Una visión general de las distintas dimensiones de la plegaria (dua), expuesta en declaraciones del Líder Supremo de la Revolución Islámica

En las declaraciones que ha hecho a lo largo del tiempo, su eminencia el ayatolá Jameneí ha abordado con profusión y de manera bien provechosa el tema de la plegaria, ruego o súplica ―lo que en el Islam se designa mediante el término árabe dua, que puede también encontrarse escrito como duá, duʿāʾ, etc.―, en qué condiciones se hace y de qué manera. El medio de difusión KHAMENEI.IR ha recopilado en este cuadernillo palabras pronunciadas por Su Eminencia en una u otra ocasión para abordar los principales aspectos de la cuestión.

Se incluyen en la primera sección observaciones sobre el concepto de dua y su significado; en la segunda, sobre la esencia y naturaleza de la plegaria, y en la tercera sobre su importancia. En el cuarto apartado se abordan las formas y condiciones en que se ruega a Dios, y en el quinto los efectos y beneficios que ello aporta. Por último, se recogen algunos motivos presentes en plegarias a las que Su Eminencia se ha referido en algún momento.

 

Índice de apartados

1) Concepto y significado de dua (plegaria, ruego o súplica a Dios)

2) La esencia de la plegaria

3) Importancia de rogar a Dios

4) Cómo rogar a Dios

5) Qué se obtiene con la plegaria

6) Motivos e ideas contenidos en plegarias

 

1) Concepto y significado de dua (plegaria, ruego o súplica a Dios)

El deseo y la esperanza

«Elevar una plegaria es invocar a Dios y pedirle algo, y pedir supone una esperanza. Si no albergan ustedes esperanzas, no pedirán nada a Dios. Una persona desesperanzada no pide nada. Por tanto, hacer una plegaria implica un estado de esperanza ligado al ruego que se espera sea atendido. Esa esperanza en que el ruego sea atendido enciende los corazones y los mantiene iluminados. Gracias a la plegaria, la sociedad se vuelve activa y vivaz».

Dicho en los sermones del rezo del viernes 30 de marzo de 1990 en Teherán.

Hablar con Dios Altísimo

«Se dice en la tradición que la plegaria es “la sustancia de la adoración”, su meollo, su corazón. Dicho en términos corrientes entre nosotros, la plegaria es el espíritu mismo de la adoración. ¿Qué significa hacer una plegaria? Es hablar con Dios Altísimo, es en definitiva sentir a Dios cerca de uno mismo y compartir con Él lo que se lleva en el corazón. La plegaria es, o bien petición, o bien loa y alabanza o bien expresión de amor y veneración. Todo eso es la plegaria. La plegaria es uno de los actos más importantes que realiza un creyente fiel, un ser humano que busca el bien, la salvación y el final feliz. Tal es la función que desempeña la plegaria en la purificación del alma».

Dicho en los sermones del rezo del viernes 21 de octubre de 2005 en Teherán.

Actuar a la vez que se ruega a Dios

«La plegaria no consiste en que rueguen ustedes a Dios y se queden quietos, sin pensar. No, rueguen a Dios y, cuando estén ustedes actuando, Él los ayudará en su acción. Rueguen a Dios y, cuando estén haciendo una elección, los ayudará a que esa elección sea la correcta. Rueguen a Dios y, cuando estén en una situación difícil en la que no haya posibilidad de discernimiento, los ayudará a discernir».

Declaraciones en un encuentro con estudiantes y profesores de las universidades de la provincia de Hamedán, el 7 de julio de 2004.

 

2) La esencia de la plegaria

La plegaria es vínculo del débil ser humano con la fuente del poder

«La plegaria es el instrumento del fiel, el refugio del afligido y el vínculo del débil e ignorante ser humano con la fuente desbordante del conocimiento y el poder. Un ser humano carente de vínculo espiritual con Dios que no expresa la necesidad de Quien por esencia Se basta a Sí mismo está confuso, indefenso y perdido en la vida. “Di: ‘¡Mi Señor no os prestará atención si no Le suplicáis!’” (Sagrado Corán, 25:77). La mejor plegaria es aquella que surge de un sabio y amoroso conocimiento de Dios y de una percepción contemplativa y profunda de las necesidades humanas, y eso puede encontrarse solo en la escuela del Profeta de Dios (con él y su familia las bendiciones y la paz de Dios) y de su pura familia, la Ahl ul-Bait, custodios de la ciencia del Profeta (b) y legataria de su sabiduría y conocimiento».

Breve escrito de su eminencia el ayatolá Jameneí sobre la letanía de Sha’baniya (22/12/1990).

La conexión con Dios, espíritu de la plegaria

«El espíritu de la plegaria y la oración (dua y salat, respectivamente) reside en la conexión con Dios, en familiarizarse con Él, en disfrutar de la espiritualidad, purificar y refinar el espíritu y purgar la mente de tentaciones».

Del discurso pronunciado ante un grupo de estudiantes universitarios de la provincia de Kermán el 9 de mayo de 2005.

La voz humana llega a Dios a través de la plegaria

«Elevar una plegaria es hablar con Dios Altísimo. En palabras de nuestro gran imam Jomeiní, “la plegaria es el Corán ascendente”: lo mismo que hablar a Dios. Hay momentos en que uno lee el Corán y es Dios quien le habla, y otros en los que reza plegarias y es él quien habla a Dios. Cuando ustedes leen el Corán, está ahí el Corán que desciende, es decir, que Dios Altísimo les está hablando, está esclareciendo las verdades para ustedes: desciende desde lo alto. Y cuando ustedes rezan una plegaria, son ustedes quienes hablan a Dios. Es la voz de ustedes la que asciende. Luego, si la plegaria se recita bien, es una plegaria yusma’, que es escuchada: «Y escucha mi plegaria cuando te ruego, y escucha mi voz cuando te llamo», como decimos en la letanía de Sha’baniya. ¡Oh, Señor! Escucha mi plegaria. Hay un tipo de plegaria que se recita y que Dios no oye. Rezamos: «Busco en Ti refugio del espíritu que no se sacia de este mundo, del corazón que no es humilde… y de la plegaria que no es escuchada». Busco refugio en Ti de la plegaria que no es escuchada, es decir, de la plegaria a la que Dios Altísimo no presta atención».

Discurso pronunciado el 25 de junio de 2016 en un encuentro con las familias de los mártires del Siete de Tir y de mártires caídos en la Defensa del Santuario.

Existencia en las plegarias de todo tipo de enseñanzas profundas

«Algo que hay en las plegarias son enseñanzas, y esto es específico de las plegarias que nos han llegado de un Infalible. El Imam Sayad (con él las bendiciones y la paz) compuso el Sahifa Sayadiya a modo de plegaria; en él, lo que hace el Imam es en esencia rezar. Se trata sin embargo de un libro repleto de divinas enseñanzas islámicas. En el Sahifa Sayadiya se encuentra la pura unicidad divina; está en él la Profecía y el amor a la santidad del Profeta del Islam (con él y con su familia la bendición y la paz). Como en otras plegarias que la tradición recomienda en ciertos tiempos y lugares, están en el libro las enseñanzas sobre la Creación. Entre las plegarias que rebosan enseñanzas islámicas y en las que se expresan verdades fundamentales a través del lenguaje de la oración están también la plegaria de Abu Hamza al-Zumali, específica de las madrugadas ―intenten recitarla prestando atención a su significado y reflexionen sobre él―, y la plegaria de Kumayl, que se recita en las noches de jueves a viernes. No se trata de que el noble Imam Sayad (con él la bendición y la paz) no quisiera rogar a Dios y utilizase la plegaria como revestimiento. No es eso. Él rogaba, se confesaba con Dios y Le hablaba, pero un ser humano cuyo corazón está familiarizado con Dios y con las enseñanzas divinas, cuando habla, lo hace también de esa manera. Desborda sabiduría y sus plegarias son sabiduría pura. Las plegarias que recitamos están llenas de sabiduría. En las plegarias tradicionalmente recomendadas para ciertos tiempos y lugares que nos han llegado de los Imames (con ellos la paz), hay motivos de reflexión, procedentes de las enseñanzas islámicas, que realmente son necesarios para el ser humano. Introduciendo esos motivos de reflexión en las plegarias, aquellas grandes personas nos enseñan qué pedir a Dios. Permítanme señalarles varios ejemplos tomados de la plegaria de Abu Hamza al-Zumali. Esa larga plegaria tiene la forma de una insólita conversación íntima con Dios (…) y entre esas súplicas y confesiones se esconden las verdaderas necesidades del ser humano. Las cosas verdaderamente necesarias son esas que aquel noble Imam pide a Dios Altísimo. Por ejemplo, en una frase de la plegaria dice, dirigiéndose al Capaz: Árguid ‘ayshi, “haz de mi vida una vida agradable”. Que la vida sea agradable no lo da el dinero, ni el poder ni tener fuerza y riquezas, porque es posible que a un individuo, aun disponiendo de todos esos medios, la vida no le sea grata. Acaso lo preocupe algo que hace que la vida no le resulte placentera; acaso por algún disgusto familiar la vida no le sonría; acaso haya algún problema con sus hijos, ¡no lo quiera Dios! ¡A Dios pedimos auxilio!, como que alguno de ellos tenga mal carácter y la vida ya no le resulte gratificante. O le llega a uno una mala noticia y la vida se le hace desagradable, penosa. Pues bien, ese ser humano posee dinero, tiene poder y dispone de medios. Lo tiene todo, pero no disfruta de una vida feliz, mientras que a un ser humano pobre de vida muy sencilla, que habite en un cuarto humilde con su familia y sus hijos, pasando estrecheces, es posible que la vida le resulte más grata que a ese otro individuo acaudalado y poderoso que lo tiene todo. Vean cómo el Imam Sayad (con él la bendición y la paz) se centra en el punto esencial cuando dice: Árguid ayshi wa ázhir murúwwati, “haz de la mía una vida agradable y revela mi grandeza de espíritu”. El sentido de la segunda expresión parece ser “haz que aparezca un combate en el que yo pueda sacar a relucir mi hombría”, no “que la gente vea cuán noble que soy”. No es esto último, pues si queremos que la grandeza de alma se haga patente tendremos que actuar con nobleza, con magnanimidad. El mero hecho de que la nobleza de espíritu exista dentro de uno no basta. El ser humano debe actuar llevar esa nobleza de espíritu al terreno de los hechos y actuar con magnanimidad respecto de los demás. Ázhir murúwwati es eso. A continuación dice wa-slih yamí’ ahwali, “endereza mis actos y mi situación”, “corrige cómo ruego, enmienda mi pasable situación y la de mi familia, mejora la situación laboral en la que estoy… endereza mi situación en todos los aspectos”. La corrección de cada asunto, por sí sola, es ya todo un ruego completo de alcance general. Wa-ch’alni mim-man atalta umrahu wa hassanta amalahu watmamta alayhi ni’mataka wa radiyat anhu wa-hyaytahu hayu’an táyibatan. “Haz de mí uno de quienes gozan de larga vida acompañada de buenas obras, de la plena bendición divina, de la complacencia de Dios y de la buena vida”, dice. ¿Acaso cabe algo mejor que eso? Los Infalibles (con ellos la paz) nos enseñan qué debemos pedir a Dios. Las cosas que debemos pedir a Dios son esas mismas que los nobles Imames nombran en sus plegarias. En el mundo, algunos van detrás de los excesos de la vida. Dicen: “Que me salga tal negocio, que se me arregle tal viaje, que me den tal trabajo…”. ¿Por qué no ha de pedir a Dios el ser humano las cosas esenciales? Los guías de la religión nos enseñan: “Rueguen a Dios de tal manera y pídanle tales cosas”. Luego, el tipo de plegarias que ellos nos enseñan es ya en sí mismo un tema que tratar aparte, largo y tendido».

Dicho en los sermones del rezo del viernes 17 de febrero de 1995 en Teherán.

La humildad ante Dios, esencia de la plegaria

«Humildad ante Dios. Esa es la esencia de la plegaria. Ustedes saben que se atribuye al Profeta (con él y su familia la bendición de Dios) el dicho “la plegaria es la médula de la adoración”, su corazón y su sustancia, y eso se debe a que en ella se da un estado de dependencia absoluta de Dios y de humildad ante Él. La esencia de la plegaria es esa. Por ello, la noble aleya de “y vuestro Señor dice: ‘Invocadme y Yo os contestaré’” reza a continuación: “En verdad, quienes se muestran arrogantes ante su obligación de adorarme pronto entrarán en el Infierno humillados”. La esencia de la plegaria consiste en que el ser humano se despoje ante Dios Altísimo del engañoso egoísmo de la criatura mundana. La esencia de la plegaria es inclinarse ante Dios. Queridos míos, dondequiera que ustedes miren ―en su propio entorno, en su país o en el mundo entero― y vean claramente maldad y corrupción por parte de alguien, si prestan atención advertirán que el fundamento y origen de esa maldad y corrupción reside en el egoísmo, en la arrogancia, en el deseo de dominio y en el orgullo humanos. Eso es lo que debe quebrar la plegaria (…). En ocasiones, Dios Altísimo nos crea problemas para compelernos a implorar, prestar atención y ser humildes. Como dice en las nobles aleyas del Corán: “Ciertamente, hemos enviado (profetas) a otras comunidades antes de ti e hicimos que soportasen dificultades y preocupaciones para que suplicasen con humildad. Si hubiesen suplicado humildemente cuando los alcanzó Nuestro rigor… Pero sus corazones se endurecieron y Satanás les embelleció su propio comportamiento”. Esa súplica humilde no la hacemos por Dios, sino por nosotros mismos. Dios no tiene ninguna necesidad de nuestras imploraciones.

Por esa cuchilla, por el tajo que en las venas de mis ramas abre
prende mi esqueje en el patrón de Tu amor.

