dijo «hay que volverse occidentales de la cabeza a los pies». Tenía que volverse occidental la vestimenta, tenía que volverse occidental la moral, tenían que volverse occidentales los estilos de vida; todo tenía que volverse occidental para que pudiéramos alcanzarlos.
Lo importante, entonces, es que se produjo una imitación de Occidente en las costumbres y en las cuestiones morales e intelectuales, pero en las cuestiones fundamentales en las que se basa Occidente no se hizo nada. Ciertamente se creó la forma de una universidad, pero en aquel período de Reza Jan no salió de aquella universidad ninguna persona destacada, ningún invento, ningún trabajo innovador, ningún progreso científico. Y los occidentales reforzaron aquello; reforzaron aquella sensación, aquella creencia de que había que seguir a Occidente, había que obedecer a Occidente. En aquel entonces, quienes representaban a los Estados europeos dentro del país eran a fin de cuentas los ingleses, que ejercían control aquí sobre todo y sobre todos. Llevaron a un dictador al poder; llegó al poder Reza Jan. Con un espíritu autoritario, dictatorial y prepotente, intervino en todo, y a su alrededor se creó un grupo de personas —porque a él mismo no le daba el entendimiento— que propagaron entre la gente aquella inclinación en lo intelectual hacia Occidente y aquella absorción y disolución, en realidad, en la civilización materialista occidental. Hicieron que aquello penetrara, lo pusieron en práctica y lo impulsaron en nuestra economía, en los asuntos diversos, en nuestras cuestiones sociales. Fueron ellos quienes, en definitiva, alzaron el estandarte del apoyo a Occidente.
Reza Jan encarnó un occidentalismo destructivo, un occidentalismo devastador. Pusieron de hecho todo a disposición de los occidentales, con el resultado de que el país quedó vaciado por dentro, profundamente, en su interior. Así, cuando después de veinte años, aquellos mismos ingleses quitaron nuevamente a Reza Jan del poder y se lo llevaron, nuestro país no tenía un ejército nacional, ni una economía nacional, ni seguridad nacional, ni política interior nacional ni política exterior nacional. ¡Ni siquiera tenía sus indumentarias propias! Redujeron el progreso del país al cambio de atuendo, a ponerse un sombrero de tal tipo, a esas cosas. Esa es la manera en que actuaron frente a Occidente. Se cita a un responsable, una figura política de las épocas Qayar y Pahlaví, Mojber os-Saltané Hedayat, que decía que la vista estaba puesta en los bulevares de las ciudades occidentales, no en los laboratorios ni en las bibliotecas. Ese era el tipo de actitud.
Por supuesto, los culpables principales de aquel período son aquellas figuras intelectuales, como Taqizadé, como Foruguí, como Hekmat, que mantuvieron nuestro país en el atraso por décadas. Tengan presente que, si en lugar de ellos hubiera habido un grupo de personas inquietas y preocupadas, con seguridad habrían podido llevar el país adelante. Ellos mantuvieron el país en el atraso. Fue esa la actitud, el planteamiento inicial ante Occidente.
La segunda experiencia —la que a mi juicio es la importante y que nos ha traído hasta donde estamos hoy— fue surgiendo gradualmente entre la gente a través de amargos acontecimientos: la cruel e injusta actuación de los occidentales en nuestro país; la ocupación de porciones del país por Inglaterra y por la Rusia zarista, que en aquel entonces formaba parte de Occidente —luego, por supuesto, [ocupó] partes del país la Unión Soviética—; las consecuencias de aquella dominación. En el norte del país, en el sur del país, en el este del país, se hicieron con el dominio y se apoderaron de algunos lugares, reprimieron, causaron hambruna. Murieron millares de personas —no tenemos a nuestra disposición una cifra incuestionable, pero algunos hablan de varios millones— por la hambruna provocada por los occidentales en el país, a causa de la hambruna creada por ellos. Reprimieron los movimientos internos —en Tabriz, de una manera; en Mashad, de otra, en Guilán, de otra—. Y otras felonías diversas. El contrato de Vosuq od-Doulé (8), la prórroga de la concesión petrolera a D’Arcy (9) por Reza Shah, etc. Aquellas cosas fueron haciendo que las personas inteligentes y el común de la gente, en particular los jóvenes, tomaran conciencia del verdadero ser de los occidentales. Quedó claro que, detrás de aquella apariencia aseada y reluciente, a veces sonriente, había un fondo maléfico, un fondo traicionero. Sintieron eso, y gradualmente aquel entusiasmo, aquella fascinación por la civilización occidental disminuyó entre mucha de la gente corriente y de la juventud.
