• Sentimos que nos odian en todas partes.
  • ¡El mundo entero se ha unido en nuestra contra!

Estas frases fueron pronunciadas, respectivamente, por un periodista, un guía turístico y el primer ministro del régimen sionista. Aunque muchos creen que expresar estas palabras en los medios busca victimizarse y ganar apoyo externo, pero son señales; señales de derrota en un campo donde el régimen sionista siempre había salido victorioso.

Cuando ya no es posible, controlar la opinión pública

El mediodía del 7 de octubre de 2023, después de que los combatientes palestinos rompieran la barrera que cercaba a la Franja de Gaza y salieran de ella, el régimen sionista se encontró en un campo de batalla combinado. Por un lado, buscaba reconstruir su prestigio militar perdido y, por otro, vio este evento como una oportunidad para cumplir su sueño perpetuo: vaciar Palestina de palestinos. Así, la guerra comenzó en dos frentes; el primero, el frente de la narrativa colonial, y el segundo, el genocidio basado en esa narrativa.

Desde las primeras horas, comenzó una gran campaña global entre los gigantes mediáticos pro-sionistas del mundo y los activistas mediáticos, artísticos y académicos, partidarios de la Resistencia y Palestina. Cada uno, adoptó una consigna clave como estandarte:

  1. Los medios pro-sionistas, bajo la pregunta «¿Condenas a Hamás?», iniciaron una campaña de desinformación sobre «bebés quemados», «violaciones sexuales a civiles» y el «ataque injustificado de Hamás». Antes de comenzar la operación terrestre, el entonces ministro de Guerra del régimen, calificó abiertamente a la gente de Gaza como «animales con forma humana», y el primer ministro representó el escenario de guerra así: «Una batalla entre la luz y la oscuridad». El objetivo era claro: deshumanizar al pueblo de Gaza y Palestina, justificar el genocidio y la limpieza étnica, y finalmente, ganar apoyo público para cometer estos crímenes.
  2. Frente a las grandes instituciones y los medios de comunicación dominantes, estaban estos núcleos dispersos, pero numerosos de la Resistencia en el ámbito mediático, que bajo la bandera de una frase crucial, la fijaron en la mente de la gente libre y los defensores de la justicia en el mundo: «No todo comenzó el 7 de octubre».

Bajo esta consigna, se revisó a escala global la historia de la ocupación del régimen sionista en Palestina. Los crímenes del régimen sionista, cometidos durante más de 70 años, fueron extraídos de libros poco leídos y documentales poco vistos, y puestos al alcance del público. El objetivo principal de este movimiento era representar, con precisión, la historia de la tierra palestina y reafirmar el derecho de su pueblo a resistir, a la resistencia armada y a regresar a su territorio.

La gente en todo el mundo leía las noticias a diario. Comparaban las dos narrativas y desafiaban sus propios prejuicios sobre la versión principal de la guerra en la región de Asia Occidental. Parecía que un cambio estaba en marcha. 

Cambio en el paradigma del pensamiento[1]

Cada día que pasaba de la guerra, una de estas narrativas se fortalecía y la otra se debilitaba. El mundo occidental que, con el pretexto de los derechos humanos y la civilización, había controlado durante décadas las mentes públicas del mundo, se puso detrás del régimen sionista y, al enviar armas, ayuda de inteligencia, militar y económica, se lanzó de pleno al conflicto.

Del otro lado, estaban los grupos de Resistencia que, durante décadas, habían llevado la etiqueta de «terroristas» en sus frentes y la mentalidad de la gente del mundo sobre ellos era algo similar a grupos terroristas como ISIS (Daesh en árabe). Pero, ahora, los acontecimientos ocurrían uno tras otro:

El régimen sionista bombardeaba los hospitales, mientras recibía el apoyo suministrado por Occidente. Hamás difundía imágenes del trato amable de sus soldados con niños y ancianos el 7 de octubre, y desafiaba la narrativa dominante.

El régimen sionista cortaba el agua, la electricidad y la comida a Gaza.
Los prisioneros sionistas liberados hablaban de cómo los soldados guardianes les proveían la mejor comida y las facilidades disponibles.

El régimen sionista incitaba a la gente oprimida y privados de vivienda de Gaza, con hambre, y desplazamiento constante, a actuar contra los grupos de la Resistencia.
Pero, la gente de Gaza cada vez que veía los cuerpos de sus hijos mártires, alababa a Dios y recitaba el Corán.

El régimen sionista atacaba con bombas los centros de reunión de gente en campamentos de desplazados, escuelas, zonas de distribución de alimentos, etc.
En el norte de Gaza, que estaba casi deshabitado, los combatientes de Hamás habían paralizado la máquina de guerra del régimen sionista por varios meses.

El régimen sionista acusaba a los líderes de la Resistencia y a sus familias de corrupción y malversación de ayuda internacional.
Los hijos de los líderes de la Resistencia alcanzaban el martirio entre la gente común y en zonas peligrosas de Gaza.