Es ese modo de suplicar con humildad lo que llena el corazón de amor por Dios, hace que el ser humano se familiarice con Él, lo vacía de ensimismamientos y egocentrismos que son fuente de corrupción y lo llena de la sagrada luz de Dios y de gracia divina. Aprecien el valor de eso, que está por encima de todo».

Dicho en los sermones del rezo del viernes 17 de febrero de 1995 en Teherán.

Intimidad con Dios durante la plegaria

«Hacer una plegaria es llamar a Dios. Eso es algo que se puede hacer en persa, lo pueden hacer en su propia lengua… díganle a Dios lo que ustedes quieran. La plegaria es eso. Compartan con Él cualquier cosa que ustedes quieran. A veces no se trata de pedirle algo que se necesita o se desea, sino solo de estar en intimidad con Él. Y los deseos y necesidades pueden ser de distintos tipos. A veces alguien quiere de Dios Altísimo Su satisfacción o solicita Su perdón; ese es un tipo de deseo. Otras veces, uno pide cosas materiales. Nada lo prohíbe; pedir a Dios ―lo que sea, con las palabras que sea― es bueno. Y tiene esas propiedades beneficiosas que he señalado (la conexión con Dios y el sentimiento de servidumbre). Es cierto que las plegarias que la tradición recomienda en ciertos tiempos y lugares de los Imames (con ellos la paz) contienen las mejores ideas, expresadas en las palabras más hermosas, y rebosan de enseñanzas divinas. Su valor debe ser apreciado y hay que recurrir a ellas».

Dicho en los sermones del rezo del viernes 13 de octubre de 2006 en Teherán.

Manifestación de la servidumbre a Dios

«La plegaria pone de manifiesto la servidumbre a Dios; sirve para fortalecer el espíritu de servidumbre en el ser humano, y ese espíritu de servidumbre y sentimiento de atadura a Dios es el punto hacia el que se han dirigido la enseñanza y el esfuerzo de los profetas de Dios, desde el primero hasta el último, para revivir en el hombre ese espíritu de servidumbre y devoción. Es ese sentimiento de sumisión y devoción a Dios la fuente de todas las virtudes humanas y de todas las buenas obras que el ser humano puede realizar, ya sea en el ámbito personal o en el social común. En el extremo opuesto a ese sentimiento de servidumbre y devoción se sitúan el ensimismamiento, el egoísmo, el engreimiento ―el ego―. Es del ego de donde surgen en el hombre todos los males morales, sus secuelas y sus resultados. El origen de tantas guerras y matanzas como hay en el mundo, de las injusticias que se producen y de todos los desastres que han sucedido a lo largo de la historia (…) está en el sentimiento egoísta y la infatuación de un conjunto de personas que han originado esa corrupción y ese desorden en sus vidas. El extremo contrario a esa vanidad, ese egoísmo, esa egolatría, es el de la servidumbre y la devoción. Si ante Dios Altísimo tiene lugar ese ensimismamiento egoísta ―es decir, si el ser humano se coloca enfrente del Creador―, lo que eso produce en el ser humano es rebeldía: el tagut, la tiranía de los falsos ídolos. Y el tagut no es algo que se refiera solo a los monarcas; cualquiera de nosotros puede albergar y alimentar dentro de sí, Dios no lo quiera, un tagut, un ídolo. La insubordinación frente a Dios y la infatuación tienen como resultado el desarrollo en el hombre de la rebeldía. Si ese egotismo se produce frente a los demás seres humanos, el resultado es que se hace caso omiso a los derechos de los demás; se infringen y trasgreden los derechos de unos y de otros. Si se produce frente a la naturaleza, el resultado es el deterioro del medio natural; es decir, eso que hoy en día hace que en el mundo se preste atención con razón a la cuestión del medio ambiente. También la desatención hacia el medio ambiente en el que vive el ser humano es resultado de la rebeldía y del egoísmo frente a la naturaleza. La plegaria, la súplica a Dios, va contra todo eso. Cuando rogamos a Dios, de hecho creamos en nosotros mismos ese modo de humildad y reprimimos el egoísmo y el ensimismamiento, dando como resultado la preservación del universo y del entorno vital de los seres humanos frente a la rebeldía y a la transgresión de los derechos, de la justicia. Por eso dijo: “La plegaria es la médula de la adoración”. El corazón de toda adoración es el ruego a Dios. Los actos de devoción son para eso mismo, para que el ser humano pueda humillarse ante Dios Altísimo, someterle su corazón y rendírselo. Esa obediencia y esa humildad ante Dios no son de la misma clase que la humildad y la obediencia de los seres humanos entre sí, sino que entrañan la humildad y la sumisión ante el Bien absoluto, la Belleza absoluta, la Bondad absoluta y la Gracia absoluta de Dios. Por eso la plegaria es una bendición, como lo es la oportunidad de rogar a Dios. En el testamento del Príncipe de los Creyentes (con él la bendición y la paz) para el Imam Hasan Muchtaba (con él la paz) se recoge la siguiente idea: I’lam anna-l-ladi bi-yádihi jazá’inu malakuti-d-dunya wa-l-ájirati qad adina li-du’á’ika wa-takáffala li-iyabátika. “Dios Altísimo, que dispone de todo el poder sobre el cielo y sobre la tierra, te ha autorizado a rogarle, a hablarle y a pedirle”. Wa-mraka an tas’alahu li-yu’tiaka. “A pedirle para que él te dé”. Esa relación entre pedir y recibir de Dios es motivo de elevación del espíritu humano y de fortalecimiento de ese espíritu de devoción y servidumbre. Wa huwa rahimun karimun, lam yach’al báynaka wa báynahu man yáhchubuka anhu. “Dios Altísimo no ha puesto entre Él y tú ningún intermediario, distancia ni cortina”. Cualquiera que sea el momento en el que empiecen ustedes a hablar a Dios y exponerle sus necesidades, Dios Altísimo los oye; oye su voz y su ruego. Con Dios siempre se puede hablar, se puede dialogar, se puede intimar y se Le puede pedir. Para el ser humano, se trata de una inmensa oportunidad y bendición».

Dicho en los sermones del rezo del viernes 13 de octubre de 2006 en Teherán.

La plegaria, el mejor acto de devoción

«Se dice en un hadiz: “El mejor acto de devoción es la plegaria”. Y hay otro más, que es tradición del Profeta, el cual dijo a sus compañeros: “¿Quieren que les muestre un arma que los salvará de sus enemigos y hará que su sustento sea abundante?”. Se trata aquí de pedir a Dios para que satisfaga deseos y necesidades. “¡Sí, Mensajero de Dios!”, respondieron, y él les dijo: “Pidan a Dios, invoquen a Dios día y noche, que el arma del creyente es la plegaria”. En otras palabras, se trata de perseguir los deseos y necesidades con el arma de la plegaria; de enfrentarse al enemigo, a los acontecimientos y a las calamidades con el arma de la plegaria».

Dicho en los sermones del rezo del viernes 17 de febrero de 1995 en Teherán.

 

3) Importancia de rogar a Dios

Si quieren mantenerse firmes frente al enemigo, deben abrirse a sí mismos la puerta de la plegaria

«La República Islámica, ese sistema político que debe hacer frente a los matones del mundo; esa nación que debe lidiar con montañas de corrupción; esa sociedad y ese sistema que no se doblegan ante ningún bravucón y que se esfuerzan por la salvación del género humano; tal sociedad y tal sistema político deben tener en el fuero interno de sus individuos las puertas abiertas a la plegaria y la súplica a Dios. Sin eso, no es posible. Si quieren mantenerse firmes frente al enemigo, deben abrirse a sí mismos la puerta de la plegaria. Si quieren no temer a nada ni a nadie, han de fortalecer su relación con Dios. Si quieren no zozobrar ni cometer deslices por cosas materiales, deben inmunizarse mediante la plegaria y la súplica a Dios. Eso es la plegaria. Ese es el deber íntimo de todos los seres humanos. Es un camino que el ser humano abre a Dios Altísimo desde su propio interior. Por eso ven ustedes como el Príncipe de los Creyentes (con él la bendición y la paz) ―aquel ser humano intrépido, aquel guerrero, aquel gran hombre, aquel gobernante poderoso y enérgico; aquella persona cuyo pensamiento, cuya mente, cuyo raciocinio, sabiduría, enseñanza y conocimiento contienen lecciones para los más sabios de entre los filósofos y los eruditos del mundo, que deben arrodillarse y aprender de él; aquel vigoroso ser humano que aun teniendo frente a sí al mundo entero no se echaba atrás― era el más devoto entre todas las gentes de su tiempo y, ante Dios Altísimo, el más lloroso y suplicante».

Dicho en los sermones del rezo del viernes 26 de febrero de 1993 en Teherán.

La plegaria, medio para saciar la sed del espíritu humano

«¿Qué haría el hombre si no tuviera permitido tomar la palabra para rogar a Dios y confesarse con Él? ¿Cómo podría calmar el hambre y la sed de su espíritu? ¿Qué, sino la intimidad con Dios, puede saciar el espíritu sediento del ser humano?».

Dicho el 5 de diciembre de 1996 en un encuentro con miembros de organizaciones estudiantiles.

Roguemos a Dios para satisfacer nuestras necesidades y alcanzar nuestras metas

«Cuando elevamos nuestras plegarias a la Altísima Verdad, en realidad estamos buscando un medio para satisfacer nuestras necesidades, un camino para alcanzar nuestros deseos, y lo estamos utilizando. Esa es una clase de plegaria: el ruego a Dios para alcanzar un objetivo. No ha de creerse que todos los objetivos son alcanzables para los seres humanos por medio de herramientas o instrumentos materiales, sino que hay cosas que se deben lograr mediante la plegaria y la oración. Por supuesto, no solo rogando a Dios ―no mediante la plegaria sin acción―. No sirve de nada que uno deje de actuar y se contente con rogar, sino que la súplica a Dios debe unirse a la acción, ponerse junto al empeño y el esfuerzo a la vez que se actúa. Tal plegaria satisface los deseos y necesidades del ser humano. Por eso ven ustedes como el Nobilísimo Profeta (con él y su familia la bendición y la paz de Dios), en el campo de batalla, después de haber hecho todo rogaba también a Dios. Por tanto, uno de nuestros deberes es la plegaria, de modo que alcancemos por ese medio nuestros deseos, necesidades, metas y objetivos».

Dicho en los sermones del rezo del viernes 26 de febrero de 1993 en Teherán.

La fuerza de voluntad encuentra efectividad mediante la plegaria

«Entre nuestras armas está la plegaria. La yamliku il-la-d-du’a’a. Tenemos a nuestra disposición la plegaria. Tenemos el arma de la plegaria. Tenemos el arma de la imploración, el arma del llanto. El miedo a nosotros no nos hace nunca llorar. Nadie, ningún poder en el mundo nos da miedo. Eso sí, para un creyente supone el máximo honor derramar lágrimas ante la grandiosidad de su Dios, llorar por su propia situación, lamentar los propios pecados y la vida pasada en el pecado. Imploren a Dios y entre sollozos pídanselo todo. Esos fuertes brazos, esa vigorosa voluntad de acero hallan efectividad mediante la plegaria. Incluso cuando estaban en el campo de batalla el Nobilísimo Profeta y el Príncipe de los Creyentes rogaron a Dios y Le suplicaron con llantos y sollozos. Nuestro querido imam Jomeiní, igualmente, durante la guerra rogaba. Las plegarias de aquel gran hombre y las de los fieles y devotos nos daban aplomo. No dejen de lado las plegarias. Pídanlo todo a través de la plegaria».

Dicho en un encuentro con mandos del Basich el 18 de noviembre de 1992.

Si no fortalecemos nuestra fibra espiritual con la plegaria, no llegaremos al objetivo

«Dice Dios Altísimo a alguien como es el Profeta, a un ser humano excelso como el Mensajero de Dios en la sura Al-Muzammil (“El envuelto en un manto”): “En el nombre de Dios, el Clementísimo, el Misericordiosísimo / ¡Oh, tú que estás envuelto en un manto! (1) Levántate en la noche excepto una pequeña parte, (2) la mitad de ella o quita de ella un poco (3) o añádele un poco y recita el Corán de manera fluida y clara (4)”. Levántate y haz actos de devoción, ruega, confiésate con Dios, recita el Corán, mantente ocupado en esas horas. ¿Por qué? Dice: “En verdad, pronto te transmitiremos palabras de gran peso (5)”. Tu tarea es difícil, llevas sobre los hombros una pesada carga y te vamos a inspirar palabras de peso. Debes ser capaz de cargar con ello. Si existen esa vigilia de media noche, esa imploración, esa plegaria, podrás soportar esa carga, transportarla y hacerla llegar a su destino. Si no, no. Esa es nuestra situación. ¡Queridos míos! Si no fortalecemos nuestra fibra espiritual, no lo lograremos. Donde quiera que estemos. A todos nosotros se dirige esa aleya: “En verdad, pronto te transmitiremos palabras de gran peso”».

Dicho en un encuentro con responsables del sistema político, el 23 de mayo de 2018.

La plegaria, arma del creyente

«Las oraciones diarias (salat) son la ascensión celestial del creyente; y la plegaria, su arma. Implorar a Dios, arrepentirse y buscar Su perdón, volverse hacia Dios y recordarlo son instrumentos que Él ha puesto abundantemente a disposición de toda la humanidad para que, por medio de ellos, el hombre pueda purificarse y perfeccionarse. Claro está que nosotros somos deficientes e imperfectos. No hemos sido capaces ―quienes son como un servidor, quiero decir― de aprovechar correctamente esa bendición que Dios Altísimo a puesto a nuestro alcance ni la aprovechamos correctamente. Pero hemos de hacerlo».

Dicho en el IX Congreso Nacional de Imames del Rezo del Viernes, el 19 de septiembre de 1993.