El movimiento de nacionalización del petróleo de los años 1951 y 1952 fue sin duda una etapa importante, una etapa histórica. Fue un punto de inflexión que nos mostró el verdadero ser de los occidentales. Aquel movimiento, con sus preludios, sus consecuencias, sus resultados y sus implicaciones, dejó en claro al pueblo de Irán cómo era Occidente en su totalidad, en su verdadero ser. En su lucha contra Inglaterra en el asunto del petróleo, en quien confiaba y en quien tenía esperanzas Mosaddeq era en Estados Unidos. Abiertamente y de manera explícita, esperaba que Estados Unidos lo apoyara frente a Inglaterra, pero quien asestó el golpe a Mosaddeq fue Estados Unidos. Dio el golpe de Estado aquel mismo Estados Unidos de quien Mosaddeq esperaba que lo ayudara. Kim Roosevelt, agente golpista célebre que vino y desencadenó el golpe de Estado de agosto de 1953, era estadounidense. Vino y, con el dinero de Estados Unidos y los medios de Estados Unidos, perpetraron aquel golpe de Estado y mantuvieron cautivo al país varias décadas más.
Aquellos acontecimientos dieron fruto, y el fruto fue que, para progresar, la confianza en Occidente no solo no sirve de ayuda, sino que es un obstáculo. Confiar en Occidente no solo no nos lleva a progresar, sino que impide que progresemos. Quedó en claro que a cualquier fenómeno que entre en conflicto en Irán con las codicias de Occidente, con los intereses de Occidente, ellos le dan una respuesta despiadada. O bien intervienen directamente, como hicieron en el Veintiocho de Mordad (10), que vinieron y dieron un golpe de Estado, o bien intervienen de forma indirecta, a través de un gobierno títere de ellos, como en el 15 de jordad del año 42 (11). También ahí intervinieron, mataron y masacraron, pero a través de Mohammad Reza.
Pues bien, aquella situación —que el pueblo iraní, la juventud iraní identificara el verdadero ser de la civilización materialista occidental— hizo que comenzaran las reacciones. Algunos plantaron cara. El golpe de Estado había sido en agosto, y en diciembre de aquel mismo año (13), en la Universidad de Teherán, un grupo de jóvenes estudiantes se rebeló, se alzó contra la venida de Nixon, que en aquel entonces era vicepresidente de Estados Unidos, y tres de los estudiantes fueron muertos a manos de agentes del gobierno; perdieron la vida. Y desde aquel día, ya empezó. Hay que decir que la universidad estuvo involucrada en grandes acontecimientos. Tengan esto presente. Sí, es verdad que la universidad de hoy es muy distinta a la de antes de la Revolución e incluso a la de después de la Revolución, la de hace veinte años. Hoy la universidad es más avanzada, su progreso es mayor, su comprensión de las distintas cuestiones es más compleja y profunda. Y en cuanto a firmeza está bien también. En contra de la propaganda que se hace y lo que a veces se dice de que la nueva generación de estudiantes y de jóvenes iraníes no tiene la disposición, por ejemplo, de la generación de la década de 1980, no es así. Esa disposición existe también hoy. Lo hemos visto en distintas ocasiones y lo estamos viendo hoy también con nuestros propios ojos, esa disposición de la juventud iraní a acudir a las filas de vanguardia. En el enfrentamiento con el enemigo, están presentes; tienen disposición. Su comprensión de los asuntos es mejor y su disposición, gracias a Dios, es excelente.
