«Be'sat quiere decir "inducir" ―es decir, inducir a ese ser humano elegido por el Creador: el mensajero divino―. Junto a esa inducción va la conexión a la fuente eterna de ciencia y poder divinos, lo que implica el advenimiento del grandioso fenómeno de la Misión y la Profecía. En una fase posterior, ese estímulo a la persona del profeta conduce al estímulo de distintos colectivos humanos. Es decir, que el Nobilísimo Profeta y Mensajero de Dios, en cada periodo ―con cada uno de los grandes mensajeros divinos―, tras ser estimulado y enviado, impulsa a su vez a colectivos humanos, poniéndolos en marcha e imprimiéndoles movimiento hacia un camino nuevo, hacia la felicidad humana ―colocando un camino a los pies del ser humano―. Eso quiere decir be'sat.

»La be'sat de todos los profetas ha comportado ciertas metas ―metas divinas― que naturalmente son también las metas del propio profeta en cuestión, dada su obediencia a Dios. Por tanto, las be'sat persiguen grandes metas, a la cabeza de todas las cuales se sitúa el tawhid, la unicidad de Dios. El tawhid es la gran meta de la be'sat: “Ciertamente, Nosotros enviamos a cada comunidad un mensajero: ‘¡Adorad a Dios y abandonad los ídolos!’” (Sagrado Corán, 16:36). ¡Tawhid puro, solo tawhid! Esa noble aleya se halla en la sura An-Nahl o La abeja. En la sura Al-A’raf o Los lugares elevados, así como en la sura de Hud, se dice igualmente por boca de varios grandes profetas como Noé, Hud, Salé y otros: “¡Oh, pueblo mío! ¡Adorad a Dios! ¡No tenéis más dios que Él!” (7:65). Ese tawhid es la meta primera de la be'sat de los profetas. Por supuesto, saben ustedes que tawhid no quiere decir solo que el ser humano halle en su mente la convicción de que Dios es uno, y no dos. Sí, claro que es eso también, pero tawhid tiene un significado importante, que es el de la soberanía divina. La unicidad de Dios implica la soberanía absoluta del Creador, tanto sobre el ámbito de lo legislado como sobre el de lo creado ―los dos―, que debe ser considerada mandato divino vigente. Tanto sobre el ámbito de la creación ―en todos los sucesos de la existencia, “no hay poderío ni fuerza sino en Dios”― como en el de lo legislado, todos los acontecimientos y estados proceden del poder único del Creador.

»Existen también otras metas: la purificación humana, es decir, la limpieza espiritual de los seres humanos de impurezas y atavíos envilecedores y degradantes; la instrucción de los seres humanos y la elevación de su nivel de conocimiento; la instauración de la justicia: que la sociedad humana se administre de modo justo ―”Para que los humanos establezcan la justicia” (Sagrado Corán, 57:25)―. Crear la vida buena: “Le haremos vivir una vida buena” (16:97). ¿Qué significa esa “vida buena”? Por vida buena se alude por una parte al crecimiento y florecimiento del intelecto y el conocimiento humanos, y por otra a la paz espiritual, la despreocupación material, la seguridad del entorno vital, el bienestar, la satisfacción del ser humano y, por encima de todo ello, su perfeccionamiento y su ascensión espirituales. A eso se refiere “vida buena”. Son esas las metas de la be'sat de los profetas.

»Si el Profeta del Islam, el Profeta de la Verdad y la Justicia, el Enviado de Dios hubiera querido alcanzar esos objetivos en cualquier periodo, por fuerza se habría visto obligado a crear relaciones sociales acordes a esas metas. A continuación, está la cuestión del poder político. Esas relaciones sociales no las puede crear una persona aislada ni un mero mentor que se limite a dar consejos a la gente. Hace falta poder ―poder político―. Por ello las be'sat van acompañadas de un gran poder político y de una vasta planificación destinada a hacer realidad esos objetivos.

»Así pues, con la llegada de un profeta se crea un sistema político ―es decir, que la meta es que se cree un sistema político (…) que pueda realizar esos objetivos a través de la creación de programas, relaciones sociales y relaciones humanas diversas―. En tal sistema político, la regla de gobierno se toma del Libro de Dios y de lo que Dios Altísimo revela a su Profeta: “Dios designó a los profetas como portadores de buenas nuevas y avisadores [del castigo], e hizo descender con ellos la Escritura [Sagrada] con la Verdad para que dictaminase entre los hombres en aquello en lo que no se ponían de acuerdo” (Sagrado Corán, 2:213). “Para que dictaminase” quiere decir “para que el Libro dictaminase”. Ese Libro dictamina entre los hombres lo que debe hacerse, siendo lo que rige sobre todos los ordenamientos sociales. Eso está en la sura Al-Baqara, La vaca; y en la sura Al-Ma'’da, La mesa, dice: “¡Que la gente del Evangelio juzgue conforme a lo que Dios ha hecho descender en él!” (5:47). Rige el Evangelio. Es decir, que para la gente del Evangelio los mandatos de gobierno se toman del Evangelio. Del mismo modo sucede con los demás profetas (…).

»¿Y quién ha de llevar a la práctica esas instrucciones de gobierno? Sin la existencia de una dirigencia y una comandancia, no se harán efectivas. Por lo tanto, hace falta una dirigencia, y esa dirigencia y liderazgo fundamentales corresponden a la propia persona del profeta. Es decir, que el Nobilísimo Profeta y todos los profetas ―el Noble Profeta del Islam y antes de él los demás profetas― son los dirigentes y comandantes responsables de aplicar y hacer realidad en la sociedad el gobierno religioso y divino fruto de la be'sat de los profetas, que se presenta en el libro divino» (11/03/2021).