 

4) Cómo rogar a Dios

Atención a Dios Altísimo

«Deben seguirse las reglas específicas de las plegarias, siendo la principal que uno dirija toda su atención hacia Dios Altísimo y Le ruegue de todo corazón. Cuando el corazón del ser humano se ablanda y surge una atención consciente, ahí está el momento de la plegaria. Si en ese momento ruegan a Dios, las más de las veces lo que se pide se cumple, salvo en casos en los que existen para la ciencia divina motivos de conveniencia que nosotros desconocemos, ya que Dios Altísimo, por una plegaria nuestra, no desbarata lo que conviene al bien común de la creación o de una nación. Cuando no se interponga una conveniencia mayor en el camino de nuestro deseo y nosotros prestemos la atención necesaria al rogar, la plegaria será atendida, ya lo sea pronto o lo sea tarde. Se dice en los hadices que, cuando se alza una plegaria por un deseo o necesidad, no debe pensarse que lo que se ruega es excesivo. Es decir, pidan ustedes a Dios cualquier cosa que quieran y deseen. No piensen «eso es demasiado, voy a pedir menos para que se cumpla». Tenemos prohibido considerar los ruegos exagerados. No crean que la plegaria o lo rogado son excesivos ante Dios. ¡Pidan a Dios grandes deseos! Que Dios Altísimo los cumple. No se cierren a sí mismos la puerta de la esperanza en la plegaria. No se bloqueen a sí mismos ese camino que Dios Altísimo ha colocado entre Sí y sus criaturas. Eso sí, también se dice en los hadices: An-nahyu min al-isti’yali fi-d-du’a. Lo que significa: no tengan ustedes prisa. Si piden algo y en el plazo en que ustedes lo habían pedido no se cumple, no digan que Dios no ha atendido su súplica. No es así. Al-umuru marhunatun li-awqatuhu (“las cosas están supeditadas a sus propios tiempos”). Se dice en la tradición que los Hijos de Israel, después de que Dios Altísimo prometiera salvarlos, estuvieron rogando durante cuarenta años. Al final, sucedió; y fue además un hecho grandioso el que ocurrió. Que el Faraón se ahogara y Moisés triunfara frente a él no es algo para lo que cuarenta años de esfuerzo sean demasiados. ¡No tengan prisa! Agucen la atención, invoquen a Dios y pídanle lo que quieran. En algunas plegarias se encuentra esa misma idea. En una de ellas se dice: Ilahi tomúhu-l-amali qad jabat il-la ladayk wa awákifu-l-hímama qad na’áttalat il-la alayk. Es decir, “los deseos excesivos son rechazados por quienquiera que sea aquel a quien se plantean, salvo por Ti. En Tu presencia se cumplen los deseos, aun cuando son muchos”. Otro aspecto de la cuestión es que en las plegarias que han llegado hasta nosotros de los Doce Imames (con ellos la paz) se esconden grandes lecciones de ciencias islámicas. Si leen ustedes el Sahifa Sayadiya y pasan ustedes por alto el valor rogativo de las palabras, cada una de las plegarias constituye una lección sublime de ciencias islámicas y del Corán. Si alguien coloca ante sí el sermón del Príncipe de los Creyentes (con él la bendición y la paz) sobre la unicidad divina, que es el primer sermón de La cumbre de la elocuencia, y la primera plegaria del Sahifa Sayadiya, que versa sobre la alabanza ―alabanza que corresponde a Dios―, verá que los dos son iguales, sin que haya diferencia entre ambos: son ambos sermón y lección. El Príncipe de los Creyentes (con él la bendición y la paz) se paró ante un grupo de gente y habló de las enseñanzas divinas, y el Imam Sayad (con él la bendición y la paz) elevó una plegaria y, en el lenguaje de las plegarias, expresó esas mismas enseñanzas. Tenemos asimismo la octava plegaria de La cumbre de la elocuencia ―de la que traigo anotadas algunas partes―, que es una lección de moral; como si alguien pronunciara un sermón o un discurso para la gente y en él les hablase de los yerros morales. El Imam Sayad (con él la bendición y la paz) hace la siguiente súplica, en un lenguaje así de llano: Al-lahuma inni a’udu bik min hayayani-l-hirs wa sawrati-l-gádabi… “¡Oh, Dios! Nos refugiamos en Ti de la rebeldía, de la codicia, de la violencia, de la ira, del dominio de la envidia, de la debilidad de la paciencia, de la escasez de conformidad”; shakasat il-juluqi, del mal carácter, ilhah ish-sháhwati, de la exageración de los anhelos, málakati-l-hamiya, de los apasionamientos fuera de lugar y las parcialidades injustas; istisgar il-ma’siya wa-stikbar it-ta’a, de considerar pequeños los propios pecados y de sobredimensionar la propia obediencia; su’i-l-wiláyati li-man tahta aydina, de la negligencia en la dirección de cuanto que está en nuestras manos; an ná’duda dáliman aw nájdula malhufan, de ayudar a un opresor, de no auxiliar a un oprimido… todo esas alusiones hace en una sola plegaria, en ese estilo, el Imam Sayad (con él la bendición y la paz), diciendo: “¡Oh, Dios mío! Busco en ti refugio frente a todas esas cosas”. Se trata de lecciones morales. Las plegarias del Sahifa Sayadiya, la plegaria de Abu Hamza al-Zumali, la plegaria de Iftitah, así como el resto de plegarias del mes de Ramadán ―las de las noches y días de viernes y las de los demás momentos―, y todas esas plegarias que nos han llegado de los Doce Imames (con ellos la paz) están repletas de enseñanzas islámicas sobre la Unicidad de Dios, sobre la Profecía, los derechos, el estado de la sociedad, la moral, el gobierno y todas las cuestiones que el ser humano necesita conocer del Islam. En esas plegarias hay enseñanzas que se nos transmiten en el lenguaje de la súplica a Dios, vía mediante la cual pudieron transmitirlas a la gente nuestros Imames (con ellos la paz) durante el gobierno de los tagut, los tiranos rebeldes e idólatras. Este es un segundo punto de vista sobre la plegaria, siendo la plegaria para ambos un medio: para el primero, un medio a través del cual satisfacer las necesidades, alcanzar los objetivos y lograr cuanto uno quiere y desea; y para el segundo, un medio para entender las enseñanzas divinas. Ahora bien, un tercer punto de vista consiste en que, mediante la plegaria, la imploración y la expresión de los deseos y necesidades, el ser humano se acerca a Dios Altísimo. El mismo hecho de rogar a Dios es un taqarrub, un esfuerzo por acercarse a Él. Hablar con Dios, implorarle, dialogar con el Altísimo, disculparse ante Él, arrepentirse ante Él y pedirle perdón son para el ser humano un objetivo y una meta. Y es este último el aspecto más elevado que hay en la plegaria. Para el hombre, el mismo hecho de pararse ante Dios, derramar lágrimas y manifestar la propia nimiedad e insignificancia supone en sí un alto grado de elevación y una alta posición. Implorando a Dios Altísimo, la criatura de este mundo asciende y llega a su apogeo. El infortunio de la criatura de Dios se produce cuando olvida al Altísimo. La bajeza y la improbidad del hombre aparecen cuando cree no necesitar a Dios. Su fracaso llega cuando no cree que la intimidad con Dios y la conexión con él tengan lugar en la vida. De ahí viene todo lo malo que hay en el mundo. De ahí viene todo lo que de execrable hay en el ser del hombre. La criatura de Dios, para mantenerse a salvo de las cosas negativas, debe ir hacia Dios, intimar y hallar un vínculo con Él. Se trata de un deber. El mes de Ramadán es el momento de elevar plegarias de este tipo. Además, no hay contradicción entre ellas. Esa misma plegaria con la que ustedes piden por sus necesidades, háganla poniendo atención, implorando y con el corazón presente; acerquen su corazón a Dios. Eso necesitamos tanto ustedes como yo. ¡Hermanos y hermanas míos! No descuiden hacer plegarias. (…) No desperdicien el mes de Ramadán. No dejen pasar estas ocasiones. Se trata de oportunidades muy valiosas para rogar e implorar a Dios. Intentemos mantenernos abierta a nosotros mismos la puerta a la plegaria. Si alguien tiene la suerte de poder rogar a Dios ―con atención, estando presente―, ha de saber que es objeto de la gracia divina y que la respuesta a su plegaria viene a continuación. La sociedad islámica debe ser una sociedad de plegaria, de imploración y de regreso hacia Dios».

Dicho en los sermones del rezo del viernes 26 de febrero de 1993 en Teherán.

El verdadero espíritu de la plegaria está en la atención a Dios

«En las ceremonias religiosas, presten atención al tono del acto. Que no sea solo una mera representación en la que alguien recita unos versos, arranca unas lágrimas o las derrama. El espíritu de la plegaria y la oración consiste en conectarse con Dios, en beneficiarse de la espiritualidad, en purificar y embellecer el alma y en purgar la mente de obsesiones».

Dicho en un encuentro mantenido el 9 de mayo de 2005 con estudiantes universitarios de Kermán.

Presencia de corazón y humildad

«Otro de los requisitos para que la plegaria sea atendida es hacerla con presencia de corazón y humildad. (…) El sentido de la plegaria consiste en hablar con Dios, en sentir a Dios ante ti y saber que está presente y te ve. Que una persona pronuncie algo o recite una petición como si tal cosa, por rutina ―que si “¡Dios mío, perdónanos!”, que si “¡Dios mío, perdona a nuestros padres!”―, sin sentir verdaderamente en su corazón la disposición de la súplica… eso no es rogar a Dios, es un movimiento mecánico de la lengua. La yaqbalu-l-Laho azza wa yal du’á-a qalbin lahin. Cuando un corazón distraído y desatento alza una plegaria con la cabeza en las nubes, Dios Altísimo no acepta ese ruego. Los corazones impuros, sumidos en los deseos y las pasiones carnales, que están completamente distraídos, ¿cómo van a rogar a Dios? ¿Cómo esperar que, si una persona reza de esa manera, su ruego sea atendido? Algunos dejan las plegarias, la devoción y el arrepentimiento para la vejez. Se trata de un gran error. Si se les dice que hagan acto de contrición, responden que bueno, que hay tiempo. Pero, primero, no está claro que haya tiempo. La muerte no avisa. Existe en todas las edades. Si asumimos realmente que tenemos tiempo, que vamos a llegar a viejos, si alguien se imagina que se puede pasar la juventud en el descuido, entregados a las pasiones, y luego tranquilamente y con facilidad ir a arrepentirse, comete un gran error. La disposición para la plegaria y la contrición no es algo que le llegue al ser humano cuando él quiere. A veces uno quiere y no sucede; buscamos la disposición y la atención y no viene. “Eso, por lo que vuestras manos han enviado por delante” (Sagrado Corán, 22:10). Una persona que no haya creado en sí las bases de la atención a Dios y de volverse hacia Dios no es como si pudiera ir a la puerta de la casa de Dios a voluntad, cuando sea. Ya ven ustedes como los corazones puros ―la mayoría, jóvenes― pueden establecer una conexión con mucha facilidad, pero con otros, por más que se esfuercen, esa conexión no se establece. Aquellos que tienen la posibilidad y son capaces de mantener su corazón tierno, que lo valoren y preserven su relación con Dios, y así puedan ir siempre que quieran a la puerta de la casa de Dios».

De los sermones del rezo del viernes 21 de octubre de 2005 en Teherán.

La presencia de corazón en la plegaria

«La plegaria debe rezarse con presencia de corazón. (…) Algunas de esas reuniones en las que se alzan plegarias son reuniones honestamente muy agradables, en el sentido de que quien recita la oración no lo hace solo para quien oye, sino también para su propio corazón. Algunos son así, ellos mismos se ven influidos por la plegaria. Cuando el orante recita la plegaria como si él mismo estuviera hablando con Dios, como si se viera a sí mismo personándose ante el Señor del Universo ―cuando es así―, estando en disposición de rogar a Dios, el que oye adquiere también esa disposición para el ruego. En algunos casos, observa uno también ―raramente, es cierto― que quien recita no está en absoluto en el estado de ánimo de rogar. A veces ve uno una de estas cosas en televisión, cómo el recitador de la plegaria no hace más que leer algo de viva voz, sin prestar atención él mismo ni estar en el estado de ánimo de la plegaria, y cuando ni siquiera él está en disposición de rogar tampoco el oyente entra en esa disposición. Ni derrama lágrimas él mismo, ni puede hacer que las derrame quien lo escucha; no puede conmover su corazón, porque el suyo propio no está conmovido. Una plegaria no debe rezarse así».

Discurso en el encuentro del 25 de junio de 2016 con las familias de los mártires del Siete de Tir y con un grupo de familiares de los Defensores del Santuario mártires.

Purificar el corazón de pecados antes de rogar a Dios

«En el sacro santuario del recuerdo de Dios no se permite la entrada de un corazón turbio; hemos de purificarlo. Si el corazón logra perfumarse y adornarse con el recuerdo de Dios, estará sin duda a su alcance la respuesta divina: «Invocadme y Yo os contestaré» (Sagrado Corán, 40:60). No hay ninguna plegaria para la que no haya contestación. Esta no consiste en que lo deseado por uno se cumpla en todos los casos: es posible que se cumpla o que, por alguna razón, algún motivo de conveniencia o alguna causa, no lo haga. Pero la contestación divina existe. La contestación divina es la respuesta, atención y consideración de Dios, incluso si no se cumple ese deseo que tenemos ustedes y yo ―del que a menudo sucede que nos imaginamos que es para nuestro beneficio, pero nos perjudica―. Ahora bien, su llamado a Dios será sin duda atendido. Tratemos de perfumar los corazones. Tenemos hoy una enorme necesidad de esa purificación de los corazones».

Discurso pronunciado en el encuentro del 9 de julio de 2000 con directivos y encargados de la República Islámica de Irán.