Por supuesto, con esto no se cortó aquella otra línea desviada. Aquella línea continuó. Hasta el comienzo de la Revolución, aquella línea influyó claramente en distintas dimensiones de la vida de la gente. Realmente, si la Revolución no hubiera triunfado en el año 79, la dinámica del país, la dinámica de los responsables gubernamentales y culturales de entonces era tal que habría privado al país de todas sus prerrogativas espirituales y morales y de sus riquezas espirituales propias. Habría acrecentado día a día la dependencia del extranjero —dependencia tanto material como espiritual—, de Estados Unidos y de otros países diversos, que habrían tenido más vía libre para el saqueo. La Revolución llegó al rescate del pueblo de Irán, al rescate del país, y logró detener aquel ataque. Los otros, en definitiva, continuaron hasta la Revolución.
La gran habilidad del imam [Jomeiní], que Dios esté satisfecho de él, fue —yo a esto le doy mucha importancia—, en primer lugar, hablar a la nación; no a un sector particular, no a un partido, no a un grupo específico. Él habló a la nación iraní, le dio identidad y le planteó y requirió expectativas. Puso al pueblo en acción, lo sacó a la palestra. Esa fue la gran habilidad del imam. Aquella inmensa movilización nacional convocada por alguien como el imam no tiene precedentes en ningún acontecimiento previo —claro, que no teníamos a nadie como el imam—.
Así que dio al pueblo un sentimiento de identidad, le reclamó que entrara en acción, confió en él, recordó al pueblo su identidad cultural e histórica y nos sacó a todos del olvido. Nosotros no éramos conscientes de nuestras propias capacidades. El imam nos hizo recordar nuestras capacidades, nos hizo recordar de qué habíamos de ocuparnos, hizo que entráramos en liza, puso al pueblo en acción, realizó en aquella labor un verdadero esfuerzo, y Dios Altísimo bendijo aquello. El pueblo no temió, no se dejó intimidar. Él quitó al pueblo el sentimiento de temor. En definitiva, esa es la forma general de la segunda actitud de los jóvenes de nuestro país, principalmente, ante la presencia de Occidente y la civilización materialista occidental en el país, que es algo de lo que por otra parte ya hemos hablado mucho.
Pero los prepotentes del mundo no aflojan. Lo que importa es eso. Los prepotentes del mundo, que durante tantos años hicieron en Irán lo que les dio la gana, que trajeron acá cincuenta mil consejeros militares y civiles, tomaron cuanto quisieron de los recursos del país, impusieron todo lo que quisieron, a quién debíamos venderle petróleo, a quién no debíamos vendérselo, con quién teníamos relaciones, con quién no habíamos de tenerlas, a quién se ponía de primer ministro, a quién no se ponía, cómo se trataba al clero, qué se hacía con la universidad… Muchos años vivieron ellos así en este país. Ya no tienen ese dominio y no pueden quedarse callados. Lucharon contra la Revolución [Islámica] desde su inicio, se enfrentaron a ella, conspiraron, hicieron todo lo que pudieron.
Claro está que, en todo este tiempo, por la gracia de Dios, la Revolución [Islámica] ha triunfado sobre ellos. Los prepotentes del orbe dicen que el mundo ¡tiene que obedecerlos! Ya lo ven ustedes. Lo están viendo hoy. Un ejemplo lo está viendo ya el mundo entero. Dicen que todos deben obedecerlos, todos deben anteponer los intereses de ellos a los suyos propios. «Nosotros primero». Eso están mostrando hoy a todo el mundo. En realidad, están colocando ante los ojos de todos el verdadero ser de Occidente. Y en mi opinión —o así me figuro—, el Irán islámico es el único país que ha rechazado eso con rotundidad. Nosotros hemos dicho categóricamente que de ninguna manera daremos preferencia a los intereses de otros frente a los nuestros.
