«Cuando en el mundo se producen o comienzan grandes transformaciones, los pueblos y los responsables de los países tienen el deber de extremar la vigilancia (…). Si no se da esa vigilancia, sino que hay descuido y negligencia, los pueblos sufrirán perjuicios muy duraderos. Pondré algún ejemplo. Uno es el del apogeo del colonialismo (…). Los pueblos estaban dormidos; los responsables, descuidados. Llegaron y, gradualmente, se fueron apoderando de los recursos vitales de la nación del subcontinente indio y de los países al este y el oeste de la India —y si digo la India es un ejemplo, porque lo mismo pasaba en África, lo mismo en Latinoamérica y lo mismo también en Norteamérica—. Los ingleses tomaron el control de los intereses de esas naciones. Las colonizaron. Las mantuvieron en el atraso durante décadas o más, quizá doscientos años (….). Cuando en Europa se inició, por sus motivos particulares, el movimiento del colonialismo, las naciones hubieran debido estar despiertas; los responsables de los países hubieran debido estar alerta; hubieran debido estar atentos. No lo estuvieron. ¿El resultado? Dos o tres siglos de aprietos para toda una enorme región del mundo (….). De modo que fíjense en que, cuando comienza una transformación en el mundo, las naciones deben estar alerta para que esa transformación no acabe perjudicándolos (….). Lo que digo es que hoy en día está comenzando o ha comenzado una gran transformación en el mundo. Hoy es el día en el que los pueblos de la región no deben descuidarse como se descuidaron en el período del colonialismo o después de la Primera Guerra Mundial. Las naciones de la región deben estar despiertas» (11/09/2023).