Corazones frescos y puros

¿Cómo ha de ser la plegaria que recemos para que sea contestada? A veces, uno pide algo a Dios y siente, juzgando por las apariencias, que ese pedido no ha sido atendido. Una condición importante para que una plegaria lo sea es que se eleve verdaderamente conforme a los requisitos que le son propios. El primer requisito de la plegaria es rezarla con el corazón fresco y puro, como el corazón de los jóvenes; de ahí que sean las plegarias de los jóvenes las que tengan mayores probabilidades de ser atendidas. A veces, algunos me dicen que rece por nuestra juventud. Claro está, yo rezo siempre por todos los jóvenes, pero en realidad son los jóvenes, si aprecian el valor de su corazón puro y fresco, aquellos cuyas plegarias están más cerca de ser atendidas que ninguna otra».

Sermones del rezo del viernes 21 de octubre de 2005 en Teherán.

Hablar con Dios con palabras de uno mismo

«Las palabras de la plegaria son bellas y elocuentes, pero es que los significados son ya excelsos. En las Noches del Destino hay que hablar con Dios, hay que rogarle. Si uno conoce el significado de esas plegarias, las mejores palabras y los mejores ruegos se hallan en ellas, en las noches del mes de Ramadán, en las vigilias de Ehya, en la plegaria de Abu Hamza y en los ruegos de las Noches del Destino. Si alguno no conoce el significado de esas plegarias, que ruegue con sus propias palabras. Hablen ustedes mismos con Dios. Entre Él y nosotros no hay velo alguno. Dios Altísimo está cerca de nosotros, nos oye. Queramos hablar con Dios, pidamos a Dios Altísimo nuestros propios deseos. Esa intimidad con Dios Altísimo, Su recuerdo, la solicitud de perdón y la plegaria tienen efectos milagrosos en el corazón del ser humano. Devuelven la vida a los corazones muertos».

Rogar a Dios con la disposición adecuada

«Los conceptos y enseñanzas que hay en el Sahifa sayadiya son tan hermosos que a veces queda uno asombrado. ¡Qué mente, qué cerebro es el que ha podido disponerlos unos junto a otros y crear tales expresiones! Por eso yo recomiendo que la conexión de los muchachos con Dios sea una conexión atenta y con disposición; en especial, que recen con disposición las oraciones diarias. Cuando elevan plegarias, háganlo con disposición y con atención, sabiendo con qué ser están hablando, qué están pidiendo y que ese ruego tendrá respuesta. En el Corán se nos ha dicho: “Invocadme y Yo os contestaré” (40:60). En otro lugar, dice: “Y pedid a Dios que os otorgue de Su favor” (4:32). Pidan el favor de Dios y ruéguenle. Esas son promesas divinas, y las promesas divinas son las más fidedignas; si ruegan ustedes a Dios, Él les responderá. Si establecen una relación de intimidad, verán que muchas de las respuestas se les dan en el instante mismo; esto es, uno no debe imaginar que la respuesta a la plegaria tiene necesariamente que ser ese dinero que se ha pedido a Dios, que tiene que llegar. A veces, la respuesta es la que se les da en el mismo instante. Se crea en su corazón tal luminosidad que ven como han recibido su respuesta en ese mismo momento. En ese estado en que se halla uno en la plegaria, a veces siente uno que ya no quiere nada más que eso. Así es cuando el recuerdo de Dios está vivo en el corazón del ser humano».

Conversación íntima del Líder de la Revolución con un grupo de jóvenes y adolescentes, el 3 de febrero de 1998.

Atención a las ideas de la plegaria

«La cuadragésima plegaria del Sahifa sayadiya es un ejemplo de oración de las que nos enseñaron los Imames con un contenido notable relativo a la importancia del mes de Ramadán. Había pensado en traducirles solamente una parte de esta plegaria para familiarizarnos con su lenguaje. Es uno de nuestros defectos recitar las plegarias sin prestar atención ni comprender su significado, y algunos que tenemos la capacidad de comprenderlo no reflexionamos, no meditamos. Rogamos a Dios ¡con la atención puesta en otra parte! Eso, pese a que estas plegarias son todas ellas compendios de sabiduría, modelos de amor y de afecto. Hay muchas cosas en esas plegarias que podemos aprender, si les prestamos atención. Algunos hacen la exégesis de tipo tafsir de la plegaria, lo que por supuesto es bueno, pero cuando un servidor interpreta la palabra du’a, plegaria, a través de otros veinte vocablos, ya no se trata de lo dicho por el Imam. Si lo dicho por el Imam puede restituirse en una palabra bella, elegante y concisa, eso nos dará algo de la gracia de lo dicho por el Imam. Esas exégesis detalladas están bien para que alguien adquiera conocimiento, pero no para percibir el deleite que es la palabra del Imam, tan bella. Para eso no son apropiadas. Algunos que ruegan a Dios sin atención no entienden el ardor que hay en esa plegaria de Kumayl que recitan con desenvoltura y pasan de largo, ni la belleza de ese fragmento desde el punto de vista artístico y literario y los significados que hay en él».

Discurso del día 29 del venturoso mes de Ramadán del año 1987 d.C. (28 de mayo).

Atención a la belleza de las palabras y a los significados de las plegarias

«Mi recomendación a los jóvenes es que hagan sus devociones prestando atención. (…) Bien, es posible que algunos no sepan árabe, pero se han hecho buenas traducciones. Yo he visto algunas de las traducciones de las plegarias y realmente son buenas. No está mal que sepan ustedes esto. Yo examino esas plegarias desde una perspectiva literaria y están entre las expresiones más bellas de la lengua árabe. La misma plegaria de Kumayl, la del Imam Husain (con él la paz) en Arafat, la de Abu Hamza o la letanía de Shabaniya están en árabe y se cuentan entre los textos literarios más bellos. Son muy hermosos. Por supuesto, esas plegarias son textos antiguos y ustedes saben que la lengua evoluciona. Por ejemplo, haciendo una comparación tosca, La rosaleda de Saadí es antigua, su lenguaje es antiguo, pero el que la lee, si es dado a la literatura y el arte, disfruta de su belleza. Esas expresiones son de gran hermosura. Son hermosas tanto las palabras empleadas como sus significados».

Conversación íntima del Líder de la Revolución con un grupo de jóvenes y adolescentes, el 3 de febrero de 1998.

Abstenerse de pecar y arrepentirse

«Otro de los requisitos de la plegaria es abstenerse de pecar y arrepentirse. Estas noches son noches para el arrepentimiento. Todos caemos en el pecado y la infracción. Infracciones las hay pequeñas y grandes. Tenemos que pedir perdón a Dios Altísimo, solicitar Su clemencia, arrepentirnos y volver hacia Dios. Debemos de tener la determinación de no incurrir en pecado. A veces, una persona toma la decisión de no pecar, pero luego se descuida, cae en el error, comete deslices y ese mismo pecado viene por ella, y una vez más tiene que arrepentirse y pedir perdón. Ahora bien, esa súplica de perdón debe ser seria y real. La intención de no pecar tiene que ser real y seria. Sobre la plegaria y la atención a la misma hallamos en la tradición: Wa-l-yajruch min madálimi-n-nas. Para que su ruego sea atendido, la persona debe abandonar la injusticia contra la gente. Según otro hadiz, Dios Altísimo se dirigió así al profeta Moisés: Ya Musa úd’uni bi-l-qalbi-n-naqiyyi wa-l-lisani-s-sadiq. Hablen a Dios teniendo el corazón puro y la lengua veraz, y ruéguenle. La plegaria será indudablemente atendida».

Sermones del rezo del viernes 21 de octubre de 2005 en Teherán.

Hacer a Dios ruegos verdaderos

«En la plegaria es necesario pedir a Dios Altísimo haciendo un ruego verdadero. Tal plegaria es atendida. Si va acompañada de la acción y el esfuerzo en pos de grandes objetivos, la posibilidad de que sea respondida es realmente mayor. Cuando el ruego se repite continuadamente, sin duda la probabilidad de que sea atendido es mayor. Si se ve que una plegaria se ha repetido varias veces y no ha sido atendida, no hay que desesperar, en especial en los grandes asuntos, en los asuntos relacionados con el destino de uno, del país y de las naciones, porque a veces la naturaleza de las cosas grandes es tal que lleva tiempo realizarlas».

De los sermones del rezo del viernes 25 de diciembre de 1998 en Teherán.

Creer en la efectividad de la plegaria

«Otro de los requisitos para que la plegaria reciba respuesta es que uno la rece con conocimiento: que sepa que esa plegaria, ese ruego, se hace a alguien que tiene el poder de realizar para el ser humano cuanto este pida. En otras palabras, ha de creer en la efectividad de la plegaria. Al Imam Sadiq (con él la bendición y la paz) se le dijo: Nad’u fa-la yastayabu la-na. Rogamos, pero no vemos el efecto de la respuesta a la plegaria. Y él contestó: Li-ánnakum tad’una man la ta’rafúnahu. Ruegan ustedes sin conocimiento. En otro hadiz se dice sobre el conocimiento en la plegaria: Ya’lamuna anni áqdiru ala an u’tíyahum ma yas’alunni. Crean en el poder de respuesta de Dios. En la plegaria, piensen en cosas enjundiosas, hagan ruegos sustanciosos. Pidan la felicidad para este mundo y para el otro, sin decirse que son cosas mayúsculas y que es demasiado. No, para Dios Altísimo eso no es nada. Lo fundamental es que pidan ustedes verdaderamente, cumpliendo esos requisitos. Dios Altísimo responderá esas peticiones».

Sermones del rezo del viernes 21 de octubre de 2005 en Teherán.

Movimiento y acción, requisitos para que las plegarias sean atendidas

«Lo característico del Islam es que contiene en sí todos los factores del desarrollo humano. Hay en él desarrollo tanto material como espiritual. En otras palabras, en el Islam está “creó para vosotros todo lo que hay en la Tierra” (Sagrado Corán, 2:29); y también: “Di: ‘¿Quién prohíbe los adornos que Dios ha creado para Sus criaturas?’” (7:32). Está el aprovechamiento de los recursos materiales; están el trabajo y el esfuerzo; está el Profeta besando las manos del trabajador, el Príncipe de los Creyentes trabajando. Todo eso tiene un significado. Tenemos también que, si alguien no trabaja, su plegaria no es atendida. En tiempos del Mensajero de Dios, ciertas personas se encerraron en casa y dijeron: “Dios Altísimo ha prometido que ‘quien confíe en Dios tendrá suficiente con Él’ (Sagrado Corán, 65:3)”. En fin. “Nosotros confiamos y nos quedamos en casa”. Cuando el Profeta se enteró, les dijo: “¡Dios no atenderá ni una sola de sus plegarias!”. ¿Por qué es eso? Para que la sociedad se desarrolle desde el punto de vista material, se ocupe de construir y se expanda. (…) Además, junto al desarrollo material, el Islam produce también desarrollo espiritual. Nos dice que debemos ir a la puerta de la casa de Dios: “Di: ‘¡Mi Señor no os prestará atención si no le suplicáis!’” (Sagrado Corán, 25:77). Tienen que rogarle. “Y vuestro Señor dice: ‘Invocadme y Yo os contestaré’” (40:60). Tienen que suplicar a Dios para oír su respuesta».

Discurso en el encuentro con religiosos y predicadores del 15 de mayo de 1996.

Pedir a Dios todo lo que se necesita

«Para satisfacer las necesidades, no consideremos ninguna de ellas tan grande que nos digamos: “Esto que necesito ya sí que no se le puedo pedir a Dios, es demasiado grande”. No. Si lo que se necesita no es contrario a la naturaleza o a las tradiciones de la Creación, si no es imposible, por más grande que sea no es problema, pídanlo a Dios. Ustedes dicen todos los días del mes de Ramadán tras cada oración, según la tradición de los Catorce Infalibles: Al-Lahumma ádjil ala ahli-l-quburi-s-surura, al-Lahumma agni kul-la faqirin. Piden a Dios que enriquezca a todos los pobres. No dicen “los pobres de Irán” ni “los pobres del Islam”, sino  agni kul-la faqirin. Esto es muy importante ―volveré a este mismo tema nuevamente, si Dios quiere, en el segundo sentido―. “Dios mío, enriquece a todos los pobres”… se trata de algo de mucha enjundia, de mucha consideración, pero aun así se lo pedimos a Dios. Si se elimina lo que obstaculiza que se enriquezcan, ¿por qué no va a suceder? El fenómeno de la pobreza no es al fin y al cabo algo inherente a la sociedad. En las sociedades humanas, la pobreza es algo impuesto. A los pueblos y los individuos, la pobreza les es impuesta. Si desaparecen quienes la imponen, las potencias opresoras, prepotentes y avariciosas, ¿por qué no iba a ser atendido ese ruego? Es posible que se cumpla. Esa plegaria sigue así: al-Lahumma ashbi’ kul-la ya’i’, al-Lahumma-ksu kul-la uryanin. ¡Tal es la magnitud del deseo que se pide a Dios! En la plegaria del alba de los viernes, que es mustahabb, está recomendada y es una plegaria excelente y además es corta ―si les resulta posible, no dejen de recitarla―, se piden primero algunas cosas a Dios y luego llega esta frase: ilahi túmuhu-l-amali qad jabat il-la ladayka wa ma’ákifu-l-himami qad taqátta’at il-la ‘alayka. “¡Dios mío! La avidez y la desmesura en las esperanzas y deseos condenan a la desesperación, salvo cuando se exponen ante Ti”. La caravana de nuestros ruegos está condenada a no llegar desde que parte, a no ser que se dirijan a Tu puerta. ¿Acaso Dios va a tener miedo de los grandes deseos del ser humano? ¡Pidan a Dios lo máximo posible! No se diga alguien: “Bueno, yo esto que quiero, si lo pido para mí mismo, es factible, pero pedir salud para todos los seres humanos es desmesurado, ¿cómo voy a pedirle eso a Dios?”. No, no, pídanlo; pidan para la humanidad, pidan para todos los seres humanos, algunas cosas pídanlas para todos los musulmanes. En esa misma plegaria: al-Lahumma aslah kul-la fásidin min umuri-l-muslimín. Ahí, sí; es para los musulmanes. Es un ruego específico para la gente del Islam, que eso ahí tiene sus razones. Acaso para quienes no son gente del Islam no sea posible; o acaso sin que rija el Islam no haya posibilidad de que Dios Altísimo elimine todas las causas de corrupción. No es posible, por principio. El Islam es un requisito.

