En el nombre de Dios, Clemente y Misericordioso (1)
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El primer punto atañe a la cuestión de las diligencias del Poder Judicial en los tribunales, tanto nacionales como internacionales, para atender a los crímenes recientemente cometidos. Esta es una de esas tareas de extrema necesidad e importancia. Con muchos casos anteriores, en años pasados, es algo que teníamos que hacer y que descuidamos; no lo descuidemos esta vez. No pasa nada si las diligencias de este asunto, el recurso a los tribunales internacionales, de derecho, así como también a los tribunales nacionales, llevan incluso veinte años. Hay que ocuparse de esa labor. Se tiene que atrapar al criminal. Al fin y al cabo, quizá uno pueda acusar a un tribunal internacional de estar subordinado a tal o cual potencia, y que de hecho sea así; pero un día algo es de una manera, y otro día ya no. Un día verán como aparece allá un juez con independencia. Ese es el primer punto: tomen este asunto muy en serio, pongan mucha energía, con lucidez total, y sométanlo a consideración teniendo en cuenta, Dios mediante, todos los aspectos.
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En cuanto al pueblo iraní, en esta última guerra impuesta realizó una gran gesta. Esa gran gesta no fue del tipo de las operaciones [militares]; fue del tipo de la voluntad, del tipo de la resolución, del tipo de la confianza en uno mismo. Que una nación, un país, una fuerza militar en un país, encuentre en sí la confianza de estar preparados para enfrentarse cara a cara con la potencia de Estados Unidos y su perro de pelea en la región, el régimen sionista… ya de por sí, esa voluntad y esa confianza en sí mismas son de un valor extraordinariamente importante. Hubo un tiempo —tanto antes de nosotros como en nuestra juventud, antes de la Revolución Islámica— en que el mero nombre de Estados Unidos asustaba a la gente; no digamos ya plantarles cara y enfrentarse a ellos, ya fuese de palabra o en la acción. En esas memorias que hay escritas por agentes del régimen anterior, publicadas años después, vemos repetidamente como los altos responsables del país estaban molestos por alguna acción de Estados Unidos —estaban molestos y amargados, [por ejemplo], por el asunto del petróleo o por otras distintas cuestiones—, pero decían que no se dijera nada. No se atrevían ni siquiera a protestar y hablar a escondidas, en reuniones privadas.
Pues ahora, aquel mismo pueblo ha llegado a un punto en el que se para de frente, cara a cara con esa potencia y no solo no le tiene miedo, sino que los asusta a ellos, y hace cuanto está en su mano desde el punto de vista operativo —y el de las operaciones será mi segundo tema, pero el primero es ese estado de ánimo, esa resistencia—. Esa voluntad nacional, esa determinación nacional es lo que llenará de gloria a este país; es eso lo que hará de Irán un gran Irán, como dijo un servidor que ha de ser dentro de cincuenta años; esa voluntad es el principal factor que puede llevar a Irán a ese lugar.
Lo que deben saber todos, permítanme decir —y sépanlo tanto nuestros amigos como nuestros enemigos y como el propio pueblo de Irán, que ya lo sabe— es que el pueblo de Irán no quedará como la parte débil en ningún campo de enfrentamiento, puesto que disponemos de todos los instrumentos necesarios. Poseemos tanto lógica como fuerza. Tanto en el campo de la diplomacia como en el terreno militar, Dios mediante y con la ayuda de Dios, cualquiera que sea el momento en que intervengamos, lo haremos bien pertrechados. Por supuesto, en la guerra se dan golpes y se reciben; es obvio. En la guerra, además de darse golpes, se reciben también. No cabe esperar que en la guerra no surjan contratiempos, pero gracias a Dios estamos bien pertrechados, y estamos bien pertrechados tanto en el terreno de la diplomacia como, con la ayuda de Dios, en el terreno militar.
