CON OCASIÓN DEL AÑO NUEVO (1)
En el nombre de Dios, Clemente y Misericordioso.
Al-hamdu li-l-Lah rabbi-l-alamín wa-s-salatu wa-s-salamu ala sayyídina wa nabíyina Abil-l-Qásimi-l-Mústafa Muhámmad wa ala álihi-t-tayibini-l-atharini-l-muntayabín sáyyama Baqíati-l-Lah fi-l-arazeyn (2).
¡Felices fiestas! Quiera Dios que ustedes y sus familias puedan sacar el máximo provecho de las buenas intenciones formuladas, y que lo expresado por el doctor Aref —alguien verdaderamente experimentado y de gran trayectoria— se ponga en práctica y se haga realidad.
Debo recalcar nuevamente: felicito las fiestas a sus familias, a sus esposas, y les expreso mi agradecimiento. Tengo la convicción de que, cuando las esposas acompañan, comparten sus ideas y apoyan emocionalmente las labores que realizan ustedes los responsables —ya sean ministros, diputados, viceministros, asesores o jefes de departamento—, el trabajo avanza mejor. En parte, eso depende de su actitud y comportamiento. Algunos funcionarios, cuando asumen responsabilidades y cargos, se sumergen de tal modo en el entusiasmo y la pasión por el trabajo que olvidan que tienen hijos, una esposa, obligaciones familiares, un hogar; que deberían compartir juntos algún almuerzo y cena. Lo olvidan por completo. ¡No lo olviden!
Respecto a lo mencionado por el doctor Aref, permítanme decirles algo: lo que ustedes han decidido y están implementando en reuniones y asambleas de trabajo está muy bien—todo lo que se ha dicho está muy bien—, pero en el país nos falta algo que es importante. No nos faltan leyes, no nos faltan regulaciones, no nos faltan buenos proyectos —han llegado, se han ido, se han discutido y aprobado muchos buenos planes—. Lo que nos falta es seguimiento. Seguimiento. Den seguimiento. Algunas de las estadísticas que ha mencionado [el doctor Aref] dan mucho que pensar; por ejemplo, el dato del consumo de gasolina que ha compartido. Podría decirse que esa cifra es el doble de lo que debería consumirse en el país; y eso debe resolverse, es algo que tiene solución. Hubo un tiempo en que el consumo diario de gasolina del país llegó, digamos, a setenta y cinco u ochenta millones [de litros], o incluso menos; pero ahora él ha mencionado una cifra de ciento sesenta y pico. A eso hay que prestarle atención, debe dársele seguimiento. Debe darse seguimiento a las cuestiones relativas a las escuelas, a la justicia en la educación, a las tareas relacionadas con los sectores marginados y desfavorecidos. Lo que yo ruego es que den seguimiento. Las reuniones están bien, la toma de decisiones es buena, el entusiasmo y motivación de los directores y gerentes son excelentes, y es algo necesario, pero no basta. Ustedes, como gerentes, tienen pasión, tienen interés, dan las órdenes a sus subordinados y quizá ellos también se las pasen a la siguiente persona, pero en ese proceso, la orden va perdiendo fuerza y se debilita tanto que a veces, al final, no sucede nada.
Una de las medidas más necesarias es el ahorro. He traído unas notas con algunas consideraciones sobre asuntos relativos al lema del año y similares, que expondré más adelante, pero algo que es crucial es el ahorro: ahorro en el consumo de electricidad, en el uso de vectores energéticos. Los propios organismos estatales deberían ser los primeros en practicar el ahorro, pues el mayor consumidor es precisamente el Estado, son los organismos estatales. Es el Estado quien consume la mayor parte de la gasolina, la mayor parte de la electricidad, y así con todo lo demás. Acostúmbrense a ahorrar. Como dice Saadí,
Ya que no tienes ingresos, sé más medido en el gasto,
que ya dice el cantar del marinero:
«Si en el monte no cae la lluvia,
en un año será el Tigris cauce seco» (3).
Es así. O también, ya que tenemos algunos hablantes de azarí en la reunión: Shat agar ulmasa Bagdad ulmaz (4). Es otra parte de lo mismo. En definitiva, ese seguimiento debe tomarse en serio. Y esta era la primera cuestión.
Traigo aquí anotado que hemos de poner como orden del día prioritario común a los distintos organismos, en el terreno económico, contribuir a la materialización del lema del año. En otras palabras, si Inversión para la producción se convierte en una divisa y todos se consideran obligados a hacerlo, eso salvará al país de muchos problemas.
