El general de división Amir Alí Hayizadé fue martirizado en un ataque del régimen israelí ​en 14 de junio de 2025. A continuación, presentamos el texto de esta entrevista, realizada en 2021 por la representación de la Oficina para la Preservación y Publicación de las obras del ayatolá Jameneí, en la ciudad de Mashad.

 

Empezamos con la primera pregunta, ¿podría usted explicar cuál es la posición del comandante en jefe de las Fuerzas Armadas en la República Islámica de Irán?

El mando de las Fuerzas Armadas en la República Islámica de Irán, realmente, tiene dimensiones muy amplias en el ámbito militar y defensivo. En estos años, se hecho solo una referencia limitada al tema del armamento y la fabricación de armas, pero, creo que, su alcance es mucho más amplio, y puede ser enumerado. No se trata de emitir un juicio general, sino que todo esto está documentado.

La presencia del ayatolá Jameneí durante los ocho años de la Defensa Sagrada (la guerra impuesta por Irak a Irán del 1980 al 1988), en la medida en que el Imam Jomeini (la paz sea con él) lo permitió, fue muy significativa, ya que durante mucho tiempo no se le permitió participar directamente. Después de la partida física del Imam Jomeini, el rol del ayatolá Jameneí, en los asuntos militares, durante estas tres últimas décadas, ha sido decisivo. Una de las razones puede ser su conocimiento del enemigo y su aguda percepción en materia de inteligencia.

En estas tres décadas, hemos salido ilesos de grandes intrigas, y hemos superado muchas trampas preparadas por los enemigos para nuestro Sistema. En cada uno de estos casos, el Líder desempeñó un papel evidente y tomó medidas estratégicas, que resultaron efectivas.

¿Qué papel ha jugado el Líder de la Revolución Islámica en la gestión de crisis y en guiar al país a través de las trampas de seguridad y las amenazas militares? ¿Podría mencionar algunos ejemplos concretos?

Voy a mencionar algunos ejemplos. Por ejemplo, durante la primera guerra del Golfo y la liberación de Kuwait, muchas personas en el país afirmaron que, ahora Saddam Hussein —el expresidente y dictador iraquí— se ha convertido en una figura similar a Jalid Ibn Walid, y que deberíamos ponernos del lado de Saddam y luchar contra Estados Unidos. Incluso, algunos de los entonces responsables del país coincidieron con esa idea.

El único que comprendió que todo esto era una trampa —en la que ambos lados representaban frentes falsos— fue el ayatolá Jamenei. Por un lado, estaban Estados Unidos, Europa y los países occidentales, y por el otro, Saddam. Él no permitió que el país persa ni las Fuerzas Armadas cayeran en esa trampa.

O, por ejemplo, en la invasión de Afganistán en 2001, y a lo largo de los últimos 30 años, hemos tenido muchos casos similares en los cuales, participar en los conflictos, habría llevado al país al borde del abismo. Esto se debe a la intuición informativa, la visión estratégica y la comprensión profunda del Líder como Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas. Porque su liderazgo no es solo un cargo administrativo, sino también requiere dominio técnico y experiencia, y en todos los aspectos hemos visto claramente que posee esas cualidades.

En reuniones con comandantes de alto rango, aborda los acontecimientos con profundidad, y su lógica demuestra que tiene un dominio total de los temas. En muchos momentos críticos ha salvado al país.

Miren a nuestro alrededor, en Asia Occidental: los países están realmente desmantelados, los gobiernos debilitados, los ejércitos destruidos; la inseguridad ha aumentado y la región sufre un caos generalizado. Todo esto forma parte de los planes de Estados Unidos, el Reino Unido, el régimen sionista y los occidentales, cuyo objetivo es desestabilizar esta región. Y su objetivo principal siempre ha sido Irán.

Miren la situación de Irak, o lo que está ocurriendo en estos días en Afganistán, o la situación en Siria. Aunque Irán intervino, y ofreció apoyo, al final allí los enemigos debilitaron a los ejércitos y destruyeron estos países.

