«La solución no es sino que las grandes potencias mundiales se echen a un lado; que las potencias partidarias del régimen sionista se aparten de esta cuestión, y ya los combatientes palestinos sabrán cómo gestionar la batalla, como han hecho hasta ahora sin que gracias a Dios se les haya infligido un golpe especialmente duro y significativo. A quien se enfrenta el régimen sionista es a la pobre gente indefensa que está allá. El deber que tienen los gobiernos es cortar el apoyo político, propagandístico, armamentístico y los bienes de consumo al régimen sionista. Ese es el deber de los gobiernos, y el que tienen los pueblos es presionar a los gobiernos para que cumplan con ese gran deber» (