Volvamos a la cuestión de la juventud universitaria iraní. Yo quisiera decirles hoy que aquella política de maniobras del enemigo para difundir aquel espíritu de obediencia, pasividad y dependencia ha sido hoy resueltamente activada por el enemigo. Están trabajando en ese terreno con nuevos métodos y, en particular, con los avances científicos que ha habido, internet y el resto de cosas que hay. Están haciendo esfuerzos. ¿Dónde se sitúan nuestros estudiantes? Por supuesto, los sentimientos que aquí se han expresado, las cuestiones que se han planteado y el espíritu que se ha mostrado son muestra de un estado de ánimo excelente. El único remedio frente a las intrigas de un enemigo que quiere infiltrarse, tomar el control y volver a recuperar el dominio perdido sobre nuestro querido país es ese estado de ánimo, ese sentimiento, ese movimiento general estudiantil. De eso no cabe duda.
Frente al movimiento del enemigo —ese que digo que continúa hoy con nuevos métodos—, progresa también, afortunadamente, el movimiento del Islam. Hoy por hoy, contamos con buenas innovaciones en el campo de los asuntos de la religión, en asuntos de moral e incluso de mística. Afortunadamente, han surgido hoy buenos elementos desde el punto de vista intelectual en los seminarios islámicos, en la propia universidad y en distintas partes de la sociedad. Han sido capaces de dar con un lenguaje apropiado al momento actual para explicar los conceptos islámicos y utilizarlo. Esas mismas disertaciones que han hecho ustedes aquí —de las que sin duda podrían reunirse diez veces más en el conjunto de las congregaciones estudiantiles y a las que ahora me referiré— son lo mismo que yo recomendé hace un tiempo en uno de estos encuentros: producción de contenidos (14). Contenido son esas mismas cosas. Para el ciberespacio, una de las cosas que es necesario hacer es producir contenido, y contenido son esas cosas. Las tareas que pueden ustedes desempeñar, las ideas que pueden generar, los profundos análisis que pueden hacer y presentar de los asuntos son esa misma producción de contenidos que nosotros esperamos.
Es ahí donde debe situarse el estudiante; el lugar del estudiante es ese. El estudiante puede actuar como un docente, como un lanzador de alertas, como una luz que guía, en la medida de sus capacidades y en su propio entorno favorable y apropiado. Ustedes pueden actuar. Es esa a mi juicio la idiosincrasia de nuestros queridos estudiantes; esa capacidad para expresar, para aclarar, para explicar.
Por supuesto, tengo también algunas recomendaciones. El año pasado hice una serie de ellas y mencioné aquí algunas cosas (15). Una de las recomendaciones era que las organizaciones estudiantiles se ocuparan del interior de la universidad. En esto hago hincapié. Según se me ha informado, eso no se ha hecho tanto como debería. Lo que yo espero de ustedes los jóvenes es eso. Existen ciertos obstáculos. En todas las grandes obras, en todas las buenas obras aparecen algunos obstáculos. No nos imaginemos que avanzamos por una carretera asfaltada. No, hay curvas, hay altibajos, hay problemas. Superen ustedes los problemas. Superen los problemas. Si son ustedes capaces de utilizar un lenguaje apropiado para explicar las cosas, podrán ejercer influencia en la universidad. Quienes tienen ante sí, su audiencia, son los estudiantes. Son estudiantes, no hay animadversión en ellos, no hay hostilidad. Están dispuestos a escuchar, dispuestos a aceptar. Esa expectativa que ha planteado aquí uno de los hermanos, que dijo «los centros que tienen que explicar las cosas, que deben expresarlas, no se ocupan de su labor, no la llevan a cabo»… pues esa expectativa la hay también respecto de ustedes. Ustedes, en las asociaciones, estudien, prepárense y hagan que las ideas correctas de ustedes influyan en el entorno de la universidad. Una recomendación es esa.
