En el nombre de Dios, Clemente y Misericordioso (1).
Wa-l-hamdu li-l-Lah rabbi-l-alamín wa-s-salatu wa-s-salamu ala sayídina wa nabíyina Abi-l-Qásimi-l-Mústafa Muhámmad wa ala álihi-t-tayibina-l-atharina-l-muntayabín sáyama Baqíati-l-Lah fi-l-Ardain (2).
Sean muy bienvenidos, queridos hermanos, queridas hermanas. Espero que, Dios mediante, los acompañe el favor divino y que, Dios mediante, esa larga y sustanciosa lista que ha señalado el señor Momení se plasme en los actos de ustedes. Todo lo que hay que decir es lo expresado por él; pidan ayuda a Dios Altísimo, pidámosla todos, para ser capaces de cumplir esos puntos uno por uno. Lo importante es la planificación; fíjense ustedes un calendario. Es posible que, en algunos casos, el Ministerio del Interior deba participar en esa planificación, pero en otros casos no. Fijen ese calendario ustedes mismos, como gobernadores. Por ejemplo, [el señor ministro] ha dicho que dediquen un día al tema de la inversión y el empleo; muy bien, es una iniciativa excelente, pero ese día no se queden de brazos cruzados. A veces, uno va a un lugar, a una sala, a una reunión y no sabe qué hacer; también eso requiere planificación. El simple aprovechamiento de esa oportunidad precisa organización. Por mi parte, he anotado unas palabras para compartir con ustedes.
Mi primera consideración es que los gobernadores son los administradores de sus provincias en todos los aspectos. Esa es mi firme convicción, y lo he repetido una y otra vez con los distintos gobiernos, como un principio: debe darse autoridad a los gobernadores. Sin embargo, los presidentes no lograron superar la oposición de algunos ministros. Los ministros, al fin y al cabo, quieren dirigir y orientar a sus propios directores generales en las provincias; la plena autoridad de los gobernadores no es algo que sea compatible con ciertos temperamentos. Por supuesto, hay quienes están dispuestos a renunciar a todo por el bien del país. En definitiva, en mi opinión, conforme a mi convicción, los responsables de la gestión integral de la provincia son ustedes; es decir, desde los servicios municipales hasta el medio ambiente, la producción, los mercadillos fronterizos allá donde existan o las relaciones con asuntos diplomáticos relacionados con las provincias… en todo ello, son ustedes quienes mandan. En otras palabras, son ustedes quienes deben tomar las decisiones, actuar y ocuparse de dar seguimiento. Afortunadamente, ahora hay además muchas oportunidades en el país; ahora que les ha llegado su turno, quiero decir, en el país hay abundantes oportunidades. ¿Y qué significa oportunidades? Pues que en el ámbito público del país no hay ningún problema serio: no hay guerra, no hay enfermedades —en los días del covid, ¿acaso se podía trabajar con esta tranquilidad? Pues ustedes no tienen eso— ni estamos ante un problema de seguridad grave. Claro, alguna cosa hay por aquí y por allá —no estamos desinformados—, pero problema de seguridad grave, no lo hay. Tampoco hay esas fuertes divisiones partidistas y políticas que en algún momento alcanzaron un gran apogeo. Por tanto, el ambiente general del país hoy es favorable. Además de eso, cuentan ustedes con un capital humano abundante. Realmente, yo no sé si ustedes conocen a su capital humano o no; porque conmigo contactan mucho. En este país, tenemos tantos jóvenes con estudios, capacitados, innovadores y entusiasmados por trabajar, bajo distintos nombres, que resulta realmente difícil contarlos. Y cada vez que esos jóvenes se han dirigido a mí —muchos de ellos lo hacen, desde hace muchos años—, los he recomendado a algún ministerio, el ministerio los ha aceptado, ellos han ido allá, y más tarde nos han dado la buena noticia de su progreso y han dado las gracias. Uno de los recursos con que cuenta el país es ese. Busquen ustedes y encuéntrenlos, que no les será difícil. Antes, ha dicho (3), por ejemplo, que algunos proyectos ya preparados se ponen a cargo de personas cuyos nombres no se conocen —es decir, voluntarios—. Pues precisamente esas empresas de base tecnológica, esos jóvenes, que vayan, que se los reciba, que se enteren, que sepan que tal proyecto puede estar a su cargo, que hay tales recursos disponibles y que los aprovechen. De modo que el capital humano es también una de esas oportunidades.
Es también una oportunidad la participación en foros regionales como los BRICS, Shanghái y similares. Hoy tenemos esa oportunidad, ayer no la teníamos; mañana, no sabemos qué sucederá. Al fin y al cabo, ahora tenemos esa oportunidad y podemos aprovecharla. Los vecinos: nosotros tenemos un gran número de vecinos, y los vecinos representan otra de esas oportunidades.