Así que ese es un aspecto del asunto. Por cierto, no teman tampoco que el deseo sea pequeño. Pidan también a Dios los deseos pequeños, los deseos minúsculos. Nos dicen los hadices: pidan a Dios aunque sea cordones para los zapatos, algo extremadamente humilde. Hay un hadiz del Imam Baqir (con él la bendición y la paz) que dice: la tuhháqiru saguiran min hawá’iyikum fa-inna ahabba-l-mu’minina ila-l-Lah as’áluhum, “no despreciéis los pequeños deseos, pedídselos a Dios”. Muy bien. Cuando una persona necesita cordones para los zapatos, va a la esquina, en la calle, y los compra en el puesto. ¿Y eso requiere plegarias? ¡Pues sí! Sí. En cuanto sientan que necesitan unos cordones para los zapatos o cualquier otra cosa igual de minúscula, vuelvan su corazón hacia Dios y digan: “¡Señor! Haz que me llegue esto también”. ¿Y de qué manera llega? De la siguiente: metiendo dinero en el bolsillo, yendo a la esquina, comprándolos en el puesto y usándolos luego. Pero pídanlos a Dios. Porque, aun cuando hayan ido a la tienda ustedes, hayan pagado y los hayan comprado al tendero, ¿quién les ha dado los cordones? ¡Sigue siendo Dios quien se los ha dado! Al ser humano no le llega nada salvo a través de Dios. Todo lo que nos llega nos lo da Dios. Pues bien, eso que Dios da, pidámoselo.

¿Y por qué pedirlo? Una de las razones de que hayan dicho que se pidan a Dios hasta los deseos más pequeños es que prestemos atención a nuestras propias necesidades, nuestra impotencia, insignificancia e indigencia, para que veamos lo desvalidos que estamos. Si Dios Altísimo no ayuda, no da la posibilidad, no da energías, no da ideas, no da iniciativa y no proporciona los medios, no llegarán a nuestras manos ni siquiera esos cordones para los zapatos. Si ustedes salen de casa a comprar unos cordones pero por la calle les roban el dinero o se les pierde, o bien la tienda en cuestión está cerrada o a mitad de camino ocurre algo importante que los obliga a regresar, no obtendrán esos cordones. Por tanto, pídanlo todo a Dios; incluso los cordones de los zapatos, incluso las cosas más pequeñas, incluso su alimento de cada día. Dejen que se rompa ese falso ego hinchado dentro de nuestro pecho, que decimos “yo” y nos imaginamos que es en nosotros donde están concentradas todas las energías. Ese ego hace a las personas desdichadas. Muy bien, estas han sido unas consideraciones sobre la plegaria y cómo el ser humano alcanza sus deseos a través de ella».

Discurso de los sermones del rezo del viernes 17 de febrero de 1995.

Rogar a Dios todo el tiempo, no solo en momentos de apuro

«Rueguen a Dios. Las plegarias no son exclusivas de los momentos de apuros; hay que rezar siempre. Algunos se figuran que se tiene que rogar cuando hay problemas, desgracias y calamidades. No, incluso cuando alguien vive en circunstancias normales debe rogar y mantener la relación con Dios. Según lo expresa un hadiz, “hacer que su voz resulte familiar a los espíritus del mundo angélico superior”. La plegaria es necesaria siempre. Pidan a Dios por sus necesidades propias, por las necesidades de los hermanos en la fe, por las necesidades de todos los musulmanes del mundo entero, por los asuntos públicos del país, que se eliminen los problemas, que se faciliten brillantes avances para el país y para la República Islámica. El mayor beneficio de la plegaria es el que le llega de inmediato a usted, el que ruega; es decir, la creación de una relación con Dios Altísimo y el sentimiento de amor y de entusiasmo por acercarse al Señor del Universo. Ese es el logro más inmediato, el que le corresponde a usted mismo, el orante».

Sermones del rezo del viernes 21 de octubre de 2005 en Teherán.

Apreciar la oportunidad para la plegaria que son los meses de rayab y shaabán

«Los meses de rayab y shaabán son meses de preparación del corazón del ser humano para el mes de ramadán. (…) Rueguen a Dios, vuelvan hacia Dios sus corazones puros y hablen con Él. El lenguaje con que se habla a Dios no es un lenguaje especial, pero nuestros Infalibles ―personas que recorrieron una tras otra las estaciones de la cercanía a Dios― Le hablaron con términos excelentes. Fueron ellos quienes nos enseñaron la manera de hablarle. La letanía de Shaabaniya, las plegarias de los meses de rayab y shaabán, con esos conceptos sublimes, esas enseñanzas sutiles y luminosas expresadas en términos milagrosamente bellos, son un vehículo para nuestros ruegos a Dios. Yo los invito a todos ustedes, queridos, a prestar atención a la plegaria en estos días, a prestar atención a las oraciones diarias, a dar la bienvenida al ayuno y a aprovechar los días y las noches del mes de ramadán».

Discurso del encuentro del 11 de noviembre de 2001 con vecinos de Kashán y de Arán o Bidgol.

El valor de la plegaria en las auroras y las noches del venturoso mes de Ramadán

«La oportunidad de ayunar es para ustedes una oportunidad muy valiosa. Puede ablandar mucho sus corazones y acercarlos a la actitud de humildad para que puedan hablar con Dios. De esa manera deben elevarse las plegarias. En estas noches, las plegarias que hay para las auroras y para las noches y que no son específicas de las Noches del Destino o siquiera de estas noches en particular, sino que son para todas las noches, son de gran valor. Aparte de las enseñanzas que hay en ellas, el mismo sentimiento de imploración y humildad que le llega a uno durante el ruego es de gran valor».

Discurso pronunciado el 25 de junio de 2016 en un encuentro con las familias de los mártires del Siete de Tir (1) y de mártires de la Defensa del Santuario (2).

(1) El 7 de tir de 1360 h.s. (28 de junio de 1981), setenta y tres miembros del Partido de la República Islámica alcanzaron el martirio en un atentado terrorista con bomba cometido por la Organización de los Muyahidines del Pueblo. En la historia de la República Islámica de Irán, a las personas martirizadas en aquel suceso se las conoce como «mártires del Siete de Tir».

(2) Uno de los objetivos de los grupos terroristas y takfiríes como Daesh durante la crisis de Irak y Siria fue destruir los sagrados santuarios de los Imames chiíes y sus descendientes en ambos países. Los mártires de la Defensa del Santuario son aquellos que alcanzaron el martirio en la labor de evitar tales destrozos. Dichas personas son nacionales de países tales como Irán, Siria, Irak, Afganistán y Líbano.

No pedir a Dios Altísimo cosas contrarias a la naturaleza

«Hay veces en que, por más que una persona hace ruegos a Dios, estos no son atendidos. ¿Cuál es la razón? Las tradiciones religiosas resuelven esa cuestión para nosotros. Por ejemplo, en los hadices aparece que, si no se dan las condiciones del ruego, este no es atendido. Al fin y al cabo, un ruego tiene ciertos requisitos. Los grandes de la religión han dicho: “No pidáis a Dios Altísimo cosas imposibles”. Se cuenta en un hadiz que, un día, uno de los compañeros del Nobilísimo Profeta (con él y su familia la bendición y la paz de Dios) alzó una plegaria en su presencia diciendo: al-Lahumma la tuhwichni ala áhadin min jalqik. “¡Dios mío, no me pongas en la necesidad de ninguna de tus criaturas!”. Fa-qala rasulu-l-Lah sal-lal-Lahu alayhi wa alih, la taqulánnaha kada. El Profeta (con él y su familia la bendición de Dios) respondió: “No digas eso”. Fa-laysa min ahadin il-la wa huwa muhtayun ila-n-nas. ¿Acaso es posible que un ser humano no necesite a los demás? “No digas: ‘Dios mío, no me pongas en la necesidad de nadie’. Eso es contrario a la naturaleza humana, contrario a la ley divina y contrario a la naturaleza imprimida por el Creador en el ser humano. ¿Por qué dices ‘Dios mío, no me pongas en la necesidad de nadie’? Ese ruego no será atendido”. Entonces  le preguntó: “¡Mensajero de Dios! ¿Cómo he de rogar a Dios entonces?”. Y le contestó: qul al-Lahumma la tohvechni ila shirari jalqik. Eso sí está bien. Eso sí es posible. Di: “Dios mío, no me pongas en la necesidad de los malvados de entre tus criaturas”, “no hagas que necesite a gente malvada”, “no hagas que necesite a gente mezquina”. Eso sí es correcto. Eso sí es posible. Pídanle a Dios eso. De manera que, si le pedimos a Dios Altísimo algo imposible y contrario a las leyes ordinarias del mundo, no se cumplirá».

Discurso de los sermones del rezo del viernes 17 de febrero de 1995.

 

5) Qué se obtiene con la plegaria

Enseñanza y purificación

«Las plegarias del mes de rayab son todo un mar de conocimiento. En la plegaria, no se trata solo de que el ser humano acerque su corazón a Dios. Se trata de eso y se trata también de aprendizaje. En la plegaria hay tanto enseñanza como purificación. La plegaria, además de iluminar la mente ―esas plegarias maasur (1) de los Imames, con ellos la paz―, enseñándonos verdades y conocimientos que necesitamos en la vida, dirige el corazón hacia Dios. Han de tener en gran estima el recuerdo de Dios. Este mismo rezo de viernes de ustedes es un ejemplo de recuerdo de Dios. «Apresuraos a acudir al recuerdo de Dios» (Sagrado Corán, 62:9). Aquí, lo que debe dominar sus corazones, sus lenguas y sus movimientos es el recuerdo de Dios ―con el corazón en el recuerdo de Dios, la lengua pronunciando el nombre sagrado del Creador y los movimientos de las manos, de los pies, del cuerpo, orientados hacia el recuerdo del Creador y la obediencia a los mandatos divinos. Eso es lo que necesitamos cada uno de nosotros».

(1) Se llama maasur a la plegaria transmitida por alguno de los Catorce Infalibles del Islam (chií).

De los sermones del rezo del viernes 19 de junio de 2009.

Evitar la inconsciencia

«¿Qué se obtiene con la plegaria? Cuando nos dirigimos a Dios, Lo sentimos cerca de nosotros como nuestro interlocutor y hablamos con él. Entre los beneficios de la plegaria está ese. Mantener vivo en el corazón el recuerdo de Dios elimina la inconsciencia, siendo esta, el olvido de Dios, la madre de todos los descarríos, envilecimientos y corrupciones del ser humano. La plegaria elimina la inconsciencia del corazón del ser humano, hace que recuerde a Dios y mantiene viva en el corazón Su memoria. El mayor daño que sufren los individuos privados de la plegaria es que el recuerdo de Dios desaparece de sus corazones. El olvido y la inconsciencia de Dios Altísimo es muy nocivo para la criatura de este mundo».

Sermones del rezo del viernes 21 de octubre de 2005 en Teherán.

Refuerzo y asentamiento de la fe en el corazón

«Se obtiene también de la plegaria el refuerzo y asentamiento de la fe en el corazón. Es característico de la plegaria consolidar y afianzar la fe en el corazón. La fe que declina ante los sucesos del mundo y las adversidades, las alegrías, los placeres y los diversos estados del ser humano corre peligro de desaparecer. Ustedes conocerán a personas que tenían fe, pero ante la riqueza o el poder mundanos, ante los goces del cuerpo y los deseos del corazón, esa fe se perdió. Esa es una fe tambaleante e inestable. Lo característico de la plegaria es que estabiliza y afianza la fe en el corazón del ser humano. El riesgo del declive de la fe se elimina mediante la plegaria y la persistencia en la atención a Dios Altísimo».

Sermones del rezo del viernes 21 de octubre de 2005 en Teherán.

Insuflar en el hombre pureza de intención

«Algo que se obtiene mediante la plegaria es insuflar en el hombre pureza de intención. Hablar a Dios y verse cerca de Él da al ser humano pureza de intención, y quien dice pureza de intención dice hacer las cosas por Dios. Todo puede hacerse por Dios. Los buenos siervos de Dios realizan todos los actos ordinarios y cotidianos de la vida con la intención de acercarse a Dios y pueden hacerlo. Luego hay otros que no pueden hacer por Dios ni siquiera los actos más relacionados con el acercamiento a Dios y la adoración, como la oración diaria. La falta de pureza de intención supone un gran sufrimiento para el ser humano. La plegaria la insufla en él».

Sermones del rezo del viernes 21 de octubre de 2005 en Teherán.

Capacidad de enfrentarse a los problemas

«En el momento de expirar, entramos en otro mundo. Debemos prepararnos para ese día. Todo este mundo, todas estas riquezas, todas estas energías que Dios Altísimo ha depositado en su ser en este mundo, todo lo que Dios ha querido para el hombre ―gobierno justo, vida acomodada, etcétera, etcétera― es para que el ser humano tenga la oportunidad de prepararse para el éxtasis del otro mundo. Prepárense, intimen con Dios, implórenle, evóquenlo y pídanle perdón. Las personas que se vuelven así hacia Dios, purifican sus corazones, se apartan del pecado y deciden hacer el bien son en ese momento seres grandiosos que pueden enfrentarse a los problemas de este mundo».

Discurso de los sermones del rezo de viernes del 31 de enero de 1997 en Teherán.

Transformación de los corazones impuros en el sentido correcto

«La plegaria es ese elixir que puede revolucionar y guiar hacia la recta vía los corazones contaminados de desesperanza, enturbiados por el pesimismo o adulterados por sentimientos equivocados. Tal cosa es la plegaria. Aprovechen ustedes estas noches (de Ramadán). Son ustedes las personas más apropiadas, que pueden rogar a Dios y beneficiarse realmente de la plegaria. Eso sí, pronunciar las palabras de la plegaria ―recitar uno esas palabras sin comprender bien su significado o entendiendo un aspecto superficial de él― es solo una etapa inferior del ruego a Dios, mientras que fusionarse con ese significado, con sus conceptos y sumergirse en estos es muy valioso».