En algunos casos en los que debíamos intervenir, también hubo quienes se opusieron a esto. Por ejemplo, cuando los grupos terroristas takfiríes, como Daesh, entraron y ocuparon Siria e Irak, muchos decían: «¿Qué tiene eso que ver con nosotros? ¿Por qué deberíamos meternos en ese problema?». Sin embargo, en ese momento, el Líder dio la orden de manera firme y decisiva, enfatizando en la necesidad de intervenir y actuar allí.

Hoy, pasados varios años, es muy fácil juzgar estas decisiones. Hoy se puede hablar fácilmente sobre la guerra de Kuwait, sobre Afganistán y sobre las trampas que el enemigo nos tendió. Pero, veamos: en aquel entonces, el ayatolá Jameneí tomó esas decisiones claves. Decidió que debíamos involucrarnos en el conflicto sirio, porque, si no luchábamos allí, tendríamos que haber luchado en Teherán, en Kermanshah, o en Hamedán. Quiero decir que hubo momentos en los que debíamos actuar, y otros en los que no. Y esto sucedió gracias al liderazgo del ayatolá Jameneí. En mi opinión, esto es un tema de gran importancia que merece un análisis profundo.

Otro tema es que, hoy, nuestras Fuerzas Armadas —ya sean el Ejército, el Cuerpo de Guardianes o Basich [Fuerza de Resistencia Popular]— tienen un espíritu de valentía, coraje y lucha contra la opresión. No sienten, en absoluto, que puedan ser derrotados por cualquier ejército foráneo. Nuestras Fuerzas Armadas sienten poder y fuerza, y esto se debe a la formación que han recibido desde la victoria de la Revolución Islámica (1979), especialmente, en estas tres últimas décadas.

¿Qué papel ha desempeñado el Líder de la Revolución Islámica en estos años en la formación espiritual e ideológica de las Fuerzas Armadas? ¿Cómo se ha llevado a cabo?

Durante los ocho años de guerra (con Irak), nos enfrentamos a un enemigo llamado Saddam. Pero, después de eso, empezaron las amenazas de Estados Unidos, de los países occidentales. Entonces, sentíamos cierta preocupación, ya que no teníamos el mismo nivel de poder que ellos. Sin embargo, hoy en día nuestros combatientes, nuestras fuerzas valientes, no sienten, en absoluto, que puedan ser inferiores a nadie. Actualmente, todos reconocen que las Fuerzas Armadas de Irán —el Cuerpo de Guardianes, el Ejército y el conjunto del cuerpo castrense— son fuerzas poderosas.

¿Cómo se ha logrado esta formación? En estas tres últimas décadas, todos los programas relacionados con las Fuerzas Armadas —ya sean formativos, educativos o incluso ceremoniales— han estado profundamente influenciados por la orientación directa del Líder. Él mantiene reuniones semanales y regulares con los comandantes militares. Estas reuniones son fijas; puede que sean más, pero, nunca se reducen. De hecho, ha dedicado un día entero a la semana, exclusivamente, a los militares.

Estas actividades y esta supervisión del Líder de la Revolución Islámica, han generado esta formación espiritual y esta preparación moral. Ya no se trata solo de armas y equipamiento, sino de aspectos espirituales, ideológicos y educativos. Esta también ha sido una de las dimensiones del trabajo realizado por el Líder. Se puede escribir volúmenes de libros sobre ideas profundamente sustanciosas y significativas del Líder de la Revolución Islámica sobre las Fuerzas Armadas.

¿Cuál es el rol del Líder de la Revolución Islámica en la autosuficiencia del país en materia de armas y qué decisiones cruciales ha tomado al respecto? 

En los años posteriores a la guerra impuesta por Irak, el Líder promovió activamente la autosuficiencia en el ámbito de armas, la nacionalización de la producción y la necesidad de apoyarnos en nuestras propias capacidades. Pero, hay una cuestión clave: ¿qué camino tomar, qué tipo de armamento nacionalizar y cómo hacerlo? Aquí se produjeron dos avances importantes; por un lado, convencernos de que sí, podemos reforzar nuestro poder militar, y por otro, elegir correctamente la dirección estratégica.