Otra recomendación es que organicen ustedes reuniones serias de reflexión colectiva. Piensen en esto seriamente. Aprovechen ustedes en esas sesiones de reflexión colectiva a los elementos intelectuales seguros que existen hoy —porque elementos intelectuales seguros, tenemos—. Planteen los temas importantes de la actualidad. Algunos de los temas que se plantean no son de primer orden, sino de segundo y de tercer orden. Las cuestiones principales del país son aquellas que están relacionadas con el movimiento de la Revolución y con el movimiento general de la sociedad, ya sean cuestiones interiores o exteriores. Hállenlas y sométanlas a discusión. Ante los distintos asuntos se plantean análisis diversos; en los periódicos, en el ciberespacio. Que no les creen dudas. Ante los distintos análisis, no caigan en la confusión y la duda. Tomen ustedes las riendas de sus propios análisis, su propia comprensión, su propia investigación, y prevalezcan sobre esas ideas erróneas que se lanzan.
Otra de mis recomendaciones es la siguiente: algunas de las objeciones y críticas de los estudiantes a los responsables son debidas a falta de información. Por ejemplo, se dice que por qué Promesa Veraz 2 no se llevó a cabo en tal momento o se llevó a cabo en tal momento. «Si se hubiera llevado a cabo en tal momento, no habría sucedido tal cosa». Pues bien, eso no es verdad. Eso no es verdad. Quienes están a cargo de esas tareas no tienen menos entrega, menos vínculo, menos amor ni menos dedicación a la Revolución que ustedes y yo. Contra ellos no se pueden lanzar acusaciones. Tienen sus cálculos, sus cuentas. Trabajan de manera calculada. Lo que hacen, si ustedes estuvieran en su lugar, lo harían igual. Tengan siempre presente esa posibilidad y no acusen a las personas. En los eventos que ustedes ven que a veces les causan alguna incertidumbre, piensen siempre en la posibilidad de un cálculo correcto, en que es posible que tras esa decisión existe un cálculo correcto y acertado.
Sobre la crítica, una de mis recomendaciones el año pasado era que criticaran, no hay nada malo en criticar. A este respecto, se han planteado algunas preguntas: ¿Cómo? ¿De qué manera debemos criticar? Por ejemplo, en una situación de guerra, en una situación de agresión de los enemigos, ¿cómo hemos de criticar de manera que no choque con todo eso? No hay nada malo en criticar; ahora bien, criticar no es lo mismo que calumniar. Tengan cuidado, cuando hacen una crítica, de no lanzar acusaciones contra nadie. Que se hagan preguntas. No hay problema, que se hagan preguntas, que se planteen incertidumbres y que se dé la oportunidad de responder. Hay veces en que la otra parte no puede responder algunas de las preguntas; en que no existe la oportunidad o la posibilidad de responder sobre un asunto. En esos casos, no planteen ustedes siquiera las incertidumbres. Con métodos así, no den por sentadas hipótesis eventuales.
Lo que a mí me parece es que, en las críticas, ustedes deben tener cuidado de que no lleven a un callejón sin salida. Es decir, no critiquen de tal manera que, al oírlos la gente corriente, se sienta en un callejón sin salida. No, a veces las objeciones que se formulan son tales que, cuando uno las oye, siente que realmente no existe ya ninguna salida. Y bien, eso es falso. Dar a entender que, en tal cuestión económica, cultural o educativa, de la universidad, se está en un callejón sin salida, es erróneo. Eso sume a la gente en la desesperanza. Hay que esforzarse por evitar eso. Sembrar cizaña, polarizar, infundir desesperanza, crear desconfianza en los responsables decisores… en las críticas no debe haber esas cosas.
