Hablo de quienes están familiarizados con la cuestión, no de la gente que no lo conoce. En cuanto a nuestro pueblo, uno de sus motivos de orgullo es su familiaridad con el Príncipe de los Mártires y con Kerbala. Ellos sí están familiarizados con las importantes cosas que sucedieron durante Ashura y después.

Estos días son los días de Zainab al-Kubra (P), la persona que mantuvo vivo lo sucedido en Ashura. Ella evitó que fuera relegado al olvido o que quedara atrás con los engaños políticos del sistema imperante en aquella época. Fue Zainab al-Kubra (P) quien mantuvo vivo lo sucedido. Así que son días importantes. 

3 de noviembre 2015

 

El Imam Husain (P) encarnó el concepto de tutela en todas sus dimensiones y con todos los significados necesarios y posibles. Esto no quiere decir que otros no lo hicieran o quisieran hacerlo, sino que eso se realizó plenamente en el comportamiento del Príncipe de los Mártires (P) en sus 10 años de Imamato. En su modo de vida pueden verse con claridad todos los métodos que habría podido emplear un descendiente del Santo Profeta (PB) para preservar el gran legado del Islam transmitido por el Santo Profeta (PB) y su padre, así como por sus auténticos seguidores. Todo se ve claramente en el modo de vida del Príncipe de los Mártires (P): desde la aclaración y el aviso hasta la promoción del Islam, pasando por la provocación de la conciencia de personalidades destacadas de su tiempo en un sermón en Mina. Todo esto era palpable en el modo de vida del Príncipe de los Mártires (P).

Más adelante se alzó frente a un gran descarrío y se dejó la vida en ello. El Imam Husain (P) era consciente de las consecuencias de su acción. Era un Imam infalible. El vasto conocimiento y la capacidad perceptiva de los Imames infalibles están más allá de nuestro entendimiento. El Imam Husain (P) se rebeló para sentar un modelo y se negó a rendirse. Pidió a la gente que lo ayudara y, cuando un grupo de gente de Kufa expresó su disposición a acompañarlo en su camino, él aceptó la oferta y avanzó hacia Kufa, sin abandonar a mitad de trayecto.

Se alzó frente a la corriente descarriada de su tiempo, que era extremadamente peligrosa, y aquello se convirtió en una lección. El propio Imam Husain (P) lo remarcó, respaldando su acción con la orden del Islam. Dijo que lo que estaba haciendo era su deber. Dijo que tenía que expresar su oposición, fueren las consecuencias las que fueren. Dijo: «Es bueno si mi destino es la victoria; y si mi destino es el martirio, ¡tanto mejor!». Así es como actuó el Imam Husain (P).

Fue un ejemplo perfecto de sacrificio de uno mismo, y aquello preservó el Islam. Esa acción preservó el Islam. Esa acción institucionalizó valores en la sociedad. Si el Imam Husain (P) no hubiera aceptado el peligro, si no hubiera actuado, si no hubiera adoptado medidas, si no se hubiera derramado su sangre y si no hubieran ocurrido aquellas grandes tragedias al santuario del Santo Profeta (PB), a los descendientes de la hija del Imam Alí (P) y del Santo Profeta (PB), ese suceso no habría pasado a la historia. Ese suceso que hubiera podido prevenir aquel gran descarrío tenía que conmocionar a la gente y a la historia tanto como lo hizo el propio descarrío. Esto muestra el sacrificio de sí mismo que hizo el Imam Husain (P).

Por supuesto, decirlo es más fácil que llevarlo a cabo. Lo que hizo el Imam Husain (P) fue una hazaña extraordinaria: las dimensiones de su acción van mucho más allá de lo que nosotros imaginamos. Por lo general pasamos por alto aspectos y detalles. Una vez hablé de la paciencia del Imam Husain (P). Su paciencia no se limitaba a soportar la sed o ver matar a sus compañeros. Esas son cosas relativamente fáciles de aguantar.

El tipo de paciencia que es difícil de ejercer es escuchar a personas influyentes, informadas y respetables que no dejan de crear dudas y de decirle a uno que lo que está haciendo es peligroso y erróneo. ¿Quién hacía eso? Gente como Abdulá Yaafar, Abdulá Zubair y Abdulá Abbás. Esas destacadas personalidades de su tiempo decían constantemente al Imam Husain (P) que dejase de hacer lo que estaba haciendo. Si hubieran sido otros, alguien que careciese de determinación o de estabilidad de carácter, él habría pensado: «Bueno, yo he hecho mi deber.

Esa gente habla así y el mundo se comporta de tal manera, de modo que yo tendría que limitarme a decir lo que debo y nada más». Alguien que decide hacer frente a tales afirmaciones, tales tentaciones, tales dudas y esfuerzos por retorcer la Sharía, sin dejarse disuadir de seguir su camino, es el tipo de persona que puede propiciar tan gran transformación. En este sentido, nuestro magnánimo imam Jomeiní (q. e. p. d.) era similar al Príncipe de los Mártires. Ya he explicado esto en otro encuentro y no quiero entrar en detalles ahora. Así es como el Imam Husain (P) actuó como un protector.

4 de julio de 2011