Así que el primer tema es que el país dispone hoy de oportunidades. Permítanme añadir algo más, porque realmente lo merece: aquí, el señor Momení es también una de esas oportunidades. ¿Por qué? Porque, debido a su trabajo anterior (4), conoce todo el país; conoce cada rincón: todas las ciudades, todos los distritos, todos los lugares… Eso en sí es una oportunidad; aprovéchenla también.
El segundo tema: si queremos que un gestor tenga éxito en el servicio que brinda, debe poseer espíritu de servicio y trabajar con honestidad. Ustedes, gracias a Dios, han sido seleccionados y asumieron sus cargos tras un proceso de evaluación, pero bajo su mando tendrán decenas de gerentes a los que deberán elegir ustedes: desde los gobernadores subprovinciales hasta los comarcales, sus adjuntos y demás. Elijan a personas que posean las siguientes características: en primer lugar, que tengan espíritu de servicio, que quieran servir, que tengan pasión por servir; en segundo lugar, que sean íntegros, que no tengan deseen cosas inapropiadas e impropias del trabajo de gestión. Tampoco pueda ahora enumerar una a una esas cosas inapropiadas, pero hay muchas que no son propias de un gerente. Si el ámbito del servicio es el lugar de tales gerentes, podemos no desaprovechar ninguna buena oportunidad; podemos, de hecho, aprovechar todas las oportunidades.
Y hay otra consideración importante para las personas a las que dirijo esa recomendación, y es que, si esas personas que sirven —gerentes, responsables, en el departamento que sea, en el nivel que sea— actúan del modo que hemos dicho, si avanzan por esa senda recta —porque es este el camino recto— y resuelven los problemas del país, no habrán perdido nada. El período de servicio no es largo, es corto. Supongan ustedes que se da la oportunidad, por ejemplo, de hacer negocios personales a la vez que se trabaja… ¡No hagamos eso! Que no estaremos perdiendo nada. En definitiva, el período de servicio de un gobernador son cuatro años; como mucho, ocho años. ¡No es más! En esos ocho años, tengamos cuidado de no meternos en tal embrollo. Una vez pasados, cualquier trabajo que queramos realizar no perjudicará al país. Pero si hacemos algo que provoque un conflicto de intereses, según se dice habitualmente, se estarán creando problemas para el país. Durante el período de servicio, es así; se crean problemas. Y nosotros lo hemos visto; persona que durante su período de servicio cayeron en asuntos así. Por tanto, si nos movemos por ese camino recto, habremos servido al país y no habremos perdido nada.
El siguiente tema es la lucha contra la corrupción. Del mismo modo que combatimos los factores causantes de nuestras enfermedades físicas —igual que tienen ustedes cuidado de no resfriarse, procuran evitar los virus, tratan de eliminar los gérmenes si los hay, cuidan su alimentación—, debemos también cuidar la salud del país y, en especial, evitar la corrupción en las instituciones. La corrupción nos perjudica mucho. Algunos intentaron argumentar que en la República Islámica existía, según dicen ellos, «corrupción sistémica». Es mentira, no hay tal cosa. Gracias a Dios, este es un sistema sano, pero hay corrupción; existen trazas de corrupción, más o menos importantes. Eso hay que combatirlo. Una de las tareas importantes de los altos directivos es combatir la corrupción.
Y por supuesto, para combatir la corrupción, la condición primera, la primera obligación es intentar mantenerse a sí mismos y a sus familias alejados de los factores de corrupción; eso es lo fundamental. Si, Dios no lo quiera, se corrompe alguien que ostenta un cargo de responsabilidad —ya se trate de un responsable del aparato de seguridad, un responsable económico, un responsable político, un responsable cultural—, el perjuicio se multiplica; y en esa misma proporción se multiplicará el castigo divino. Es distinto de la gente común. Dios Altísimo dice a las mujeres del Profeta: Ya nisá’a-n-nabiya man yá’ti minkunna bi-fáhishatin mubáyinatin yudá’af laha-l-adabu di’fain (5). Si cometen ustedes un acto indebido, su castigo será doble —el de las mujeres del Profeta—. Es así. Claro está que, frente a esto, [dice también]: Wa man yaqnut minkunna li-l-Lahi wa rasúlihi wa táamal sálihan nú’tiha áchraha marratain (6). Cuando hagan buenas obras, la recompensa de ellas será doble. ¿Por qué? Porque son esposas del Profeta, porque la posición que ocupan es delicada. Y con ustedes y yo, es igual; también nosotros estamos en posiciones delicadas. Si actuamos bien, Dios nos dará doble recompensa. Si, no lo quiera Dios, nos metemos en un problema, la respuesta del Señor será también doble, será múltiple.