Todos los medios eran proporcionados por Estados Unidos y otras potencias occidentales, mientras el régimen sionista cometía crímenes en Gaza.

Estas contradicciones entre el mundo real y la narrativa mediática llevaron a un acontecimiento sin precedentes en la historia de la ocupación del régimen sionista; Palestina ahora no solo era el asunto de las naciones musulmanas, sino que se había convertido en el primer asunto del mundo.

Primera prioridad, el foco de atención

«Debemos enfocar nuestra energía donde realmente importa; por ejemplo, en la vida de los palestinos en Gaza.»[2]

No pasa un día o una semana sin que un artista, un activista político, un influencer u otros en Occidente pronuncien frases similares a esta, para expresar su apoyo a Palestina. Desde los parlamentos europeos hasta el Congreso de Estados Unidos, desde estadios deportivos hasta ceremonias de inauguración de las últimas tecnologías informáticas[3] y ceremonias de graduación[4]; en todas partes se habla de Gaza, Palestina y el genocidio.

Sin embargo, esta visibilidad mediática es solo la punta del iceberg. Los medios occidentales reportan más de 13.000 protestas antisionistas en Estados Unidos, más de 5.000 en Europa y cerca de 2.000 en América Latina y África.

Quizás el ejemplo más destacado fue el plantón de estudiantes universitarios estadounidenses, que buscaban cortar los vínculos de sus universidades con el régimen sionista, captando la atención mundial y enfrentando una feroz represión por parte del gobierno de Estados Unidos. A nivel global, los movimientos de boicot a productos israelíes y a empresas vinculadas a Israel han causado pérdidas millonarias a compañías como McDonald's y Starbucks.

Las últimas encuestas en EE.UU. y Europa muestran el mínimo histórico de apoyo al régimen sionista y el máximo respaldo a Palestina y la Resistencia. Algunos países europeos se vieron obligados a suspender exportaciones de armas al régimen, mientras sus líderes criminales fueron condenados por genocidio en la Corte Internacional de Justicia de La Haya.

En el mundo islámico, todos los temas giran en torno a Palestina, el impacto de Gaza en las relaciones entre Irán y los países del Golfo Pérsico, los vínculos de los Estados árabes con EE.UU. y Occidente, las manifestaciones multitudinarias en Bangladés, Indonesia, Malasia y Pakistán y, sobre todo, la guerra de casi 20 meses del Eje de la Resistencia contra el régimen sionista ha convertido a Palestina en el tema central.

El régimen sionista ha fracasado en un frente y el mundo aguarda

Desde los mismos inicios de la formación del régimen sionista, este movimiento intentó presentarse como víctima de un genocidio. Ellos eran «un pueblo oprimido sin tierra que llegó a una tierra sin pueblo» y «tenía derecho a defenderse». El pueblo de Israel era víctima de la violencia de «terroristas musulmanes» y «árabes salvajes», y en esta batalla civilizatoria, habían construido «la única democracia de Oriente Medio». Esta narrativa oficial fue el sustento de todo lo ocurrido en Palestina durante estos setenta años, y su objetivo final a principios del siglo XXI era lograr el dominio total sobre Palestina.

Hoy, esta narrativa ha quedado completamente invalidada desde sus raíces, y todas sus consecuencias están siendo cuestionadas. La resistencia del pueblo de Gaza ha llevado las cosas al punto en que incluso las voces más estridentes que preguntaban «¿condenas a Hamás?» ahora interpelan[5] a los responsables del régimen sionista en sus propios medios. Ya no hay límites para plantear las preguntas cruciales y decir las verdades:

  • Israel no es un país.
  • Los sionistas no tienen ningún derecho a defenderse ni a usurpar tierras en Palestina.
  • El régimen sionista debe ser destruido.
  • El pueblo palestino tiene derecho de autodeterminación.

Hoy, así como pronunciar estas palabras ya no es un tabú, actuar para hacerlas realidad tampoco debería serlo. El Líder de la Revolución Islámica, el ayatolá Jameneí, enfatizó este mismo punto en su mensaje para el Hach 2025:

«La asombrosa resistencia de la población gazatí ha convertido la cuestión palestina en el foco principal de la atención del mundo islámico y de todos los espíritus libres del planeta. Tal oportunidad debe ser aprovechada para acudir en auxilio de ese pueblo oprimido».

Esta es una oportunidad histórica para hacer una justicia histórica, y todos somos agentes de ejecución de la justicia en este tribunal.


[1] Paradigm shift

[2] https://www.instagram.com/reel/DBAAEOPR0yu/?hl=fa

[3] https://www.youtube.com/watch?v=EXNk9lhA2d0

[4] https://www.youtube.com/shorts/XXRVqOnxVNM

[5] https://www.youtube.com/watch?v=bZLoMy4Ohto