Discurso del encuentro con poetas del 1 de julio de 2015.

Librarse de la necesidad de mendigar a otros

«El ser humano es todo él necesidad, de pies a cabeza. ¿A quién debemos pedir que resuelva los problemas y satisfaga las necesidades? A Dios Altísimo, puesto que es Él quien conoce nuestras necesidades y deseos: “Y pedid a Dios que os otorgue de Su favor. En verdad, Dios conoce bien todas las cosas” (Sagrado Corán, 4:32). Dios sabe lo que ustedes quieren, lo que necesitan y qué cosas le piden a Él y le preguntan, de manera que pidan a Dios. En otro sitio, manifiesta: “Y vuestro Señor dice: ‘Invocadme y Yo os contestaré’” (40:60). Su Señor dijo: “Ruéguenme”, es decir, “llámenme y yo les daré respuesta”. Claro está que esa respuesta no implica necesariamente el cumplimiento del deseo. Dice: “Daré respuesta”, astayib lakum. Pero en muchos casos esa respuesta divina sí va acompañada de la satisfacción de la necesidad y el suministro de lo que ustedes han pedido. Por tanto, (…) el ser humano tiene ciertas necesidades y la satisfacción de esas necesidades debe pedirla a Dios. Hay que ir a la puerta de la casa de Dios para no tener necesidad de mendigar a los demás».

Discurso de los sermones del rezo del viernes 17 de febrero de 1995.

Relación íntima y conexión con la Sacratísima Esencia Divina

«Una de las bendiciones de las plegarias maasur (1) que nos han llegado de los Imames (con ellos la paz) es que están llenas de conocimiento divino. El Sahifa sayadiya, la plegaria de Kumayl, la letanía de Sha’baniya, la plegaria de Abu Hamza al-Zumali y las demás plegarias que se han establecido rebosan de conocimiento divino tal que, si alguien las lee y las entiende, además de la relación íntima y la conexión que halla con la Sacratísima Esencia Divina y con lo Divino, adquiere además de las oraciones una inmensa cantidad de conocimiento».

(1) Se llama maasur a la plegaria transmitida por alguno de los Catorce Infalibles del Islam (chií).

Declaraciones hechas en los sermones del rezo del viernes del 13 de octubre de 2006 en Teherán.

Aligerarse de apegos puramente materiales

«El mes de Ramadán (…), además de ser un periodo para el Corán, para la atención a Dios, para el zekr, para recordar a Dios y para librarse y aligerarse en cierta medida de los apegos puramente materiales, del vientre y esas cosas, es también un periodo para el aprendizaje. Estas mismas plegarias son fundamentalmente lecciones. Ojalá (…) conocieran ustedes su significado traducido. Quizá al menos algunos de ustedes lo conozcan. Estas plegarias están realmente llenas de sabiduría, de tal modo que si se saca de la forma rogatoria constituyen auténticas, sólidas y potentes enseñanzas islámicas de las que en nuestras tradiciones hay pocos equivalentes; solo que, por distintos motivos, se expresan en el lenguaje de la oración. Que se nos haya dicho de recitar estas plegarias es para que aprendamos, además de que prestemos atención a Dios y nos acerquemos a Él. Debemos aprovechar esta oportunidad».

Discurso del encuentro del 26 de febrero de 1992 con directivos provinciales de la radiotelevisión pública iraní.

«Que nadie se imagine que, en la vida de una nación que se está construyendo, la plegaria y la imploración a Dios no tienen un papel importante. Al contrario, una nación que tiene un camino arduo ante sí y quiere realizar una gran tarea necesita, junto al trabajo, el esfuerzo y el Yihad, mantener abierta la puerta a la plegaria, a la atención al Señor y a la petición de Su ayuda. Ustedes ven en la historia del Islam como los Infalibles (con ellos la paz), incluidos el propio Nobilísimo Profeta y el Príncipe de los Creyentes (con ellos la bendición y la paz), en los campos de batalla, en situaciones de gran peligro y al acometer grandes tareas abrían las manos para suplicar intercesión o rogar a Dios. Nadie puede decir que el Profeta y los musulmanes de los inicios del Islam no hicieran esfuerzos o no trabajaran. No hay esfuerzo superior al que ellos hicieron. Aquellos diez años en que el Profeta estuvo al mando de la sociedad islámica de entonces fueron años de trabajo y esfuerzo de principio a fin. Pero, al mismo tiempo, pese a aquel trabajo y esfuerzo, paralelamente, ocuparon también su lugar la plegaria, la imploración, la contrición, la súplica del perdón y el ruego al Señor del Mundo. Si un pueblo quiere llegar a buen puerto en su camino, debe corregir y mejorar su relación con Dios. Si quiere realizar grandes obras, debe pedir la ayuda de Dios. Si el ser humano quiere apartar de su corazón el miedo a los enemigos, no debe temer a las grandes potencias (…). Para no temer a las potencias, el ser humano debe temer a Dios. Un corazón que se llene de temor a Dios, de amor a Dios y de atención al Señor no tendrá ya miedo a ningún poder. Para eso sirve la plegaria. El gran secreto del éxito de nuestro honorable imam (Jomeiní), a quien ustedes veían firme como una montaña, fue aquella firmeza suya, obtenida mediante la relación con Dios. La relación con Dios tiene ese beneficio. La insistencia ocasional de un servidor en la plegaria y la imploración, especialmente en el caso de ustedes los jóvenes, se debe a que el futuro del país está en sus manos. El destino de esta nación está en manos de la juventud, y los jóvenes no deben albergar en sus corazones temor a las potencias y a los extranjeros ni deben dejarse embaucar por ellos. Esa ausencia de miedo, temor y embelesamiento se obtienen mediante la intimidad con Dios, la plegaria, la imploración y la atención a Dios».

Discurso del encuentro del 18 de mayo de 1994 con personas de distintos estratos sociales.

Crecimiento personal y desarrollo de virtudes morales

«Algo que se consigue con la plegaria es crecimiento personal y el desarrollo en la persona de virtudes morales. Poniendo la atención en Dios Altísimo y hablando con Él, el ser humano fortalece en sí mismo las virtudes morales; es una propiedad forzosa y natural de la intimidad con el Creador. Por esto, la plegaria es una escala para la ascensión del ser humano hacia hacia la perfección. Por el otro lado, la plegaria elimina de la persona los vicios morales; elimina del ser humano la codicia, la soberbia, el egoísmo, la hostilidad para con los siervos de Dios, la pusilanimidad, la cobardía y la impaciencia».

Sermones del rezo del viernes 21 de octubre de 2005 en Teherán.

Relación con Dios y sentimiento de devoción ante Él

«La propiedad más importante de la plegaria (…). El mayor efecto y propiedad de la plegaria es la relación con Dios y el sentimiento de devoción  y servidumbre ante Él; es pedir a Dios Altísimo, que dará entonces respuesta. Por supuesto, la respuesta divina del Creador no está sujeta a condición ni requisito alguno; somos nosotros quienes obstaculizamos la respuesta con nuestros actos. Somos nosotros quienes hacemos que nuestra plegaria no sea objeto de atención, lo cual es en sí mismo uno de los conocimientos que pueden aprovecharse de las plegarias y es una de sus propiedades».

Sermones del rezo del viernes 13 de octubre de 2006 en Teherán.

Éxito en las esferas de la vida

«Si queremos (…) instaurar la justicia, el primer paso es confiar en la ayuda divina y fortalecer la relación de nuestro corazón con Dios. Aquí llegamos a las cuestiones de la plegaria, la adoración, la imploración, la oración fervorosa y el acto de encomendarse a Dios. (…) Si queremos recorrer con brío ese camino recto, esa vía sólida que nos enseña el Islam, necesitaremos fortalecer nuestra relación con el origen sublime, con el Altísimo. Esa relación está en la plegaria, en las oraciones diarias y en el alejamiento del pecado. Vean ustedes como el Príncipe de los Creyentes ―aquel hombre valeroso y robusto cuya intrepidez en el campo de batalla es célebre en el mundo, sin que nadie esté en desacuerdo al respecto―, al colocarse en el mihrab para la adoración,  yatamálmalu tamálmula-s-salimi, se retorcía como si lo hubiera mordido una serpiente, derramaba lágrimas, lloraba, restregaba la frente contra el suelo. Miren ustedes la plegaria de Kumayl y la letanía de Shaabaniya, atribuidas al Príncipe de los Creyentes. ¡Vean cómo imploraba aquel grande y noble ser humano ante el Creador! Es una lección para nosotros».

Discurso del encuentro del 16 de julio de 2008 con gente de distintos estratos sociales en el natalicio del Imam Alí (con él la paz).

Curación del ansia de poder y de estatus

«El ansia de poder, la búsqueda de estatus y posición social y la persecución de lo mundano en la forma que sea son condenables y rechazables a ojos del Príncipe de los Creyentes en todas las épocas (…). El recuerdo de Dios, la atención a la invocación y la imploración a Dios son el principal remedio que ofrece el Príncipe de los Creyentes para ello».

Sermones del rezo del viernes 19 de septiembre de 2008 en Teherán.

Asentar las enseñanzas en el corazón del ser humano

«Uno de nuestros deberes en el mes de Ramadán son las plegarias. La plegaria acerca al ser humano a Dios. Hace que las enseñanzas se asienten en el corazón del hombre y surtan efecto. Fortalece la fe, además de que el contenido de la plegaria ―que es ruego al Creador― sea Dios mediante atendido y el deseo de uno se cumpla. Es decir, que la plegaria comporta grandes bendiciones en varios aspectos. Es por eso que en el Sagrado Corán se habla muchas veces de la plegaria y de las súplicas hechas por los siervos justos de Dios. Todo ello es para enseñarnos una lección. Los profetas de Dios rogaban en los momentos de dificultad, pidiendo ayuda a Dios Altísimo. “Así pues, suplicó a su Señor: ‘¡En verdad, he fracasado! ¡Toma Tú la revancha!’” (Sagrado Corán, 54:10), como se cita del profeta Noé (con él la paz); o como se dice del profeta Moisés (con él la paz): “E imploró a su Señor: ‘¡Este es un pueblo de malhechores!’” (Sagrado Corán, 44:22). Moisés se quejó a Dios y buscó refugio en Él».

Sermones del rezo del viernes 25 de diciembre de 1998 en Teherán.

Recibir los mayores dones espirituales de Dios meditando sobre las plegarias

«El mes de rayab, el de shaabán y el de Ramadán son la fiesta de los siervos justos de Dios y de los amigos de Dios, porque son tiempo para confesarse a Dios, para implorarle, para centrar la atención en el Señor de Señores. En toda etapa del tiempo y cualquiera que sea la dignidad social en que se halle, el ser humano necesita comunicarse con Dios, necesita la plegaria, la atención a Dios y la imploración. Esa es una necesidad fundamental. Sin comunicarse con Dios, el ser humano queda vacío por dentro, sin sustancia, sin sentido y sin contenido. La atención a Dios y la comunicación con Él es el espíritu en el cuerpo del ser humano ―en el concreto y en el real―. Hay que aprovechar toda ocasión de fortalecer el vínculo entre el siervo y el Señor, y el mes de rayab es una de esas ocasiones. Las plegarias que se han dado para este mes son lecciones educativas. La plegaria debe conocerse. La plegaria, al mismo tiempo que conecta el corazón de la persona con Dios y llena su alma de pureza y espiritualidad, guía también su mente y su pensamiento. Estas plegarias son lecciones. Si reflexionamos sobre las ideas de estas plegarias, hallaremos en ellas los mayores dones espirituales de Dios. El hombre tiene plena necesidad de esas lecciones».

Discurso del 21 de octubre de 1998 con gente de distintos estratos sociales.    

Crear amor a Dios Altísimo

«Algo que se obtiene de la plegaria es crear amor a Dios Altísimo. La plegaria aviva el amor a Dios Altísimo en el corazón. En la Sacratísima Esencia del Creador se manifiesta toda belleza y toda bondad. La plegaria, la intimidad y la conversación con Dios Altísimo crean ese amor en el corazón».

Sermones del rezo del viernes 21 de octubre de 2005 en Teherán.

Guía divina

«Ese es mi consejo a la gente en general ―en particular, a quienes tienen mayor amor e interés por esta Revolución y su resultado― y considero que el remedio y lo que es indudablemente necesario es que el común de la gente refuerce la relación, la intimidad personal y la comunicación con Dios y la imploración a Dios. Ese es el camino del imam, y la guía divina se hace posible a resultas de esa comunicación y ese contacto con Dios».

Discurso del encuentro del 1 de marzo de 1990 con Guardianes de la Revolución.

Insuflar esperanza en el ser humano

«Algo que se obtiene de la plegaria es insuflar esperanza en el hombre. La plegaria da al ser humano poder de resistencia frente a los desafíos de la vida. Todos se encuentran, a lo largo de su vida, frente a ciertos sucesos y desafíos. La plegaria da al hombre capacidad y poder, fortaleciéndolo frente a los acontecimientos. Por eso en la tradición se habla de la plegaria como de un arma. Se cuenta que el Nobilísimo Profeta dijo: ala adul-lukum silahin yunyi kum min a’dá’ikum: “Les daré a conocer un arma que será para ustedes fuente de salvación”. Tad’una rábbakum bi-l-layli wa-n-nahari fa-inna silahu-l-mu’mini-d-du’á. Frente a los acontecimientos, la atención llevada hacia Dios Altísimo es en manos del ser humano creyente como un arma afilada. Por eso, en el campo de batalla, el Nobilísimo Profeta del Islam realizaba todas las tareas necesarias: preparar a la tropa, alinear a los soldados, pertrecharlos con lo necesario, darles las instrucciones de rigor, ejercer la supervisión como comandante…, pero al mismo tiempo, hincaba las rodillas también en medio de la contienda, alzaba las manos para suplicar, imploraba, hablaba a Dios Altísimo y Le pedía. Esa comunicación con Dios fortalece el corazón del hombre».

