En su encuentro con el escritor cristiano, el 22 de junio de 1995, el ayatolá Jameneí dijo:

 

«En nombre de Dios, Clemente y Misericordioso.

»Permitan que cuente un recuerdo sobre este libro del señor Kettaneh. Dos de sus libros se han traducido al persa: uno, Al-imam Ali; y el otro, Fatima al-Zahra. En los dos casos, el traductor estuvo conmigo mientras traducía. ¡Ya es sorprendente! Uno de ellos, el Sr. Yalal Farsí, se sentaba a traducir estando yo haciendo otras cosas; de todos modos estaba conmigo, en circunstancias en que él no, pero yo estaba fugitivo. En cuanto al otro, Fatima al-Zahra, lo tradujo el difunto Seyed Yaafar Qomí ―hijo del difunto ayatolá Qomí―, y también en ese caso estaba yo entonces fugitivo en los alrededores de Mashhad. Me dijo que quería ir conmigo. Él no era fugitivo, pero fue y se unió a mí, y yo lo ayudé mucho en aquella traducción. ¡Es algo que me debe a mí el señor Kettaneh!

»Ahora que tenemos esta conversación, he de decir que estoy muy contento de que la buena pluma, la gran sensibilidad y el vasto conocimiento de que dispone él, que es un escritor célebre, se hayan dedicado a dar a conocer a dos de las personalidades de la Ahl al-Bait, la familia del Profeta, y yo, como descendiente de esas dos grandes figuras, se lo agradezco».