En estas tres últimas décadas —quizá desde el año 1984—, especialmente, en el ámbito de los misiles, hemos visto insistencia del Líder en la necesidad de lograr la autosuficiencia en materia de armamentos.

Si hubiéramos seguido el mismo camino que el resto del mundo, tanto en Oriente como en Occidente, donde se ha apostado principalmente por los aviones de combate, como armas ofensivas —hasta llegar a la quinta generación—, probablemente, hoy seguiríamos luchando por alcanzar la tercera generación de aviones. ¿Qué significa esto? Significa que siempre estaríamos detrás de ellos, con una brecha tecnológica, de, al menos, 50 años.

En cambio, en lugar de seguir su camino sin esperanza de alcanzarlos, optamos por avanzar en un área que hoy nos permite prevalecerlos. Aunque en todos estos años nos hemos guiado por las amenazas, nuestro enfoque ha sido buscar capacidades que nos permitan responder a esas amenazas.

En muchas ocasiones, al menos en esta última década, hemos actuado de manera orientada a objetivos, es decir, hemos buscado cuestiones, armamentos y capacidades que nos permitan, desde un punto específico, lograr un éxito que haga ineficaces todas las capacidades del enemigo. El papel de la dirección del Líder, en este ámbito, ha sido realmente preciso, y su impacto ha sido incomparable.

En algunos casos, las decisiones que ha tomado el Líder, su intervención directa, han cambiado el rumbo de la historia militar del país. El camino que ha definido ha sido profundamente influyente.

Voy a dar algunos ejemplos: En el año 1984, se nos entregaron un número limitado de misiles. El Sistema (de la República Islámica) sometió a dos de esos misiles —de un total de apenas 30 misiles recibidos de Libia— a la ingeniería inversa. Esto ocurrió durante la guerra con Irak, en un momento en el que cada misil era necesario para el frente. Nunca tuvimos más de 7 u 8 misiles disponibles al mismo tiempo. Y, pese a ello, se decidió dedicar dos de ellos para ser desmontados, estudiados y reproducidos. Esa fue una decisión muy difícil.

Recuerdo un día en el que el ayatolá Jamenei —quien en ese entonces era presidente— visitó un lugar donde los jóvenes expertos del Ministerio del Cuerpo de Guardianes de aquel tiempo estaban realizando trabajos de investigación sobre los misiles. Durante aquella visita tuvimos una reunión. El Líder estaba preocupado y nos preguntó, por qué estábamos siendo tan meticulosos, por qué no desmontábamos los misiles más rápidamente, por qué no comenzábamos ya con el trabajo técnico. Incluso, nos bromeó, diciendo: «¡Si no los desmontan pronto, puede que alguien venga y se los lleve, los lance, y se queden ustedes con las manos vacías!».

Desde entonces, su Eminencia daba gran importancia a la investigación, la producción nacional y la autosuficiencia en misiles. En aquellos mismos años, fue él quien colocó la primera piedra para la construcción de una fábrica de misiles. Todavía existen grabaciones de aquel momento. ¿Qué significa eso? Que, desde aquel entonces, otorgaba máxima importancia a la autosuficiencia y a la producción nacional de armamentos.

Así comenzó todo, en plena guerra impuesta por Irak. Pero, esta no fue una tarea fácil; fue un proceso largo y complejo, ya que no contábamos con la infraestructura básica. Hoy en día, cuando decidimos fabricar algo, ya existen los componentes, y simplemente, los reunimos para diseñar un sistema. Pero, en aquel entonces, ni siquiera se producían las partes esenciales; no existía la tecnología en el país. Para alcanzar la tecnología de misiles, primero teníamos que dominar varias tecnologías previas.