Si, en el conjunto de los organismos de ustedes, Dios no lo quiera, se ven afectadas [por la corrupción] las personas encargadas de una tarea —los encargados, por ejemplo, de la lucha contra el contrabando, de guardar las fronteras o de la tarea que tengan entre manos—, la vía de la lucha contra la corrupción se cerrará por completo, y se abrirán las puertas a la corrupción. Es por esto que la lucha contra la corrupción es una labor delicada y problemática. Hace unos cuantos años, emití un extenso e importante comunicado sobre esta misma cuestión de la corrupción (7) —fue hace muchos años—, en el que decía que la corrupción es un dragón de siete cabezas; es decir, que no es algo que desaparezca ni tan fácil ni tan rápidamente; hay que seguir estando alerta. Y esta era otra recomendación.
La recomendación siguiente es sobre el asunto de la gente al que ha aludido (8). Fraternicen con la gente, vayan entre la gente; es decir, vayan entre la gente, participen en sus reuniones, escuchen lo que dicen, y cuando en alguna ocasión les hablen con aspereza, sean pacientes. Esto requiere práctica. Hay personas a las que Dios Altísimo ha agraciado dándoles paciencia, y les digan lo que les digan para ellos no supone un problema; otros tienen poco aguante, enseguida se enojan, responden y discuten. Hay que practicar. Practiquen ustedes, de modo que si, por ejemplo, se ven ante a una persona de campo o de ciudad, un tendero, etc., que no está al tanto de sus esfuerzos, de los servicios que ustedes prestan, y va y protesta por algo —quizá sin que esté justificado—, puedan ustedes aguantarlo y luego le den explicaciones. Estar con la gente. Si se hace así, les tomarán afecto; y si les toman afecto, en algún momento crítico en el que haga falta los ayudarán.
Otro consejo es sobre la cuestión de la observancia religiosa. Los altos funcionarios deben ser muy observantes, abstenerse de lo prohibido por Dios, participar en los ritos religiosos, y que la gente vea esa observancia. Eso no es gazmoñería; [no es gazmoñería] que ustedes participen en el rezo colectivo de tal o cual mezquita. Algunos dicen: «¡Yo no quiero ser un mojigato!». Muy bien, no sean ustedes mojigatos, participen ustedes por el amor de Dios; háganlo verdaderamente por Dios, porque es para Dios. Que ustedes participen en calidad de gobernadores en las cofradías [de duelo], en el rezo colectivo o, por ejemplo, en los desfiles, etc., da ánimos a la gente. Es algo bueno, es una buena acción. Es una buena acción importante. Háganlo ustedes por amor de Dios y, si Dios quiere, serán recompensados. Esta era otra cuestión.
Una cuestión más es la del lema del año, sobre el cual ya se ha mencionado que tienen planes al respecto.
Y la última cuestión es la de la lucha diligente contra el contrabando. El contrabando es verdaderamente uno de los problemas que tenemos. Y no es algo de ahora, ya hace años [que existe]. En un momento dado, en los informes que nos llegaban se decía que el volumen del contrabando que entraba al país —el volumen saliente es otra cuestión— ¡era de veinte mil millones! A mí me sorprendió mucho, pero hace unos días el presidente del Poder Judicial (9) anunció la cifra de quince mil millones. Sin duda lo habrán investigado. ¡Esto es muy relevante! Por una parte, está eso, y por otra está el contrabando de salida: petróleo, gas, gasóleo, etc. En mi opinión, deben ustedes organizarse expresamente para este asunto. Establezcan una seria cooperación con las fuerzas del orden y los demás, y ayúdenlos a llevar a cabo esta labor. Yo rezo por ustedes.
Con ustedes la paz, la misericordia de Dios y Sus bendiciones.
Notas
(1) Al comienzo del encuentro, presentó un informe el señor Eskandar Momení, ministro del Interior.
(2) Toda alabanza sea para Dios, Señor de los Mundos, y las bendiciones y la paz para nuestro maestro y profeta Abulqásim al-Mustafa Muhammad, así como para su familia excelsa, purísima y selecta, en especial para el Imam de la Época, por él demos la vida.
(3) El ministro del Interior.
(4) Comandante adjunto de la Fuerza Policial.
(5) «¡Oh, esposas del Profeta! ¡Quien de vosotras cometa un pecado evidente, recibirá doble castigo!» (Sagrado Corán, 33:30).
(6) «Y, a quienes de vosotras obedezcan a Dios y a Su mensajero y obren rectamente les daremos dos veces su recompensa» (Sagrado Corán, 33:31).
(7) Alusión a la carta del 30 de abril de 2001 a los jefes de los poderes del Estado sobre la lucha contra la corrupción financiera y económica.
(8) El ministro del Interior.
(9) El hoyatoleslam Golam Hosein Mohsení Eyeí.