«A la humanidad la aquejan la preocupación y la angustia, sin que esos progresos ni esas transformaciones variopintas hayan podido darle la felicidad (…). Piensen ustedes en la misma justicia. La cuestión de la justicia no es algo que pueda solucionarse mediante la avanzada ciencia actual ni mediante la tecnología punta del momento. Es un asunto irresoluble. Hoy por hoy, a nivel mundial, la ciencia alimenta la injusticia. La ciencia avanzada está al servicio de la injusticia y de las guerras, de la apropiación de tierras de otros y del dominio sobre las naciones. Vemos, por tanto, que la ciencia no puede ya resolver esos problemas, que precisan de una fuerza espiritual, de una fuerza divina, de la poderosa mano del imam infalible, capaz de llevar a cabo esas tareas. Por lo tanto, la gran misión, del imam Mahdi (el Salvador Prometido) (…) es instaurar la justicia (…). La justicia que se espera que instaure el imam Mahdi no es además una justicia que concierna a un aspecto particular, sino la justicia aplicada a todos los asuntos de la vida: justicia en la fuerza, en la riqueza, en la salud, en la dignidad humana y la posición social, en la espiritualidad y la posibilidad de crecimiento y en todas las dimensiones de la vida.

»En todas las religiones se ha hecho esa promesa. En todas las religiones se ha prometido un fárach, una distensión, un alivio y un inmenso movimiento divinos al final de la historia —aunque en realidad no es el fin de la historia—» (09/04/2020).