A principios de la década de 1990, concretamente en 1991, tras la caída de la Unión Soviética, se creó una situación inesperada: se ofrecieron propuestas muy atractivas a Irán. La economía soviética colapsó y los nuevos países surgidos tras la disolución atravesaban graves problemas económicos. Nos ofrecieron vender misiles y plataformas de lanzamiento. El mismo misil que comprábamos entonces a Corea del Norte por unos 2.5 millones de dólares, nos lo ofrecían por solo 10 000 dólares. Una plataforma de lanzamiento que comprábamos de Corea del Norte por unos 2.5 o 3 millones de dólares y su calidad no era comparable con la de los rusos, ellos —los países soviéticos— nos la ofrecían por solo 100 000 dólares.

Dentro de las Fuerzas Armadas, el CGRI, la Fuerza Aérea, nadie se opuso a comprar los misiles de la Unión Soviética. Al contrario, todos decían: «¡Es una excelente oportunidad, cómprenlos rápido!». En toda la República Islámica, solo una persona se opuso: el Líder.

Muchos responsables incluso intentaron persuadirlo de que autorizara la compra. Pero su Eminencia se opuso firmemente, hasta el punto de enojarse seriamente. Dijo: «¿Por qué insisten en esto? ¡Que nadie más siga este asunto!». ¿Por qué?, Porque desde 1984 ya habíamos comenzado a construir nuestros propios misiles, y entre 1990 y 1992, el programa estaba dando poco a poco los primeros frutos.

En el momento en que ese esfuerzo estaba a punto de dar resultados, ¿qué íbamos a hacer? ¿Comprar misiles ya hechos? ¿Qué resultado tendría? Que el trabajo se detendría por completo. El ayatolá Jameneí, para evitar esto, prohibió cualquier compra de misiles. Incluso, se molestó seriamente con algunos funcionarios y les gritó: «¿Por qué están persiguiendo este tema? ¡No lo hagan!». Se opuso seriamente.

¿Qué impacto tuvo aquella difícil decisión de oponerse a la compra masiva de misiles en los primeros años sobre el desarrollo de la industria misilística de Irán?

Tal vez en aquel entonces, por ejemplo, nosotros que teníamos veintinueve o treinta años, personas como el mártir [Hasan Tehrani] Moqadam, decíamos: «Ojalá el Líder hubiera estado de acuerdo, ojalá hubiéramos podido comprar [los misiles], ¿por qué no los compramos?».

En ese momento, nosotros mismos no entendíamos cuánto impacto tendría esa decisión. Si entonces no hubiéramos elegido el camino correcto, y si el Líder no nos hubiera guiado en este camino, estén seguros de que la vía hacia los misiles tierra-tierra, hacia misiles de mayor alcance, o bien no se habría recorrido en absoluto, o habríamos tenido un gran retraso. Porque, cuando compras, puede que en las siguientes etapas también te den otras cosas, pero, después te conviertes en un consumidor absoluto. Ese camino de compras puede estar abierto hasta cierto punto, pero un día se cierra. Ya no puedes comprar, o no puedes adquirir misiles con nuevas especificaciones o mayor alcance. Entonces, esta decisión del Líder fue muy determinante.

¿Qué diferencias existen entre la situación militar del país al final de la Defensa Sagrada (1988) y la de hoy?

Quiero decirles algo: solo podemos tener una evaluación precisa de lo que ha sucedido y cuánto hemos avanzado cuando podamos comparar. Miremos al final de la guerra impuesta cuando aceptamos la Resolución [598 que puso fin al conflicto con Irak]; veamos dónde estábamos entonces, y ahora en [2021/2022] en qué punto nos encontramos. Analicemos cuánto progreso hemos hecho en estos últimos 32 años.

Al inicio de la guerra, el Cuerpo de Guardianes prácticamente no tenía nada, pero, al final del conflicto, contaba con algunos equipos capturados. Como máximo, había cañones, tanques, morteros y armas ligeras, y semipesadas; pero no teníamos armamento significativo. En cuanto al Ejército, habían pasado diez años desde la victoria de la Revolución (1979), y ocho de ellos los pasó inmerso en la guerra. Todo el armamento que tenía o estaba dañado, o se había reducido, y lo más importante: habíamos quedado diez años atrás respecto a la tecnología militar del mundo. Durante esos años, se nos pesaban las sanciones y nadie nos vendía nada.