A veces me hacen ciertas preguntas… si bien no se me pregunta directamente, esas preguntas pueden estar en el ciberespacio, o bien en declaraciones que llegan a nuestra oficina. Por ejemplo, ¿por qué fulano mostró alegría cuando todos los ministros obtuvieron el voto [de investidura], cuando es posible que alguno de esos ministros no cumpla los criterios con los que está de acuerdo mengano? Esa es una de las preguntas. Pues bien, sí, la cuestión está ahí. Y la respuesta es que el voto a todos los ministros en la Asamblea es un fenómeno positivo. Si no obtienen el voto, el aparato de cada ministro que no es votado queda durante mucho tiempo sin nadie a cargo. Y que se queden sin nadie a cargo es muchísimo peor que haya una persona que pueda no cumplir algún criterio. Claro, se crea desbarajuste. Que el gobierno se pueda constituir dentro de un plazo adecuado y específico, y así pueda administrar el país es muy bueno. El gobierno debe poder administrar el país. Ese voto de la Asamblea posee esa gran virtud. Entonces, es natural que uno se alegre. Es posible que, al mismo tiempo, a uno no le guste del todo la gestión de tal ministro o no considere positivas algunas características suyas. Ahí no hay contradicción. Al fin y al cabo, cosas así se dan. Resumiendo, esas cosas no deben ser la inquietud principal de un estudiante. No son las cuestiones principales del país. Como he dicho, las cuestiones principales del país son otras.
Unas palabras ahora sobre esta última situación con Estados Unidos y esa invitación a negociar, etc. Cuando el presidente de Estados Unidos (16) dice “estamos dispuestos a negociar con Irán”, invita a negociar y dice haber enviado una carta, que por otra parte a nosotros no nos ha llegado —a mí no me ha llegado, vaya—, eso a mi juicio es un engaño a la opinión pública mundial. Lo que eso quiere decir es: “Nosotros somos gente dada a negociar, queremos negociar, hacer la paz, que no haya peleas, pero Irán no está dispuesto a negociar”. Ahora, ¿por qué no está Irán dispuesto a negociar? Son ellos… Nosotros estuvimos varios años negociando. Ese mismo individuo tiró de la mesa una negociación concluida, completada y firmada y la hizo pedazos (17). ¿Cómo se puede negociar con esa persona?
En respuesta a esta pregunta mía, una persona dentro del país, articulista en tal periódico, dice: “Bien, señor, cuando dos personas están en guerra, se sientan a negociar la paz. No confían el uno en el otro, pero que no haya confianza no impide la negociación”. Eso es un error. Esas dos personas que negocian para llegar a la paz, si no tienen seguridad en que se respetará lo acordado, no negociarán, porque saben que es esfuerzo inútil, que es un esfuerzo sin sentido. En una negociación, uno debe estar seguro de que la parte contraria cumplirá aquello a lo que se comprometa. Cuando sabemos que no cumple, ¿negociar qué? Por tanto, invitar a negociar y plantear negociaciones es un engaño a la opinión pública.
Respecto de los embargos de Estados Unidos, en fin, nuestras negociaciones en el asunto del PAIC (Plan de Acción Integral Conjunto, JCPOA por sus siglas en inglés) tuvieron por objetivo desde el principio, en la década de 2010, levantar los embargos. Afortunadamente, las sanciones están perdiendo efectividad a nivel mundial. Cuando las sanciones se prolongan, gradualmente van perdiendo su efectividad. Esto lo admiten ellos mismos. Ellos mismos reconocen que un país sometido a sanciones puede ir encontrando las vías para neutralizar las sanciones gradualmente y neutralizar la sanción. Nosotros hemos encontrado muchas de esas vías y hemos neutralizado las sanciones. Sí, no es que la sanción no tenga efectos, pero tampoco que, si nuestra situación económica es mala, eso se deba únicamente a las sanciones. No es así. A veces, lo que nos afecta son nuestros propios descuidos… No, a veces no: los problemas proceden de nuestros descuidos. Por supuesto, una parte tiene que ver con la sanción, que va a ir haciéndose inefectivo. Esto es una certeza.