Tenemos problemas de inversión. Hay dinero en manos de la gente, más o menos. El arte está en que ustedes —tanto el Banco Central como el Ministerio de Economía y algunos otros organismos— logren dirigir ese dinero hacia la inversión, y en particular hacia la inversión productiva. Persigan ese objetivo; es de suma importancia. Por supuesto, para la gente —es decir, para quien desee invertir— es un honor tener cierto dinero y poder destinarlo al progreso y la mejora de la situación del país. Recuérdenle ese orgullo a la gente, para que haya conciencia de que hay que sentirse honrado por ello. Eso sí, lo fundamental de esa tarea corresponde al Estado —el Estado en sentido amplio, el conjunto de los órganos de gobierno—. Para que eso se concrete y se lleve a cabo, tiene su función el Poder Judicial, tiene su función la Asamblea, tiene sus funciones los distintos departamentos ministeriales.
Garanticen la seguridad de las inversiones. Una vez, hace algunos años, tuvimos una reunión aquí en la husainiya, en la que un servidor habló sobre atraer inversión extranjera y temas similares (5). Uno de los compañeros, experto, juicioso, con mucha experiencia —Dios lo tenga en Su misericordia, ya falleció—, se levantó y dijo que la inversión extranjera era secundaria respecto de la inversión interna: «Arreglen ustedes [primero] el escaparate; que se vea que el inversionista nacional tiene deseo, interés y motivación para invertir, que está dispuesto a hacerlo, y cuando el extranjero lo vea, se animará y dirá: “Bueno, ahí se puede invertir”». Eliminen los obstáculos a la inversión interna. Esa es una de las mejores maneras de neutralizar el embargo.
Un servidor ha dicho muchas veces que para el embargo hay dos remedios: uno, el levantamiento del embargo, que no está en nuestra mano; está en manos de la parte contraria. El otro, neutralizarlo, que ese sí está en nuestra mano. Hallen los modos de neutralizar el embargo. Existen muchas maneras, y realmente es posible, de neutralizar las sanciones. De hecho, si aprovechamos bien las capacidades internas, se puede incluso hacer que el país se vuelva invulnerable a los embargos; que, por más que nos impongan sanciones, el país sea capaz de salir totalmente del fango. Las capacidades internas del país tienen ese potencial.
Otra de las cosas en las que un servidor insiste más es en la expansión de los lazos comerciales, que ya se ha mencionado. Agilicen las relaciones económicas, prioritariamente con los países vecinos, con los países que son polos económicos en Asia, como China, como Rusia, como India, que son polos económicos. Ciertamente, con algunos de ellos es muy difícil; lo sé, pero con gran esfuerzo y con una buena planificación toda tarea, aún difícil, puede realizarse. Por lo tanto, las relaciones con los países vecinos son importantes. En estos asuntos, influyen mucho los intermediarios; me refiero a esos gestores que a veces han adquirido la costumbre de traer algún producto de un lugar específico. Hace unos días, le comenté a alguien que, siendo yo presidente de la República Islámica, me dijo el líder de un país africano al que habíamos ido, donde había un excelente centro ganadero y agrícola —que sigue ahí—: «La carne que nosotros producimos es de lujo, los europeos vienen y nos la compran» —en aquel entonces, todo lo importaba el gobierno; en la década de 1980, incluso la carne la importaba el gobierno—. «Ustedes importan carne de Europa, y Europa les vende a ustedes esa misma carne que nos ha comprado a nosotros ¡al doble de precio!». Yo, a mi regreso, se lo dije a los responsables; que fueran y lo investigaran. Pues no lo hicieron. De palabra, les pareció bien; en los actos, no. El comercio con los vecinos, con los polos económicos, con países diversos, con la propia África que he mencionado, es algo que está muy bien. Esos contactos que ha establecido el excelentísimo presidente (6) con los líderes de esos países, con motivo de festividades y ocasiones similares, son muy positivos y útiles. Asimismo, es excelente la labor del Ministerio de Relaciones Exteriores, con esos viajes y visitas.
Permítanme decirles unas palabras sobre estos diálogos de Omán (7). El punto que quiero señalar es que esos diálogos son una de las decenas de tareas del Ministerio de Exteriores. El Ministerio de Exteriores lleva a cabo decenas de tareas, una de las cuales son esos diálogos de Omán y estos temas que se han planteado recientemente. Intenten no ligar los asuntos del país a esos diálogos. Lo que yo recalco es eso. No vaya a repetirse aquí el error que cometimos con el JCPOA. Allá vinculamos todas nuestras cosas al progreso de las negociaciones. En otras palabras, condicionamos el país. Claro, el inversor, cuando la actividad del país depende de unas negociaciones, ya no invierte. Está claro. Se dice «vamos a ver en qué terminan las negociaciones». Estas negociaciones son una tarea, una cosa, una de tantísimas tareas que está realizando el Ministerio de Exteriores. Y el país tiene que ocuparse de sus asuntos en los distintos sectores: el sector de la industria, el de la agricultura, los distintos sectores de servicios, el sector de la cultura, los de la construcción, los asuntos particulares que se han definido de modo específico, como esas cuestiones del sudeste del país. Ocúpense con diligencia de todo ello. Esas cosas no guardan relación alguna con esos diálogos en curso que han comenzado en Omán. Esta es una cuestión.