Los países fabricantes habían conseguido avances tecnológicos en materia militar. Aquellos alineados con Occidente o el bloque del Este, recibían armas de ellos. Irak, hasta el último día de la guerra, recibió armamento, y además, armamento avanzado. Pero, nosotros no pudimos conseguir nada. No nos lo vendieron. Estábamos bajo sanciones y ello nos hizo retroceder. Sufrimos un gran retraso en cuanto a nuestra situación militar, nuestra capacidad, nuestras armas, cuando terminó la guerra. Realmente no estábamos en buen estado, ni el Ejército ni el Cuerpo de Guardianes. No teníamos equipamiento; una parte eran restos de tecnología occidental, una parte tecnología oriental y el resto fueron armamentos capturados, que realmente estaban lejos del nivel tecnológico del momento.

Entonces, si uno considera la situación al final de la Defensa Sagrada, puede ver en qué punto estábamos. Y se puede ver en qué punto estamos hoy. En estas tres últimas décadas, las sanciones militares no solo no se aliviaron, sino que se volvieron incluso más severas que durante la guerra. Tampoco recibimos ayuda. Estuvimos también bajo sanciones económicas, a veces más duras, a veces menos, y las restricciones nos impusieron enormes presiones económicas. Por ejemplo, bajaron el precio del petróleo. Naturalmente, las Fuerzas Armadas nunca pudieron recibir el presupuesto que realmente necesitaban. Siempre enfrentaron dificultades, ya sea por el presupuesto o por otros asuntos, los problemas eran muchos.

¿Cómo se consiguieron estos enormes avances mientras el país estuvo bajo sanciones? Y ¿qué papel esencial desempeñó el Líder de la Revolución Islámica al respecto?

Miren a dónde hemos llegado hoy. Ahora: en el ámbito militar —en sistemas de misiles tierra-tierra, drones, radares, guerra electrónica, defensa aérea y muchas otras áreas, tanto terrestres como navales— hoy estamos a un nivel global, no simplemente regional.

Los objetivos estratégicos y los documentos de planificación superior establecen que, en el campo económico, debemos estar entre los países líderes de la región, o al menos entre los tres primeros. Pero, en el ámbito militar, ya no se trata de un enfoque regional: estamos posicionados a nivel mundial.

Si en el mundo hay unos veinte países capaces de fabricar radares de calidad, modernos y eficientes, sin duda nosotros estamos entre esos veinte. En el campo de los drones, ¿cuántos países fabrican aviones no tripulados? Nosotros estamos, sin lugar a dudas, entre los cinco primeros fabricantes del mundo.

En cuanto a los países que tienen la capacidad de desarrollar sistemas de defensa aérea avanzados y actualizados, nosotros estamos entre ellos.

Y todo esto se ha logrado en condiciones en las que estábamos bajo sanciones, sanciones armamentísticas, e incluso sanciones en cuanto a la participación en exposiciones militares —ni siquiera se nos permitía asistir, no nos invitaban—. Ningún otro país ha sido sometido a este nivel de presión máxima como nosotros.

¿Y ahora hemos llegado a este punto por casualidad? No. Llegamos a este punto gracias al trabajo, a una estrategia clara, a una hoja de ruta, a prioridades definidas, a una planificación estructurada. Y todo ello, bajo la guía y liderazgo del Líder de la Revolución Islámica.

¿Cuál ha sido el papel y la guía del Líder en las decisiones especializadas sobre misiles y drones?

En el ámbito misilístico, al menos, durante los últimos doce años, hemos mantenido una comunicación directa, y reuniones constantes con el Líder de la Revolución Islámica. Coordinábamos con él los temas fundamentales, ya fuera en persona o por cartas. Él tenía opiniones especializadas en este campo y, en ocasiones, incluso corregía el rumbo de nuestras acciones. Por ejemplo, cuando nosotros buscábamos incrementar la velocidad de los misiles, él insistía en priorizar la precisión.