En cuanto a las armas nucleares —con eso que dicen constantemente de «no dejaremos que Irán se haga con armas atómicas»—, si nosotros quisiéramos fabricar armas nucleares, Estados Unidos no podría impedírnoslo. El que no tengamos armas nucleares ni busquemos tampoco tenerlas se debe a que nosotros mismos no las queremos, por ciertos motivos que ya se han dicho y discutido antes. Nosotros mismos no hemos querido, porque de lo contrario, de quererlo, ellos no podrían detenernos.
Siguiente punto: Estados Unidos amenaza con militarismo. A mi juicio, esa amenaza no es prudente. Quiero decir, desatar una guerra, infligir un golpe no es algo que vaya en un solo sentido. Irán es capaz de asestar un contragolpe y con toda certeza lo asestaría. Es más, yo estoy convencido de que, si se comete un error por parte de los estadounidenses y sus agentes, serán ellos los más perjudicados. Por supuesto, la guerra no es algo bueno, nosotros no buscamos guerra, pero si alguien emprende una acción, nuestra reacción será tajante e inapelable.
El asunto siguiente es que Estados Unidos está hoy en vías de hacerse más débil, no más fuerte. Esta es una realidad. Está en camino de hacerse más débil tanto en términos económicos como de su posición política en el mundo, de su política interior y de sus problemas sociales internos. Todos los factores llevan al debilitamiento de Estados Unidos. Estados Unidos no tiene ya ni tendrá la fuerza del Estados Unidos de hace treinta o veinte años. No podrá tenerla.
El punto siguiente es que algunos, dentro del país, alimentan sin parar ese asunto de las negociaciones: «¡Señor! ¿Por qué no responden? ¿Por qué no negocian? ¿Por qué no se reúnen con Estados Unidos? ¡Reúnanse…!». Yo quiero decirles que, si el objetivo de las negociaciones es levantar el embargo, negociar con este gobierno de Estados Unidos no lo levantaría. Y no solo no los levantaría, [sino que] apretaría más el nudo de los embargos; aumentaría la presión. Negociar con este gobierno incrementaría la presión. Lo dije hace varios días al hablar a los responsables gubernamentales (18). Sacarían nuevas cuestiones, sacarían nuevas reclamaciones, sacarían nuevas exigencias excesivas. El problema sería mayor de lo que es hoy. Por tanto, negociar no resolvería ningún problema, no solucionaría ningún escollo. Este era otro punto.
Y el último: en contra de las expectativas del enemigo, ni la Resistencia palestina ni la Resistencia libanesa han caído al suelo, sino que se han hecho más fuertes y más motivadas. En lo humano, esos martirios les han causado un daño, pero en lo que se refiere a motivación los han fortalecido. Ya vieron ustedes: alguien de la talla de Seyed Hasan Nasralá (Dios esté satisfecho de él) alza el vuelo y nos deja, su lugar queda vacío, y mientras tanto, en aquellos mismos días posteriores a su martirio, la acción emprendida por Hezbolá contra el régimen sionista es más potente que las anteriores. En la Resistencia palestina, los dejan personas de la talla de Haniyeh, de Sinwar, de Deif, y al mismo tiempo son capaces, en negociaciones realizadas por insistencia del régimen sionista, de sus partidarios y de Estados Unidos, de imponer sus condiciones a la parte contraria. Lo que eso muestra es que las motivaciones se han reforzado.
Permítanme decirles, y estas serán mis últimas palabras, que a la Resistencia palestina y a la Resistencia libanesa las apoyaremos con todas nuestras fuerzas. Esto es objeto de consenso entre los responsables del país. El gabinete, la Presidencia y los demás son unánimes en esto, no hay ningún problema. Y Dios mediante, el pueblo de Irán logrará en el futuro, igual que en el pasado, presentarse al mundo como adalid de la Resistencia frente a la tiranía.
Con ustedes la paz, la misericordia de Dios y Sus bendiciones.