Sermones del rezo del viernes 21 de octubre de 2005 en Teherán.

Cumplimiento de deseos y necesidades

«‬‬Otra cosa que se obtiene mediante la plegaria es el cumplimiento de los deseos y necesidades. Una de las cosas que se consiguen con la plegaria es que los deseos y necesidades que tiene el hombre los pide a Dios Altísimo y Él los cumple. Por supuesto, las propiedades de la plegaria no se reducen a esa. Esa es una junto al resto de cosas que se obtienen rogando a Dios: “Y pedid a Dios que os otorgue de Su favor” (Sagrado Corán, 4:32). Rueguen a Dios Altísimo y pídanle a Él lo que necesitan. En la plegaria de Abu Hamza al-Zumali se dice así, en palabras del Imam Sayad (con él la paz): Wa laysa min sifátika ya sáyyidi an tá’mura bi-s-su’al wa támna’a-l-’atiha wa anta-l-mannanu bi-l-’atiyyat ‘ala ahli mamlakátika. Mandar a tus siervos que te pidan sin tener intención de llevar sus deseos a la práctica… eso no es posible. Cuando Dios Altísimo nos ordena a ustedes y a mí que Le pidamos y Le demandemos, lo que eso significa es que Dios Altísimo tiene la decisión de concedernos lo que le pedimos. Por eso dice el hadiz: Ma kana-l-Lahu li-yáftaha li-abdin ad-du’á fa-yúgliqa anhu baba-l-iyábati wa-l-Lahu akram min dalik. Dios Altísimo es demasiado generoso como para abrir la puerta de la plegaria y cerrar la de su respuesta».

Sermones del rezo del viernes 21 de octubre de 2005 en Teherán.

Limpiar de inconsciencia el corazón del hombre

«¿Qué se consigue mediante la plegaria? Primero, la plegaria limpia de inconsciencia el corazón del ser humano; hace que este recuerde a Dios y mantiene vivo ese recuerdo en su corazón (…). Lo segundo que se logra con la plegaria es fortalecer y asentar la fe en el corazón. Lo tercero, insuflar en el ser humano pureza de intención. Lo cuarto que se obtiene de la plegaria es superación personal y desarrollo en la persona de virtudes morales. Lo quinto que se consigue, crear amor a Dios Altísimo. Lo sexto, insuflar al hombre esperanza. Y otra cosa que se consigue rogando a Dios es el cumplimiento de los deseos y necesidades».

Sermones del rezo del viernes 21 de octubre de 2005 en Teherán.

No creerse débil y vincularse a la fuente del poder

«Ese es el secreto de que en los dichos de los Imames Puros y en las plegarias se nos incite tanto a acudir a la intermediación de Dios Altísimo, a encomendarnos a Él e implorarle. Cuando ustedes se apoyan en Dios, ínnama yáktafi-l-muktafuna bi-fadl-i-quwwatik fa-sal-la ‘ala Muhammad wa álihi wa-kfina, wa-ínnama yu’ti-l-mu’tuna min fadli yadatik fa-sal-la ‘ala Muhammad wa álihi wa-á’tina, wa ínnama. ¡Dios mío! A aquellos que en el mundo han sido capaces de preservarse de las tormentas, es una parte de tu fuerza lo que se les dio, de modo que concédenos también a nosotros de eso mismo. Así nos enseña el Imam Sayad en la plegaria, en el Sahifa sayadiya, a rogar a Dios, a pedirle. El que nos alienten a rogar a Dios y a implorarle es para que no nos extraviemos, para que no cometamos errores. No se menosprecien a sí mismos, no se crean débiles. Si se apoyan ustedes en la fuente inagotable del poder y la riqueza, no tendrán ya necesidad de nadie. Al-Lahumma ágnina ‘an hibati-l-wahhabina bi-hibatik wa-kfina wáhshata-l-qati’ina bi-silatik. Aun si el mundo entero les da la espalda, ustedes son poderosos».

Discurso del encuentro del 13 de agosto de 2018 con gente de distintos estratos sociales de Irán.

Profundizar en los asuntos de la religión y en las enseñanzas del Islam

«En el caso de aquellos que dan un traspié, en muchos casos que hemos visto se debió a una falta de reflexión y profundización sobre los asuntos de la religión y las enseñanzas del Islam. Había unos rituales, unos lemas, unos sentimientos, cosas de palabra, pero en sus corazones no había profundidad (…). Uno de los modos de dar esa profundidad a las creencias de un ser humano, a las bases de su pensamiento, a su espíritu y a su fe es familiarizarse con el Corán. Por tanto, asegúrense en la vida de tener presente el Corán de manera meditada y no dejen que se pierda. Otro son estas plegarias. En las plegarias fiables hay muchas enseñanzas que uno no encuentra en ningún lugar, salvo en ellas. Entre esas plegarias están las del Sahifa sayadiya. En las fuentes de nuestro conocimiento hay cosas que no se encuentran en absoluto si no es en el Sahifa sayadiya o en las plegarias maasur (1) de los Imames (con ellos la paz). Esas enseñanzas se expresan en el lenguaje de la plegaria. No es que quisieran ocultarlas. La naturaleza de ese conocimiento es tal que puede expresarse en ese lenguaje, no con otro. Algunos conceptos no son expresables en modo alguno más que mediante el lenguaje de la plegaria, la imploración, la conversación y el susurro al Creador del mundo. Por eso apenas vemos ese tipo de enseñanzas en los hadices ni tampoco siquiera en La cumbre de la elocuencia. Sin embargo, en el Sahifa sayadiya, en la plegaria de Kumayl, en la letanía de Shaabaniya, en la plegaria de Arafat del Imam Husain, en la plegaria de Arafat del Imam Sayad y en la plegaria de Abu Hamza al-Zumali vemos ese tipo de enseñanzas en abundancia. No descuiden las plegarias, dedíquense a ellas y rueguen a Dios».

(1) Se llama maasur a la plegaria transmitida por alguno de los Catorce Infalibles del Islam (chií).
Discurso del encuentro del 9 de octubre de 2005 con ministros del gobierno de la República Islámica de Irán.

Alejar las calamidades

«Hay un hadiz del Imam Sayad (con él la paz) que dice: ad-du’á yádfa’u-l-bala’i nazil wa ma lam yanzel. Con la plegaria pueden evitar tanto esa calamidad que les ha sobrevenido como la calamidad no sobrevenida. Si no elevan plegarias, esa calamidad se dirigirá hacia ustedes. Se trata de una cuestión de inmensa importancia. Dios Altísimo ha dado al hombre un medio por el que puede hacer que se cumplan sus deseos y necesidades, salvo en los casos excepcionales a los que ahora me referiré. ¿Y qué medio es ese? Rogar a Dios Altísimo».
Discurso de los sermones del rezo del viernes 17 de febrero de 1995.

Avenirse a la moral divina y humana

«Formar al ser humano consiste en primer lugar en reparar el corazón y cultivar el espíritu (…). Ya ven ustedes, en este mismo mes de rayab, el afán que se pone en las plegarias de este mes y en otras para que el ser humano se transforme en su interior y en su corazón, embelleciéndose así con los ornamentos de la moral divina y humana. Formar al ser humano es eso. Ese es el propósito y objetivo esencial de todas las revoluciones divinas y de las misiones de los profetas. Al-lahumma inni as’áluka sabra-sh-shakerina laka wa ámala-l-ja’ifina minka wa yáqina-l-’abidina laka. Esa es la sustancia de las plegarias (…). Yo pido a nuestros queridos jóvenes ―quienes gracias a Dios gozan de corazones puros, de espíritus preparados, de conciencias claras y de una mayor disposición y adolecen de menos impurezas― que hagan esfuerzos para su propia transformación interior mediante el zikr, la atención, la plegaria y, en particular, la pureza de intención».

Discurso del encuentro del 9 de enero de 1992 con gentes de Qom.

 

6) Motivos e ideas contenidos en las plegarias

La reprobación de los bajos instintos y pasiones del ser humano

«El camino de Dios se opone al de las pasiones (…). De manera que está claro lo que hay que hacer: resistir a los apetitos sensuales, conocerlos y recorrer el camino de Dios soportando sus disgustos. Son esos los factores que llevan al ser humano a la felicidad. Es por eso que ustedes ven que, en las plegarias y las súplicas y en las palabras de los Imames (con ellos la paz) se reprueban hasta tal punto los bajos instintos y las pasiones humanas o individuales; y por eso es que en el Sahifa sayadiya leemos: Hada maqamu man istahya li-náfsihi minka, lo que quiere decir: «¡Señor! Me avergüenzo ante Ti por los descuidos de mi ego». Fíjense ustedes en que quien habla es el Imam Sayad (con él la paz). Un servidor no cree que los Imames (con ellos la paz) dijeran lo que decían en sus plegarias, a media noche, implorando y entre llantos, tan solo para que aprendiéramos nosotros de ellos, sino que buscaban expresar la verdad. Ahora bien, la cuestión de las pasiones sensuales difiere según el grado del espíritu de que se trate. Acaso lo que aquel gran hombre consideraba pasión sensual sea en nuestra vida incluso adoración o equivalga a realizar una obra encomiable. Pero eso mismo, en la vida y en la configuración existencial del Imam Sayad, era pasión sensual. Al ser mucho su esplendor, la sutileza de su alma y su pureza anímica y espiritual son muy elevadas».

Discurso del encuentro del 20 de septiembre de 1994 con comandantes del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI).

La expresión en la oración de deseos connaturales al ser humano

«Si se comprende el significado de las plegarias y se fija uno en él —por ejemplo, en el de la plegaria de Abu Hamza al-Zumali o la del Imam Hosein (con él la paz) en el día de Arafa, que son ambas muy largas y, al conocerse el significado y no prestarse atención, a veces la mente se distrae—, resulta imposible cansarse de la plegaria aun siendo tan larga. El diálogo que se establece en esa súplica entre ese digno y cabal siervo elegido de Dios y el Creador es tan cautivador, tan agudo y tan verdadero —es decir, que expresa los deseos connaturales al ser humano— que es imposible que nadie se canse nunca de él».

Conversación íntima del Líder de la Revolución con un grupo de jóvenes y adolescentes, el 3 de febrero de 1998.

El recuerdo en las plegarias de las vulnerabilidades espirituales

«Las plegarias que rezamos están llenas de sabiduría. En las plegarias maasur (1) que nos han llegado de los Imames (con ellos la paz), hay aspectos para la reflexión referidos a las enseñanzas islámicas que para el ser humano son verdaderamente necesarios. (…) Uno de esos aspectos es que nos recuerdan las vulnerabilidades espirituales, alertándonos de la posibilidad de sufrir golpes a través de esos puntos y vernos lastimados. En la noble plegaria de Abu Hamza, se dice en un momento: al-Lahumma jússani minka bi-jássati díkrika wa la tách’al shay’an mimma-taqárrabun bihi fi ana’i-l-layli wa-trafi-n-nahari ria’an wa la súm’atan wa la asharan wa la bátara. ¡Oh, Señor! Haz que en los actos por mí realizados no haya ostentación de virtud ni falsía. Que no sean para que los vean este o aquel; que no sean para que corran de boca en boca y la gente se diga: “¿Se han enterado de tal cosa tan buena que ha hecho fulano de tal y de lo bien que cumple sus devociones?”. Que no sean por exhibicionismo o vanidad. Al fin y al cabo, a veces el ser humano hace cosas por lucimiento o vanidad y presume de ellas, como diciendo: “¡Pues sí! Soy yo quien he hecho estas cosas”. No debe haber de eso. Es ahí donde están esas vulnerabilidades. Una persona realiza muchas cosas positivas, pero basta que haya algo de presuntuosidad y afectación para hacer que sean “como polvo disperso en el aire”: las destroza y las echa a perder. Los Infalibles (con ellos la paz) nos ponen en guardia y nos dicen: “Tengan cuidado de que esto no suceda”. Wa ach’alni laka min-al-jashi’ina (“e inclúyeme entre los humildes”)… y lo que sigue. De manera que el segundo punto es que en estas plegarias pueden encontrarse muchas enseñanzas. Por ejemplo, en las primeras frases de la plegaria de Kumayl recitamos: Al-Lahumma-gfir li-d-dunuba-l-lati táhtiku-l-‘ísama. Al-Lahumma-gfir li-d-dunuba-l-lati túnzilu-n-níqama. Al-Lahumma-gfir li-d-dunuba-l-lati tugáyyiru-n-ní’ama. Hay pecados que hacen caer en la ignominia; hay pecados que dejan las cosas al descubierto; pecados que hacen descender sobre el hombre el castigo divino; pecados que privan al hombre de las bendiciones. Al-Lahumma-gfir li-d-dunuba-l-lati táhbisu-d-du’á. Y hay también pecados que aprisionan la plegaria. ¡Dios nos guarde! Puede ocurrir que una persona cometa tal pecado que, por más que suplique, su plegaria se vuelva infructuosa y estéril. ¿Y en qué se nota que la plegaria se ha vuelto estéril? En que la persona se ve privada del estado de ánimo propicio para rezar. Sobre este particular, se citan unas palabras de una gran persona. No sé si la cita es de un Infalible (con él la paz) o no. En cualquier caso, son palabras sabias: “Temo más que me quiten la plegaria que verme privado de que se cumpla”. A veces se ve uno privado del estado de ánimo propio de la súplica. Eso es mala señal. Si vemos que, en el momento de rezar una plegaria, al implorar, al centrar nuestra atención en Dios y acercarnos a Él, nos faltan por completo el entusiasmo y las ganas de rezar, no es buena señal. Por supuesto, se puede arreglar. Poniendo atención, suplicándolo y queriéndolo, el ser humano puede verdaderamente recibir de Dios el estado de ánimo propicio para la plegaria».