Entre nosotros discutíamos: algunos decían que, si lanzamos una ojiva de una tonelada sobre el blanco, ¿qué sentido tiene la precisión? Aunque caiga a 200 metros del objetivo, acabaría destruyendo todo. ¿Por qué invertir tanto en aumentar la precisión en un momento en que no tenemos la infraestructura ni los medios para ello?

Sin embargo, luego comprendimos que, a veces, hay que elegir uno entre cuatro edificios; por ejemplo, cuando un grupo terrorista está en uno de ellos, se debe atacar con precisión solo ese, incluso con una ojiva pequeña, para eliminar, exclusivamente, al cabecilla del grupo.

Vimos la importancia de la precisión de misiles en combates al grupo terrorista Daesh, cuando atacamos a grupos takfiríes y terroristas en la región del Kurdistán iraquí. También, cuando ellos tendieron emboscadas contra nuestras fuerzas policiales en el sureste del país, fue esencial contar con precisión para eliminar a sus cabecillas. En estos casos entendimos que la precisión de misiles era muy vital.

En ciertas etapas, incluso dentro de la Fuerza Aeroespacial, algunos comandantes antiguos querían avanzar hacia el desarrollo del sector aéreo y de aviones tripulados. Pero, el Líder indicó claramente: «No persigan demasiado ese sector. Esa no es su misión. Esa es responsabilidad del Ejército. Ustedes enfóquense, únicamente, en los misiles. No persigan otras áreas».

En los últimos años, en el ámbito de los drones, estamos viendo ahora los frutos; ha nacido un nuevo poder.

Tras la guerra de Nagorno-Karabaj entre Armenia y Azerbaiyán, varios países despertaron de pronto y comprendieron el papel clave de los drones. Un solo dron de 30 000 dólares puede destruir un sistema S-300 de 300 millones de dólares. Un tanque o una posición fortificada puede ser eliminada con un solo dron. Hoy, todos están comprendiendo esto.

Desde hace años, el Líder había puesto énfasis en este tema. En nuestras fuerzas también existía la motivación, el interés, y se ha seguido con seriedad. Hoy, estamos a nivel mundial. No nos falta nada, e incluso en algunos campos somos pioneros. La innovación es iraní, el trabajo es iraní, y es completamente diferente: tiene un carácter inventivo.

¿Cómo resumiría el rol del liderazgo del Líder de la Revolución Islámica en la autoridad actual de Irán?

Creo que el Líder de la Revolución Islámica juega un rol significativo en los ámbitos militar y defensivo. Yo sólo mencioné tres aspectos, pero, en realidad es mucho más amplio, y necesita ser examinado a fondo. Hoy, si nuestro país es poderoso y tiene autoridad, si somos una potencia regional —como incluso los propios estadounidenses y occidentales lo reconocen— esto se debe al liderazgo. Por ejemplo, ellos mismos dicen que los drones de Irán han acabado con nuestra superioridad aérea, tras 75 años. No es una simple afirmación; lo confiesa un comandante militar del Ejército estadounidense.

O, respecto al ataque a —la base aérea estadounidense en Irak— Ain al-Asad, dicen que Irán golpeó exactamente cada punto que decidió atacar. O, en el caso de los ataques a Daesh, estos grupos terroristas no eran un ejército organizado al que se pudiera enfrentar de manera frontal. Eran individuos viviendo en casas, muchas veces, con mujeres y niños cerca. Tuvimos que identificar y atacar solamente los puntos donde se encontraban los terroristas, y eso ante los ojos de todo el mundo. Es decir, en un lugar donde volaban aviones estadounidenses, donde estaban presentes los europeos, en Siria, en Turquía. No fue una operación secreta en una montaña, fue algo hecho a plena vista del mundo entero, y todos lo vieron, lo evaluaron, y lo alabaron. Reconocieron que fue una operación excelente.