Ciertamente, en estos importantes hechos acaecidos, en este reciente incidente, nosotros no nos alegramos por la guerra; esto, que lo sepan todos. Sí, consideramos al régimen sionista un cáncer; y consideramos al régimen estadounidense criminal, por el apoyo que le da, pero no nos alegramos por la guerra; no salimos al encuentro de la guerra. Ahora bien, cuando el enemigo atacó, nuestra respuesta fue contundente. Eso deben tenerlo todos presente y saberlo, porque es algo incuestionable que el enemigo quiere poner en entredicho. Nosotros entramos en la guerra con fuerza, y la prueba está ahí; la prueba obvia es que el régimen sionista, que era la parte contraria en la guerra, se vio obligado a recurrir a Estados Unidos. Si no se hubiera inclinado, si no hubiera quedado pegado al suelo, de no haberlo necesitado, si hubiera sido capaz de defenderse, no habría recurrido así a Estados Unidos; y lo hizo. Es decir, que vio que con la República Islámica no podía. Por otra parte, esto concierne al régimen sionista, pero con Estados Unidos es igual. También Estados Unidos atacó, y nuestro contragolpe a Estados Unidos fue muy sensible. Ya se levantarán las censuras, si Dios quiere, en unos meses o unos años, y se sabrá lo que hizo Irán. Esas instalaciones atacadas por Irán eran instalaciones extremadamente sensibles para Estados Unidos en la región. El golpe fue de gran envergadura, aunque aún pueden darse golpes todavía mayores a Estados Unidos y a los demás, Dios mediante. En fin, esto en cuanto a las operaciones y esas cosas.
Hay otro aspecto en estos sucesos que es de gran importancia, y es el aspecto nacional. Aparte del aspecto organizativo, el militar, el de inteligencia, el de la seguridad, etc., lo que ocurrió en estos acontecimientos fue un asunto nacional. Esos que atacaron habían hecho consigo mismos el cálculo —realmente lo habían calculado así, es de esas cosas que se habían sentado a hacer planes— de que, cuando atacaran a Irán, cuando atacaran los centros sensibles de Irán y hubieran privado al gobierno de Irán, al sistema islámico de una serie de personalidades, el sistema quedaría consecuentemente debilitado, y entonces es cuando se activarían las células durmientes de hipócritas (2), de monárquicos, de mercenarios, de maleantes, etc. Habían hecho el cálculo consigo mismos de que se activarían esos que cobran dólares por incendiar los carros de sus propios compatriotas. Hay personas así, existen en la sociedad, solo que cuando hay un organismo que hace su labor con capacidad, esos siguen apagados. Una vez que, en la imaginación de la parte contraria, el organismo se debilitara, se activarían y saldrían en medio de la sociedad, provocarían a la gente y, en la medida en que fueran capaces, arrastrarían a las personas a las calles y, en resumen, darían el golpe final al sistema político y acabarían con él. Ese era el dulce sueño que habían concebido sus señorías.
¿Y qué sucedió en la realidad? Pues en la realidad sucedió lo contrario, justo lo contrario de eso. El ataque del enemigo mostró que muchos de los cálculos que hacen algunos, tanto en el terreno político como en otros, no son acertados. El rostro del enemigo quedó al descubierto; en gran medida, quedaron claros los objetivos ocultos del enemigo, que él no deja nunca traslucir en sus declaraciones. Se ponen a hacer planes para una operación durante ocho o nueve meses, para una acción militar, y algunos se figuran que no es nada, que no pasa nada. El común de la gente entendió que no era así. Dios desbarató su plan; ese plan lo desbarató Dios Altísimo; hizo que la gente se pusiera en acción en apoyo al gobierno, en apoyo a la República Islámica. La gente entró en acción, pero lo hizo justo en el sentido contrario al que había calculado y planificado el enemigo; en el sentido del apoyo al sistema, en el sentido del respaldo con vida y bienes.
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Sepan absolutamente todos que, conforme a la aleya que ha recitado este señor (3), la-yansuranna-l-Lahu man yansúruhu (4). Dios Altísimo ha garantizado su ayuda al pueblo de Irán, dentro del sistema islámico y al amparo del Corán y del Islam, y el pueblo de Irán, sin duda, triunfará.
Notas
(1) Al inicio del encuentro, presentó un informe el hoyatoleslam Golam Hosein Mohsení Eyeí, presidente del Poder Judicial de la República Islámica de Irán.
(2) Término coránico referido a quienes traicionaron al Islam tras haber fingido adhesión al Mensajero de Dios (sean con él y su familia las bendiciones y la paz), con el que se conoce también en Irán a los miembros de la banda terrorista autodenominada «Organización de los Muyahidines del Pueblo de Irán» (MEK o MKO, por sus siglas en inglés).
(3) Ali Rezá Sobhaní.
(4) «Ciertamente, Dios auxilia a quienes Lo auxilian» (Sagrado Corán, 22:40).