(1) Se llama maasur a la plegaria transmitida por alguno de los Catorce Infalibles del Islam.

Tomado de los sermones del rezo del viernes 17 de febrero de 1995.

La transmisión de verdades y enseñanzas profundas

«Los ruegos del mes de rayab son un océano de sabiduría. No es solo acercamiento del corazón a Dios lo único que hay en la plegaria. Está eso y hay también aprendizaje. En la plegaria hay tanto purificación como enseñanza. Además de iluminar la mente —con esas plegarias maasur (1) de los Imames (con ellos la paz)—, el ruego a Dios nos transmite verdades y enseñanzas que nos son necesarias en la vida y orienta el corazón hacia Él. El recuerdo de Dios debe tenerse en muy alta estima».

(1) Se llama maasur a la plegaria transmitida por alguno de los Catorce Infalibles del Islam.

Tomado de los sermones del rezo del viernes 19 de junio de 2009.

Las plegarias de los Imames contienen las mejores ideas y las más bellas palabras

«Recomiendo encarecidamente a los jóvenes que presten atención a la traducción de estas plegarias. Estas plegarias de Arafa y Abu Hamza están llenas de conocimiento sapiencial. Cuando en la plegaria de Kumayl recitamos: al-Lahumma-gfir li-d-dunuba-l-lati táhbisu-d-du’á, al-Lahumma-gfir li-d-dunuba-l-lati túnzilu-l-balá o túnzalu-n-níqama, todo eso son enseñanzas divinas. Lo que quiere decir, en otras palabras, es que nosotros, individuos del género humano, cometemos a veces errores y pecados que impiden que nuestra plegaria sea atendida y aceptada; salen de nosotros pecados que nos acarrean desgracias. A veces, las catástrofes públicas y nacionales se producen por efecto de ciertos pecados, sin que por supuesto se dé a saber a cuál se ha debido tal desgracia. Pero cuando las personas dotadas de capacidad de reflexión piensan y meditan, se dan cuenta de que tal desgracia ha llegado a tal nación a través de tal acción. Algunas veces, el efecto de las acciones es rápido, mientras que el de otras llega espaciado. Eso nos lo dice el ruego a Dios. También, cuando en la plegaria de Abu Hamza recitamos: Ma’rífati ya máulaya dalili alayka wa hubbi laka shafí’ati ilayka…: “El hecho de conocerte yo es en sí mi guía hacia Ti. El hecho de amarte y estar Tu amor en mi corazón es lo que intercede por mí ante Ti. Wa ana wáziqun min dalili bi-dalálatika wa sákinin min shafi’i il-la shafá’atika. “Cuando contemplo esa guía, cuando observo mi conocimiento de Ti –que es mi guía y mi razón—, cuando someto a consideración este amor que tengo por Ti, veo que eres Tú quien ha creado ese amor y esa guía; eres Tú quien está ayudando”. Vean como eso le abre a uno los ojos. Crea una sabiduría, es una enseñanza divina. Es ayuda divina, es un logro debido a Dios, es atención divina. Esto puede verse en las plegarias, de manera que sean ustedes conscientes de su valor. Hacer una plegaria es llamar a Dios. Eso es algo que se puede hacer en persa, lo pueden hacer en su propia lengua… díganle a Dios lo que ustedes quieran. La plegaria es eso. Compartan con Él cualquier cosa que ustedes quieran. A veces no se trata de pedirle algo que se necesita o se desea, sino solo de estar en intimidad con Él. Y los deseos y necesidades pueden ser de distintos tipos. A veces alguien quiere de Dios Altísimo Su satisfacción o solicita Su perdón; ese es un tipo de deseo. Otras veces, uno pide cosas materiales. Nada lo prohíbe; pedir a Dios ―lo que sea, con las palabras que sea― es bueno. Y tiene esas propiedades beneficiosas que he señalado (la conexión con Dios y el sentimiento de servidumbre). Es cierto que las plegarias maasur (1) de los Imames (con ellos la paz) contienen las mejores ideas expresadas en las palabras más hermosas y rebosan de enseñanzas divinas. Se debe apreciar su valor y recurrir a ellas».

(1) Se llama maasur a la plegaria transmitida por alguno de los Catorce Infalibles del Islam.

Tomado de los sermones del rezo del viernes de Teherán (13/10/2006)

Uso de los motivos de las plegarias en las letanías de tipo munayat

«Las munayat son otro tipo de poema ceremonial, que no se reduce al panegírico y la elegía. También las munayat forman parte de ella. Para encontrar buenos motivos para unas munayat, la mejor fuente son las plegarias».

Discurso del encuentro con un grupo de versificadores de poesía ritual, el 15 de junio de 2011.

Los mejores deseos se expresan en las plegarias de Abu Hamza, Iftitah y Arafa

«Las plegarias que nos han llegado de los Imames [las plegarias maasur] son las mejores. En primer lugar, en esas plegarias se da cabida a deseos que a personas como nosotros ni se nos ocurrirían, y uno los pide a Dios por boca de los Imames (con ellos la paz). En la plegaria de Abu Hamza, en la de Iftitah y en la de Arafa se manifiestan los mejores deseos y peticiones para el ser humano, de tal modo que, si una persona los pide a Dios y los obtiene, puede convertirse en todo un caudal para ella. En segundo lugar, en esas plegarias hay motivos para la humildad y la imploración. Las ideas se expresan en un lenguaje, un tono y un modo que amansa y ablanda el corazón. El amor, la pasión y el entusiasmo resplandecen en esas plegarias en términos elocuentes y expresivos. Uno debe apreciar el valor de esas plegarias y utilizarlas. Por supuesto, debemos también conocer su significado. Afortunadamente, hay ahora buenas traducciones del Mafatih al-yinan (Las llaves del Paraíso) y de las distintas plegarias. Hay que leerlas con atención. Claro está que, hasta donde yo he visto, ninguna traducción ha podido reflejar enteramente la belleza de las palabras de esas plegarias, pero en definitiva las ideas quedan claras. Reciten las plegarias teniendo presentes esas traducciones. Quienes las reciten teniendo a algún grupo rezándolas consigo, que traduzcan al menos algunas frases. Por supuesto, en un nivel inferior es posible también, si una persona no comprende el significado de la plegaria, que sienta simplemente que está hablando con Dios Altísimo en un lenguaje que transmite la pasión de un corazón ardiente».

Tomado de los sermones del rezo del viernes 21 de octubre de 2005 en Teherán.

La sabiduría divina presente en el Sahifa sayadiya

«El Sahifa sayadiya es un libro verdaderamente extraordinario. Antiguamente era conocido como Libro de los salmos de la Familia del Profeta. Las plegarias de aquel gran hombre —el Imam Sayad (con él la paz)—, además de ser súplicas a Dios de un nivel sublime, rebosan también de conocimiento sapiencial islámico. Es decir, que no son meras plegarias, sino que con ese revestimiento se transmiten todas las enseñanzas del Islam: la unicidad de Dios, la Profecía, etc.».

Discurso de la ceremonia de despedida del sheij Raguib Mustafá Galush y el sheij Muhammad Basiuni, el 2 de marzo de 1990.

Las plegarias del Sahifa sayadiya, océano fragoroso de enseñanzas islámicas

«Estas plegarias del Sahifa sayadiya son un océano fragoroso de enseñanzas islámicas. Miren la primera plegaria del libro sobre la unicidad divina; miren la segunda, sobre el Profeta; la tercera, sobre los creyentes, y vean de qué se trata en esencia. La quinta plegaria del Sahifa sayadiya: Al-Lahumma-gnina ‘an híbati-l-wahhabina bi-híbatik wa-kfini wáhshata-l-qati’ina bi-sílatik. Estas son palabras muy importantes. No los atemorice romper con quienes rompen relaciones cuando están ustedes conectados a Dios. Al decir wa-kfini, está en realidad dándonos una lección. No se trata solo de pedir a Dios. Es también pedir a Dios, pero no solo eso. Nos está diciendo que nos demos por satisfechos con la conexión con el Creador. Dejen que el mundo entero rompa relaciones y que, según dicen ellos, los aísle. ¡Al infierno! ¿Qué perjuicio nos causa estar aislados de ellos? Hemos salido ya del aislamiento y ¿qué beneficio hemos obtenido? Según dicen, ya hemos salido del aislamiento. ¿Y ahora? ¿Qué provecho ha tenido salir del aislamiento? Fíjense ustedes, es sabiduría islámica: Ágnina ‘an híbati-l-wahhabina bi-híbatik. Lo importante es Tu hiba, Tu dádiva. Lo importante es Tu generosidad. ¿Qué importancia tiene la dádiva de los dadivosos, que nos hagan dádivas ellos, que nos perdonen y nos ayuden ellos? Aquí hay todo un mundo. Lo mismo, en la plegaria Makarim al-ajlaq, que es la vigésima plegaria del Sahifa sayadiya. Luego, la plegaria treinta y dos, creo, que es la plegaria de después del rezo de la noche es también todo un océano. Es una plegaria asombrosa que se reza después de la oración de la noche y el rezo del tahayod. Y más plegarias como estas que están en el Sahifa sayadiya. Ahí hay sabiduría».

Fragmento del discurso del Líder de la Revolución con poetas religiosos, el 23 de febrero de 2017.

Las ideas contenidas en el Sahifa sayadiya, una cura para nuestras enfermedades morales

«Recen ustedes mucho la distinguida plegaria de Makarim al-ajlaq o Las nobles cualidades morales, que es la vigésima plegaria del Sahifa sayadiya, y vean qué cosas pide a Dios el Imam Sayad (con él la paz) en ese ruego. Muchas de esas cosas, como las de muchas otras plegarias, no las catalogamos dentro de la buena moral. Los conceptos y las ideas contenidas, por ejemplo, en la quinta plegaria del Sahifa sayadiya –ya man la tánqadi ayá’ibu adamátihi– son para nosotros una lección: al-Lahumma-gnina ‘an híbati-l-wahhabina bi-híbatik wa-kfini wáhshata-l-qati’ina bi-sílatik. Familiaricémonos con las palabras de los Imames, con las plegarias del Sahifa sayadiya, con esos tratamientos curativos capaces de poner remedio a nuestras enfermedades morales y sanar las heridas de nuestro ser. Sean conscientes del valor de esta plegaria, de la súplica de intercesión, de la imploración y la atención a Dios y de la iluminación que se obtiene a través de ellas. Ahí está todo».

Discurso de la reunión de catedráticos, eruditos y estudiantes de las Escuelas Teológicas de Qom y la Madraza Faydiya del 5 de octubre de 2000.

Enseñanza de la humildad al ser humano en el Sahifa sayadiya

«El Corán son prédicas y plegarias, y la plegaria es algo muy importante. A mi juicio, el bendito Sahifa sayadiya es una de las mejores reservas de espiritualidad —si somos capaces de aprovecharlo—. Familiarícense con esas plegarias del Sahifa sayadiya, que son cada una todo un capítulo, un mundo particular y un océano que transmite las enseñanzas al ser humano, le ablanda el corazón y le enseña humildad».

Discurso del primer encuentro con los representantes de la Octava Asamblea de Consulta Islámica, el 10 de junio de 2008.

La idea del perdón en la plegaria de Kumayl

«La plegaria de Kumayl es una plegaria asombrosa. Comienza con la súplica de perdón, invocando diez cosas ante Dios. Miren ustedes cómo reza esa súplica de perdón: al-Lahumma inni as’álaka bi-ráhmatika-l-lati wási’at kul-la shay’in. Invoca ante Dios Su misericordia, Su poder, Su omnipotencia… diez de las grandes cualidades del Creador. Luego, una vez invocadas ante Dios esas diez cualidades, dice: al-Lahumma-gfir li-d-dunuba-l-lati táhtiku-l-‘ísama. Al-Lahumma-gfir li-d-dunuba-l-lati túnzilu-n-níqama… Al-Lahumma-gfir li-d-dunuba-l-lati táhbisu-d-du’á. El Príncipe de los Creyentes expone también ahí cinco tipos de pecados ante el Creador: pecados que impiden el ruego a Dios, pecados que acarrean castigo… En otras palabras, desde el inicio de la plegaria, se suplica perdón, y se sigue con la súplica de perdón hasta el final del ruego. El tema principal de la plegaria de Kumayl es la petición de perdón y de clemencia. Es una fervorosa y ardiente imploración de perdón al Creador. Tal es el Príncipe de los Creyentes. Eso es suplicar perdón».

Tomado de los sermones del rezo de viernes del 31 de enero de 1997 en Teherán.

Sublime contenido místico de la letanía maasur del mes de shabán

«Gracias a Dios, contamos con una reserva inagotable de plegarias maasur de los Ahl al-Bayt (con ellos la paz). Familiarizarse con ellas aporta pureza, sabiduría, perfección y amor, purgando al ser humano de impurezas. Las letanías de tipo munayat del mes de shabán —según la tradición, constantes en los Ahl al-Bayt (con ellos la paz)— se cuentan entre las plegarias cuyo tono místico y lenguaje cautivador se suman a ideas de gran elevación y enseñanzas sublimes, de una manera sin igual en los modos de hablar corriente y en la conversación cotidiana. Su lenguaje es inimitable en lo sustancial. Esas munayat son una muestra perfecta de imploración a Dios y descripción, ante la Sagrada Esencia Divina, del estado de ánimo de los más selectos y probos siervos de Dios ante su Servido y Amado. Se trata, al mismo tiempo, de una lección de conocimiento islámico y de un patrón para que el ser humano creyente y fiel exprese a Dios su estado de ánimo y Le ruegue».

(1) Se llama maasur a la plegaria transmitida por alguno de los Catorce Infalibles del Islam.

Breve escrito del 22 de diciembre de 1990 de su eminencia el ayatolá Jameneí sobre la letanía o munayat de Shabaniya.