Hoy en día, nuestro país y nuestra gente vive en plena seguridad. Actualmente, en muchas partes del mundo hay inseguridad; no se puede garantizar la seguridad de forma prestada. Cuando disminuye la presencia de fuerzas estadounidenses en la región, los países árabes se preocupan por la retirada de las tropas de EE.UU. ¿Por qué? Porque su poder no es propio, es prestado, es poder estadounidense.

Nosotros debemos esta seguridad al liderazgo, y con la dirección y la planificación del Líder nuestro poder aumentará cada día, si Dios quiere. Y si los funcionarios, el pueblo y quienes tienen responsabilidades cumplen con las directrices del Líder en la economía, en la cultura, en otros asuntos e incluso en el estilo de vida, este país, si Dios quiere, se convertirá en un paraíso.

¿Cuánto se ha aprovechado el potencial de los jóvenes y de las élites científicas en la Fuerza Aeroespacial, y cuánto de los logros actuales se deben a la presencia activa de esta juventud?

Actualmente, los logros alcanzados en la Fuerza Aeroespacial son fruto de operaciones y esfuerzos que toda la población reconoce. Muchas veces, cuando hablamos del inicio de la industria de misiles, decimos que comenzó en el año 1984, y tal vez la gente piense que han pasado 37 años desde entonces, y que un grupo de personas mayores, con motivación, fueron quienes impulsaron esos avances. Pero, les aseguro que hoy, la edad promedio en la Fuerza Aeroespacial es de 33 años. La edad promedio de nuestros comandantes, desde los niveles de comandante de batallón, de base y hasta comandantes regionales, está entre los 35 y 40 años.

Y en el área de investigación, quienes trabajan en proyectos investigativos y de producción, son en su mayoría jóvenes, de edades bastante bajas. ¿Y hemos logrado todo esto solamente con los jóvenes que forman parte de la Fuerza Aeroespacial? No, esta capacidad y poder son el resultado del esfuerzo colectivo de todo el país. Hoy en día, colaboramos con todas las universidades. Tal como lo ha enfatizado el Líder de la Revolución Islámica en múltiples ocasiones; si queremos evolucionar la industria, es necesario crear un vínculo sólido entre la industria y la universidad —y eso, ya se ha logrado.

Hemos apoyado y motivado a muchos jóvenes talentosos, quienes fundaron empresas basadas en el conocimiento y establecieron contratos con nosotros. Están trabajando no solo con nosotros, sino también, con otros sectores. Estos logros han sido posibles gracias a esos jóvenes. A mi parecer, la solución para salir de muchas de nuestros problemas está, precisamente, en confiar en los jóvenes, y aprovechar la experiencia de quienes ya tienen una trayectoria.

Cuando hablamos de juventud, no queremos decir que elijamos a un joven de 30 años para el cargo de ministro. Pero, no todas las responsabilidades son del nivel ministerial o presidencial. Tenemos muchísimos cargos como directores generales, gobernadores, jefes de distrito; en las fábricas, en la industria del país, en las universidades, etc. Los jóvenes pueden asumir estas responsabilidades. Tenemos experiencias muy exitosas en este sentido.

Lo que estamos haciendo ahora no se puede lograr solo con unos cientos o incluso dos mil personas. Naturalmente, son los jóvenes los que están llevando adelante estos proyectos. Y yo creo que no solo en el ámbito militar y armamentístico, sino también en lo económico y en otros sectores, el camino para superar los desafíos es confiar en estos jóvenes, darles espacio para que resuelvan los problemas. Nosotros hemos aprovechado su potencial al máximo.

¿Qué otros recuerdos tiene usted de las reuniones y encuentros con el Líder de la Revolución Islámica?

He mencionado algunos casos, pero, no significa que el Líder intervenga en todos los asuntos ni que siempre dé una opinión diferente sobre lo que ya se está haciendo. Muchas veces hemos ido a verlo, y nos ha dicho: «Sigan adelante con esta misma dirección, es buena». En algunas ocasiones le pregunté: «¿Está usted satisfecho con la Fuerza Aeroespacial?». Y Él respondió: «Estoy satisfecho con todo el Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica, aunque en diferentes áreas puede variar, pero, con la Fuerza Aeroespacial estoy muy satisfecho». Estos recuerdos son muy agradables para nosotros, porque logramos obtener la satisfacción del Líder.