Notas
(1) Al comienzo del encuentro, varios representantes de organizaciones estudiantiles expresaron sus puntos de vista sobre distintas cuestiones políticas, sociales, científicas y culturales.
(2) Toda alabanza sea para Dios, Señor de los Mundos, y las bendiciones y la paz para nuestro maestro Abulqásim al-Mustafa Muhammad, así como para su familia excelsa, purísima y selecta, en especial para el Imam de la Época.
(3) «¡Oh, los que creéis! Se os ha ordenado que ayunéis, de la misma manera que fue ordenado a quienes os precedieron. Quizás así seáis temerosos de Dios» (Sagrado Corán, 2:183).
(4) «Y a quien sea temeroso de Dios, Él le dará una salida / y hará que le llegue la provisión por donde menos lo espera» (Sagrado Corán, 65:2-3).
(5) «Una guía para los temerosos de Dios» (Sagrado Corán, 2:2).
(6) Entre otros lugares, en Sharh-e chehel hadiz («Explicación de cuarenta hadices»), página 10 en la edición persa.
(7) Seyed Hasán Taqizadé, primer presidente del Senado en el gobierno de los Pahlaví.
(8) Acuerdo firmado en 1919 d. C. por Vosuq od-Doulé, primer ministro de Ahmad Shah Qayar, con representantes del gobierno británico, según el cual toda la organización militar y financiera de Irán quedaba bajo supervisión de Inglaterra, a quien fueron además adjudicadas las concesiones de ferrocarriles y carreteras.
(9) Acuerdo firmado en 1901 d. C. entre el gobierno de Irán y el hombre de negocios británico australiano William Knox D’Arcy, por el cual se otorgó a este la concesión por sesenta años de la extracción y explotación de petróleo en todo Irán, salvo las regiones del norte del país. D’Arcy se comprometía, por su parte, a constituir una o más sociedades para la explotación de dichas concesiones y a entregar al gobierno de Irán una suma anual de 20.000 libras en efectivo, más la misma cantidad en acciones de la empresa y el 16 % de los beneficios netos de las operaciones.
(10) El 28 de mordad del año 1332 de la hégira solar, correspondiente en el calendario gregoriano al 19 de agosto de 1953, es la fecha en que se produjo en Irán el golpe de Estado orquestado por Estados Unidos para hacer frente al movimiento de nacionalización del petróleo.
(11) El 15 de jordad de 1342 de la Hégira solar persa (5 de junio de 1963, en el calendario gregoriano), se produjeron levantamientos populares masivos en diversas ciudades de Irán en reacción a la detención en Qom del ayatolá Jomeiní, quien dos días antes había denunciado el desprecio por el Islam mostrado en las reformas impulsadas por Mohammad Reza Pahlaví.
(12) El 7 de diciembre de 1953.
(13) Entre otros ejemplos, puede señalarse la imposición, por el presidente estadounidense, de aranceles aduaneros a los artículos de importación de distintos países a Estados Unidos.
(14) Discurso del encuentro del 17 de febrero de 2025 con gente de extracciones diversas de la provincia de Azerbaiyán Oriental en el aniversario del alzamiento del Veintinueve de Bahmán del pueblo de Tabriz.
(15) Discurso del encuentro del 7 de abril de 2024 con estudiantes y representantes de las organizaciones estudiantiles en el bendito mes del Ramadán.
(16) Donald Trump.
(17) En su primer período presidencial, Donald Trump firmó una orden ejecutiva el 8 de mayo de 2018, por la que se retiró del acuerdo conocido como Plan de Acción Integral Conjunto (PAIC o JCPOA, en sus siglas en inglés), que había sido firmado por el gobierno del anterior presidente de Estados Unidos, Barack Obama, entre Irán y los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, junto con Alemania y la Unión Europea (los países 5+1).
(18) Discurso del encuentro del 8 de marzo de 2025 con responsables y encargados de la República Islámica de Irán en el bendito mes del Ramadán.