Por cierto, no seamos excesivamente optimistas respecto de estos diálogos, ni seamos tampoco excesivamente pesimistas. Esta es en definitiva una labor, un proceso que se ha decidido y se está implementando, y en estos primeros pasos se ha avanzado bien, se ha implementado bien. En adelante, se tiene que continuar con total meticulosidad —las líneas rojas están claras; están claras para la parte contraria y están claras para nosotros—, y que las negociaciones se continúen de buen modo. Es posible que den fruto o es posible que no. Ni somos muy optimistas ni muy pesimistas. Eso sí, de la parte contraria desconfiamos mucho, no creemos en ella, la conocemos; pero sí confiamos en nuestras propias capacidades, sabemos que somos capaces de hacer muchas cosas, conocemos buenos modos de proceder.
También es un tema de gran importancia el del Séptimo Plan, que, aunque con retraso, por fin está comenzando este año. Hay que intentar desde el principio que no suceda como con el Sexto Plan. En algunas partes del Sexto Plan hubo un desvío desde sus comienzos; procuren que no haya desviaciones en las diferentes partes del Séptimo Plan. Está aprobado por la Asamblea, es algo necesario para el país, está basado en las políticas generales de la República Islámica y, en conjunto, es un buen plan. Al fin y al cabo, es ley y debe implementarse, pero hay que tener cuidado de que se implemente bien, conforme a sus propios criterios y sin desviaciones.
Les diré unas palabras también sobre la cuestión de Gaza. En los asuntos de Gaza, esa banda de malhechores que rige Palestina ha traspasado verdaderamente los límites de la iniquidad. ¡Realmente han traspasado los límites! Un servidor no tiene en absoluto memoria, no conoce actos semejantes, en que deliberadamente y apuntando a blancos específicos se atacara a los oprimidos, a los niños, a los enfermos, a los periodistas, los hospitales, las ambulancias. Es realmente algo muy desconcertante. Se necesita una crueldad extraordinaria, ¡de la cual esa banda, ese grupo de pérfidos malhechores goza!
En mi opinión, el mundo islámico debe actuar, debe hacer algo. Con algo bien coordinado —ya sea de tipo económico, político o, en caso de que sea necesario, operacional—, el mundo islámico debería pensar sobre la cuestión y trabajar. Ahora bien, ellos tienen que esperar el azote divino también. Ese modo de cometer iniquidades obtendrá una respuesta severa por parte de Dios, de eso no cabe duda, pero esa [respuesta divina] no reduce el deber de la gente, nuestro deber, el deber de los Estados. Dios Altísimo hará lo que corresponda y nosotros debemos cumplir también con nuestro deber.
Esperamos que Dios Altísimo bendiga el destino de todos los pueblos musulmanes, de la Umma, del querido pueblo de Irán y de ustedes, los responsables, y haga fáciles las tareas. Quiera el Altísimo estar satisfecho de nosotros y de nuestra labor, si Dios quiere. Tengan siempre presente a Dios en todas sus acciones.
Notas
(1) Al comienzo del encuentro, celebrado con motivo del nuevo año de la Hégira solar, pronunció unas palabras el doctor Mohammmad Reza Aref, vicepresidente primero de la República Islámica.
(2) Toda alabanza sea para Dios, Señor de los Mundos, y las bendiciones y la paz para nuestro maestro Abulqásim al-Mustafa Muhammad, así como para su familia excelsa, purísima y selecta, en especial para el Imam de la Época.
(3) Saadí, Golestán, capítulo VII.
(4) «Sin Shatt [al-Arab], no hay Bagdad».
(5) Véase, por ejemplo, el discurso del encuentro del 1 de julio de 2001 con un grupo de responsables de departamentos industriales, comerciales y productivos y de sectores profesionales de todo Irán.
(6) El doctor Masud Pezeshkián.
(7) Referencia a las conversaciones indirectas entre Irán y Estados Unidos sobre la cuestión nuclear iraní y la eliminación de los embargos, cuya primera reunión tuvo lugar en Omán, el 12 de abril del año en curso.