El Líder no es alguien que simplemente asista a una reunión, diga unas palabras y termine ahí. Él asiste a la reunión con un estudio previo. Muchas veces hemos estado en reuniones donde hemos notado que Él ha leído detenidamente todos los informes previos, todos los documentos. Cuando uno se reúne con algunas personas, ellas miran el reloj, se aburren, y ese comportamiento cansa; pero el Líder estudia con precisión, conoce el pasado, conoce las estrategias y tiene presente un proceso que lleva años delante de sus ojos.

Usted dijo que el avance militar actual es resultado de seguir las directrices del Líder, ¿Qué recomendaciones tiene para los demás responsables y autoridades?

Con la experiencia que hemos conseguido a lo largo de estos años, gracias a las directrices, estrategias y liderazgo del Líder, estoy seguro de que, si los responsables toman en serio estas instrucciones en sus distintos ámbitos, habrá progreso; incluso si las directrices vienen desde hace tiempo. Creo que cada ministro debería revisar, y estudiar las estrategias y directrices hechas por el Líder durante los últimos treinta años relacionadas con su ministerio, para poder aprovecharlas.

Es decir, en todos los sectores, el Líder tiene una estrategia clara. Estas pueden servir de hoja de ruta. Miren, no basta con trabajar arduo; algunos dicen que deben trabajar 20 horas al día. Pero no está claro que esas 20 horas de trabajo nos acerquen al objetivo correcto. Trabajar mucho, sin tener objetivos puede causar daños. Hay que actuar con precisión, en la dirección correcta. Hay que elegir un camino correcto y planificarlo adecuadamente, además el mapa del camino debe ser claro.

En mi opinión, estas estrategias del liderazgo son un gran capital para nosotros. Si todos los sectores siguen las directrices de estas tres décadas, creo que, con la ayuda de Dios, el país será salvado.

En su opinión, ¿cuál ha sido la clave del progreso y éxito de la industria de misiles del país?

La clave del progreso y éxito en el ámbito aeroespacial —que abarca también la industria de misiles— es, en primer lugar, la fidelidad a los objetivos y estrategias definidos desde el principio. Aunque a lo largo del tiempo han pasado distintos comandantes, todos han sido leales a esa dirección estratégica. En otras áreas vemos que, cuando llega un nuevo responsable, destruye completamente el trabajo de su predecesor. Tal vez ese anterior hizo diez cosas, tres no fueron buenas, pero siete sí lo fueron. No se debe ignorarlos. Puede que hayamos corregido el camino, sin duda el trayecto que yo seguí ha tenido diferencias con el del mártir [Hasan Tehrani] Moqadam, con el del general [Hosein] Salami, o con otros comandantes anteriores, pero todos hemos sido fieles al objetivo principal. Ha sido un movimiento colectivo, en el que todos creían y participaban.

Otro punto importante es que podemos tener directivos con buenas ideas, bien formados, incluso con dominio del tema, pero, lo esencial es lograr que todos los responsables se alineen y colaboren. Si no se consigue esta cooperación, y solo se actúa a base de órdenes, el trabajo avanzará solo mientras uno esté presente. Cuando uno se va, el trabajo se detiene. ¿Por qué hoy seguimos siendo fieles al camino trazado por el mártir Moqadam? Porque él se sentaba con nosotros, hablaba, nos involucraba. Gracias a esa comprensión compartida, pensábamos como él. Y eso es muy decisivo.

La toma de decisiones por un directivo de manera aislada en una oficina cerrada no garantiza buenos resultados. Uno puede tener conocimientos, puede incluso dominar el asunto, pero es necesario reunirse con el equipo, dialogar, escuchar opiniones. Ese intercambio de opiniones aumenta la colaboración entre las personas. Tal vez, un 20 ó 30 por ciento del equipo no estén de acuerdo con el resumen final, pero, seguirán siendo leales.